Vietnam (XXVIII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

Quiero dedicar esta crónica, a las dos personas, que acaban de marchar, y que durante unas semanas, han estado acompañando a este viajero, y a su compañera. Quiero agradecer a los dos, su paciencia, su adaptación al viaje, y el haber viajado, hasta este lugar, no sólo para ver algo diferente, sino para acompañarnos. En especial a mi prima Rosario, a la que no he podido atender como hubiera querido, ya que hemos tenido que estar demasiado tiempo separados, pero que sin embargo, he podido comprobar, que es de una pasta especial, ya que en ningún momento ha tenido queja alguna, por las decisiones que se han tenido que tomar a lo largo de su estancia, conllevando las mismas a que hayamos estado todos separados, por lo que desde aquí, le quiero emplazar, a que en las próximas vacaciones que tenga, se una de nuevo a mi viaje, e intentaré ser mejor anfitrión.

NUEVO RITMO

Dicho esto, también le quiero indicar al lector, que las próximas crónicas, vendrán marcadas, por un nuevo ritmo para su publicación, ya que no serán como lo han sido en Vietnam, una crónica semanal, sino que las próximas serán por etapas, ya que no me gustaría dejar a medias al lector, en medio de una visita, o de un trayecto, por lo que no puedo decir cuando se publicarán, pero sí que como mínimo, habrá una nueva cada diez días.

EN AUTOBÚS VIP PERO MENOS

El lunes, salimos de Vientián, hacia Luang Prabang, el trayecto es de unas diez horas, y el precio, al que podemos llegar, visitando varias agencias de viaje, es de 16 euros, en autobús Vip, con comida incluida.

Cuando hacemos un alto en el camino, comprobamos, que el autobús, sí que es Vip, pero sólo en comparación con los demás autobuses de este país, pero que en absoluto el viajero debe de llevarse al engaño, de que por pagar más, va a tener unas condiciones mucho mejores que el realizar el trayecto en los demás.

Las diferencias son el aire acondicionado, y que la compañía en el mismo es de turistas al igual que uno, por lo que al viajar de esta manera, uno se pierde el realizar un viaje junto con los laosianos lo cual es una experiencia, anteriormente vivida por Maruxiña, y de la que se sacan gratas anécdotas.

La segunda e importante, es que la comida incluida, no es algo del otro mundo, se limita a un pequeño plato de arroz, con un poco de carne, sin la bebida incluida, y si a alguien se le ocurre repetir, le espera una clavada de 5 euros, por repetir la misma cantidad, y calidad. En conclusión, parece que Laos, está despertando de mala manera, ya que las agencias de turismo, y los viajes para turistas, intentan sacarle el máximo dinero, sin ofrecer calidad alguna por ello.

EN LA CIUDAD PATRIMONIO

Después de un camino de 10 horas por carreteras sinuosas, que van atravesando las montañas y pasando por paisajes deforestados por el ansia de los países vecinos que la compran, para satisfacer luego la demanda del primer mundo de madera tropical, llegamos a Luang Parbang, localidad Patrimonio de la Humanidad.

Esta localidad, llamada también la capital del norte, sorprende, por estar en un lugar recóndito, y estar llena de templos, casas de estilo colonial que hacen las delicias del visitante cuando pasea por las calles, de la tranquilidad que se respira en el lugar, y por estar bañada por el Mekong, el cual se puede remontar, hasta Tailandia.

Cuando llegamos al lugar, después del consabido regateo con los taxistas de Tuc Tuc, para que nos dejen en el centro de la ciudad, al internarnos en ella, comprobamos, que en un descampado, hay instalada una feria con puestos de comida, ropa, y alguna atracción, a la que más tarde decidimos acercarnos para ver.

CIUDAD TURÍSTICA

Al llegar al centro de la ciudad, ya comprobamos por la abundancia de hoteles en el lugar que es una de las ciudades más turísticas que tiene este país, y en la propaganda que tienen éstos en sus halls, vemos que además de visitar la ciudad, el viajero, tiene una amplia oferta de lugares que visitar en la afueras, como cascadas y cuevas, donde los tuc tuc, continuamente ofertan sus servicios a los transeúntes con diferentes precios.

A LA FERIA

Una vez encontrado hotel, 5 euros por persona, y aseados, salimos a recorrer la feria para cenar, y ver el mercadeo del lugar. Comemos en puestos los cuales ofrecen comida rápida laosiana, es decir pinchos de carne, salchichas, pan cake y bebidas, y posteriormente, damos una vuelta por los puestos de ropa, llegando hasta las atracciones, donde Sergio y yo, recordamos tiempos pasados de la infancia en los autos de choque.

Como ya es habitual, mi hermana y mi prima vuelven temprano al hotel, y nosotros continuamos nuestro recorrido por la feria, y viendo que los últimos puestos que quedan son unos donde la gente apuesta a los dados, que tienen caras muy distintas a las de cualquier dado que tenga que ver con el juego, ya que está prohibido en este país.

Nosotros por nuestra parte, terminamos la velada en uno de los bares con terraza de la ciudad, donde juagamos en lo que se ha convertido el entretenimiento estrella de estos tres viajeros a los dados que Sergio, nos ha traído como obsequio de España.

APLAZANDO LA  VISITA

A la mañana siguiente, Mi hermana y mi prima, salen temprano del hotel, para visitar la ciudad, nosotros, algo más perezosos, preferimos tomarnos las primeras horas en total relax, desayunando en una terraza con vistas al río.

Posteriormente decidimos levantar el vuelo, e ir Maruxiña y yo a sacar los billetes de vuelta a Vientián, mientras que Sergio, mi prima y mi hermana, contratan un tuc tuc, para visitar las cuevas y cascadas (16 euros los tres).

Mi compañera y yo, que tenemos decidido volver a este lugar en moto, y explorarlo por nuestra cuenta, decidimos continuar con el relax con el que empezamos la mañana y marchamos a la única piscina pública que hay en la ciudad, para descansar, y disfrutar de la serenidad que ofrece la localidad, algo verdaderamente atrayente, para todo aquel que esté un poco cansado del trajín continuo que supone el viajar.

Por la noche, estando otra vez juntos, nuestros acompañantes, nos dan información interesante sobre los lugares visitados por ellos a lo largo del día, que lo único en sí de los alrededores de la ciudad que vale la pena  son las cascadas, por lo que tomamos nota, para nuestra próxima visita.

Paseamos por un mercadillo de productos artesanales, como maderas, joyas, prendas y complementos textiles, donde compran algún suvenir, para su regreso a casa.

Posteriormente, regresamos todos al hotel, donde nos despedimos, ya que al día siguiente, Sergio, Maruxiña y yo regresaremos a la capital, y de allí a Malasia, y con la poca probabilidad, de que volvamos a tener otra ocasión, para volver a estar los cinco juntos.

Al día siguiente, volvemos a Vientián, en otro autobús vip, con idéntico resultado de la ida, pero que al ser camino de bajada, sólo tarda 8 horas de regreso.

Por la mañana, después de haber arreglado con el dueño del hotel, el pupilaje de mi moto, nuestras mochilas, y la reserva de la habitación para cuando regresemos de Malasia, cogemos un tuc tuc, que previo regateo, por 3 euros, nos deja en el aeropuerto de la capital.

EN KUALA LUMPUR (KL)

Cuando llegamos al aeropuerto de Kuala Lumpur, capital de Malasia, el cambio que sufro, después de pasar 7 meses en lugares,”en pañales” según Maruxiña, “del quiero y no puedo” en mi opinión, me encuentro en una ciudad que está más evolucionada.

