Vietnam (XVIII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En el camino del aeropuerto al distrito 1 de Saigón, intento ponerlos al día en lo básico de las diferencias y las similitudes de este país, respecto al nuestro.

ESTRENANDO MOTO

Cuando llegamos al hotel, Ana y yo compartimos habitación, y Ángel, se queda en mi antigua habitación. Una vez se ha dejado el equipaje, realizamos las primeras gestiones, la compra de la moto, una moto malaya, de 35 años, pero en buen estado, y por solo 310 $, después de un largo regateo, y con la condición, que le cambien la rueda delantera, arreglen el freno delantero, y le pongan un espejo retrovisor, algo de lo que la mayoría de las motos de este país carecen.

MOTORMAN

Luego marchamos a comprar los cascos, Ana, a la que a partir de este momento llamo Maruxiña, por el marcado acento gallego que tiene, se deja llevar por mis consejos, y no tarda ni dos minutos, en comprar el suyo, pero Ángel tarda al menos hora y media, en elegirlo, al final elige, uno tipo antiguo, pero que le gusta más que uno integral, además éste lo acompaña de unas gafas, también antiguas, y cuando se lo prueba con las mismas, en conjunto con sus bermudas, y las botas de montaña, no podemos evitar la risa del aspecto del mismo, y le digo, que a partir de ahora, Saigón, tiene un nuevo súper héroe, se llama “Motorman”, reímos todos, ya que él mismo, se toma mis bromas de buena manera, es un tipo genial .

CENA COSMOPOLITA

Marchamos a cenar, en compañía de unos murcianos que mis acompañantes conocieron en el avión, y de las amigas de Kiyan, las cuales son estupendas, y muy agradables, al final nos juntamos 5 españoles, dos alemanas y una portuguesa, alrededor de fondee Vietnamita, vino del lugar, y con una conversación distendida, hasta que tenemos que marchar por cierre del restaurante.

De allí a un lugar que no podía ser otro que una terraza donde sirven bia hoi , finalizando la velada, a altas horas, y regresando al hotel, donde Maruxiña, Ángel, y yo continuamos de tertulia, y posteriormente Marusiña y yo, hasta bien entrada la madrugada.

Por la mañana, quedamos con Vy, para desayunar, vamos todos donde Chang y su hermana me llevaron a comer la sopa de gambas, cangrejo, y cerdo, algo para lo que aún no están preparados mis nuevos amigos, ya que dejan más de la mitad. Sólo Vy y yo somos capaces de acabar con todo, luego paseamos por el centro, y les enseño la mayor parte de Saigón , la catedral, la ópera, la oficina postal, el ministerio de defensa, y el mercado, acabando el recorrido, justo antes de ir a recoger la nueva moto de Ángel.

Quedamos de nuevo los cuatro, para cenar, con Chang y su hermana, a las 8 de la tarde, donde ellos nos recogerán del hotel.

REGALO Y APOCALYSE NOW

A las ocho y media, estamos volando en las motos, camino de un restaurante callejero de marisco picante, donde Chang y su hermana, me guardan una sorpresa, me han comprado un regalo de despedida , un ciclo taxi de madera, el cual se lo agradezco con dos besos a ella, y un abrazo a Chang, el mismo no puede evitar el emocionarse, cuando finalmente nos despedimos. Pienso entonces, que dejo a unos buenos amigos y personas, en esta maravillosa ciudad, con la cual he mantenido un flirteo inevitable de dos semanas.

Posteriormente, como Marusiña, y Ángel, tiene ganas de marcha, nos vamos todos a un garito, de nombre Apocalypse Now , uno de los más famosos y antiguos de Saigón, el cual decepciona, ya que no varía mucho, de cualquier discoteca de una ciudad, con bebidas caras de mucho hielo, poco alcohol, con el ir y venir de gente con altas pretensiones, y poco dinero, buscando quien le dé un aliento de esperanza para un visado a otro lugar.

Pero nosotros nos resistimos a pasarlo mal, ya que los cuatro coincidimos, que lo importante es la compañía y no el lugar, y al final bailamos todos, e incluso la inamovible Vy, la cual me sorprende enormemente con sus contoneos, y por que suele ser bastante seria en estos lares.

RUMBO A DALAT

Finalizamos la salida, en la puerta del hotel, en la que me despido de la que se ha convertido en una gran amiga, Vy, la que me da un beso y un abrazo ante mi tristeza, por dejar a esta magnífica persona atrás, pero como ya he dicho en numerosas ocasiones, el viaje debe de continuar.

Marusiña y yo, después de una tertulia con Ángel, continuamos los dos solos de parloteo, hasta cerca de las cinco de la mañana, contándonos, nuestra vidas, anhelos, y pretensiones en el viaje, y llegando cada vez más a la conclusión, que ella y yo somos enormemente parecidos, lo cual aún no sabemos si será bueno o malo, solo el tiempo, puede sacarnos de la duda.

Sobre las once de la mañana, ponemos rumbo a Dalat, a la cual llegaremos en dos etapas, y dejamos atrás Saigón, con la habitual congestión de una gran ciudad, a la que por desgracia, será difícil que vuelva.

Me percato, que Ángel, es un gran conductor, y comienzo a despreocuparme por él, y a quitarme ese peso de encima, mientras sorteamos toda clase de tráfico, en nuestra ruta.

Pero no puedo quedarme impasible, cuando una y otra vez confían plenamente en mis criterios, a lo largo del camino, y volverme a cargar de responsabilidad hacia mis acompañantes, a los cuales, quiero que solo lo pasen bien, y no sufran ningún tipo de percance.

Cuatro horas después de paradas intermitentes, llegamos a una pequeña población, a mitad de camino, donde decido hacer noche, ya que es imposible el continuar, ya que el sol juega con el horizonte.

CENE CON RIOJA

En el hotel, Ángel, solicita el dormir todos en una habitación, ya que nos comunica, que está un poco cansado de dormir solo, lo acogemos con benevolencia en nuestra habitación, y decidimos que esa noche, abriremos el Rioja, que ha traído de España, en compañía de música, y cerveza.

Salimos a recorrer el pueblo, y dejamos las motos estacionadas en el aparcamiento del mercado, recorremos el mismo, y aprovechamos para realizar alguna compra de necesidad, como mascarillas para no respirar el humo de camiones y vehículos en la carretera. De regreso al aparcamiento, nos quieren cobrar cinco veces más del precio normal, por lo que aquí, hago valer mi experiencia, y le digo a Ángel que monte en su moto, y marchamos del lugar impasibles, mientras los vigilantes del mismo, no dejan de proferir insultos.

Regresamos al hotel, y estamos de tertulia aderezada con Rioja, hasta altas horas, por lo que al día siguiente es imposible levantarse más temprano de las 10 de la mañana.

Partimos ya con idea fija de llegar a Dalat, en el camino, vamos ascendiendo montañas, y pasando, por valles de plantaciones de café, parando en pequeños bares y restaurantes, para descansar nuestros pobres huesos, que poco a poco, van acusando el recorrido, mientras el frío, va haciendo presencia en nuestros cuerpos, al ritmo del atardecer, cuando llegamos a la ciudad .

DORMIR EN LAS ALTURAS

Después de registrarnos en el hotel, y ducharnos, salimos a cenar, y a pasear por los últimos coletazos que da el mercado en las calles , y buscamos una farmacia, para Ángel, el cual está un poco constipado, debido, a los cambios bruscos de temperatura, que ha sufrido en los últimos cuatro días, del frío de España, al calor sofocante de Saigón, y finalizando por el frío de montaña de Dalat.

Marchamos al hotel, y no tardamos en caer rendidos, y dormir a pierna suelta debido al cansancio infligido, por el ascenso de la carretera a esta ciudad.

Por la mañana, decidimos, tomarnos las cosas con calma, y salimos del hotel, tarde, tanto, que cuando vamos a desayunar, limón con miel todos, nos preguntan si vamos a desayunar o a almorzar.

De allí, vamos al mercado, donde Marusiña queda encantada con los puestos de fruta, y Ángel, con el material para hacer fotos, se nota que este arte corre por su sangre, despertando en mí un poco de envidia, apagada, por su manera de ser, y por su buen carácter.

Posteriormente tomamos unas pizzas vietnamitas , que están realmente exquisitas, y luego nos hacemos con unos bocatas, y nos vamos a un parque a deleitarlos, en la paz y el remanso de la tarde de una ciudad pequeña, y finalizando en un bar, donde tomamos batidos y café.

CON  LA “L” A CUESTAS

De allí, marchamos a otro parque, donde decido dejarle mi moto a Maruxiña, para comprobar, la capacidad de esta en conducir sobre dos ruedas, craso error, no tarda ni dos minutos, en estrellar mi moto, contra la única moto inamovible que se encuentra en la gran explanada, la cual resulta ser de una monja confucionista, a la que llamo “Sor Vespino”, la cual pacíficamente, llama a un amigo, mecánico, para cuantificar los daños, del guardabarros delantero, ascendiendo estos a 8 €.

Todos nos lo tomamos con humor, ya que no ha pasado nada, e incluso la conductora temeraria, se hace una foto, ante su siniestro , pero pienso para mí, que Ángel tendrá que vender su moto, y no podrá traspasársela a Marusiña, mientras cenamos en un restaurante cerca del hotel.

Finalizamos el día, en un pub de la localidad, donde comprobamos, que, además de ser muy moderno, ya que cuenta con dj, y hasta ascensor, tiene unas buenas vistas sobre la ciudad , posteriormente, nos vamos al hotel, donde dormimos temprano, ya que tenemos pretensiones, de al día siguiente salir a primera hora, para aprovechar bien todo el día.

ATRAVESANDO CAFETALES

Por la mañana, después de un zumo de limón con medio vaso de miel, salimos como motos, de Dalat, y realizamos uno de los caminos más bellos, que tiene este país, descendiendo la montaña Lang Bian, y poniendo rumbo a Buon Ma Thuot, localidad famosa por el café que crece en sus alrededores, y el parque nacional más grande de este país.

En el camino, tenemos que parar un par de veces, ya que la palanca de cambio de marchas de Ángel, se sale continuamente, y hasta que no encontramos un mecánico eficiente, no se soluciona el problema. Esto lejos de hacernos enfadar, nos lo tomamos como hay que tomárselo, con paciencia humor, y aprovechando las paradas, para empaparnos de las imágenes que nos ofrece el paisaje, y sus habitantes .

Llegamos, cerca del atardecer a la ciudad, y después de orientarnos algo en la misma, encontramos hotel, y decidimos, delante de un buen tazón de Pho, que a la mañana siguiente, visitaremos el parque nacional de Yok Don.

Por la mañana, después de visitar alguna agencia, para que nos proporcionaran un guía, que es obligatorio, para ver el parque, desistimos, y nos desplazamos a él por nuestra cuenta, ya que el precio que nos solicitan es de 35 $, por cabeza, y una visita andando.

DE LA MOTO AL ELEFANTE

Salimos de Buon Ma Thuot, y ponemos rumbo a los pueblos de las etnias que se encuentran cerca del parque, a 42 km. de la ciudad, y cuando llegamos al centro de recepción de visitantes, su responsable, nos da una grata sorpresa, ya que nos ofrece, un viaje por el mismo en elefante, y luego en barca, de una duración de tres horas y media, por 50 $ los tres. No tardamos en decidirnos, y poco después, estamos los tres subidos en un elefante, junto con el domador de este, metidos en el río  Serepol , que además del parque, atraviesa también Camboya.

Posteriormente, nos metemos en la selva, y al pasar rozando un árbol, nos impregnamos todos de unas hormigas enormes rojas, las cuales tienen unas dentaduras muy fuertes, sufriéndolo en nuestras carnes, hasta que vemos al guía, que se come una, y sin pensarlo dos veces, nosotros hacemos lo propio. Tienen un sabor muy ácido, y crujiente, nos pegamos todo un festín de ellas, hasta que comprobamos, que sus diminutas patas, se quedan entre los dientes, y son difíciles de sacar.

Caminando por la selva, a lomos del noble elefante, para mi sorpresa, no se oye ni un alma, la jungla está en una calma total, y el silencio, solo es roto, por el crujir de las cuerdas, que amarran nuestros asientos a su cuerpo, y de algún habitante del parque, que pertenece a una etnia, que  tiene permiso para vivir en este maravilloso paraje. A diferencia de las etnias del norte, éstas, que pertenecen en mayoría a los montagnards, no van con los atuendos típicos de su etnia, sino con vestimentas usuales.

ANIMALES SUPERPROTEGIDOS Y ENVIDIADA FUMATA

Finalizado el recorrido en elefante, cogemos en un pequeño muelle, una pequeña embarcación, y remontamos un gran tramo de río, viendo a sus orillas diversas especies de aves, e incluso, difuminadamente, un mono, pero nada más, ante nuestra decepción, los animales que más abundan en la parte del parque que los visitantes pueden ver, son las vacas de las aldeas cercanas. Sin embargo, en mi interior lo agradezco, ya que en el parque, viven 75 especies de animales en vías de extinción, y 29 de ellas, en gran peligro de extinción, por lo que de esta manera, se protegen aún mas, aún a costa de pagar por un paseo de elefante y barca estéril de animales.

Después de la visita al parque, comemos en un pueblo cercano, y regresamos al atardecer a la ciudad, para ducharnos, y salir a realizar alguna compra en un centro comercial de la localidad .

En este, se encuentra un KFC, ya sabéis, que no soy usuario de estos, pero unos días antes, he recibido un email de Eladio, el cual me comenta que en España, la ley antitabaco, ha empezado, y llegando hasta límites fundamentalistas, por lo que decidimos cenar en este restaurante americano (país pionero en la referida ley, y la producción de tabaco), y después de la cena, fumarnos a la salud de Eladio, y de todos los lectores, unos cigarrillos , en homenaje a los que en aras de la libertad ponen cepos a éstas, pero no se olvidan de aumentar los impuestos sobre el tabaco, eso sí, prohibirlo no, mientras se le pueda sacar rendimiento, que eso hace daño a las arcas, pero tocar los cojones también.

PLATO ROTO

Al día siguiente, nos dirigimos a Pleiku, una localidad, que en sí no tiene demasiado que ver, solo es una jornada de transición, al igual que la siguiente, donde nos dirigimos a Kham Duc. En sí lo que más vale la pena es el camino, ya que pasamos por parajes salvajemente hermosos , con campos de arrozales, ascendemos montañas, para luego bajarlas.

En el ascenso a una de ellas, Phuoc Son, el plato de mi moto, dice hasta aquí hemos llegado, y se rompe, por lo que Ángel, muy diligentemente, se adelanta hasta el pueblo más cercano, y vuelve acompañado de una patrulla de policía, y de unos mecánicos, que me reparan mi moto, mientras los policías, no dejan de piropear a Marusiña, y hacerle proposiciones, ante las cuales ella ríe, y entre dientes, no hace más que decir, “Dios mío pero que feos son estos bichos”.

En la jornada posterior, por fin llegamos a mi antiguo hotel en Danang, donde tenemos pensado quedarnos varios días, ya que estamos exhaustos, y Ángel, marchará a Hué, para verlo. Nosotros, mientras, disfrutaremos de la ciudad de Hoi An, donde en mi anterior visita, debido a la muerte de Manolo, me fue imposible el hacerlo, además pensamos de estar unos días en la playa de China, y reposar, ya que el viaje de Marusiña y mío, es de saborear con tranquilidad los lugares y las experiencias.