Kuala Lumpur (KL), en malayo significa “confluencia fangosa”, fue fundada en 1857, en el lugar donde confluyen los ríos Klang y Gombak. El asentamiento se inició cuando Raja Abdullah, miembro de la familia real, decidió dar permiso, a 87 mineros chinos para que explotaran las mina de estaño. Este hecho atrajo a mercaderes que proveían a los mineros de provisiones a cambio de estaño. Estos comerciantes también se establecieron en la confluencia de estos ríos.

Desde que se fundó como ciudad, hasta hoy, ha sufrido los cambios que sufrió su país, siendo la principal riqueza el petróleo y el gas. Eso se nota en la ciudad, en su población, en sus edificios, conformándose como lo que a día de hoy, es una de las capitales más modernas del sudeste asiático. Cuenta con tan solo una población 2 millones de habitantes, diferenciados en tres grandes grupos chinos, malayos, e indios, donde conviven sin ningún tipo de conflicto, a pesar de ser de raza, cultura  y religión diferente.

TAXCIS BARATOS CERVEZA CARA

Para ir desde el aeropuerto hasta la estación central de autobuses de KL, se ha de coger el autobús número 8, cuesta 2 euros. Desde el aeropuerto hasta KL, hay unos 50 km. de autopista, de allí a nuestro hotel comprobamos que los taxis son baratos como medio de transporte, si son más de una persona la que viaja, pues tan solo nos cuesta 5 euros en tarifa nocturna.

Cuando bajamos en la calle de nuestro hotel, situado en la zona de Vitang Walk, llamada también triangulo de oro, ya que rebosa de centros comerciales, tiendas, y todo tipo de local dedicado al ocio, que hace que el visitante primerizo, se sumerja en un chapuzón inopinado de consumismo.

Entramos a nuestro hotel, y comprobamos que los 11 euros por persona en habitación compartida de tres camas, valen la pena, tanto por situación, como por la atención dispensada por su gerente, así como el confort que ofrece.

Salimos a la calle a cenar, y lo hacemos en un  restaurante de las inmediaciones, de comida china, comprobando ya en el local, que nos hemos mal acostumbrado en Vietnam, pues todo lo relativo a la comida es más caro desde que salimos de él, eso sí ausente la falta de higiene que normalmente acompañaba cada restaurante vietnamita.

En el restaurante constatamos ya que las bebidas alcohólicas en este país, tiene una tasa de impuestos bastante alta, ya que una cerveza de 65 cl.  que en Laos cuesta como mucho 1 euro, aquí cuesta 3,75 euros.

Después de una cena, damos una vuelta por los alrededores, observando la diversidad de comercios, y vendedores ambulantes de todo ámbito. Desde prendas de vestir de dudosa procedencia, pasando por masajistas callejeros, hasta servicios de cortesanas de bulevar, de sexo ambiguo. Todo ello dentro de un marco de viandantes de lo más variopinto, que va desde el nikhad islámico (vestimenta femenina musulmana, en la que la mujer solo enseña los ojos), a la minifalda más minúscula capaz de esconder lo que no se pretende de chicas orientales.

LAS PETRONA

Marchamos a dormir, con la premisa de levantarnos al día siguiente temprano, para realizar las gestiones de la compra de entradas y traslado al circuito de Sepan, e intentar escudriñar en la ciudad todo lo que el tiempo nos permita.

Por la mañana, después de desayunar, marchamos justo en frente de nuestro hotel, a uno de los numerosos centros comerciales de la zona, y en un stand montado expreso con motivo del GP. de F1, compramos las entradas, al precio de 28 euros, en una zona con sombra, algo realmente necesario, si uno no quiere deshidratarse por el intenso calor, y la falta de sombra.

Posteriormente, damos un paseo, por el centro financiero, donde se encuentran los rascacielos, hasta llegar a lo que se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y del país, las torres Petronas.

Diseñadas por el arquitecto argentino Cesar Pelli, se comenzaron a construir en 1994, y finalizadas en 1998, las torres Petronas con una altura de 452 metros, y 88 pisos, se erigen en medio de rascacielos, a los que hacen avergonzar por su belleza.

Entre torre y torre, en los pisos 41, 42 hay una pasarela que comunica ambas, y como dato curioso en la historia de la construcción de las mismas, cabe destacar que se involucró a trabajadores de distintas naciones que aportaron su conocimiento y trabajo. Se crearon dos equipos, uno formado por trabajadores coreanos y el otro por japoneses, uno a cargo de cada torre, de modo que hubo una gran competencia por lograr el mejor y más rápido trabajo.

En las plantas más bajas se encuentra, como no podía ser de otra manera en esta ciudad, un gran centro comercial de marcas de lujo, y de los diseñadores de ropa más famosos del mundo, y el resto son oficinas.

EN EL CHINA TOWN

Finalizada la visita a las torres, marchamos en taxi a China Town, barrio en el que la mayoría de comercios, son de prendas y accesorios para la vestimenta, todo ellos falsificados, pero de gran calidad, y  a unos precios muy asequibles.

Llevados a medias por el patriotismo, a medias por el ahorro de unos euros, compramos tres camisetas de España, para llevar al día siguiente al circuito, y animar de esta manera a los dos compatriotas que compiten.

A media tarde comienza a llover, y nos refugiamos en una de las galerías adyacentes a la calle principal de China Town, y me topo con un local de tatuaje, miro las obras realizadas por el artista, todas ellas colocadas en el escaparate, y compruebo con asombro que es el ganador  este año al mejor tatuador en el último concurso internacional realizado en New York.

Este se encuentra en la puerta, y comienzo una conversación con él, que acaba conmigo sentado en un sillón realizándome un tatuaje, en mi espalda, por el módico precio de 50 euros, pero que en absoluto hace que los 50 minutos que dura mi encuentro con la aguja, sea placentero, aunque si rápido.

EL GP de F1

Cenamos en el barrio, y volvemos a comprobar, que de momento la comida china no es nuestra favorita, ya que la encontramos bastante insulsa.

Marchamos al hotel, donde al día siguiente nos espera una jornada de fórmula 1, donde al fin Maruxiña y Sergio disfrutarán del motivo por el cual han venido a esta ciudad.

Por la mañana salimos del hotel, y sacamos el billete de autobús, para ir al circuito, durante dos días, a un precio de 15 euros por persona.

Cogemos el autobús, y nos dirigimos a Sepan, viendo por primera vez las afueras de la ciudad, algo que a nuestra llegada, no pudimos disfrutar, pues era de noche.

Me encuentro con algo que a mí me sorprende tanto como los edificios que el día anterior visitamos, la ciudad se encuentra rodeada por bosques de solo palmeras, perdiéndose la vista entre ellos, sin que el paisaje verde tenga fin.

Cuando llegamos al circuito, nada más bajar del autobús, hay dos cosas que comprobamos: la primera es la gran bofetada de calor con las que nos recibe Sepan, la segunda, es la perfecta organización que tienen en el circuito, solo salpicada por la ley estúpida de que no se puede acceder al recinto ni con bebida ni con comida, lo que hace que todo el avituallamiento que llevamos encima lo tengamos que devorar antes, si no queremos que sean devorados por los cubos de basura que se encuentran en los accesos al circuito.

Una vez dentro, vemos los entrenamientos, así como todos los stands montados expreso para el evento, y las azafatas que ofrecen al viandante todo tipo de objetos relacionados con lo mismo.