EL PELLIZCO

Deshaciendo mi mochila en la habitación, pienso en lo que ha sido esta semana, en compañía de Ángel y Marusiña, y hago balance de la misma, de las vicisitudes, que hemos pasado, y de los buenos ratos, y de los pequeños que no tanto, y es inevitable el pensar, si mis acompañantes, los habría elegido el diablo, o los Dioses de los deseos, ya que vinieron un día cinco de Enero, día de los reyes magos, y no puedo evitar que la frase “cuidado con lo que deseas, que se puede convertir en realidad”, una y otra vez, retumbe en mi pensamiento.

Ángel es una buena persona, tranquila, sosegada, y con enorme paciencia,  Marusiña, encarna a la perfección, todo aquello, que en su día me atreví a desear, una persona, con aspiraciones, y pretensiones similares a mí, divertida, atrevida, optimista y un sinfín de cualidades, en las que tardaría varias crónicas en enumerar, no sin aburrir al lector.

Tan sólo una pequeña objeción es la que puedo poner al destino, que me ha unido a esta chica, y es que me acostumbre demasiado a su dulce compañía, y de repente, un día, de la misma manera en la que vino, se vaya sin más, pero de súbito, me fuerzo a pensar en mis palabras “Disfruta de lo que tienes, mientras lo tienes, que todo lo demás tarde o temprano llegará”.

En  tan solo una semana, he pasado de estar solo por el mundo, a tener una compañía que me hace disfrutar del camino, las experiencias y las vivencias el doble que antes, por lo que sin ningún miedo, me dejaré llevar. Vivo en mi presente, y con facilidad, olvido lo malo del pasado, sueño con el hoy, y me despreocupo del mañana, pienso en el futuro, cuando éste ya se ha convertido en el ahora, y creo fielmente, que es la mejor manera de caminar hacia lo que el destino me depara.

 

 

Vietnam (XVII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

El día de final de año, lo comienzo bien temprano, ya que he quedado con Chanh y su hermana para desayunar a las 7 de la mañana, hora en la cual tanto él como yo, estamos en la puerta de mi hotel. De allí, a un restaurante, donde me pide Banh Canh, una sopa de pasta de fideos gordos, con gambas, carne de cangrejo y cerdo, algo realmente exquisito, acompañado de una especie de churros de harina de arroz, y acompañado de un batido, el cual hacen también con harina de arroz, de sabor parecido a la papilla. Uno de los desayunos más estupendos y buenos que he tomado en mi vida, tomo nota de todo, ya que cuando vengan Ana y Ángel, los pienso llevar al mismo lugar.

BEBIDAS POR RADIO Y CAFÉ MAÑANERO

Después de esto, nos vamos a un parque, y nos sentamos enfrente de un café para turistas, pero no en el mismo: es algo muy curioso, ya que la persona encargada de las bebidas de la gente que prefiere estar en el parque, algo realmente barato, con una emisora de mano, va encargando a otra gente que deambula en moto las diferentes bebidas que se piden, trayéndolas a gran velocidad, hasta los lugares donde se sientan.

Posteriormente nos acompaña un amigo de Chanh, que trabaja como informático en un banco, y conversamos todos por al menos dos horas. Es curioso, compruebo que la gente que trabaja en las oficinas de una ciudad,  hasta las 10 de la mañana no empieza su jornada laboral, igualmente se levanta sobre las 6, para desayunar tranquilamente, y luego deleitar con los amigos y compañeros un café, antes de empezar su jornada.

Cuando llega la hora, Chanh, me acompaña a mi hotel, y él se va a trabajar, mientras yo mando mi crónica a Eladio, junto con las fotos, y descanso, para lo que pienso que será una noche larga.

FIN DE AÑO ARTIFICIAL

Cuando llegan las 9 de la noche, Chanh, me envía un mensaje, diciéndome, que aún está en casa de sus padres, y que tardará una hora más en llegar, y que su hermana, al final no podrá venir, ya que sus padres la retienen en casa.

Sobre las 10 de la noche, ya estamos camino del centro, donde la gente se reúne, para despedir el año, tardamos casi hora y media en llegar a una plaza , que rebosa de gente, y donde hay dispuesto un escenario, con un DJ., y una cantante australiana de reconocido nombre internacional, en concierto.

Nos encontramos con varios amigos suyos, los cuales nos estaban esperando, así que decido comprar unas cervezas para todos, que son acogidas con gran satisfacción, pero al finalizar la segunda ronda, me percato, de que la mayoría están medio borrachos, por lo que pienso en la suerte que tienen estos canallas, que como pesan poco, con dos cervezas ya están con el puntazo. Se quedan realmente sorprendidos, cuando abro mi tercera, y aún estoy fresco, por lo que para no darles una imagen equivocada de mí, decido que será la última.

De allí, marchamos a una calle, que está cortada al tráfico, y nos sentamos en el suelo, a conversar, esperando la cuenta atrás, de la cual nos percatamos por los diferentes fuegos artificiales, que estallan sobre el cielo de Saigón. Para mi sorpresa, no se realiza ninguna cuenta atrás, simplemente, cuando se ha cambiado de año, empieza un espectáculo pirotécnico, que el gentío acoge con cada cohete con un aahhhh, oohhhh. Finalizado el mismo, no puedo salir de mi incredulidad, cuando todos ponen rumbo a sus casas, la celebración ha acabado, y ya está, eso es todo de una despedida de año, la cual para nosotros empieza justamente, cuando empieza el nuevo año.

REPITIENDO RESTAURANTE

Me voy para mi hotel contrariado, por la falta de festividad, del acontecimiento, y pensando una vez más en la diferente celebración de unas gentes y otras, sobre todo cuando llego al barrio donde se encuentra mi hotel, cuyas calles están llenas de turistas bebiendo, y ya medio borrachos, desisto de unirme a ningún grupo de estos, y me voy a las 2 de la mañana a la cama.

A la mañana siguiente, debido a la hora a la que me fui a pernoctar a mi hotel, me levanto temprano, esperando ver una ciudad un tanto desierta, debido a las celebraciones del día anterior.

Nada más lejos de la realidad, la ciudad, bulle, como un día normal y corriente, y sólo algún comercio, permanece cerrado, siendo por desgracia uno de ellos, el local donde suelo ir a tomar café todas la mañanas, teniendo que cambiar mi habitual rutina.

Después de mi café, llamo a Vy, ya que me apetece comer con ella, y quedo, para un par de horas después, las mismas en las que tardo en recorrer diversas calles del centro de Saigón, y percatarme de la falta de comercios cerrados.

Cuando ésta llega a recogerme a mi hotel, decido llevarla, para celebrar el día de año nuevo al mismo restaurante que me había gustado tanto, donde Chanh y su hermana By, me habían llevado. Vy, se queda asombrada, de mi conocimiento ya de la ciudad de Saigón, a lo que yo inmediatamente le digo con sinceridad, que es el único camino que me sé en moto desde mi hotel.

Comemos los dos por 8€, sigue siendo tan bueno y barato como siempre, se llama “Nhà Hàng Ngon”, está situado en el 160 de la calles Pasteur, P. Ben Nghé, del distrito 1.

EN BUSCA DE LAS SANDALIAS PERDIDAS

Después de la comida y los cafés, y despedirme de ella, decido ir a pié, por las calles de Saigón, con sólo un objetivo: encontrar unas sandalias de mi número.

Voy pasando por diferentes tiendas, sin resultado, incluso ante mi desesperación, caigo en lo más bajo, el visitar tiendas de las pijas, las cuales me sorprenden, ya que unas sandalias, que en España costarían sobre 60 o 90 €, aquí salen por 12 €, pero con resultado igual al de las anteriores tiendas visitadas.

Tomo conciencia, de los esfuerzos que tuvo que hacer mi amigo Sergio, y su paciente compañera Esther, los cuales me trajeron de su viaje a China, las antiguas, y me las regalaron. Me dirijo entonces al gran mercado de la ciudad, donde los encargados de las tiendas pijas me han recomendado el ir, después de que sus esfuerzos por intentar que mi pié cogiera en números inferiores, fuera infructuoso, debido supongo a la comisión que se llevarían por una venta.

En el mercado me pasa tres cuartos de lo mismo, y como si de una historia de película se tratara, cuando ya estoy a punto de desistir, en el último puesto que pregunto, me prueban un 47, grande que tienen, debido a un encargo especial que les había hecho un cliente, el cual no fue a recogerlo, me las pruebo, y me quedan justas, pero me quedan. No me paro ni a regatear, y pago por las sandalias, marca Adidas, 8 €, así que después de un peregrinaje de 4 horas vagando como alma en pena en busca de la redención, encuentro mi salvación particular.  Para celebrarlo, camino del hotel, me pido un par de bocadillos de fiambre Vietnamita, y después de haber dado debida cuenta de ellos, llamo a mis padres para felicitarlos por su santo, y caigo rendido a los pies de Morfeo.

Y EN BUSCA DE LA MOTO PERDIDA

Por la mañana, despierto aún más temprano que el día anterior, por lo que decido, recorrer, tres distritos de la ciudad a pié, para buscar una moto que comprarle a Ángel, ante la indecisión de éste del tiempo que pasará en total con nosotros, por lo que pienso que le saldrá más a cuenta el comprar que el alquilar.

Hago un total de 20 Km. a pié, tal como si fuera un peregrino del camino de Santiago, y recorro varios lugares, no encontrando nada adecuado para él. Pero sí me percato, de tres cosas, la primera es lo baratos que son los vehículos de cuatro ruedas, ya que un Fiat Cinquecento, (creo que se llama así), nuevo de concesionario, vale 3.500 €, tres veces más barato que en España, y lo sé, porque es el único que tenía el precio puesto, la segunda que las vespas antiguas, por las cuales en España, pagan los nostálgicos, ingentes cantidades, aquí, están de cuatro a seis veces más baratas que allí , y, tres, que esta ciudad es terriblemente grande y confusa, ya que debido a la mala fe de algunos, a los que desestimo su “ayuda” de ir con ellos, pagándoles un precio por ella, me hacen dar más vueltas que una peonza, pasando por magníficos templos, los cuales a la vuelta de mi camino, me percato que se encuentran cerca de mi hotel, pero como no tengo tiempo definido, es algo que disfruto.

CICERONE CON OVERBOOKING

Después de mi periplo, regreso a mi hotel, empapado de sudor, me deshago de la ropa, y del mal olor con una buena ducha, y hago mi siesta, no sin antes pensar que Ángel, me tendrá que invitar a más de una cerveza, por proporcionarme este dolor de cabeza, que yo sólo me he buscado.

Por la noche, Vy, con la que previamente había quedado, me espera en el café de un amigo, y cuando llego, está acompañada de una amiga y su novio. Tomamos un refresco, y posteriormente, marchamos los cuatro a cenar, y como no podía ser de otro modo fondue vietnamita, de pescado . Posteriormente a la cena, nos vamos a un pub, al que he decidido invitarlos, ya que ellos me invitaron a la cena, donde ponen buena música, y los cocteles son a 2$. Salimos del pub, y cada mochuelo a su olivo, empiezo a pensar, que es el último día que veo a Vy, ya que tan sólo dos días después, me toca hacer de cicerone, con Ángel y Ana, además durante dos días más, tendré otras dos compañeras en Saigón, amigas de Kiyan, un amigo de Barcelona, las cuales me han mandado un email, diciéndome que viajaban a Vietnam, y estaban interesadas en conocerme. No voy a dar a basto con tantas visitas pienso mientras mis ojos se van cerrando poco a poco.

TEMPLO CON VIRGEN

Por la mañana, decido explorar otra parte de Saigón, esta vez, en moto, ya que la caminata del día anterior, no me apetece repetirla, y quiero ver otro distrito, por el cual no se mueven turistas.

Es el número 4, un barrio de gente corriente. Lo primero que hago, es aparcar mi moto, y dirigirme a su mercado que no tiene nada de particular respecto a los demás, por lo que tardo poco en salir de él y luego deambulo andando por sus calles y callejones, hasta que llego a una de las iglesias más extrañas que he visto en este país. Está construida, igual que si fuera un templo confucionista, pero la torre que normalmente  está en ellos, está adaptada a campanario, y en donde normalmente se encuentra los diversos altares de un templo confucionista, es donde se encuentra el altar mayor; pero lo que realmente me sorprende, es una virgen que hay en el patio de la iglesia, que es exacta a la Reina del Cielo, representada en otros templos, a excepción de que esta porta un niño en sus brazos .

Me quedo en el patio del mismo, observando cómo algunos obreros, desmontan los adornos de navidad que hay en él, supongo para mí mismo, que la festividad de Reyes Magos, no es un acto que se celebre demasiado aquí, sólo los días de navidad y año nuevo.

EL DISTRITO UNO, PAN COMIDO

Finalizada mi reflexión por el recinto, y el ir y venir de obreros desbaratando, lo montado 15 días antes, vuelvo a mi moto, e intento, recordar el camino, que realicé con Chanh, el día que me llevo a desayunar. Ante mi propio asombro, me doy cuenta, que el distrito 1, y el financiero, lo manejo con mayor soltura de la que yo me creía, no me equivoco en nada, y llego directamente al restaurante, donde vuelvo a pedir Bánh Canh, que no desmerece al que comí con Chang a excepción de que la carne de cerdo se encuentra ausente del mismo.

Posteriormente marcho al mismo parque donde tomamos café, al que llego directamente, me siento en el mismo lugar , y no tardo en entablar conversación con una chica y sus acompañantes, con los que departo por unas horas, cambiando impresiones sobre su país, y la diferencia con España. Cuando llega el novio de la chica, y me percato de su mosqueo porque ella esté continuamente hablando conmigo, y haga caso omiso de él, decido marcharme, antes de ser la razón de una discusión de pareja, eso sí, no me resisto a dejarle mi número de teléfono a Phon, que así se llama, cuando esta me lo solicita, ante el cabreo de su novio.

EL CASTELLANO NOS UNE

Regreso al hotel, a ducharme, y posteriormente,  irme a tomar algo, pero ante mi sorpresa, Ham, la dueña del hotel, llama a mi puerta, y me trae como obsequio, un plato de carne de cerdo a la parrilla, unos panecillos de arroz, rellenos de carne hierbas y huevo de codorniz, los cuales son de lo más típico en Vietnam, y gelatina. Le doy muchas gracias, los tomo, y duermo mi siesta vietnamita.

Al despertar, y no teniendo ningún plan, simplemente deambulo por el barrio, paro en una terraza, a tomar una Bia Hoi, encuentro en ella, al chico, que conocí el primer día, y nos sentamos juntos para hablar.

Más tarde, al escucharme hablar en español, se nos une una japonesa, la cual estuvo viviendo en España 6 meses, y posteriormente, se fue a vivir un año a México, para perfeccionarlo. Trabaja como traductora de libros, del español al japonés en Tokio, y se encuentra con su marido de vacaciones, el cual, se nos une más tarde.

Media  hora después, también se nos une una pareja de californianos, que están viajando por dos años por el mundo, iniciando todos, en pleno corazón de Saigón, una tertulia en español, de las cuales sólo yo soy natural de un país donde se habla el mismo.

Dos horas después de varias garrafas de Bia Hoi, levantamos el vuelo, y marchamos cada uno a nuestros respectivos hoteles, y posteriormente, a nuestros respectivos viajes y vidas, pero con muchas cosas en común.

CALMA CHICHA (PRIMERA PARTE)

El día siguiente lo paso entero de holgazaneo, ya que según mis pronósticos, me esperan unos días movidos, y de pocos ratos a solas, por lo que a lo único a lo que me dedico, es a tomar cafés en las terrazas, y pasear por los mercados, simplemente, observando a las demás personas, en su vida diaria, el bullicio de las calles, y el ir y venir de gente en su rutina habitual. Veo a personas en bicicleta, que deambulan tocando un sonajero, y tal como si hubieran sido sacadas de los versos de una canción de Bob Dylan, venden el llevarte a las mismas puertas del cielo, independientemente de cuál sea tu definición del mismo.