 Sobre las 8 de la tarde llegamos a nuestro hotel, donde después de una ducha, y una cena en un restaurante cercano de comida islámica, donde pruebo hasta ahora el mejor humus con cordero que he comido en mi vida, tanto que repetiremos la misma cena en las tres noches que aún nos quedan en la ciudad.

El día de la carrera, a punto estoy de quedarme en el hotel, ya que he comprobado que esto de la fórmula 1 no es para mí. Estar sentado en el césped pasando calor, para ver pasar coches, sin saber al cabo de un rato quién va delante y quien va detrás, siendo posible sólo el ser sacado de la duda, por las pantallas gigantes que hay en el circuito, me han hecho pensar que para esto lo veo en un lugar con aire acondicionado, un refresco bien frío, y los comentarios de los que si saben de esto.

Pero una vez más llevado por la insistencia de mis compañeros, y el argumento fundamental de la visita a esta ciudad, me hacen que al final disfrute de un buen día en compañía de buenos amigos.

La vuelta del circuito, la hacemos mucho antes que los demás, ya que hacemos valer la experiencia adquirida en el día anterior, y cogemos los primeros autobuses que parten del circuito a la ciudad, y conseguimos no encontrar caravana.

HÍBRIDO COMERCIAL Y ATRACCIONES

En el tiempo sobrante del día, Maruxiña y yo, decidimos internarnos en el Times Square, un centro comercial que habíamos visto con anterioridad desde fuera, y tiene fama de que es bastante grande. Cuando entramos en él, y empezamos a subir plantas, contamos diez pisos de altura, en el interior hay 1.000 tiendas, pero lo que nos deja boquiabiertos, es que el centro comercial está dividido en dos, una mitad son tiendas, y la otra un parque de atracciones con montaña rusa incluida, algo a mi modo de entender, digno de ver sólo una vez en la vida.

Al día siguiente para aprovechar el último día en la ciudad al máximo, ya que al siguiente la agenda está marcada por el viaje de vuelta, decidimos tomar el autobús turístico de la ciudad, por un precio de 9,5 euros.

TURISMO EN AUTOBÚS

El bus turístico, te deja en los lugares históricos y de interés de la ciudad, pudiendo cogerlo cuantas veces se quiera en el mismo día, lo que da ocasión, para ver lo más importante en un solo día, eso sí, como nosotros ya habíamos tenido una jornada de visita a la ciudad, no es necesario el salir temprano de nuestro alojamiento, por lo que lo tomamos con calma.

El primer lugar que visitamos, es el palacio presidencial, el cual no está abierto a las visitas, ya que es la actual residencia del sultán, y solo se puede disfrutar del mismo desde la verja que lo rodea, o hacerse alguna foto con la guardia real que lo custodia, o si se tiene suerte contemplar el cambio de guardia, herencia del colonialismo inglés, que imperó en el país años atrás.

El segundo lugar en el que bajamos es el distrito de Little India, que como su nombre indica, es la pequeña India. Un compendio de calles de colores llamativos con tiendas y restaurantes de productos típicos de la india inundan las mismas, haciendo que por un momento el viajero entre en la duda del país donde se encuentra.

Aprovechamos para comer en uno de sus restaurantes, donde vemos la diversidad de productos, pero la unidad en los sabores de los mismos, curry y picante, a un precio de unos dos euros por plato.

EN EL SILENCIO DE LA MEZQUITA

Posteriormente, la segunda parada es la Mezquita Nacional, construida en 1968, es una de las mayores del mundo, y que tiene como diferencia de las demás su cúpula, que en vez de ser curvada, es en forma de paraguas.

La entrada es gratuita, y a diferencia de las demás, que si no vas debidamente vestido, con pantalón largo y sin tirantes, no te prohíbe la entrada, sino que te da una chilaba unisex, para que las mujeres se tapen el pelo, y los hombres toda aquella piel de las extremidades que no queda cubierta por ropa.

En el interior se respira lo que más me gusta de todos los templos, el silencio, y la tranquilidad del lugar, en esta ocasión rota por el juego del hijo de algún musulmán que reza en el interior.

Finalizada la visita a la mezquita, nos dirigimos a una plaza de nombre comprometedor en español la plaza de Merdaka, donde se encuentra el edificio de telecomunicaciones, información cultura y turismo. Donado al país por un sultán indio, y que conforma uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, emplazado justo enfrente de lo que hoy en día es una plaza con césped, y antiguamente un campo de cricket, donde los colonialistas ingleses jugaban en sus horas de ocio.

Finalizado el recorrido, y pasando por la biblioteca nacional el museo étnico, y el parque de las Mariposas, y el de aves, el más grande del mundo, el parque de Taman Negara Pahang, que con 31 hectáreas es el pulmón de la ciudad, y como colofón la torre de telecomunicaciones, el edificio más alto de toda la ciudad, hasta por el hotel donde pretendo pasar mi próxima visita a la ciudad.

UN MASAJE DE REGALO

Volvemos a la zona de nuestro hotel, y como regalo de despedida, decidimos darnos todos un masaje, Maruxiña de pies, y nosotros dos de cuerpo. Cuando finalizamos, después del ajetreo de todo el día, caemos rendidos en la cama, no levantándome hasta las seis de la mañana, hora en la que tengo decidido salir del hotel, para hacer las últimas fotos de la ciudad, fuera de la muchedumbre que la inunda durante todo el día.

Por la mañana me levanto a la hora que tenía decidida, ante la sorpresa de uno de los empleados del hotel que se encuentra ya despierto, preparando las mesas para los desayunos.

Salgo a la calle, y me encuentro con lo que esperaba, una ciudad, que esta apurando las últimas horas de sueño, mientras que otros apuran las últimas de su trabajo, o a trompicones comienzan las primeras de la jornada. Algún puesto callejero de rosquillas, el trajín de los taxis buscando clientes que han perdido el autobús o el monorraíl, para ir al trabajo, el de gentes que aún deambulan en la madrugada buscando lo que no encontraron en la noche.

Regreso para el hotel a desayunar en medio de una calma que precede al bullicio que está a punto de comenzar. Despierto a mis compañeros, y comenzamos a darnos cuenta que estamos apurando las últimas horas juntos, y que probablemente, tardemos en volver a vernos. Lo que no nos libera del estrés que produce los días de viaje, en los que siempre se llega justo a tiempo a los lugares donde se pretende ir.

DE NUEVO EN VIENTIÁN

Aterrizamos en el aeropuerto de Vientián 20 minutos antes de lo previsto, lo que hace que nos tomemos las cosas con más calma, ya que Sergio, llegaba con tan solo una hora y media antes de que su avión saliera hacia Hanói, para al día siguiente regresar a España.

Mi prima y mi hermana, se encuentran ya allí, conversamos con la mirada siempre atenta al reloj, y nos pasamos información y datos necesarios de estos días, hasta que por megafonía dan el aviso para que los pasajeros embarquen. Vemos desaparecer por los mostradores de facturación a nuestros dos acompañantes, y en tan solo un minuto, ya los echamos en falta, la tranquilidad serenidad y adaptación de mi prima, y el humor, la energía y filosofía de vida de Sergio.

Tengo a buen seguro, que en otra ocasión tendremos el placer de otra visita de ellos, a los que desde aquí quiero agradecerles los días que han permanecido a nuestro lado.

Llegamos a Vientián en tuc tuc, quedamos con mi hermana para una cena rápida, y el día siguiente lo dedico al completo a las presentes crónicas, las cuales finalizo en plena celebración del año nuevo, viendo como unos niños juegan en una fuente, desde la terraza de un café que curiosamente utilicé para escribir mi crónica la primera vez que llegué a esta ciudad.

TAILANDIA A LA VISTA

En la semana que viene, viajamos a Tailandia, no debido a otro taravitazo que a estos viajeros les ha afectado, sino porque Maruxiña regresa a España desde allí, por un compromiso familiar, porque un servidor debe de realizar diversas gestiones, de documentación de visados, y porque de esta manera, mi hermana vivirá la experiencia de visitar un tercer país en su periodo vacacional a mi lado. Estos motivos, harán que mi visita a Laos, sea una visita a trompicones, pero de las que estoy seguro, sacaré provecho de una manera muy semejante a la que lo hice en Vietnam, y con la certeza de que mi tercera visita a este país, será la más larga y la más gratificante, ya que lo recorreré de norte a sur.

Vietnam (XXVII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

EPÍLOGO

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, por lo que en estas dos semanas que en un principio iban a ser una, no cansaré al lector con mi verborrea habitual, y sólo dejo fotografías de las cosas a las que me he dedicado, y los lugares donde he pasado los últimos días en Vietnam.

REENCUERNTRO SABROSO

Justo cuando mis nuevos acompañantes aterrizan en Vietnam, como no podría ser de otra manera, nada de lo planeado sale, ya que nuestro avión se ha retrasado por 6 horas, teniendo que buscarse la vida para llegar del aeropuerto al hotel de Hanói, por las directrices que yo les había marcado a través de sms.

Cuando llegamos al hotel, por fin estamos los 5 juntos, mi hermana y mi prima, me envían saludos de Ani, Paula, Fina y Vicky, ávidas lectoras del Taravitazo, los cuales agradezco, pero a las que alecciono, a que dejen un comentario, ya que a estos dos viajeros, les reconforta más que los “ve y dile”.

También nos traen saludos de Ángel padre e hijo, jamón y embutidos de contrabando, los que ya me había mentalizado en no volver a saborear, hasta mi vuelta a España, y que hacen las delicias de mi compañera y de un servidor cuando los catamos.

LA GRAVE ENFERMEDAD

Al día siguiente, salimos hacia la bahía de Halong, con mal tiempo, lo que hace que el lugar se disfrute en menor grado, pero que en absoluto vela la hermosura del lugar.

Siendo en estos días, cuando a Sergio y Maruxiña, comienzan a tener los síntomas de la enfermedad, que ya llevo arrastrando un tiempo, el temido “Taravitazo”, y en el momento álgido de la sintomatología de la enfermedad, sale a la luz las consecuencias de esta. Maruxiña y Sergio, proponen el ir a ver a Malasia el Gran Premio de la Formula 1, y un servidor, que es enfermo crónico, no sabe cómo poner freno a esta locura.

En un principio, en absoluto está en mis planes, el cambiar de país, ni el hacer una pausa, pero me dejo llevar en volandas por la ilusión que desprenden los dos enfermos, y acabo aceptando la propuesta. Mi hermana y mi prima que llevan en sus cuerpos vacunas para todo, y me imagino que también para “El Taravitazo”, en un primer momento se unen, pero poco a poco la consciencia y la lógica, van haciendo mella en sus mentes, y finalmente rehúsan el unirse a nosotros, permaneciendo los cinco días que durará la aventura recorriendo una parte de Laos.

LAOS

Tạm Biệt Vietnam, Sabaidy Laos

El 27 de Marzo, después de seis meses y medio en Vietnam, salimos por la frontera de Nam Xoi, a Laos, siendo esta según la guía, solo para aventureros, y confirmándose posteriormente, este comentario, ya que el camino hasta llegar a la misma, se encuentra lleno de baches, y nos obsequia como regalo de despedida, hasta un desprendimiento, 20 kilómetros antes de llegar al final.

De las cinco personas, que ahora nos encontramos, Sergio, Maruxiña y yo, vamos en moto, y mi hermana, y mi prima, viajan en autobús. Hemos quedado dentro de cuatro días en Vientián, la capital de Laos, lo que nos obliga, a realizar un recorrido constante de pocas paradas en los lugares de final de jornada, por lo que no podremos disfrutar de ellos.

Cuando llegamos a la frontera, realizamos los trámites oportunos, para pasar con las motos a Laos. Debemos pagar en la frontera de Vietnam 20 $ por moto, y en la de Laos, 35 $ por persona, por el visado.

En la frontera, constatamos que este paso, no es para turistas, ya que tanto los lugareños, como la policía de frontera, se quedan sorprendidos al vernos, pero nada les sorprende más que ver a Sergio, de la manera que arranca su moto (a empujones), y tiene decidido, el llegar con ella hasta la capital.

CINCO NOTABLES DIFERENCIAS

Una vez dejado atrás la frontera, mis acompañantes, constatan, lo que anteriormente les había dicho de Laos, la diferencia tan grande que hay entre los dos países, a pesar de ser vecinos.

Lo primero, la ausencia de vehículos, ya que en un trayecto de 40 kilómetros, desde la frontera hasta Vieng Xai, primer pueblo donde vamos a dormir, solo encontramos, dos vehículos de cuatro ruedas, y cuatro motos.

Lo segundo, la amabilidad de los laosianos, que hablan en tono moderado, sin gritos, y sonriendo siempre, algo que dista mucho, de los chillidos estridentes, y del nerviosismo, de sus vecinos.

Lo tercero, es que a pesar de que Laos es un país, más pobre que Vietnam, tanto las gentes, como su entorno, son mucho más limpios, que este.

Lo cuarto, es que el país, a pesar de no tener mar, es más bonito que el anterior, y mucho mas autentico, que Vietnam, ya que sus gentes, conservan, más sus tradiciones, cultura, y manera de vestir, que el comunismo, no ha extirpado, de una manera tan pragmática.

Y lo quinto, y quizás, peor, ya que nos hemos acostumbrado demasiado bien, es que es entre un 20, y un 30 %, más caro que Vietnam, por ejemplo, los cafés, y las bebidas, siguen valiendo, 50 cent. un café, y 60 cent. una cerveza, pero los hoteles, comida, y gasolina, incrementan su precio, nada más pasar la frontera.

FRÍO Y BUENA COMIDA

Por fin llegamos a Vieng Xai, con un frío, que cala en nuestros huesos, hasta que una ducha caliente de media hora, lo erradica. Esta pequeña población, solo tiene para ofrecer al visitante, la visita a unas cuevas, que no son de lo mejor que este país, puede ofrecer, pero hace que el pueblo, cuente con cuatro hoteles, y podamos escoger entre ellos, y entre sus restaurantes, para degustar la deliciosa comida de Laos, en mi opinión, mucho mejor que la de Vietnam, ya que aun no he probado en Laos, algo que no me guste, posteriormente, lo constatan también Sergio y Marusiña.

En el segundo día de camino, entre Vieng Xai, y Phonsavan (250 km.), cuando llegamos a Sam Neua, población, que dista 28 kilómetros, de nuestra salida, ante el frío creciente, y la lluvia que cae, Maruxiña, decide que el resto del trayecto, lo hará en autobús.

Continuamos camino, Sergio y yo, serpenteando por montañas, y valles, en los que el paisaje es tan sublime, que en ocasiones hace que olvidemos el frío, al que nos está sometiendo este país, además, el asfalto de la carretera, hace que las mejores carreteras de Vietnam, se ruborizaran, si se tuvieran que comparar.