Los carros de comida rápida, buscando el puerto de los clientes que soliciten sus servicios, y proporcionar avituallamiento a estos. Y señoritas en las puertas de los locales de masaje, que ofrecen pan de perfidia, como único plato. Todo un universo de gentes que se mueven dirigidos por la única ley, que han aprendido desde corta infancia, turista es sinónimo de dinero.

A la mañana siguiente, me despierto, con el sentimiento ya de responsabilidad, hacia mis dos nuevos compañeros, que están a punto de llegar.

Antes de marchar del hotel al aeropuerto, dejo las órdenes pertinentes a su dueño sobre el cambio de habitaciones, y demás.

Cojo el autobús 172, que es el que lleva al mismo, llego al aeropuerto con una antelación de tres horas, las cuales paso con sentimientos muy variados, desde la incertidumbre, de cómo serán ellos y de cómo nos adaptaremos, barrido este por un hormigueo constante que me corre por mis pies e inunda mi cuerpo, por la ilusión que me hace, el tener compañía de mi país, a buscar en mi experiencia histórica, momentos parecidos al que me encuentro ahora mismo, y saber cómo fueron las horas posteriores, sin llegar a conseguirlo, ya que vuelvo a pensar, que cada instante en la vida es único, y por lo tanto es uno de esos momentos, en los que te tienes que dejar llevar, y solo disfrutar de lo que tienes, mientras lo tienes, por lo que cuando los veo atravesar la puerta del aeropuerto, cargados con sus mochilas, lo único que siento es calma, una calma total y absoluta, ante lo que a partir de ahora me pueda acontecer.

 

 

Vietnam (XVI)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En el día de Noche Buena, después de haber mandado mis crónicas a Eladio, y presionarlo amigablemente a que las corrigiera, para que salieran ese mismo día, y estar cada vez más en deuda con él, me tomo con mucha calma este día, ya que lo necesito, después de una semana, un tanto ajetreada.

EN EL HOSPITAL “PRIVADO”

Salimos del hotel, a la hora de comer, y nos vamos a comer, codillo de cerdo adobado, en sopa. Luego, Vy, pone dirección, a un parque, y en el camino, en medio de casas dispersas, observo un pequeño hospital, y ante mi asombro, doy marcha atrás, y paro en el mismo, donde sale a recibirnos su médico. El hospital, es una choza, donde hay cuatro camas, ningún inquilino, y un estante con varios cajones, todos ellos llenos de hierbas, y cortezas de árbol.

Cuando le pregunto al supuesto médico, dónde aprendió medicina, me dice que por libre, que estudió, dos años en la facultad de medicina de Saigón, uno en la universidad de farmacia de Saigón, y el resto en libros sueltos, y gustosamente, me enseña, lo que son sus diplomas, y su currículo, escrito por él mismo en una libreta de colegio
Luego tomamos un té, y converso con él sobre sus clientes, ya que no es médico del servicio de sanidad del país. Me cuenta, que son aldeanos, que viven cerca de allí, y con dolencias leves, a los cuales, no duda en darles medicamentos, unos que compra él mismo en la farmacia, ya que en este país no es necesaria ninguna receta, para personarse en una de ellas, y comprar cualquier antibiótico, o droga, y otras, que hace él con hierbas y medicina tradicional.

Me despido de él, cuando empieza a observar las heridas de mi mano, y antes de que se le ocurra, examinarme, y hacerme tomar allí mismo un cóctel de pastillas, e hierbas, que puedan empeorar mi estado.

NORMALIDAD CASI ABSOLUTA

Llegamos al parque, en el que remontamos, un pequeño río, que va haciendo cascadas, y pequeñas lagunas, sobre rocas. La decepción por este entorno, empieza, cuando veo a lugareños, que disfrutan de comida y bebida, en la ribera de este, y cuando marchan, lo dejan todo allí, latas y desperdicios, no tienen aún cultura ecológica pienso que debido a su entorno.

Cuando el caminar ya se hace totalmente imposible, debido a la espesura de la jungla , y el ruido ensordecedor de animales que habitan en ella, damos marcha atrás, y regresamos.

Posteriormente, después de aprovisionarnos de 20 huevos de codorniz hervidos, algunos con sorpresa y otros no, ya me entendéis, y dos refrescos, nos vamos a playa perdida, a pegarme un baño, y disfrutar del atardecer de la misma, el cual en absoluto me decepciona.
Cuando la noche ha caído, el único reflejo que hay en la isla de lo que es la navidad, es algunos niños vestido con el traje de Papa Noel, que deambulan por la misma, de la mano de sus padres, por lo demás, es como si fuera un día normal.

MI MENÚ NAVIDEÑO

Para celebrarla, decido ir a un restaurante corriente, no de la calle, y comemos fondue Vietnamita, y sardinas frescas, enrolladas en pasta fina de arroz . En el restaurante, le pregunto a Vy, si aquí no tienen los cristianos tradición de cantar villancicos, pero ella no sabe de lo que hablo, normal, es budista, por lo que le canto uno, el más famoso, el de “Hacia Belén va una burra”, y queda encantada. Cuando termino mi repertorio, le canto el estribillo de una canción vietnamita que he aprendido, es de esas, tipo “tengo un tractor amarillo”, y ella se parte, cada vez que lo canto.

Marchamos al hotel, y por el camino, no ceso de cantar el estribillo de la canción, cada vez que pasamos por un grupo de gente en la calle, o adelantamos a una moto, con la consiguiente carcajada de ellos. Cuando llegamos al hotel, por cada vez que continuo cantando la canción, la respuesta son siempre las carcajadas de mi acompañante, y de todos los vietnamitas, por fin le pregunto qué es lo que significa esta, y ella me responde entre risas “Mi marido es el número uno”, por lo que yo en un principio me pongo rojo de vergüenza, luego acabo riéndome de mi mismo.

Doy por cerrada la noche buena, ya que mi cansancio es grande, y prefiero dormir, pero no sin antes volverle a cantar a mi compañera, un par de veces el estribillo de la canción.

MIRANDO EL MERCADO DESDE LA BARRERA

Por la mañana, siendo fiel al dicho de “cuanto menos haces, menos ganas tienes de hacer”, no salgo del hotel hasta bien entrada la mañana. Nos dirigimos al mercado, ya que Vy, quiere comprarle a su hermana, productos típicos de la isla, como pescado seco, y una pasta de gamba, que hacen, que está tremendamente salada, y tiene un gran sabor.

Hace que la espere en un café, para evitar que cuando la compre y me vean, le cobren de más, yo lo acepto con gusto, ya que en el café, veo el trasiego del mercado, y observo, cómo unos niños, le traen a la vendedora del puesto que hay a mi lado, un extraño lagarto que han cazado, y posteriormente se lo venden, desconociendo yo, para que querrá a semejante ser la vendedora. Supongo, que acabará en el estómago de algún vietnamita.

DESDE EL PUERTO

Posteriormente, compramos los billetes de barco, para el día siguiente, con regreso a Ha Tien, justo en la frontera con Camboya. Al ser la distancia menor, nos sale los dos billetes y la moto, por 16,5 €. Como el puerto de salida, es distinto al de entrada, decidimos después de comer, el acercarnos a él, para comprobar la distancia real, y calcular, a qué hora debemos de salir del hotel.

Cuando llegamos al puerto, vemos que su embarcadero se introduce en el mar unos 500 m. ya que las aguas cercanas a la orilla, son muy poco profundas. Decido tomar un café, y observar a niños y algún anciano, que intentan vender a los turistas, alguna estrella de mar, o caracoles y almejas, que recogen de las aguas poco profundas del embarcadero.

Regresamos al hotel, para ver el último atardecer desde la playa de este, acompañado de una cerveza bien fría, y tumbado en una Hamaca. No quiero estresarme, en el día de Navidad, ya que por la mañana, comienzo de nuevo a rodar, y mi regreso paulatino a Saigón, para pasar la Noche Vieja, y donde esperaré a Ángel, un amigo cordobés, que viene el día 5, para unirse a mi periplo, durante diez días.

TESORO DE VY Y MAREJADILLA

Por la mañana, cuando despierto, Vy, ha recogido la ropa, del tendedero, y ha hecho mi mochila, y espera pacientemente a que me levante. Cada vez pienso más en la suerte que tendrá la persona que dé con ella.

Nos dirigimos al embarcadero, y montamos en el barco, que lejos del que nos trajo la primera vez a la isla, es bastante más pequeño, y el mar está un poco revuelto, por lo que preveo, un viaje, cuando menos poco aburrido.

Mis pronósticos se confirman, y el ir y venir de la única azafata del barco, con bolsas para el mareo, es constante. Ni mi compañera ni yo, sufrimos de esta dolencia, y nos limitamos a ver el número de personas, que poco a poco van solicitando los servicios de la tripulación. A medio camino, el barco sufre goteras, por las olas que le salpican, por lo que la mitad de los pasajeros tienen que pasar el trayecto de pie, en la parte trasera, donde no se mojan.

Llegamos por fin a Ha Tien, lejos de ser una localidad aburrida, tiene un bullicioso mercado, y muchos hoteles. Está a tan sólo a 8 km. de la frontera con Camboya, lo que hace lógico la existencia de los numerosos hoteles de la ciudad.

BARATO HOTEL

Encontramos uno, en la zona que más me gusta, el mercado, por tan solo 5,50 €, y después de dejar las cosas, marchamos al mercado a dar una vuelta, donde observamos, los diversos productos de éste, y la gran variedad de caracoles, gigantescos que hay en él.

Posteriormente nos vamos a comer, y decido pedir de beber soda, la cual es agua mineral con gas, pero te ponen azúcar, y lima fresca, y te preparas tú mismo tu 7Up. Para comer, pedimos ya que es una localidad de mar, gambas, en salsa, y calamar con piña y salsa de tomates frescos, todo exquisito, acompañado por dos platos de arroz, el precio final 5 €.

De allí, al hotel, donde Vy, ya conocedora de mis gustos, pide un café y entrevista al dueño por los lugares de interés de la ciudad.

CONVERSADO CON UN MONJE

Finalizados los cafés, marchamos a una pagoda, que se encuentra en una montaña, parecida a las de mármol de Danang, donde hay una escuela de monjes confucionistas. Visitando el lugar, uno de los monjes se me acerca, y conversamos, haciéndome mi compañera de traductora. Éste me cuenta que estuvo en la guerra con EE.UU., y en el bando americano, y que más tarde, estuvo en la guerra de Camboya, donde recibió un tiro en el brazo, que se encarga de enseñarme. También me cuenta que los niños de la escuela, entran con 5 años, y están por 10 años en ella, luego, me enseña desde la pagoda, un edificio lejano que hay, y me dice que es Camboya, y que el edificio es un Casino, donde acuden los vietnamitas, ya que en su país el juego está prohibido.

Nos despedimos del monje, y nos introducimos en el interior de la cueva de la montaña, y vemos el templo, donde  Vy, me obliga, a encenderle una barra de incienso a un buda, y otra a Confucio, y me encuentro esculturas de varios dioses, incluso del homólogo del diablo de la fe cristiana, su color es igual rojo.

PULPA DE COCO,  CAVERNAS Y BÚFALOS

De allí, marchamos a refrescarnos, por el intenso calor que hace, y entramos en un local, ya habitual en esta zona, que tiene pocas sillas, y la mayoría son hamacas. Tomamos jugo de caña de azúcar, y compramos, una de las cosas más exquisitas que hasta ahora he comido: es pulpa de una clase de cocos, diferentes a los de agua, y a los que he visto normalmente. Ésta la prensan y la dejan secar, sabe poco a coco, y tiene un sabor tremendamente dulce, y al secar la pulpa, tiene un textura granulada; cada pieza pesa al menos 80 gramos, y me como dos, por lo que quedo muy lleno.

De allí, marchamos a una montaña, que en el interior tiene varias cavernas, pero nada digno de reseñar, ya que carecen de luz, y son pequeñas, solo la gran caminata que nos pegamos en los escalones que recorren la montaña, por lo que los dos dulces zampados, no han tardado en ser quemados.

Bajamos, de la misma, y hago alguna foto de los búfalos de agua, que retozan cerca de los arrozales, indiferentes al trasiego de los vendedores de bebidas, que se encentran a la entrada de la montaña, y de una mujer, que lava en los acuíferos, los vasos de las bebidas.

SORTEANDO LAS MINAS ESPAÑOLAS

Nos dirigimos a la frontera de Camboya, que se encuentra a tan solo 2 km. observo el ir y venir de gente en motos, y cargada con bultos en ellas, llenos de productos de contrabando, y me fijo también en la extensa valla, que separa un país y otro, y por solo un momento, pienso en inspeccionarla, y que seguramente encontraré, algún reducto por donde cruzarla, pero desestimo la idea, ya que este país, lo visitaré con tranquilidad. Además esta zona, hace tan solo 20 años, estaba en guerra, y está llena aún de minas sin desactivar, curiosamente de fabricación española, otra cosa más, para no sentirnos orgullosos, ya que me he percatado, que hay numerosos agricultores en muletas, que han pagado un alto precio, por ello.

TABACO BARATO Y CARACOLES DE 1 KILO

Regresamos a Ha Tien, y de nuevo al mercado, y cuando pensaba que el tabaco, no lo iba a encontrar más barato, me doy cuenta, que hay numerosos puestos en el mismo, de tabaco procedente de Camboya, y Tailandia, a tan solo 24 cent. el paquete. Compro uno de cada país, para probarlos, y continuamos recorrido.

Paro entonces en un puesto de marisco, compramos 2 caracoles de mar, que pesan 1kg. y también, almejas, y otros caracoles más pequeños; mi compañera se ha empeñado en hacerme la cena, y me hace que me suba a la habitación, a escribir mis crónicas, mientras ella queda de charla con la dueña del hotel.

Dos horas después, regresa con la comida a la habitación, y la comemos gustosamente en el gran balcón de la misma , mientras vemos como poco a poco, van desmontando los puestos del mercado, y las calles van quedando solitarias. Al finalizar la cena, a dormir, que mañana nos espera camino.

DESVELOS E HIMNO

A las 4,30 de la mañana, me desvelo, y me asomo al balcón, contemplo entonces que el mercado bulle ya de gente, con el ir y venir, atónito, saco mi cámara, y desde el balcón de la habitación, realizo alguna foto, del trasiego del mismo. Intento dormir, pero a las 5 de la mañana, suena en los altavoces de la ciudad, algo que es normal en todo este país, la radio nacional, con el himno del país, el cual tiene un estribillo, parecido a la canción  de los siete enanitos de Blancanieves cuando regresan de trabajar, y posteriormente, hay una clase de gimnasia, con diferentes ejercicios, a los que ningún viandante hace caso.

Imposible dormir, por lo que me quedo en el balcón, mientras mi compañera duerme plácidamente, y contesto emails, y escribo, mientras el sol poco a poco, va inundando de luz el mercado, y la desembocadura del río en el mar. Posteriormente, ante la imposibilidad de conciliar de nuevo el sueño, decido bajar a dar una vuelta más al mercado, antes de marchar de la ciudad.

BENDITAS HAMACAS

Continuamos camino, esta vez lo hacemos por carreteras secundarias, lo cual agradezco enormemente. Es algo más lento, y seguimos la ribera de uno de los brazos del Mekong. Atravesamos aldeas, y puentes, e incluso cogemos alguna barca, que nos cruza el río de un lado a otro, parando en los cafés que tienen hamacas, algo a lo que agradablemente me he acostumbrado, a disfrutar del café tumbado viendo la ribera  y los barcos que lo navegan.

Llegamos a Chau Doc, también cerca de la frontera con Camboya, una localidad, que me sorprende, ya que está llena de templos y pagodas, e incluso hay dos mezquitas musulmanas. Paramos aquí, y después de encontrar hotel y asearnos, la visitamos.