DERRAPE Y CAÍDA

A la salida de una curva, Sergio, derrapa y cae al suelo, cuando llego al lugar, lo encuentro, maldiciendo a la carretera, a la moto, y a unos chicos que se encuentran al lado de él. Pero pronto compruebo, que la peor parte de la caída, se la ha llevado la moto, la mochila, ya que está totalmente embarrada, y el orgullo de mi amigo, que en un acto de dignidad, no tarda en volver a subirse a su moto, arrancarla a empujones, y continuar camino como un valiente, eso sí, con el foco, el cuenta kilómetros, y los intermitentes, desmigándolos por el camino, como si se tratara de Hansel y Gretel, que van dejando migas de pan, para luego recordar el camino de vuelta.

Por fin llegamos a Phonsavan, donde recogemos a Maruxiña, que ya nos espera en la estación de autobuses, y buscamos un hotel.

LAS 600 JARRAS

Esta población, es capital de provincia, y cuenta en sus alrededores, con uno de los atractivos más visitados de este país, “La llanura de las jarras”, son varias llanuras, distantes entre sí, unos 35 km, que cuentan con unas 600 jarras en total, de un peso de entre 600 kg, a una tonelada, desconociéndose, la utilidad de estas, ya que hay varias versiones de la utilidad, unas dicen que ornamentos funerarios, otras, que para la fermentación de alimentos, otras que como sarcófagos, no poniéndose ninguna de ellas de acuerdo, a excepción de que tienen una antigüedad de 2.000 años. Lugar que tampoco podremos visitar en esta ocasión, pero que tengo a buen seguro que sí lo haremos en posteriores visitas.

CON FRÍO ASIÁTICO

Al día siguiente, salimos de Phonsavan, después de haber pasado una de las noches más frías, que hemos tenido en todo el sudeste asiático, tapados con mantas, y siendo corto el abrigo, que nos procuramos. Nos dirigimos a Vang Vieng (250 km.), donde esperamos encontrar el calor que tanto anhelamos, y esperando que Ra nos honre con su presencia.

No tardamos, en pasar de el frio, a una calor propia de un junio en Córdoba, acompañada de una carretera, que hace las delicias, de los que la transitan, por el bello paisaje, el magnífico asfalto, y sus curvas con peralte, todos pensamos en lo mismo, adiós abrigo, hola bañador.

VIEJOS JUEGOS FLUVIALES

Llegamos a Vang Vieng, población famosa entre los turistas, por varias cosas, la primera es el tubing, esto consiste, en alquilar un flotador, que es la recamara d la rueda de un camión, y con ella deslizarte por el río, que baña esta ciudad durante 3 kilómetros,  dejándote arrastrar hasta la orilla, por los trabajadores de los numerosos chiringuitos, ubicados en el recorrido, y en cada uno de ellos, tomar cervezas o cócteles, para después disfrutar de los trampolines, toboganes, o tirolinas, los cuales acrecientan el peligro, de los posibles espaldarazos, que te puedes dar al lanzarte al río, en proporción con el alcohol, que llevas en tu cuerpo.

La segunda, es por los menús que ofrecen la gran mayoría de restaurantes que tiene la ciudad, y no son famosos precisamente por la calidad de estas, sino por su ingredientes (opio, Marihuana y setas), siendo estos capaces de transportar al comensal, a las galaxias más remotas, por lo que no debe de sorprender al viajero, el encontrar a turistas en la calle, intentando conversar con perros, objetos inanimados, o con otros viandantes, sin tener motivo alguno para hacerlo.

Decidimos quedarnos en la ciudad, los dos días que tenemos de sobra, antes de la fecha en la que habíamos quedado con mi hermana y mi prima, ya que el tercer motivo para visitar esta ciudad, es el paisaje, y el confort de sus hoteles, que ofrecen a todo aquel que no le interesen los otros dos reclamos.

TUBING CERVECERO

En el segundo día, decidimos practicar el tubing, desde muy temprano, ya que no sabemos el tiempo que tardaremos en realizar todo el recorrido, y tienes un tiempo límite hasta las 6 de la tarde, para entregar el flotador en la oficina de alquiler, si no quieres que te cobre 7$, de recargo.

Pagamos un total de 12 $, en concepto de alquiler y de fianza, y un tuc tuc, nos lleva 3 km. río arriba, donde nos deja ya en una terraza, en la que tienen dispuestos diversas cabañas con alfombras en el suelo, y donde nos ofrendan con un coctel de bienvenida.

En un primer momento, decidimos parar en todos los chiringuitos del río, pero ante la cantidad de estos, decidimos, que solo es apto, para personas, con un previo entrenamiento, en cervezas y vinos con una antigüedad, superior a un año.

Por lo que continuamos camino hacia el final de trayecto, haciendo caso omiso, a los reclamos de los trabajadores de los chiringuitos, y a sus cuerdas, que una y otra vez, lanzan hacia nuestros flotadores.

Terminamos el recorrido, justo 20 minutos antes del cierre, por lo que es recomendable para el que realice este trayecto, que no se entretenga demasiado en el camino, si no quiere pagar el precio abusivo, que le imponen a el flotador.

A la mañana siguiente, salimos hacia Vientián (150 km.), sabiendo que volveremos a Vang Vieng, ya que tiene unas cuevas, importantes para visitar, y porque está en el cruce de varios lugares de obligatoria visita en este país.

CERRANDO EL CÍRCULO

Sobre las tres de la tarde, después de realizar los 1.000 km. que separan Hanói de Vientián, llegamos ante mi asombro, a la puerta de mi antiguo hotel en esta ciudad, cinco minutos después, como si hubiera estado todo perfectamente planificado, mi hermana me llama por teléfono, y me comunica, que se encuentra a tan solo 300 metros de nosotros. Cogemos habitación, nos aseamos, y salimos a ver el atardecer sobre del Mekong, sobre Tailandia, la cual se encuentra al otro margen del rio, disfrutamos plácidamente de este, como si de una recompensa de final de trayecto se tratara.

Por la noche, salimos todos juntos, a cenar, y a tomar unas cervezas en uno de los mejores locales de esta ciudad, en el que ponen música en directo, y que posteriormente dejaré la dirección.

En el pub, acompañados por los acordes de la guitarra de un artista local, conversamos animadamente, intercambiando anécdotas del viaje, y las diferencias entre este país, y el que ya hemos dejado atrás. También organizamos, lo que será el resto de la semana, claramente marcado, por el viaje a Malasia, donde viviremos algo que no estaba en la hoja de ruta de mi viaje, pero que tiene perfecta cabida en lo que ya es la enfermedad comúnmente conocida como “El Taravitazo”.

 

Vietnam (XXVI)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

Marchamos de Bao Lac temprano, ya que nos espera un largo trayecto hasta Cao Bang de 175 km., por carreteras, que no son de las mejores.

No tardamos en sentir el frío en nuestras manos, cuando realizamos el ascenso a puertos de montaña, que llegan a los 1.500 metros. Aunque el paisaje, lo minimiza, a mi modo de ver, Maruxiña no es de la misma opinión, indicándome que pare un par de veces, para estirar las piernas, y dar saltos para entrar en calor, las mismas que aprovecho para hacer alguna foto desde un alto de montaña,  aprovechando el descuido de la niebla, que no cesa de tapar las buenas vistas.

 

CARNE Y COL CONTRA EL FRÍO

Llegamos a Nguyen Binh, localidad, que ya sólo dista del destino 45 km., a la hora de comer. Decidimos hacerlo en un restaurante, que esté a cubierto del frío, haciéndolo, en uno cerca del mercado.

Probamos los mejores rollos de carne y hojas de col al vapor, que hemos comido en este país, junto con otros de arroz fritos, en compañía de un saltamontes, que se posa en los cubiertos.

Justo a la salida del pueblo, comienza lo que se va a convertir en todo un infierno de carretea, pues aún nos queda que pasar un puerto de montaña, y la carretera está en toda su extensión embarrada, por desprendimientos. Comenzamos el ascenso, y a los 15 km. tenemos una caída, no es nada grave,  ni Maruxiña, ni la moto, ni el equipaje sufre daño, ya que lo amortiguo yo con mi codo y rodilla, los cuales sí sufren la rozadura del asfalto que hay bajo el barro .  Maruxiña, en un primer momento, lejos de agobiarse, decide que hay que sacar una foto del momento, para tenerla de recuerdo.

Nos ponemos en pie, y apretando los dientes, continuamos camino, que cada vez es más duro para mí, ya que mi pantalón se ha rajado, y me escuecen las heridas.

REGATEANDO CON AYUDA ORIENTAL

Tres horas después, por fin llegamos a Cao Bang, con la noche ya encima, paramos en un café a la entrada de la ciudad. La chica que lo atiende, al ver el aspecto que tenemos, nos saca un barreño con agua caliente, para que por lo menos nos lavemos las manos, algo por lo que le estaré eternamente agradecido.

Posteriormente, marchamos, dejando a la chica del bar una generosa propina, por su amabilidad, a buscar hotel, en el primero al que nos dirigimos, Hoanh Anh Hotel, comprobamos, por las explicaciones del dueño, que la Lonely Planet, no la actualizan lo que deben, ya que sus precios son considerablemente más elevados que lo que la guía dice. Y nos explica, que esos precios son del año 2006.

Marchamos a otro, y preguntamos precio, son 10 $, y al preguntar por la lavandería, y viendo estas las pintas que llevábamos, nos indican que vayamos a otro hotel que está enfrente que es algo más caro, pero que nos sale mucho mas a cuenta, incluso llaman a la dueña de este, para indicarles que vamos. Atónitos, nos dirigimos al hotel Huong Sen, y comprobamos, que tienen razón, el hotel cuenta con ascensor, unas vistas fantásticas, y es increíblemente más limpio que el anterior, por 12 $ la noche.

GRACIAS BETADINE Y CREMA CICATRIZANTE

Ante la decepción de la encargada de la colada, les dejamos la ropa que esta manchada de barro, para que la limpie, y el resto la lavamos nosotros, aprovechando que la habitación se encuentra en la sexta planta, y tiene un gran balcón, por lo que secará pronto.

Después de una ducha interminable de agua caliente, y de curar mis heridas con el Betadine, y la milagrosa crema cicatrizante, marchamos a tomar un My To (sopa de fideos con huevo), que por fin nos quita el frío que aún tenemos en los huesos. De allí, al hotel, donde descansamos a pierna suelta, de lo que ha sido hasta el momento el día más duro que he tenido en moto, no por la caída, sino por el trayecto.

A la mañana siguiente, hace un sol espléndido, y aprovecho, para bajar a por el desayuno, y lavar mi moto, la cual parece sacada de un rally. Cuando la llevo a lavar, la cara del vietnamita, es similar a la de haberse comido dos kilos de limones, y no cesa de preguntarme, dónde me he metido con ella. Mientras la lavan por el doble de la tarifa (1,20 euros), pienso que las carreteras de Vietnam, son como los ajos, que no sabes cómo serán, hasta dos horas después de haberlas tomado.

Regreso al hotel con el desayuno, y Maruxiña, ya se encuentra levantada, y lavando las mochilas que se encontraban como la moto, con barro hasta en sus bolsillos más escondidos. Decidimos entonces que este día lo vamos a tomar de relax, ya que yo aún sigo algo maltrecho del cansancio del día anterior, y ella quiere aprovechar el sol que hace, para no hacer nada, sólo tomarlo.

MILAGROSA CREMA CHINA

Una vez finalizada toda la colada, y tendida la ropa, puestas la botas al sol, y las mochilas, bajamos a comer en el restaurante del hotel, ya que tiene una pinta excelente, como posteriormente comprobamos.

De allí, marchamos a una heladería para tomarnos el postre en la misma, y nos cobran por dos grandes copas de helado 1 euro, y luego a holgazanear en una terraza con café.

Pasamos el resto de la tarde allí, tomando el sol, hasta que éste decide que es hora de calentar gratis, y nos vamos al hotel, a llamar a los familiares, y a vernos un par de películas.

En esa misma noche, mientras me curo de nuevo,  compruebo los efectos milagrosos de la crema cicatrizante china, que en menos de 36 horas, ya ha casi curado mi herida, programo lo que será el día siguiente, ya que se encuentran cerca mis dos objetivos de la semana, las cascadas de Ban Gioc (87 km.), y la frontera con China más perdida, la de Po Peo (92 km.).

Maruxiña me comenta, que si no le importa al día siguiente, si no hace sol, prefiere seguir descansando, pues no tiene demasiadas ganas de pasar frío, para un trayecto de ida y vuelta.

INCURSIÓN EN SOLITARIO

Por la mañana, después de una noche de lluvia, se encuentra la calzada mojada, por lo que se de sobra la respuesta de Maruxiña, a si quiere acompañarme. Además, me ha prometido, que se entretendrá en coserme los pantalones, mientras yo estoy fuera.

Pongo rumbo al norte, y la carretera, me hace pensar, que mi compañera se ha equivocado, ya que tiene un asfalto y unas curvas, dignas del mejor circuito de motociclismo.

Paso por puertos de montaña, y por picos kársticos, algunos de ellos comidos por improvisadas canteras, que poco a poco van limando su naturaleza.

El sueño se acaba a los 32 kilómetros, ya que la carretera que se ha de coger a continuación, además de tener barro, tiene baches y una gran cantidad de circulación de camiones que se dirigen al paso fronterizo de Ly Van.

Es tan malo el estado de la carretera , que soy testigo en directo de tres vuelcos de camiones , siendo el más grave, también el más gracioso, ya que un camión, se ha salido de la calzada, y ha dado una vuelta de campana, pero el conductor de este sale ileso de la cabina, por la ventana, sin dejar su termo de té, el móvil, y un cigarro encendido, y profiriendo insultos a su interlocutor.

Continúo camino, pensando en más de una ocasión, en volverme y que mi compañera, ha hecho bien en quedarse en camita bien caliente, mientras yo solo lucho contra camiones carretera, y climatología.

Paso por aldeas y continúo por lo que ya deja de ser una carretera y se ha convertido en camino .

MI PRIMERA GRAN REFLEXIÓN

De repente, al final del camino, veo una valla, con dos banderas a cada lado, y el camino se corta, al lado de la valla hay una caseta, y al otro lado un edificio, el paisaje son montes por los que solo deambulan ganado y su dueños.

Paro donde finaliza el camino, bajo de mi moto, y un cartel azul me indica que estoy en la frontera, que al otro lado está China. En ese momento tengo un subidón de alegría y moral, ya que tomo conciencia que he llegado al final de mi camino aquí, que he terminado Vietnam.