Tiene varias pagodas, y templos budistas y confucionistas, todos ellos con hermosos colores, y estructura, donde se adora a diferentes dioses, pero de todas ellas, destaca por sus grandes dimensiones, no por sus vivos colores una, la de Chau Phu, que está dedicada a un general de la dinastía de los Nguyen, que se encuentra enterrado en la localidad, y donde no me dejan tomar fotografías del interior.

EL COMERCIO DE LA RELIGIÓN

A ella vienen monjes budistas y confucionistas en peregrinación, y fieles de las dos religiones, las cuales en este país se fusionan.  Realizan ofrendas a Buda y Confucio, de comida y billetes falsos, y cuanto más ricas e importantes son las personas, mejores son las ofrendas, los cuales luego queman en unos grandes contenedores.

Es parecido a cualquier otro lugar, donde van en peregrinación gentes religiosas, indiferentemente sean de la religión que sean, y toda la localidad, vive de esto, restaurantes, hoteles, y diferentes comercios, donde todo tiene precio en nombre de Dios y la religión.

Regresamos al hotel, para hacer la siesta Vietnamita, la cual en esta ocasión acojo con gran satisfacción, ya que desde las cuatro y media de la mañana, en que el alboroto del mercado me despertó, no he parado.

RATA AÚN NO

Despierto, para lo hora, cómo no, de la merienda, y así lo hago, zampándome otro de esos maravillosos dulces que he traído de Ha Tiem. Posteriormente damos otra vuelta a la ciudad, tomamos un refresco, en un restaurante callejero, acompañado del plato que aún no he probado en este país, pero que antes de marchar probablemente lo haga, rata.

Posteriormente marchamos a dormir, al día siguiente, es una etapa de solo trámite, ya que nos acercamos a Saigón, pero no llegaré aún a esta ciudad, ya que corro el peligro de no tener hotel, debido a que es temporada alta, y mi reserva es para el día 29.

Por la mañana, sin prisa, salimos de la ciudad, y tomamos un ferri primero, que nos conduce a otra carretera secundaria, esta vez pasamos por aldeas interminables, a los lados de la carretera, ya que todas están unidas, a lo largo de un total aproximado de 20 km. Posteriormente, volvemos a cruzar otro brazo del delta, en él veo como en cuatro grandes barcazas hay dispuestas al menos cien personas, las cuales llenan sacos de tierra, que luego tiran al río, y después de observarlos, llego a la conclusión, que están construyendo la ampliación del puerto de la localidad, confirmándomelo más tarde un lugareño, a través de mi traductora incansable Vy.

DICHOSO PEAJE

Después de varios cruces y carreteras, pasamos un puente de una pequeña ciudad, por el que tenemos que pagar peaje, no es mucho, 12 cent. Es la primera vez que pago peaje, por una carretera o puente en Vietnam, todos los vehículos de más de dos ruedas, pagan peaje en todas las carreteras, aunque éstas se encuentren en un estado lamentable, que es lo más normal. Para amortizar el pago del mismo, en mitad del puente, realizo una foto, de las casas flotantes que se pueden ver desde el mismo. Estas están sobre bidones, que hacen que la casa flote sobre el agua, lo que facilita su traslado por el río: es parecido a vivir en una caravana acuática.

Llegamos a Tan An, a tan sólo 50 Km. de Saigón, una localidad, la cual no tienen nada en sí, pero como ya he dicho hoy es día de puro trámite.

REYES ANTICIPADOS

Por la tarde Ana, la gallega, me da una sorpresa, ha decidido adelantar su viaje, y viene en el mismo vuelo que Ángel, los dos llegan el día 5, tal y como si los Reyes Magos me los dejaran como regalo.

Yo aún estoy escéptico: son dos personas, a las cuales solo conozco por email, y por teléfono, pienso que nos adaptaremos todos, pero con lo que no contaba, era con que vinieran de sopetón los dos, pero bueno, ya veremos, si nos llevamos todos bien, y no comenzamos una nueva guerra en Vietnam, debido al mal humor que en ocasiones me caracteriza. Eso solo el tiempo lo dirá.

Será como uno de esos reality Show, en el que tres personas totalmente desconocidas, se juntan, para pasar un tiempo juntos, teniendo pruebas a las que enfrentarse, pero con una diferencia, el primer nominado, ya está elegido, será Ángel, debido al corto tiempo, del que dispone para acompañarnos.

Pienso mientras poco a poco mis ojos se van cerrando, con que mañana volveré a ver a mi ciudad enamorada Saigón.

ADIOS, VY

Llego a Saigón temprano, sobre las 12 de la mañana, y lo primero, dejar a Vy en su casa. Me despido de ella, y la veo alejarse, me saluda con el brazo antes de ser engullida por el gentío que llena las calles de su barrio, empiezo a tomar conciencia, de que me quedan pocos días ya para disfrutar de su compañía. Sé que echaré de menos, esa manera de andar, con sus pies señalando siempre las dos menos diez, sus dos puñaladas en un tomate que a uno siempre le hacen pensar, si está despierta o dormida, la enorme paciencia que ha tenido conmigo, y sobre todo, el hambre de conocimiento, hacia todo, con esa chispa de inteligencia, que le hace resaltar entre todos los demás. Ha sido una compañera cuando menos perfecta de viaje, ha aprendido más español que yo vietnamita, y se ha adaptado con pasmosa perfección a todo mi viaje, sin rechistar, interesándose por todo lo que me interesaba, y cuidándome como si de su familia fuera, por todo siempre le estaré agradecido.

FAVORITISMO EN EL HOTEL

Me dirijo a mi hotel, y cuando la dueña Ham, me ve, me recibe con toda la calurosa bienvenida, que la cultura oriental permite. Para agradecerme que me quede con ellos una semana, me da la habitación situada en el último piso, cuando ya me había olvidado de esa escalera tan empinada que tiene unos escalones pequeños, que me hacen ascenderlos de puntillas, debido al tamaño de mi pie.

Después de una ducha, lo primero, el saborear en una calle concurrida, adyacente al hotel, en una terraza, un café vietnamita (café suda), paladeándolo con todo el tiempo por delante que se le permite a una persona que no tiene prisa.

Me queda en esta ciudad hasta la venida de Ana y Ángel, un largo tiempo, que aprovecharé para gestionar el alquiler de la moto de Ángel, los autobuses y combinaciones que debo coger, tanto para la ida, como para la vuelta del aeropuerto, y el hotel para los tres. Con la diligencia y el nerviosismo que me caracteriza, lo tengo todo solucionado, a falta de concretar los últimos flecos del alquiler de la moto, en menos de dos horas, pensando para mí, que haré tanto tiempo en esta ciudad, sin ningún plan previsto, excepto la cena de noche vieja, que prometí pasar con Chanh y su familia, pero la verdad, aprovechando que estoy en una hermosa ciudad, y es el primer fin de año que paso en una, lo que menos me apetece, es meterme en una casa, a las afueras de Saigón, para hacer una cena de noche vieja, pero seguro que algo se me ocurrirá, para evitarlo.

PLASTIFICADOS EN BICICLETA

Por la noche del día siguiente, he quedado ya para cenar con Chanh y su hermana, y les he prevenido, que esta vez no se libran de que pague yo la cena, y me llevan a un restaurante de la calle, a comer marisco picante, caracoles, cangrejos, y navajas, todo exquisito, y con bebida, por tan solo 6 € los tres. Mientras pago, veo como Chanh, se levanta y se dirige a una vendedora ambulante que va con una bicicleta, y le entrega la documentación de la moto. Mi curiosidad, me impide el estar sentado, y me acerco a ver el tejemaneje que se trae, veo con incredulidad, que la mujer que va en bicicleta, hace plastificaciones en el acto, una de las profesiones ambulantes, más curiosas que he visto, y todo desde una bicicleta, muy ingenioso.

UN MINUTO DE FILOSOFÍA RELIGIOSA

En la sobremesa, le comento a los hermanos, mis pensamientos sobre la cena del día siguiente, ellos, reciben con alegría mi comunicado, ya que pensaban lo mismo, que si nos íbamos a casa de sus padres a cenar, sería imposible que nos dejaran marcharnos posteriormente, por lo que el nuevo plan es que ellos a las 6 de la tarde, cenan con su familia, y quedamos a las 9 en la puerta de mi hotel, para luego ir a celebrar la entrada de año. Quedamos complacidas las dos partes, con el nuevo plan.

Para celebrarlo, tomamos café, en una calle cercana a mi hotel, y mientras veo a los hermanos, que bendicen todo aquello que van a comer o beber, pienso en el día de la ciudad de Chau Doc, de sus diferentes templos, y que los hombres, a lo largo de la historia, han intentado darle sentido a aquello, que escapaba a su comprensión, buscando todos, los paraísos perdidos.

Unos en las idas y venidas al baño, que conducen inevitablemente por calles de dirección prohibida, hasta el final de trayecto, y otros encontrando respuesta en la religión. Me asalta entonces una duda eterna que siempre he tenido, y es que en todas las religiones, los Dioses o el único Dios, que creen tener, tienen dos cosas en común, la primera es que todos son todopoderosos, y la segunda, que siéndolo, necesitan siempre dinero.

La verdad es que lo que siempre, he creído, es que la religión no es mala, es un código de conducta cívica hacia los demás, ya que ninguna predica el asesinar, el robar, el decir mentiras, o hacer maldades. Yo particularmente, en lo único que creo es en no hacerle daño a los demás, ayudarles si está en mi mano, y que los peores pecados que se cometen, son contra los demás, no contra Dios.

Pero los hombres, siempre se han empeñado a lo largo de la historia, en utilizar las distintas religiones, para el control y manipulación de sus semejantes, asesinando si ha hecho falta en nombre del que creen el verdadero Dios, o si contradices lo que ellos creen cierto, pero con la hipocresía, de que defienden y hacen de manera vil, lo contrario que predica su religión, y esgrimiendo siempre la palabra Fe, la cual Mark Twain definía “Fe es creer en algo que sabes que no es cierto”.

Yo mismo debido a mi educación católica que mis padres me dieron, no puedo evitar al salir o al entrar en mi pueblo, donde está el cementerio, y una torre mora, en la cual hay una Virgen a la que los habitantes de mi pueblo le tienen gran devoción, el santiguarme, aunque alguna vez, mientras lo hacía, con un punto de ironía, he pensado en el eslogan que hay en las administraciones de lotería “¿Y si toca aquí?”.

La verdad, es que nadie volvió después de muerto, para decirnos, si hay algo más allá, pero si algún día se pudiera averiguar, me juego mi cuello, a que todas las religiones, lo desestimarían, como han hecho con tantas otras cosas, que se han demostrado científicamente, ya que merman su poder y control sobre los demás.

En todas ellas se exige, una constancia en ir al templo, mezquita, iglesia, sinagoga, o centro de reunión, y todas predican la caridad hacia los demás, pero aún no vi a ninguna, el condonar la asiduidad a sus templos, por dar de comer en un comedor de pobres, cuidar o hacer compañía a los enfermos, o simplemente el jugar con tus hijos, cuando indudablemente me da que pensar, si para Dios o los Dioses es más importante que dediques una hora a la semana a ir a sus templos, o a realizar las otras tareas, la respuesta creo que es fácil, pero ¿qué organización religiosa dejaría marchar a sus fieles, y no poder así manipularlos?.

PROPÓSITO FIN DE AÑO

Finalizo este año, de una manera enormemente distinta a la del año pasado. Hoy hace exactamente un año, que me prometí ser fiel a mí mismo, y a lo que sentía, sin saber aún hacia donde me conduciría el camino que tomaba, ni tan siquiera había decidido, el irme de viaje.

Pero lo primero, que hice, fue decirle a mi pareja, que todo finalizaba, que ni ella ni yo, íbamos a poder ser felices jamás estando juntos. Creo que ha sido la decisión más difícil de toda mi vida, pero era necesario, por ella y por mí mismo.

No sé que me deparará el futuro, ni donde estaré el año que viene, pero lo único que de verdad me importa, es aprender más de las gentes, de sus culturas, de sus distintas maneras de vivir, y seguir siendo fiel a mí mismo, a mis sentimientos, y a mi manera de pensar. Lo demás ya me parece secundario, y las cosas, buenas o malas, que me sucedan simplemente le llamo vivir.

FELIZ AÑO 2011, desde Saigón.

 

Vietnam (XV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Por la mañana salgo de Saigón, con mi nueva acompañante Vy, con destino definido, My Tho, población, en medio del delta del Mekong, pero con incertidumbre de si mi acompañante se adaptará a mi manera de viajar, y conociéndola más bien poco.

GPS HUMANO

Agradezco enormemente el que se halla unido a mi camino, ya que en la primera traba, que es el salir de Saigón, lo tengo más que solucionada, ya que mi acompañante, me guía en las diferentes intersecciones que me encuentro, y tardamos solo 20 minutos en salir de la gran ciudad.

My Tho, se encuentra cerca, a tan solo 2 horas de camino, pero he preferido hacer primera etapa corta, ya que el lugar a donde me dirijo, vale la pena, por su ubicación.

Llegamos a la ciudad, y encontramos un hotel, justo en la ribera del río, 6,50 €, la habitación doble, con aire acondicionado, pero sin ventilador, por lo que toca pasar calor, ya que me niego a ponerlo, no quiero continuar con el rosario de resfriados ahora que estoy totalmente recuperado.

SINTONÍA

Después de asearnos, salimos a comer, y primera gran alegría, ya que mi acompañante es de la misma manera de pensar que yo: comida vietnamita, y no pagar por algo que no lo merece. Comemos Com Tam, arroz con filetes de cerdo adobados y a la brasa.

Vy, empieza en lo que será la tónica del viaje, a darme de comer, como si fuera un crío, sirviéndome constantemente comida, y rellenándome mi vaso de bebida, por mucho que le insisto, en que soy mayorcito para hacerlo, es imposible, se deshace en atenciones continuas.

Posteriormente, volvemos al hotel, y mientras ella duerme la siesta vietnamita (3 horas), yo contesto emails, y hago mis cosas.

INGLÉS DE LIBRO

Después de esperarla pacientemente en el Hall del hotel, a que despierte, y salga, marchamos a cenar, y posteriormente a tomar café, luego damos una vuelta por la ciudad, y en un puesto de la calle, compra Hat Sen , son unas extrañas hortalizas, de las cuales se comen unos frutos que hay en su interior, y de sabor muy parecido a las habas frescas.

Mientras comemos esto, en un banco en la ribera del Mekong, conversamos, sobre todo de ella, me sorprende sobremanera, cuando le pregunto donde aprendió inglés, y me dice que sola, que ella tuvo que dejar de estudiar a los 16 años, y ponerse a trabajar en la peluquería de su hermana, que le hubiera gustado acabar la escuela superior, e ir a la universidad, para estudiar turismo, y que lo aprendió en tres meses, leyendo un libro, y con un diccionario. Quedo sorprendido, ya que su inglés, es mejor que el mío, lo que tampoco es difícil.

RAZONES DE UNA DECISIÓN

Cuando le pregunto, el porqué ha decidido unirse a mi viaje, me contesta, que por que su jefe le ha dado vacaciones, y jamás las ha tenido, y ve una buena oportunidad, para conocer el sur de su país. En la isla de Phu Quoc, ya estuvo una vez con su ex novio.