Sé que probablemente al lector, esto le puede sonar un tanto extraño, pero para mí el día que puse los pies en este país, fue todo un reto, el comenzar mi camino totalmente sólo, sabiendo cuatro palabras en inglés, y ninguna en vietnamita. Cogí una moto, y con más ganas que razón, comencé mi camino por unas carreteras intransitables, donde las leyes de circulación brillan por su ausencia. He tenido accidentes, de los que he salido con fortuna, he experimentado sensaciones, con las que sólo antes había soñado, he conocido a personas que han abierto mi mente, y otra cultura que ha dejado su rastro para siempre en mi manera de pensar.

Pero el primer día que cogí mi moto, me planteé firmemente el reto, de acabar este país en ella, ya que de hacerlo, sabía que tendría el arrojo y constancia necesaria para continuar mi camino.

No me voy a engañar, sé que aún me esperan mil y una aventuras que pasar, que probablemente, malos tragos que digerir, y buenos que saborear, nuevas gentes que conocer, y culturas de las que aprender. Pero lo que a partir de ahora tengo ya muy presente, es que he empezado a andar, y que muy pocas cosas me harían volverme atrás. Nunca antes había tenido este sentimiento, pero en ese momento, y sólo en ese momento, en plena soledad, en el lugar probablemente más apartado de todos donde he estado, allí donde no hay carretera para seguir, donde todo se acaba, y donde el paisaje es el más estéril que he visto de este país, estoy emocionado y lleno de felicidad, en la última y más perdida frontera con China.

A LAS CASCADAS CON GPS HUMANO

Una vez me repongo de mi emoción, vuelvo a montar en mi moto, y deshago mi camino, en busca de las cascadas de Ban Gioc. Debido a la ausencia de carteles indicadores, me tengo que parar en las aldeas, para preguntar a sus gentes, y en una de ellas, un hombre, con claros síntomas de intoxicación etílica, se decide a subirse a mi moto sin invitación por mi parte, para indicarme el camino. Me mete por caminos de tierra, hasta llegar a una cerca metálica, la cual levanta para que pase, yo sigo la corriente, y paso bajo ella, cogemos caminos distintos, y hacemos un par de kilómetros, hasta que llegamos a otra cerca, la cual también levanta. Al pasar por esta, miro a los lados, y me percato, que por dos kilómetros, he estado transitando por China, sin pasaporte, y mucho menos sin visado de entrada. Dejo en la primera aldea que encuentro al vietnamita, y decido continuar camino, dejándome llevar por otros lugareños, con más luces, y menos alcohol, no sin antes, darle 40 céntimos a este, por haberme hecho de cicerone por dos kilómetros en China.

Por fin después de varias aldeas , y varios interrogatorios a aldeanos, cojo una carretera, la cual me lleva hasta las cascadas. Estas, debido a que es la temporada seca, no son ni por asomo, lo que he visto en fotografías con anterioridad.

DECEPCIÓN EN LA CASCADA

Tienen unos 30 metros de alto, y 300 metros de ancho, caen sobre un lago, y los alrededores de este, llenos de campos de cultivo. En el lago, se encuentra un pequeño embarcadero, con barcas, donde con balsas de bambú, y por 4 euros, te acercan hasta las mismas, oferta que declino, ya que estoy seguro que veré de mucho más cerca cascadas de belleza más sublime .

Pongo de nuevo rumbo por la maldita carretera, hacia Cao Bang, donde Maruxiña me prometió que me esperaría para comer.

Cuando llego al hotel, sobre las cuatro de la tarde, mi compañera está hambrienta, al igual que yo, por lo que decidimos ir a comer, no sin antes explicarle mi experiencia en el viaje, y lo que he sentido al llegar a la frontera. En la comida, mientras degusta con ansias el cuenco de arroz, le explico la anécdota del guía eventual etílico, y lo bien que ha hecho en quedarse en el hotel, debido al mal estado de la carretera.

Finalizamos el día, dando un pequeño paseo, y tomando un café en las terrazas de los bares próximos a nuestro hotel, organizando el camino del día siguiente, donde viajaremos a Lang Son, la capital de provincia más cercana a China, pero sin mayor interés que unas pequeñas grutas, las cuales no tenemos demasiado interés en visitar.

ANÍS POR LOS SUELOS

Al día siguiente, ponemos rumbo a Lang Son, tal y como habíamos planeado, ciudad que se encuentra en la provincia de mismo nombre, la distancia entre Cao Bang y ella es de 130 km, y por los mapas, parece buena carretera, como al principio aparenta.

No tarda en mostrar su lado más amargo, aunque corto, ya que por al menos 40 km., se torna mala y con enormes agujeros, pero los grandes tráilers que circulan por la misma, nos hacen guardar un atisbo de esperanza, de que la cosa mejore, ya que de no ser así, no circularían por ella.

Llegando a la ciudad, la cosa ya ha cambiado, ya que es una carretera estupenda, y pasamos por alguna aldea, en la que secan anís estrellado en el suelo, para luego utilizarlo como medicina. Pero el frío está muy presente, en nuestros cuerpos, ya que la temperatura es de las más bajas que hemos sufrido en este país.

Al llegar a la ciudad, no escatimamos, y nos vamos directamente al mejor hotel, se llama Van Xuan, sus precios, reflejados en el mostrador de la recepción, reflejan una vez más la poca actualización que tiene la Lonely Planet, ya que en su última edición, refleja que el precio no llega a los 10 $, y en realidad es de 11,5$, a 21,5$, desde el año 2008.

Haciendo un inciso, quiero aconsejar al lector, que si tiene en mente el comprar esta guía, la cual sirve para orientar al viajero, no como vademécum del viaje, no se gaste la ingente cantidad de dinero que vale en su país natal, ya que en Vietnam, en las calles de Hanoi, su versión en inglés, se puede comprar por tan solo 2 $.

Después de dejar el equipaje en la habitación, que desde la puerta, tiene unas magníficas vistas al lago de la ciudad, nos vamos a tomar un Pho, bien caliente, que nos haga entrar en calor.

¡A LA PLAYA!

Al volver a la habitación, miramos el tiempo que va a hacer en la próxima semana, ya que al haber terminado mi viaje por este país, y teniendo aún por delante 12 días, hasta que lleguen nuestros nuevos acompañantes, en los cuales poco o nada tenemos por hacer. Vemos que el tiempo no mejorara en al menos 8 días, por lo que Maruxiña que tiene unas ganas locas de pasar calor, y tener el mar cerca, decide sacar unos billetes de avión para el sur, y disfrutar por esos días de las playas de Mui Ne.

En un primer momento, no acojo la idea con demasiado agrado, pero luego, pienso en que mi compañera, ha sido infatigable, por dos meses, apoyándome en todas mis decisiones, ha sido paciente y tolerable, en todas las incidencias que nos han surgido, además, de no poner pega alguna por el itinerario, que yo he decidido seguir, por lo que menos que puedo hacer por ella es tostarme al sol en un playa del sur de Vietnam, por al menos 10 días.  Además, tengo otra ventaja, y con lo que ya no contaba, volveré a ver a mi enamorada Saigón, por lo que será un viaje placentero para las dos partes.

Al día siguiente, llegamos a Hanoi, en tan solo dos horas y media, ya que la distancia entre Lang Son y la capital es de 150 km., y con una buena carretera.

Entramos en la ciudad, por instinto, y por instinto encontramos el barrio francés, en esta ocasión, sólo nos quedaremos dos días y una noche, pero lo mejor de todo, es que he podido contactar con mi amiga Chang, y por la tarde hemos quedado con ella.

Después de la rutina de siempre de desembalar todo, ducharnos, y comer, nos acercamos a la tienda nueva de cuadros donde trabaja Chang, cuando la veo, me da mucha alegría, inmediatamente nos ponemos al día, y Maruxiña, comprueba lo buena chica que es.