Le contesto, que yo podía haber sido de otra manera, e incluso la podría haber dejado tirada a medio camino, o algo peor, y ella me empieza a contar,

El día que me llamaste, para  hacerte de guía por Saigón, sinceramente, no tenía pensado el coger el teléfono, lo hice, porque estaba medio dormida, y no sabía quién era, luego me sorprendió, y me sabia mal, el dejarte tirado, así que tuve que hacerlo, pero no con demasiado humor. En la mañana, que estuve contigo, comprobé que no eras una persona con malas intenciones, ni tampoco de malos sentimientos, ya que te puse a prueba en un par de ocasiones, y cuando me ofreciste el acompañarte en tu viaje, para que te hiciera de traductora, en un principio no tenía la mas mínima intención de hacerlo, ya que si no trabajo, no cobro, y sinceramente no quiero gastarme el poco dinero que tengo ahorrado, en un par de semanas, con una persona, a la que no conozco de nada, y podría tener un disgusto.

Al siguiente día, tuve el teléfono cerrado, porque solo quería pensármelo, pero por la noche, te llamé, sin la esperanza de que estuvieras aún en Saigón, y cuando me lo cogiste, por una corazonada, me decidí a hacerlo, ya que creo que es una buena oportunidad, pero eso sí, no te vayas a pensar, que voy buscando algo tuyo, ni que te voy acompañar a lo largo de todo tu viaje por mi país, ya que yo tengo mi vida en Saigón, y esto son sólo dos semanas de vacaciones.

Me quedo atónito, ante la respuesta, y sinceridad de ella, y tras un minuto de pausa, le digo, con una gran sonrisa en mi cara,

Sabes, eres mi acompañante perfecta gracias por venir

Ella me sonríe dulcemente, y me contesta

Ya veremos si estamos de acuerdo, dentro de 10 días.

EMBARCADOS TRAS LA VALLA

Por la mañana, buscamos una embarcación, para que nos lleve a las islas cercanas del delta del río. Desisto de hacerlo en los lugares oficiales, ya que estos son caros, 35 €, por persona, y al final encuentro uno, que nos lo hace por 10 € los dos, y la misma ruta, además con el desayuno incluido.

Saltamos una valla, que da acceso al embarcadero, tal como si fuéramos delincuentes, y el chico que nos lleva en su barca, se pone en marcha. La primera isla que visitamos, es la isla del Unicornio, y al bajar, nos lleva a las tiendas , donde degustamos, pero no compramos, la miel, las pastas, y el vino de plátano, el cual tiene 30º Posteriormente, nos lleva a desayunar, frutas de papaya, pomelo, sandía, piña, y trai nhan, las cuales son como uvas, de color marrón, que se pelan, y tienen una tremenda semilla de color negro en su interior . Luego vamos a ver una fábrica de caramelos de coco, que también degustamos . Posteriormente atravesamos la isla, hasta otro embarcadero, esta vez de un canal de la isla, y una barquera, a la que nuestro guía ha pagado antes 1$, nos conduce por el canal , hasta la salida al rio, donde volvemos a montar en la barca de éste.

A continuación nos dirigimos a la isla de Fénix, donde antiguamente, había un monje budista, y su congregación, y hoy en día está convertido en tiendas con productos derivados del coco , restaurantes, bares, algo parecido a un zoológico, donde hay un mono, una serpiente, diversos cocodrilos , y algún gallo y gallina. Está atravesada toda por canales, los cuales pueden ser cruzados por medio de puentes de bambú .

MÁS ISLAS Y GRANDES PLATOS COMPARTIDOS

Continuamos visitando Isla Tortuga, donde también hay una fábrica artesanal de caramelos de coco, y diferentes frutas que caramelizan, y de allí a un restaurante, a través de canales, donde se puede comer, desde serpiente hasta ardilla . Nosotros elegimos pescado , que es más barato; luego entendemos el por qué de los caros precios, los platos son de 1 Kg. más el acompañamiento, total para cuatro personas. Además contamos con ayuda de unos anfibios que merodean cerca de la mesa, los cuales esperan a que les echemos las sobras, son extraños, como peces pero con patas, de nombre Thoi Loi . Aunque como ya sabéis, yo no necesito ayuda con semejantes cantidades, pero si con mi acompañante, que no cesa de echarme comida en mi plato, para que coma, y empiezo a preguntarme si por las fechas en las que estamos, no pretenderá, el engordarme, para el posterior sacrificio.

Como Vy, ha comprobado mi malestar por los precios, a la hora de pagar, cuando me levanto para hacerlo, ella sonriendo, me dice que tranquilo, que ya está que ha pagado ella antes, que yo voy pagando la gasolina, y qué menos, que de vez en cuando me invite a comer, pero que no me acostumbre, que ya sé que tiene poco dinero.

EN EL DRAGÓN DE 7 CABEZAS

De vuelta a My Tho , es imposible quitarse la morriña de la sobremesa, y Vy, queda plácidamente dormida sobre mi hombro, mientras las aguas del Mekong, salpican de vez en cuando mis pies, y miro plácidamente, las dos puñaladas en un tomate que parecen sus ojos, así como la ausencia de tabique nasal de ésta, parece como si le hubieran dado con una pala en la cara. El primer día que la conocí, ya le dije, que un recortador de siluetas, con ella acababa con dos tijeretazos y punto, se lo tomó con gran humor.

Llegamos al hotel, y ella como no, su siesta de tres horas, para posteriormente, ir a cenar, y de vuelta al hotel.

Por la mañana después del desayuno, marchamos a Vinh Long, pero nos equivocamos de camino, y recorremos gran parte del delta del Mekong, pasando por aldeas pequeñas, carreteras intransitables, e incluso, cogemos algún ferry que otro , para cruzar los distintos brazos del delta, al cual los Vietnamitas, llaman dragón de nueve cabezas, ya que este en el delta, se abre en nueve brazos, cada uno de ellos, el doble de ancho y caudaloso, que el río Ebro, y a su vez en diversos canales, con anchura y caudal como el Guadalquivir a su paso por Córdoba, en sí la zona del delta del Mekong, puede llegar a tener, casi la extensión de Andalucía.

OCULTO Y CARO HOTEL

Cuando llegamos a Vinh Long, damos marcha atrás, para ver una casa que se encuentra junto a un canal, la cual es hotel, con expectativas de quedarnos en él. Después de una hora buscándola, porque no está indicada en absoluto, en ninguna parte, encontramos un chico, que nos hace de guía, a través de angostos caminos, que cuando encontramos una moto en sentido contrario, tenemos que parar, para poder cruzarnos.

Llegamos al hotel que se llama Nha Co Tran Tuan Kiet, y es una preciosidad, es una casa antigua, con un fabuloso jardín; no tiene habitaciones, sino salones, donde duermen todos en hamacas, o camas tipo phuton , está totalmente vacío de huéspedes, aún siendo famoso, ya que ha sido declarado patrimonio de la humanidad, y cuando preguntamos el precio, nos dicen que 50 $, pensión completa. Esta es la razón de que este vacío: ¿quien en su sano juicio, pagaría este precio, por dormir junto a ronquidos de los demás huéspedes, y sin privacidad alguna? Sólo alguna persona con pocas luces, por decir que durmió en una típica casa de madera, a orillas del delta del Mekong.

Marchamos de allí, ante la imposibilidad de regateo, con dirección Can Tho, otra población, del delta del río, parando, para hacer alguna foto del atardecer sobre éste .

DURA LECCION DE EDUCACIÓN VIAL

En un cruce de un pueblo, un descerebrado de poca educación vial, atraviesa la nacional, y me lo llevo por delante, desequilibrando este mi moto, y cayendo al duro asfalto. Es la caída más importante que hasta el momento he sufrido en Vietnam, me levanto sin apreciar los daños en mi brazo derecho, yéndome directamente a por él desaprensivo, sin darme cuenta que mi compañera, ha quedado atrapada en la moto, a medio camino, recapacito, miro atrás y veo a Vy, en el suelo, sin poder salir de la moto, la saco de la trampa, y le pregunto si está bien, ella me dice que le duele mucho la rodilla, por lo que la cojo en brazos, y la llevo a un bar que hay al lado, y la siento en una silla, poniéndole su pie en lo alto, y le pregunto, si puede mover la pierna, esta me dice que sí, le pregunto, si siente humedad en la pierna, y me dice que no, por lo que presupongo, que ni tiene nada roto, ni tampoco herida abierta, le digo que se ponga en pié, y que entre al baño, y se examine.

A los dos minutos, estamos rodeados por vietnamitas que intentan sin suerte llevarme a un hospital, yo aun en caliente, no me he percatado, que el codo de mi brazo derecho, sangra abundantemente, me dirijo hacia el culpable, esta vez no para comérmelo, sino para preguntarle si está bien, pero se ha dado a la fuga, lejos de cagarme en sus muertos, pienso, que por lo menos, la próxima vez mirará antes de cruzar.

Empiezo a notar humedad en mi brazo, y miro las numerosas quemaduras que ha producido el asfalto en mi brazo, pero ninguna sangra, miro entonces mi codo, y veo una brecha de unos 4 cm. algo profunda, cojo mi mochila, abro el botiquín, y después de comprar una botella de agua, y habérmela limpiado bien, empiezo a curármelo, con gasas, y con betadine, ante el asombro de los testigos, que no cesan de preguntar a mi compañera que ha regresado del baño, que de dónde soy, y ella a todos les responde de España, ante un oooh, de sorpresa de estos.

MILAGROSO BETADINE

Cuando dejo el bote de Betadine en el suelo, para con las gasas, intentar cortar la hemorragia, los testigos van cogiendo el bote, y tal como si agua milagrosa de Lourdes se tratara, se van echando en callos, heridas antiguas, y rozaduras,  ante el riesgo de quedarme sin él, tengo que a la fuerza arrancárselo de las manos, a un anciano, que se lo estaba echando en los juanetes de sus pies.

La herida sigue sangrando, por lo que considero que tengo que darme al menos un par de puntos, recuerdo que en España, en muchas ocasiones, los puntos no son de hilo de seda, sino de tiras adhesivas de plástico, por lo que decido no emular a Rambo, en “Acorralado”, y con las tijeras de mi navaja multiusos, cojo una tirita, la parto a lo largo en trozos, y me doy yo mismo los puntos, me vendo el codo.

Recojo mi moto, la cual solo ha sufrido poco daño, y puede proseguir camino, a mi compañera, la cual ya puede andar, cojeando, y seguimos camino, despidiéndonos de todos los curiosos, y por supuesto, no olvidando el bote de Betadine, y pensando siempre en una de las frases que es un pilar en mi vida, “No importa las veces que te caigas, sino las que te levantas”.

CELEBRACIÓN CON CARNE DE COCODRILO

Cuando llegamos a Can Tho, no me paro ni a regatear hotel, en el primero me alojo, envío a mi compañera, a la farmacia, a por antibiótico, para evitar una posible infección de la herida, y crema cicatrizante, para que cure lo antes posible.

Me doy una ducha, acordándome del presunto culpable del accidente cada vez que me tengo que limpiar una quemadura, y cuando salgo del baño, compruebo que mi compañera, ha llegado con todo, y dispuesta a hacer las veces de enfermera, ya que no me deja que me haga yo las curas, por mucho que insista.

Después de todo el periplo, salimos del hotel, para celebrar la supervivencia del accidente, y mi compañera, no sabe por qué estoy tan contento, y decido ir a cenar, y celebrarlo, y le respondo, que hemos salido ilesos, de algo que podía haber sido peor, y que mañana, me va a doler todo el cuerpo, y que si no aprovecho ahora, para hacerlo, posteriormente me arrepentiré. Sonríe, marchamos a la rivera del Mekong, donde cenamos cocodrilo, funde Vietnamita, y todo ello regado con una botella de vino, precio 8 € .

A todos aquellos que sientan curiosidad por la carne de cocodrilo, les diré que fresca, tiene el mismo aspecto que el bacalao, pero que una vez hecha a la brasa, que es como la comimos nosotros, tiene el del pollo, pero la textura, es más jugosa que la pechuga de este, y con un sabor entre pollo y pescado.

COMPAÑERA IDEAL

Por la mañana, siguiendo mi premonición, tengo el brazo muy hinchado, y las rozaduras me duelen hasta cuando el viento me acaricia. Aún así, me muerdo la lengua, cuando mi compañera me hace la cura, y me pone la pomada cicatrizante, la cual es china, muy buena, pero solo apta para autónomos, ya que ellos se tienen que recuperar cuanto antes, y ponerse a trabajar, por las pocas compensaciones que tienen por la seguridad social, así que los funcionarios deben de abstenerse de utilizarla .

Luego marchamos a ver el mercado flotante de Cai Rang , pero al ver que solo se puede acceder por barca, únicamente le hago fotos desde la orilla, ya que me niego, a que las aguas del Mekong, toque mis heridas, y me produzcan una gran infección.

Posteriormente, marchamos al hotel, ya que estoy un tanto dolorido, mientras duermo, mi compañera, sin yo saberlo, ha hecho toda la colada, y cosido mi pantalón del agujero producido por el accidente, pienso entonces que esta chica vale mucho.

HOMENAJE A “EL SITI”

Después de mi siesta, marchamos a la ribera del río, y me percato de que hay una gran barca, que cruza este, una y otra vez, y que en la misma no hay ningún turista, le pregunto a mi compañera, que hay al otro lado, y ella me dice, que por lo que puede apreciar, un barrio muy pobre. Así que dos minutos después estamos, por tan solo 4 cent., en el interior de la barcaza, cruzando al otro lado.

Nos encontramos, en un barrio tal y como me dijo mi acompañante, muy pobre , muchas casas, están construidas, en lo alto de canales, por los que lo único que corren son aguas pestilentes . Paseamos por los callejones del mismo , ante la incredulidad de sus gentes, y el saludo posterior de ellos, pasamos por un colegio, en el que los niños están en el patio, y todos a coro nos saludan, y puedo ver como vendedoras de chucherías hacen las veces, de “El Siti”, persona entrañable, que vendía chuches , en el recreo de mi colegio, cuando yo era estudiante.

Continuamos camino, y exploramos todo el barrio, con curiosas imágenes de la vida cotidiana de esta gente . Paramos en un bar a tomar un refresco, y no tardamos en estar rodeados, por gente, que interroga a mi acompañante sobre mí, a la que ella les contesta complicadamente.

Cuando marchamos de él, a los 10 metros me percato que me he dejado mi cámara fotográfica, en el interior del bar, al darme la vuelta, tengo al dueño de este a mis espaldas, devolviéndomela, como diría el dicho “Son pobres pero honrados”, y eso que probablemente, valga el sueldo de un año de estas gentes, que viven rodeados de podredumbre, pero no exentos de una felicidad insólita, para la manera de ver de los occidentales.

NOS QUEDAMOS SIN RATA

Regresamos, a la ciudad, en la misma barcaza, que nos transportó, acompañados de las motos y lugareños, que trabajan por la noche al otro lado del río, tan distinto a esta ribera.

Intentamos cenar en el restaurante del día anterior rata, pero se ha acabado, por lo que mi acompañante, pide una sopa negra, con un pequeño pollo , aludiendo que es bueno para mis heridas. No puedo evitar el acordarme del licor de mi amigo Nguyen de Ha Giang, aquella vez que me lo dio con el pájaro dentro de la botella, lo echo en falta, porque no sé si me curaría, pero lo que sí es seguro, es que después de cuatro vasos, lo que menos me importaría sería el dolor de mi brazo.

Por la mañana, nos dirigimos a Rach Gia, es solo un mero trámite, ya que al día siguiente, tomaremos el ferry, para Phu Quoc, la isla más al sur de Vietnam, donde pasaré la navidad.

CARIDAD BUDISTA

En mitad del camino, mi mochila, se descuelga, y tengo que parar, para volverla a poner en la parrilla trasera, cuando lo estoy haciendo, me fijo, que a pocos metros de mi, en mitad de la cuneta, hay un monje budista en peregrinación, el cual se encuentra meditando justo en el arcén de la carretera, con el peligro que conlleva. Al acercarme, para hacerle una foto , me fijo, y tiene un cesto a sus pies, donde la gente le echa la voluntad, para que pueda proseguir el camino. Le dejo 16 cent. y él ni tan siquiera abre sus ojos, sigue tan inmutable como cuando llegué, así que prosigo a lo mío.

Más tarde, paramos en un bar a tomar café, y como curiosidad, este está exento de sillas, solo tiene hamacas colgantes, y la verdad, es un placer, el tomar un café en él , justo al lado del Mekong, mientras los barcos lo van navegando.

De repente me empiezo a dar cuenta de que no ha sido una buena idea lo de la hamaca, no por la primera caída que tengo de ella, y no por el ridículo, algo a lo que ya estoy acostumbrado, y siempre me lo he tomado con humor, sino por mi brazo, que me duele a más no poder, por lo que tengo que pedir una silla normal, ante la ausencia de estas, me ofrecen una mesa, la cual acojo con mucho gusto.

DE COPILOTO

Proseguimos camino hasta la ciudad, y cuando llegamos a ella, mi compañera harta de que a cada cruce le pregunte por donde debo ir, muy diligente, me hace pasar al asiento trasero de la moto, y la lleva ella. Una vez más me deja sorprendido, por la enorme paciencia que tiene conmigo, y por las aptitudes de esta, ya que maneja pasajero, carga y moto con la misma soltura que un servidor.

Por fin llegamos al hotel, y tras una ducha, siesta vietnamita, a la cual cada vez estoy más acostumbrado, aunque no del todo, ya que solo duermo un par de horas.

Cuando despierto, compro los billetes del barco, para la isla, 10 €, por persona, y 3.80 €, por la moto, por un viaje de 2h40 minutos., la verdad, es que no está nada mal. Peor son los precios en la isla, ya que me han dicho, que son algo más caros que en el continente, pero, para qué engañarnos, poco me importa, sólo quiero llegar, y descansar por al menos cuatro días, y no tener cada dos o tres días que estar haciendo el equipaje, que es lo único que hasta el momento me cansa.

FERRY SIN BAR

Paseando por el muelle de esta ciudad, veo por primera vez una puesta de sol en el mar, aunque sé que me hartaré de verlas, y no puedo evitar recordar, el mensaje de mi prima Pepi, y hacer unas fotos de la misma . Posteriormente cena y al hotel, donde ante mi asombro, mi compañera, me pide, que le traduzca mis crónicas al vietnamita, y se las deje leer, yo quedo dormido, entre carcajadas de esta cuando lee alguna anécdota mía en su país.

Por la mañana, salimos del hotel a las 7 de la mañana, porque a las 8 nos sale el barco, y tengo que embarcar también mi moto. Nos dirigimos al muelle, dejo la moto en manos de un operario del barco, y desayuno, viendo el trasiego del puerto.

En hora puntual, zarpamos, rumbo a la isla, a gran velocidad. Navegamos por el golfo de Thailandia, pasando por pequeños islotes, y cerca de barcos que faenan . El agua está calmada, y en el cielo hay un sol espléndido. El barco lejos de ser algo obsoleto  y antiguo, no tiene nada que envidiar, al ferry, que cruza constantemente el estrecho de Gibraltar, con televisión, pero, eso sí, exento de bar, algo que me sorprende, y la tripulación, nos reparte agua y toallas húmedas.

Llegamos a la hora programada a puerto, desembarcamos, y nos dirigimos a Duong Dong, para buscar hotel. La isla para mi decepción, como no, ya habitual, porque está llena de resorts, y hoteles para turistas, que los copan en estas fechas.

PAIS POCO NADADOR

Tras un peregrinaje de una hora, encontramos un hotel de bungalós, cerca de la playa, lo más económico que encontramos, 12,5€. No hay más remedio, que quedarse en él, y tenemos suerte, ya que como he dicho, muchos de los hoteles, están llenos, y se han encargado de hinchar los precios para estas fechas.

Después de cambiarnos, nos acercamos a la playa, la cual a mi compañera no le gusta, no porque no sea una maravilla, que lo es, sino porque no sabe nadar, al igual que el 80%, de la población vietnamita, e incluso, me he encontrado algún pescador, que tampoco sabe, quedándome sorprendido por ello, ya que a eso yo le llamo tener coraje  en el trabajo.

Posteriormente, comida en el hotel, el cual tiene precios asequibles, pero los platos son un tanto pequeños. Luego la ya habitual siesta, a la cual no me puedo sumar, ya que no soy partidario de la misma, pero mi compañera, lejos de dormir las 12 horas diarias que dormía Moon, duerme una media de 15 horas, ante mi asombro, e incluso cuando hemos viajado en moto, he sentido algún que otro cabezazo, en la parte posterior de mi casco, y cuando le he preguntado por estos, me ha respondido, que se había quedado dormida.

PESCADO Y CARACOLES COMO PUÑOS

En la tarde, nos acercamos al puerto, y la playa que hay al lado de este, que carece de turistas, solo hay isleños, y niños, que juegan al atardecer en el agua, mientras sus padres desde hamacas los contemplan. Todo muy relajante, pienso para mí que después de todo, esta isla va a tener cosas sin quemar, y por descubrir.

Cuando la noche ha caído, marchamos a comer a uno de los numerosos restaurantes que hay en una calle. No hace falta decir que el menú que elijo, es pescado, uno que pesa al menos 1,5 kg, hecho al papillote, y a la brasa, untado con un adobo, el cual no quita que esté un tanto soso, y unos caracoles de mar, también a la brasa, del tamaño del puño de mi mano izquierda, el cual aún sigue un poco hinchada por la caída de moto, con bebida. La cuenta asciende a 8 €.

TAMBIÉN CICERONE

En la mañana que precede al día de noche buena, decido explorar la isla, por lo que dejo a My que conduzca, y me lleve a través de la misma. Primero decide que visitemos el museo de la misma, donde hay una variedad, de vasijas, que no son de épocas ancestrales, y diversos objetos, que no dicen demasiado de la historia de la isla, y todo ello lleva al final a una tienda donde venden perlas de la isla, las cuales son famosas.

Finalizado el recorrido por el museo (30 Cent. entrada), mi compañera, sabiendo qué es lo que en realidad me interesa de mi viaje, después de haber leído mis crónicas, pone rumbo primero al mercado de la ciudad, donde sólo hay algún turista despistado que intenta salir del mismo, y posteriormente, al barrio de pescadores, donde observo el mismo, y sus casas.

Salimos del barrio, y cogemos por caminos casi intransitables, que acaban en senderos, donde la dificultad de circular con moto se hace creciente. Paramos en una tienda, en medio de la nada, a refrescarnos del insoportable calor, y no tardamos en ser observados además de por la dueña de la tienda, por la única vecina, que se sienta al lado nuestra junto con su hijo, y comienza la ya habitual entrevista .

EN LA PLAYA PERDIDA

Seguimos camino, hasta llegar a una de las playas más bonitas que he visto en mi vida, arena blanca, aguas cristalinas, palmeras con cocoteros, y soledad, nadie  a la vista. No puedo dejar de pasar la ocasión de pegarme un baño, en este paraje paradisíaco, alejado de todo resort que se precie, y el saborearlo con toda la tranquilidad, que goza el lugar. Decido llamar a la playa, a la cual por supuesto tengo intención de volver, a pesar que mi acompañante, en absoluto es amiga de ellas, “Playa perdida”, por dos razones, porque solo se encuentra si consigues perderte en la isla, y porque por su hermosura, esta perdidamente condenada, a acabar en manos de constructores .

Marchamos de allí, antes de lo que yo hubiera deseado, y nos dirigimos del paraíso, al infierno, ya que visitamos la antigua prisión japonesa de la isla, donde en un museo, recuerdan los horrores sufridos por sus habitantes a manos de los japoneses, cuando estos la invadieron en la segunda guerra mundial .

CENA DE PARADISÍACOS CANGREGOS

Con el mal sabor de boca de la visita, posteriormente, nos dirigimos a otra playa, la cual sale en folletos, para turistas, como una playa natural, y preciosa, y a la que en teoría sólo se puede acceder en moto, no vale la pena, ni tan siquiera hacerle una sola foto: muy transitada por jóvenes turistas, en busca de aventura, eso sí segura, y con un par de restaurantes, para repostar los estómagos de ellos.

Finalizado el recorrido por la isla, regresamos al pueblo, donde cómo no vamos directamente al mismo lugar del día anterior, pero en el otro extremo de la playa , para contemplar la puesta de sol, comiendo unos bocatas de huevos de codorniz, con dos clases de salchichas, y albóndigas de carne y pescado, todo un manjar, que se acrecienta con la magnífica puesta de sol que contemplamos .

Pero nada que ver con la cena que nos espera después de esta, ya que cuando nos íbamos, vimos como una barca, regresa de su faena diaria, y en sus redes traen unos enormes cangrejos rojos, que nos vuelven a abrir el apetito, decidimos negociar el precio de los mismos, y nos cobran 3,50 €, por 1,5 kg. y la dueña de las hamacas donde estamos sentados, se nos ofrece a cocinarlos, por 80 Cent. Los deleitamos , cuando la sombra y la luna copan el cielo, y solo se vislumbra en el horizonte, una pincelada de la luz que tuvo el día .

LA REFLEXIÓN DE LOS 100 DÍAS

Regresamos al hotel, y comienzo a escribir mis crónicas del día, y cerrando la semana, en la playa, junto a unos farolillos chinos, y sentado en unas hamacas, contemplando la faena nocturna de los barcos, que pescan cerca de la costa, y pensando que hoy precisamente hace cien días que me encuentro en Vietnam, y que aún soy un aprendiz en el arte de viaje, y cuando pienso en alguna ocasión que me sé devolver con soltura, el destino llega, y me pone los pies en la tierra, haciéndome saber que en esto de viajar, jamás se puede uno llegar a creer un maestro.

También pienso, en que mañana mi familia celebra la cena de noche buena, todos reunidos, y es inevitable el acordarme de ellos y el emocionarme, aunque no sea la primera navidad que paso sólo, ya que llevo alguna que otra a mis espaldas, por eso, hoy más que nunca, es necesario hacer examen de conciencia, y pensar en ese barrio humilde visitado en Can Tho, donde a pesar de las penurias de la gente que vivía en él, no encontré ni una sola lágrima, sino sonrisas y honradez, y es inevitable el pensar, lo diferentes que somos en otros lugares, en los cuales somos capaces no solo de empeñarnos hasta los ojos, sino de mentir robar y otras cosas peores, por tener todo aquello que pensamos que nos hará felices: una gran casa que nos amarra a una deuda perpetua, una televisión que sea el último modelo, aunque la antigua funcione, y cuando el vecino, o el amigo tiene una mejor, decidimos que es hora de volverla a cambiar, un gran todo terreno, eso sí, para llevar a los hijos a la escuela, y poco más, y pensamos para convencernos a nosotros mismo, que son más seguros, y los protegerán mejor, cuando indudablemente, les estamos dejando un mundo más contaminado, cuando olvidamos nuestros orígenes, y que nosotros viajábamos en utilitarios, pagados por nuestros padres con mucho esfuerzo, y no nos pasaba nada. Cuando necesariamente, tenemos que celebrar esa cena tan estupenda de navidad, rodeados de marisco, y estamos celebrando el nacimiento de una persona que vino a este mundo de la manera más pobre en la que se puede venir, en un pesebre, y como testigos dos nobles animales.

Que nos dejamos llevar por el excesivo consumismo, y nos embarcamos en compras, las cuales conllevan inevitablemente, a que la cuesta de enero, tenga más pendiente que nunca, olvidando, que lo verdaderamente importante de estas fechas, es estar rodeado de la gente que en verdad nos importa, y nos quiere, y aguantar al cuñado pesado, o al primo excéntrico, o al abuelo/a, que siempre está quejándose, que irremediablemente es tu familia, pero que cuando falta un año, no dejas de pensar en él, y decirte por qué no pasaste más tiempo con él.

Todo ello es una lección, hay que aprovechar los momentos, y vivirlos con la máxima intensidad, no dejarse llevar por los lugares, con grandes cojines, y budas gigantescos, que hay de moda, donde un señor, con el pelo cuidadosamente despeinado, gafas de pasta, toalla al cuello, camiseta de diseño, y pantalones de pitillo, conjuntados con enormes zapatillas o zapatos, que de toda la vida se le ha llamado el hortera, hoy se erige como juez, y con sentencias de “tú eres chic, o tu estas out”, y emiten sus veredictos hacia los demás, pero eso sí, no olvidan cobrarnos la cerveza un mínimo de tres euros con suerte, por hacernos creer, que estamos en un lugar privilegiado, donde hay muebles, hechos con el bambú de la deforestación de países tercermundistas, y cortinas y tapices, realizados con el sudor  de niños y gente, que gana una miseria, vive en casas de hojalata, sobre ríos de mierda, pero que si te olvidas tu cámara te la devuelven, y siempre sonríen.

Solo espero como dice la canción “que mis palabras desordenen tu conciencia”, y que tomes nota, de lo que realmente importa en la vida, y de lo que significan estas fechas, ya que las cosas no son para siempre, disfruta de ellas.

De corazón, desde una isla del sur de Vietnam te deseo una FELIZ NAVIDAD.

 

Vietnam (XIV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Por la mañana, después de enviar mi crónica a Eladio, para que la descifre, corrija, y pueda ser leída con la claridad que os llega, decidimos, no marchar del hotel, ya que aunque sea medio hotel medio puticlub, no está del todo mal, además se alegra uno la vista, con el ir y venir de las señoritas en short, y viendo la merma de la caja de condones gratuita, que hay en la escalera. Aunque lo malo es que la tentación vive en el mismo edificio, esto haría seguramente las delicias de mi amigo Viril, ya que su sueño ha sido siempre el poder vivir en un puticlub, domiciliando la nómina en el banco de Cajapolvo.

ITV DE SANDALIAS Y TELENOVELA

Marcho a una zapatería del mercado, que hay justo al lado del hotel, para que me reparen mis sandalias, ya que estas se empiezan a romper por la mitad. Todo un espectáculo, el ver a todos los vendedores del mercado, el acercarse al puesto, y pasarse de unos a otros mis sandalias, con cara de sorpresa, al tener en sus manos un 46. Me dicen que serán 2 €, Moon, un tanto indignada, me dice que es carísimo, que no lo haga, pero yo no tengo más remedio, o las reparo, o voy descalzo, ya que corro el riesgo de no encontrar de mi tamaño.

Marchamos a la empresa de autobuses, para sacar el billete para mi acompañante, entre regateos, y el ponerse de acuerdo en los horarios de éstos, tardamos al menos 1 hora, en la cual acompaño a unas señoras mayores, en la telenovela de la tarde. Ellas me intentan poner al día, pero como no entiendo nada, solo asiento, a lo que me dicen, y ellas parecen complacidas de mi presencia .

DÍA Y CENA DE PLAYA

Después, marchamos a la playa, ya que hace un buen día, parando antes en un puesto de bocadillos, y agenciando cinco para la merienda. En el camino, nos encontramos un camión cargado de perros, que se transportan como si fueran pollos o cualquier otro animal que va al matadero. Es inevitable pensar en Manolo, pero a la vez en que tuvo una gran suerte, con caer en las manos de mi ex pareja y mías .

Cuando llegamos a la playa, esta está solitaria, solo hay un grupo de niñas, que juegan al pañuelo, en su versión vietnamita, que es igual, pero en vez de ser una chica que sujeta un pañuelo, es un palo clavado en vertical en la arena .

Alquilamos dos hamacas, y una mesa, por 12 cent, y nos sentamos frente al mar, viendo el trabajo de unos pescadores, que ponen sus redes, desde unos grandes cestos de mimbre, los cuales les hacen de embarcación, y los manejan con mucha habilidad .

Cuando cae la noche, se instalan en la playa mini chiringuitos portátiles de comida propia de la zona. Moon decide que cenemos aquí, lo cual acojo con gran placer, ya que he visto que las mujeres encargadas de los puestos, les han comprado a los pescadores varios productos. Comemos pescado y embutido, con verduras, y enrollados en tortas de arroz y sésamo negro, hechas a la brasa, y una especie de pez, el cual lleva seco y salado unos cuantos días, parecido a lo que le hacen al bacalao, y sin espinas, todo riquísimo. La cena de los dos nos sale por tan solo 1,10 €, todo un lujo . Después de la cena volvemos al hotel, parando en el camino a tomar un café vietnamita, algo que tengo a bien seguro, que echaré en falta el día que marche de este país, espeso como el turco, pero con aroma y sabor excepcional.

MÁS PLAYA Y EXPLORACION FOTOGRÁFICA

Por la mañana, Moon me dice que quiere ir a la playa todo el día, yo acepto, aunque nunca ha sido de mi agrado, el permanecer todo un día en ella, ya que lo encuentro tremendamente aburrido, pero como es el último día que estaremos juntos, no le pongo impedimento alguno.

Volvemos al mismo lugar que el día anterior, ya que ambos quedamos complacidos, con el entorno, y volvemos a coger por el camino, esta vez 8 bocadillos, 5 para mí y 3 para ella, y las cervezas, preferimos cogerlas en el chiringuito de la playa. Nos llevamos una gran alegría, ya que por un cubo de hielo, con 8 cervezas de 45 cl., el alquiler de las hamacas, y la mesa, nos cobran 2 €, algo insólito en cualquier otro lugar, que hubiera estado lleno de turistas, por lo que Moon, acaba dándome la razón, de no habernos quedado en la anterior ciudad .

Sobre las cuatro, hora en que la tarde llega a su fin, y comienza el atardecer, marchamos del lugar, y decidimos explorar, el entorno de la costa, unos 15 km, al norte, y nos adentramos en una pequeña carretera, que nos conduce a una aldea de pescadores.

El lugar no puede ser mejor, para hacer fotos: los pescadores, comienzan a salir para faenar toda la noche, la aldea, está llena de críos que juegan tanto en la playa, como en las calles, y las mujeres reparan las redes, para que los peces, no queden indultados del trabajo de sus maridos .

Decido parar a tomar café, y no tardamos en estar rodeados de niños, que se divierten, con las tonterías y gestos que les hago , ante el enfado de Moon. Es lo peor que tiene esta, le habla mal a la gente, y no aguanta a los niños, cuando se acercan a nosotros en un pueblo, y eso que tiene claro, según me ha comentado, tener hijos algún día, pienso en el pobre niño, que tendrá a la Srta. Rottenmeier, por madre.

Cuando finalizamos, y de vuelta para el hotel, aprovecho, para hacer la única foto de un atardecer que se puede hacer en esta parte del país , ya que nos encontramos en un golfo, y da la sensación, que atardece en el mar, cuando la mayor parte del litoral de Vietnam, imposibilita el hacerlo, ya que da al este.

CONSULTORIO SEXUAL

Nos duchamos, y quedamos en el hall del hotel, para marchar a cenar, mientras espero a esta, observo complacido el trasiego de las chicas con clientes, e incluso me da tiempo a cronometrar el tiempo que tardan algún cliente, que impaciente le toca el culo a la chica con la que sube, con el consabido bofetón de ésta, ya que en público, no se hace nada de esto, lo cual me da la idea, de la conversación que voy a mantener con Moon en la cena, ya que después de 10 días juntos, tengo bastante confianza con ella, y lo que me falta, lo pone mi desvergüenza para preguntar.

Delante de dos tazones de Pho, comienzo a preguntarle por la vida sexual de los vietnamitas, pero habiendo hecho una introducción despistada, para que la conversación pareciera casual. Cuando le pregunto mi extrañeza por el no ver a las parejas besándose en los lugares, ella me dice que eso está muy mal visto, que en Vietnam nada de nada. Cuando le pregunto cómo son los morreos en el resto de sitios, ella, pone cara de asco, y dice que suena fatal. Le pregunto, si ella en sus anteriores novios, ha tenido relaciones sexuales, y me contesta que sí, y me extraño enormemente, por cómo se pueden tener relaciones sexuales con una persona a la que quieres, y no besas, pero me acuerdo de la Ley no escrita de las putas, que las mantienen sin besos.

Prosigo mi interrogatorio, y le pregunto, por el sexo oral, el cual ve normal, pero cuando le pregunto por el anal, se sonroja, y me corta la conversación, y me dice que me estoy pasando dos pueblos.

Doy marcha atrás, y le digo, si en Vietnam, se ve feo que la mujer no llegue virgen al matrimonio, a lo que me dice para mi sorpresa, que eso es cuestión de cada uno, que antes sí, pero que hoy en día para nada. Sólo en el entorno de alguna Etnia, sí es importante, pero que no hacen alusión a ello.

Prosigo, y le pregunto por la homosexualidad, y por cómo se ve en este país. Ella me dice, que igual que las parejas heterosexuales, que en la calle, hacer alardeos, está muy mal visto, pero que hace unos 14 años, hubo una boda entre hombres, y más tarde una entre mujeres, pero que ante el bombo que le dieron los medios de comunicación, el gobierno, anuló la misma, a los pocos meses, y que hoy en día no se celebran, y que hay locales gais sin ningún tipo de problema. Le digo que de eso ya me había dado cuenta, y le cuento mi historia del primer día en Hanói, y los masajes para chicos donde me llevó el peluquero, y se desternilla.

DESPEDIDA TEMPORAL

Finalizamos la cena, la acompaño, a la parada de autobuses, y mientras esperamos al mismo, apenas hablamos, ya que nos lo hemos dicho todo, y los dos odiamos, el tener conversaciones banales, sólo le pregunto cuánto dura el trayecto hasta Hanói, y me comenta que unas 24 horas, pero que ha comprado pastillas para dormir.

Llega el autobús, y para mi sorpresa, se despide de mí con un fuerte abrazo, deseándome suerte, y haciéndome prometer, que cuando vuelva para el Tet la veré. Le contesto en Español “De eso no te vas a librar”, me mira extrañada, mientras las puertas del autobús se cierran, y no me puede contestar, le digo adiós con la mano, y marcho sólo para el hotel.

Al día siguiente, continuo de nuevo mi camino, en compañía de mi música, mi moto, y mis pensamientos. Por la mañana cuando bajo con mi mochila, observo que en la caja de condones, solo quedan de sabor a menta, supongo que a las putas de aquí, no les gusta tener el aliento fresco, al no tener que dar besos. Antes había también de fresa y plátano, como los yogures, en pack de 8, solo falta el natural sin azúcar o coco.

Continúo mi camino hacia el sur, por la H1, parando en un bello paraje que encuentro, a tomar café , que está justo al lado de una playa exenta de construcciones, excepto el edificio donde me encuentro, que es restaurante y café. Tomo mi café con hielo, y té con hielo, el cual siempre es gratis, y al que me he acostumbrado enormemente, ya que al principio el fuerte sabor de éste, hacía que lo rechazara. Contemplo a los pescadores en su trabajo, mientras Joaquín Sabina, me cuenta sus amores desamores, y lo que tarda en olvidar éstos.

NOTAS MÉDICAS

Finalizado mi desayuno, prosigo camino hasta Phan Thiet, observando que la vegetación ha cambiado: ya no hay tanto campo de arroz, ni selva, sino más pinos y matorrales, mezclados con palmeras, plataneras e incluso cactus. Es un clima más seco, y menos húmedo, ya que la temperatura, alcanza los 30º, y apenas sudo.

Prosigo acompañado ya del regalo de despedida, que me dejó Moon a su marcha, el catarro, que ella había traído consigo desde Hanói. Pienso entonces, que la mitad del tiempo que llevo en Vietnam, he estado acatarrado, con anginas, o tos, supongo que aún no me he hecho del todo a este clima, ni a sus enfermedades, y lo que sí he comprobado, es que ya tomo el hielo de los lugares, sin ningún problema, ya que mi cuerpo sí se ha adaptado al agua de este país, sin el riesgo de visitar continuamente el baño.

UN NUEVO HOTEL

De Phan Thiet, me desvío hacia Mui Ne, una pequeña localidad de pescadores, pero no por ello exenta de turismo, ya que está plagada de surfistas, que vienen a esta localidad como locos, a cabalgar sobre sus olas, famosas en todo el país.

Por el camino, unos 16 km, encuentro resorts de lujo, con sus campos de golf, mezclados con Guest House, muchos negocios que dependen totalmente del turismo, agencias de alquiler de vehículos, restaurantes, tiendas de suvenires, etc., pero nada comparado a Nha Trang.

Paro en un restaurante, en la carretera de dunas y playa de esta localidad, a tomar Pho, lo mejor para el resfriado: es como la sopa de mi madre, muy sustanciosa, tanto como la sangre de un alien, capaz de atravesar el suelo de un edificio de ocho plantas.

Regreso por el mismo camino, y realizo el habitual viacrucis de visita a hoteles, compruebo, que los precios son caros, por lo que tardo más en encontrar el que me convenga, al final me quedo en uno que tiene una especie de bungaló. El precio regateado es de 10$, desayuno incluido, se llama Guest House Duy An, C/ Huynh Thuc Khang, Nº 87 A.

La recepción es de madera, tipo choza, y la recepcionista que se llama Toan, tiene unos rasgos, al igual que la mayoría de los lugareños, muy parecidos a los hawaianos, pues estos tienen la piel más morena, porque no se protegen con tanta fijación como sus vecinos del norte, que incluso llegan a llevar guantes, cuando van a trabajar con temperaturas extremas, ya que ven con muy buenos ojos, el tener una piel blanca.

Me ducho, y me pego una siesta de tres horas, luego marcho a cenar, lo mismo, Pho, ya que es el remedio más sano contra el catarro, del cual me temo que no me libraré hasta dentro de tres días. Vuelvo al hotel, y escribo mis relatos, en el hall del hotel, acompañado por el “Concierto de Aranjuez”, que toca el dueño del hotel, en un sillón, todo muy bucólico y ameno, quedo de charla con él hasta las doce, que marcho a dormir .

Por la mañana mientras desayuno en compañía de Frank Sinatra, y como telón de fondo el mar, para posteriormente incorporarme a mi exploración de los alrededores.

EN LAS DUNAS

Primero me dirijo a las grandes dunas de arena rojiza, pero antes paro en el pueblo de pescadores de Mui Ne , donde hago alguna foto, y contemplo, como en una pendiente de cemento secan camarones al sol.

Continuo camino a las dunas, al aparcar mi moto en las cercanías de éstas, me salen al paso varios chicos, los cuales me quieren alquilar unas esterillas de plástico, para deslizarme por las dunas, declino las sucesivas ofertas, y me adentro en ellas.

Contemplo el paisaje de las mismas , salpicado por algún matorral, y pino de trasfondo, junto al mar, y quedo por un instante en soledad, hasta que de nuevo camarillas de turistas, me sacan súbitamente de ella.

Decido entonces, marchar a la ciudad de Phan Thiet. En la Lonely Planet, la desaconsejan, ya que la describen como poco interesante, pero yo fiel a mi manera, y a la experiencia que ya he tenido anteriormente, de salirme una y otra vez de circuitos marcados por ésta, y de las sucesivas satisfacciones posteriores, desoigo constantemente sus consejos, y pongo rumbo hacia ella.

Nuevamente, quedo complacido con mi decisión: encuentro una ciudad, poco turística, y sumamente encantadora en sí, partida en dos por un río, y atravesado éste por numerosos puentes. Hago una foto a una torre de agua , construida en 1934, nada que ver con la torre Cham, que se encuentra a la salida de la ciudad, la más antigua que existe en Vietnam, pero en absoluto comparable, a las reseñadas en la crónica anterior.

POR CALLES Y CALLEJONES

Posteriormente, marcho al mercado, donde dejo pasar las horas. Es increíble, por mucho que esté acostumbrado ya a este país, puedo pasarme horas y horas deambulando por los mercados de sus ciudades sin cansarme. Paso por los puestos de joyas, las cuales son famosas de esta ciudad, por los de pescados, y carne, viendo alguna rata que corre furtivamente sorteando los puestos, supongo que por miedo, a acabar en lo alto del mostrador de alguno de ellos .

Finalizado mi recorrido, me adentro por callejones anexos al mercado , donde una persona juiciosa, desistiría de hacerlo, pero admitámoslo, nunca ha sido una virtud que destacar de un servidor. Recorro calles donde la gente me saluda y se sorprende tanto como yo, al verlos en sus vidas cotidianas, una señora, al ver mi cámara, me advierte que tenga cuidado con ella, por lo que decido guardarla en mi bolso, fuera de la vista de posibles amigos de lo ajeno, llevando en una mano el trípode regalado por mi amigo Kiko, y recordando el consejo de mi amigo Juan de Cantabria, cuando me dijo, si alguna vez la cosa se pone fea, que seas tú siempre el primero en dar, y no en recibir.

Continuo mi deambular por los callejones, cuando paro y sorprendido levanto la vista, ante un espectacular templo, en medio de este barrio, subo los escalones que dan acceso a este, y descanso de mi caminata en su jardín, mientras disfruto de este remanso de paz, a la vez que apuro un cigarrillo .

PLATOS FUERTES

Luego, continuo mi deambular, hasta topar con un bar, donde en la puerta están sentados dos chicos y una chica, bebiendo cerveza. Me asombro, porque a sus pies tienen una cubitera con hielo, y una caja de 20 cervezas, de la que ya han dado debidamente cuenta de más de la mitad.

Decido sentarme en la pequeña terraza del bar, y pedir una cerveza, miro la mesa de estos, y veo que comen huevos de codorniz, y chipirones, le digo a la dueña, que me sirva lo mismo. Ante mi asombro, los huevos de codorniz, son embrionados, o sea con el pollito dentro, no me importa, y como los diez que me ponen, acompañados de dos pequeñas cabezas de ajo, todo un regalo para el paladar, desaconsejable, si se va acompañado de una pareja a la que luego se pretendiera besar. Los chipirones, se mojan en salsa de guindillas verdes, sal, y también con ajos frescos, de los cuales también acabo con ellos, cuando finalizo y pido la cuenta de las dos cervezas y la comida, asciende a 1,20€ .

Posteriormente, entro en un bar cercano, para tomar mi ya cotidiano café vietnamita, mientras veo un combate de boxeo tailandés en la gran pantalla de este.

EN LA LONJA DEL PESCADO

Cuando decido que ya es hora de regresar, la ciudad, aun me guarda otra sorpresa, paso al lado de la lonja de pescado, por lo que es inevitable, que pare mi moto, y observe a las mujeres reparando las redes de pescado, el trasiego de descarga de los barcos de la captura realizada en ese día, mientras que otros se hacen a la mar, para trabajar en la noche, cargado de hielo picado, para que el género no se estropee.

También puedo observar el meticuloso trabajo de las mujeres clasificando los peces por su tamaño, y la contabilidad exhaustiva, que llevan sus jefes de la mercancía , toda una experiencia inolvidable, que pone la guinda con creces a este magnífico día, en esta olvidada ciudad, para la mayoría de los turistas, y con tanto que ofrecer de la vida cotidiana de sus habitantes.

Regreso a mi hotel, a marcha lenta, contemplando como atardece, y como va cambiando el paisaje de las afueras de la ciudad, por los resorts, hoteles, pizzerías y negocios montados para turistas.

MODERNA SAIGON

Por la mañana, salgo a ritmo de Amaral de la ciudad, conduzco por al menos cuatro horas, sólo parando para llenar el depósito de mi moto y el mío. Cuando me acerco a Saigón, la cual los vietnamitas llaman Ho Chi Min, a no ser que un extranjero la nombre como tal, entonces ellos contestan Saigón, comienza a caer un terrible aguacero.

Entro en la ciudad, acompañado de los fados de Amalia Rodríguez, y la expectación que siempre me ha suscitado esta ciudad. Nada más entrar en la misma, compruebo, que es totalmente diferente a Hanói, tiene un aire, mucho más moderno, los vehículos hacen el ruido típico de una ciudad normal y corriente, pero sin el exceso de claxon, de su hermana del norte, lo cual agradezco enormemente.

Paro en una gasolinera, para echar un vistazo al mapa de la ciudad que llevo conmigo, e intentar ubicarme, temiéndome ya la procesión que me toca de preguntas para encontrar el distrito 1, al cual he decidido ir, para alojarme, ya que es el centro, y donde están la mayoría de lugares interesantes de la ciudad.

Cuando pregunto a un hombre, inmediatamente se me acerca un chico, que habla inglés, el cual para mi sorpresa, con una amabilidad extrema, me dice “follow me”.

El aguacero que cae es terrible, llegamos al centro de la ciudad, y mi guía, me pregunta qué es lo que estoy buscando, le respondo que un hotel barato, y nuevamente con mucha amabilidad, me conduce a la zona de hoteles para mochileros, entramos en un callejón, donde para, y me dice, aquí tienes los mas económicos, y los que están mejor relación precio. Decido invitarlo a tomar una cerveza, o posteriormente más tarde a comer, y él declina la invitación, y me dice que se tiene que ir a trabajar, le pido entonces el teléfono, para al día siguiente llamarlo, para quedar con él y agradecerle su gran ayuda, me lo da y marcha.

HOTEL DE 6 HABITACIONES Y LOCALES Q”

Continúa lloviendo fuertemente, y empiezo mi ya habitual periplo de preguntas en diferentes hoteles. Para mi sorpresa, son un poco más caros que en Hanói, ninguno baja de 15$, y muchos están llenos, hasta que encuentro uno que consigo regatear hasta 11$, aún así, hago la ya conocida como huída, por si rebaja algún dólar más, pero cuando prosigo callejón adelante, y su dueña no sale a retenerme, compruebo que ha bajado lo máximo, por lo que doy media vuelta, y me hospedo en él.

Es un hotel de 6 habitaciones, se llama Rainbow, en el 283/5 de Pham Ngu Lao St., la dueña se llama Ham, y es muy amable. Accedo a mi habitación, por una escalera muy empinada, hasta la última planta, que tiene bañera, es de una sola cama de matrimonio, e internet funciona de maravilla.

Cómo no, como si el tiempo estuviera jugando conmigo, en el mismo momento que entro en la habitación, deja de llover, y sale un sol espléndido, que ilumina toda la habitación.

Después de una ducha, salgo a explorar los alrededores del hotel, enseguida veo la total diferencia de esta ciudad, respecto a Hanói, la zona está llena de bares, y chicas que son más guapas que las del norte, que invitan a entrar. También hay muchos salones de masaje, y la actividad nocturna es considerablemente mayor , los luminosos de los locales copan por completo las calles.

Decido entonces buscar los bares “Q”, que según la leyenda urbana, fueron los pioneros en esta ciudad, y posteriormente, se abrieron más en Tailandia, para los que no sepan cuáles son este tipo de locales, los encomiendo a nuestro padre todo poderoso de la información, o sea Google, solo diré, que tiene pelotas de pin pon, y ninguna mesa con la que jugar.

LITRONAS Y HUEVOS DE CODORNIZ

Después de un periplo, veo que el comunismo acabó con ellos. Qué lástima, pienso para mí: el comunismo, extirpa todo lo divertido.

Me siento en un bar, y pido Bia Hoy Ante mi sorpresa, aquí, la sirven en botellas de plástico, de 1l., por lo que es imposible el que me la beba solo sin coger una cogorza, pero no tardo en tener compañía en mi mesa, por tres estudiantes de economía, dos chicos, y una chica, con los que comparto mi cerveza, y ellos conmigo, huevos de codorniz.

CHICAS, CHICAS

Posteriormente, marcho a un bar de los que las chicas de la puerta invitan a entrar, pero solo a eso. Es un bar irlandés, pero solo por el nombre, ya que la decoración, no tiene nada que ver con los típicos que montan en todas las ciudades. Entro en él, porque soy en un principio el único cliente, y la música es buenísima, la cerveza de lata 1$, al igual que los refrescos.

No tardo en tener a las chicas del bar a mí alrededor, haciendo la interviú de siempre, al final entablo amistad con todas, y nos hacemos fotos divertidas . Posteriormente, entra un chico japonés, el cual es cliente habitual de este local, y entablo conversación con él. Lleva tres años trabajando en Saigón, y no tiene ni idea de vietnamita, me dice que el acento, es extremadamente difícil.

Después de un par de cervezas, me voy a mi hotel, pero habiendo quedado con anterioridad, para el día siguiente con una de las chicas del local, para que me haga de cicerone en Saigón, sin mucho convencimiento de que por la mañana me coja el teléfono.

EN EL MUSEO DEL HORROR

A las ocho y media de la mañana, ante mi sorpresa Vy, que así se llama la chica, me coge el teléfono, y quedo con ella para desayunar. Posteriormente, vamos en su moto, pero conduciendo yo, al museo de la guerra de la ciudad, 0,6 €. Veo, las reliquias de la misma, tanques, artillería, helicópteros y aviones, y bombas. En el interior, se encuentran fotografías, de la guerra, y de sus desastres, también de las malformaciones posteriores, con las que nacieron muchos vietnamitas, después de los ataques bacteriológicos, con los que fueron bombardeados, incluso, hay un lugar, que desisto de fotografiar, donde hay fetos con malformaciones, todo un vivo retrato, de la crueldad, a la que el ser humano, puede someter a sus semejantes. .

Posteriormente vamos al palacio presidencial, 0,6 €, el cual sinceramente no tiene mucho que ver, y eso que lo recomiendan en las guías, pero no es nada del otro mundo .

PELUQUERÍA A LA CARTA

Luego marchamos a comer, en la sobremesa, y viendo la constante molestia que me produce ya mi pelo, ya que el calor en la ciudad, es considerable, le pregunto a Vy, si conoce alguna peluquería, me dice que sus hermanas, tienen una, donde ella trabaja también por las mañanas, y acto seguido, nos dirigimos a ella.

Está situada en un laberinto de callejones, del mismo distrito donde me alojo, y vive Vy, y cuando llegamos, se quedan todos sorprendidos de verme, mi acompañante les explica a lo que vengo, e inmediatamente, me hacen sitio. Empiezan a discutir todos a la vez de cómo me tienen que cortar el pelo, que si más largo, que si más corto, hasta que harto, yo cojo la maquinilla eléctrica, para raparme, pero soy detenido, por el fuerte chillido de todas las presentes, clientas inclusive, y me quitan la máquina, y continúan discutiendo. La situación me ha parecido tan cómica, que lo repito un par de veces, consiguiendo la misma reacción de éstas, ante mis carcajadas.

Por fin se han puesto todas de acuerdo, y comienzan a cortarme el pelo, luego, me lavan la cabeza, y me dan un masaje en la misma y en la cara, poniéndome sucesivas mascarillas y cremas, ante mi incredulidad. Posteriormente, la hermana mayor y dueña, me afeita a pelo, sin espuma ni nada, pero ni me corta, ni me hace el más mínimo daño, luego me vuelven a poner una mascarilla, que me dejan, y posteriormente otro masaje de cutis. La verdad es que lo disfruto enormemente. Cuando ha finalizado todo, ha durado más de una hora, pago, y lejos de cobrarme algo abusivo, la cuenta asciendo a 2 €, por lo que no puedo evitar, el dejarle una generosa propina, ya que además me han dejado hacer fotos a sus trabajos de pedicura, manicura, mascarillas de pelo etc. .

TURISMO CON GUÍA, CAFÉ DE COMADREJA

Cayendo la tarde, regresamos al bar donde trabaja mi acompañante, que están abriendo ya, y me despido de esta, prometiéndole, que más tarde la visitaré, marcho al hotel, a comer las sobras de la copiosa comida del mediodía, ya que Vy, se encargó de que nos la pusieran en fiambreras, para que yo las aprovechara.

Escucho el teléfono, y es Chanh, el chico que el día anterior, me hizo de guía hasta mi hotel, que me llama para tomar algo, veo el cielo abierto, y quedo con él en la puerta del hotel. Cuando lo veo, no me reconoce mucho, ya que con el cambio de imagen, y que no llevo casco…, me pregunta, que a donde quiero ir, y le digo que me da igual, que lo que si me gustaría, es probar el café de comadreja, el cual aquí se llama café Chom.

Este es un café para sibaritas, pero típico de Vietnam, les dan los granos a estos animales, se los comen, y literalmente, cuando los cagan de sus heces hacen el café. Sé que suena mal, pero como ya he dicho, yo, lo que sea típico, lo voy a probar.

Montamos en su moto, y veo la ciudad por la noche, es preciosa, apenas hay ruido de claxon, recorremos las amplias avenidas, salpicadas por edificios coloniales, fusionados con grandes edificios modernos, todos ellos iluminados.

Llegamos a un café, que es pijo pero precioso, me comenta que es el único sitio, que conoce que sirvan este producto, vale 3€ el dichoso café, y es de un sabor más intenso que los normales, y como el lugar es fifí, claro, pues la leche condensada es gratis, y el té también. Para amortizar lo que vale el café, me tomo cuatro vasos de leche condensada, y ocho de té . Mi acompañante, se pide un zumo de piña, en granizado, y llama a su hermana, para que se reúna con nosotros. Cuando llega esta que se llama Yen, quedo admirado, por su belleza y por su simpatía, es muy abierta y conversadora, Chanh, que tiene dolor de muelas, queda en un rincón del sofá, dolorido, mientras su hermana y yo conversamos animadamente por varias horas, hasta que empiezan a cerrar el local. Pago yo por supuesto, y todo asciende a 4€, entonces decidimos levantar el vuelo. Me despido de Yen, y regreso con Chanh al hotel, me despido de él, y marcho a dormir.

 

LARGO PASEO POR LA CIUDAD

A la mañana siguiente, hace un día estupendo, y decido quedarme en la ciudad, un día más.

Llamo a Vy, y se lo comento, pero está trabajando, también llamo a Chanh, y quedamos para la noche, cuando termine de trabajar, esta vez para cenar, y por supuesto, le digo que se una su hermana también.

Decido entonces, recorrer la ciudad, y las cosas interesantes de ésta, a pié. Después de un par de cafés, me pongo en marcha, hace calor, pero no humedad, por lo que disfruto del paseo. Hago en total unos 15 km. a pie, disfrutando todos los edificios, excepto los dos que había visitado el día anterior, la oficina de correos y el mercado.

Me doy cuenta de la gran diferencia entre Saigón, y Hanói, el mercado es más moderno, así como sus puestos, todo mucho más organizado, al igual que la ciudad, veo los grandes edificios modernos de oficinas, en uno de ellos adornado para estas fechas, y en el interior un coro de niños cantando villancicos, que hacen las delicias de las mujeres que trabajan en ellos. También el ministerio de defensa, y algún que otro palacio, así como la catedral, que se llama Notre Dame, y es igual que su hermana de Paris, pero edificada en ladrillo rojo. Todos los edificios son de época colonialista, y muy bellos .

Regreso al hotel, empapado de sudor, y decido darme una buena ducha, y hacer la siesta, hasta la tarde, que he quedado con Chanh y su hermana.

COCINAS ABIERTAS

Cuando despierto, Chanh, me llama y está abajo esperándome, y de nuevo marchamos en su moto, y recorremos la ciudad, llegamos a una casa antigua colonial, convertida en restaurante, es magnífica, muy bella , y lo primero que hago es preguntarle a mi acompañante, si es caro, me contesta que es normal.

Tiene un gran jardín bellamente adornado y en las habitaciones del interior convertidas todas ellas en salones dispuestas las mesas. Hay una mezcla de gente extranjera, y local, y las cocinas, que hay dos, están abiertas al público, para que vean como cocinan lo que están comiendo, por lo que no me lo pienso dos veces, y hago fotos.

Cuando llega Yen, comemos con una conversación animada, igual que es ella, siempre sonriente, al igual que su hermano, que aún sigue fastidiado por el dolor de muelas.

Al finalizar, intento como no el pagar la cuenta, Chanh, no me deja, por mucho que le insisto, por lo que quedo abrumado, en absoluto es una persona con mala fe, que me ha traído a este lugar, esperando que fuera yo el que pagara, por lo que le digo a él y a su hermana, que los cafés en otro lugar los pago yo.

Miro de reojo la cuenta, mientras converso con su hermana, y asciende todo a 16 €, lo cual no está nada mal, tal y como me había dicho mi acompañante en el primer momento, dos platos cada uno, excepto su hermana, que pidió solo uno, y postre para dos.

Marchamos a otro café, y me doy cuenta, que los dos son de un nivel adquisitivo mayor que la mayoría de los habitantes de este país, ya que por donde se suelen mover, no tiene nada que ver, por donde comen la mayoría de gente, en restaurantes de la calle. También me he dado cuenta de que son católicos, ya que antes de comer, bendijeron la mesa, los dos trabajan, y tienen carrera universitaria, y viven independientes, su familia vive a unos 4 km. de Saigón, y me han invitado a pasar el final de año con ellos.

Después de los cafés , y de una charla distendida, me despido de lo Yen, al igual que la noche anterior, y prometiéndole, que a mi regreso los llamaré.

EL TOQUE FRANCÉS

Mientras recorro con Chanh, todo el camino de vuelta, pasamos por la catedral, mientras unos fieles rezan, a una imagen de la Virgen , y mi acompañante me dice que es normal, todos los días lo hacen. No consigo quitarme de la cabeza, el pensamiento de las grandes diferencias de una ciudad y otra, de unas gentes, que los del sur, son mucho más agradables, no miran tanto por el dinero, ya que saben disfrutarlo, y aunque por supuesto, al igual que en el norte, hay gente que se quiere aprovechar del turista, es mucho menor la cantidad de estos.

También me he percatado, de la gran diferencia cultural de unos habitantes y otros, ya que los del sur, son un tanto más intelectuales que sus vecinos, he encontrado una gran cantidad de librerías, y asociaciones culturales, y como ya dije antes, no disfrutan con el estridente sonido del claxon de sus vehículos. Las avenidas son mucho más limpias, y el tono de su voz cuando te hablan es pausado y suave. Son también mucho más tranquilos que los del norte, y pueden estar con un café una hora. También son de mentalidad mucho más abierta, quizás porque estuvieron mucho más tiempo acompañados de occidentales y de sus costumbres que sus vecinos del norte.

Y la ciudad, a mi entender, aunque no tenga el distrito francés de su vecina del norte, tiene el distrito uno, que es muy parecido, con casas encantadoras, y mujeres bellas, por lo que creo que me he enamorado, no de una mujer, sino de una ciudad, de nombre Saigón.

LLAMADA DE COMPAÑÍA

Al día siguiente he de salir, con dirección al delta del Mekong, y cuando me encuentro haciendo el equipaje por la noche, para no perder tiempo cuando me levante, recibo una llamada de Vy, la cual me comunica, si puede venir conmigo las dos semanas que estaré fuera de Saigón, a lo que le respondo complacidamente, que bien. Al parecer, la navidad, no la pasaré solo.