Después del trabajo, quedamos con su novio, al cual por fin conozco, y tomamos unos cafés, en tertulia, mientras mi amiga me cuenta sus proyectos, y de que al final no se casará hasta el 2013, ya que en Vietnam, después de casarse, en el año siguiente, hay que tener los niños, algo para lo que ella aún no está preparada económicamente.

Posteriormente marchamos a cenar, donde continuamos con la conversación distendida de antes, y al finalizar, nos despedimos, y nos prometemos, que el 22 nos vemos.

Marchamos para el hotel, y nos vamos pronto a dormir, aunque Maruxiña, esta sobre excitada, por la ilusión que le hace que al día siguiente por la noche, nos desharemos de nuestros forros polares, y bienvenidas sean las prendas de verano.

En el día siguiente, realizamos todas las gestiones, necesarias, para que cuando regresemos a Hanoi, no tengamos demasiados problemas, en finalizar nuestro periplo por Vietnam, pero conociendo como conozco este país, eso es imposible.

EN AUTOBÚS AL AEROPUERTO

Sobre las seis y media de la tarde, cogemos el autobús al aeropuerto de Hanoi, la información que doy a continuación, puede ahorrarle un buen dinero al lector que quiera venir a Hanói, ya que los dos autobuses que realizan el total del recorrido, valen 20 céntimos uno, y 12 el otro, mientras que un taxi, cuesta 20 $ .

Se coge el autobús en Hoan Kien Lake, en el distrito francés, el número de autobús es el 14, cuesta 3.000 vnd (12 cent.), se baja uno en Long Bien, y allí se coge el número 17, que cuesta 5.000 vnd (20 cent), y su final de trayecto es Noi Bai, o sea el aeropuerto. El trayecto total dura sobre hora y media, contando el trasbordo, y los revisores del autobús, ya te indican dónde bajar. Para coger el autobús en el aeropuerto, basta con salir por la puerta de la segunda planta, ir hacia la izquierda, y siguiendo la carretera, se encuentra a 400 metros, vamos más sencillo imposible.

El viaje de Hanói a Saigón, lo sacó Maruxiña, por internet, en la compañía Jet Star Pacific, que es la compañía de bajo coste de Vietnam. Los dos billetes salieron por 187 euros ida y vuelta, sin facturar, pero si se lleva una bolsa o maleta pequeña, no te la pesan, ni te la miden, el peso máximo que puedes llevar son 7 kg., pero si ven que la bolsa la llevas en bandolera, ni se molestan en pesarla.

Llegamos a Saigón a las 12,30 de la noche, cogimos un taxi, ya por 6 euros, que por las horas no había autobús al distrito uno.

BOFETADA DE CALOR

A la salida del avión, la ciudad nos recibe con un cálido abrazo, hemos pasado de estar a 12 grados por la noche a 25 en solo dos horas, lo que acogemos con mucha alegría.

Llegamos al hotel rendidos, y no tardamos en caer dormidos, no sin antes tener que enfriar la habitación con el aire acondicionado.

Al día siguiente, me levanto muy temprano, ya que estoy muy excitado, por volver de nuevo a esta ciudad, y sobre las siete y media de la mañana, salgo del hotel, dejando a Maruxiña, haciendo una de las cosas con las que más disfruta, dormir.

Salgo a la calle, y todo el distrito bulle ya de gente, aunque se nota que apenas hay turistas a estas horas. Lo primero que hago, es tomar un café con hielo, en una de las calles que más me gusta, pues se puede disfrutar viendo el trajín de los habitantes. Lo segundo, ir a saludar a los dueños de mi antiguo Hotel, que no han podido hospedarme en esta ocasión, por la poca antelación con que les avisé, pero sí he reservado para mi vuelta de la playa.

Sobre las ocho y media, despierto de su letargo a Maruxiña, y nos vamos a tomar otro café, ella está encantada con el calor, y deseosa de sacar los billetes de autobús, para ir a la playa. Algo que hacemos inmediatamente después, en una agencia cercana. El precio del autobús-cama de Saigón a Mui Ne, de Mui Ne a Nha Trang, y la vuelta a Saigón durmiendo, nos sale por 22 $ cada uno. También reservamos el hotel de Nha Trang en la agencia por 15 $ con desayuno incluido, algo un poco caro, pero como ya estuve allí, sé que es un lugar no muy económico, el de Mui Ne, ya me encargo de hacerlo por mi cuenta, en mi antiguo hotel, que es de bungaló.

MERECIDO DESCANSO DE “EL TARAVITAZO”: voten por favor

En la semana que viene, poco aburriré al lector, contando de nuevo, lo que ya he visto. Por lo que “El Taravitazo”, estará una semana sin publicarse, y arrancará de nuevo, con la llegada de mi familia y amigos, el resumen del país, habitantes, y experiencias vividas en él, y el inicio de mi camino a Laos, un país que creo como de los más desconocidos para los lectores, pero de los más interesantes que hay en el Sudeste Asiático.

Ahora que finalizo Vietnam, a todos los lectores de ”El Taravitazo”, quiero animarlos, a que dejen un comentario, sobre qué fotografía elegirían como más representativa de este país, y la crónica y fotografía que más le ha gustado, ya que los lectores, son tan partícipes de esta aventura como un servidor.

En esta semana, he experimentado buenas y malas sensaciones, la peor quizás, fue la del trayecto por el barro, y la mejor, la llegada a la frontera con China, y la excitación, por haberme recorrido ya todo el país.

El que no haya ni una sola provincia que me haya quedado por visitar, y el finalizar un proyecto que en su día fue una locura, y que con el tiempo, ha ido tomando forma, y con suerte, he podido terminar, en el lugar más inesperado que pude llegar a pensar.

 

Vietnam (XXV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Llegamos a Hanoi, en una buena mañana de sol, y dándonos la bienvenida “Californication”, de Red Hot Chili Peppers, enseguida entramos en el barrio francés, y en nuestro hotel, donde Raúl, nos ayuda a deshacer el embrollo de pulpos que atrapan nuestras mochilas.

Nos da la habitación 201, que en esta ocasión, la podemos disfrutar, ya que su balcón da a la calle. Después de una ducha, nos vamos en primer lugar a comer, y en segundo al lugar que se ha convertido en el preferido para Maruxiña en Hanoi, la tienda de batidos de frutas.

Más tarde, pasamos por la oficina de Hai, donde por fin cerramos el viaje a la bahía de Halong, para mi familia y Sergio, lo hacemos por 80 $, es el precio más barato que he encontrado en todo Hanoi.

RELACIONES PÚBLICAS

Por la noche, deambulamos por las calles, la esquina caliente, y nos vamos pronto a la cama, aunque al día siguiente no tengamos previsto el marcharnos, ya que Hai, nos ha invitado a comer.

En la mañana nos dedicamos a pasear por lugares que no habíamos estado antes de la ciudad, haciendo tiempo, para ir a comer, con nuestra anfitriona, y más tarde hemos quedado con Moon, para tomar una cerveza, por lo que pasamos el día de visitas a lo que se ha convertido en amigos de los dos.

El Lunes, salimos de Hanoi, a la perfección, gracias a las indicaciones de Ham, una trabajadora eficiente que tiene Hai, y a lo bien que se desenvuelve mi compañera con un mapa.

Llegamos a Tuyen Quang, donde había estado con anterioridad, en el mismo hotel, y cenamos en el mismo lugar, donde la última vez comí pato asado, el más delicioso que hasta la fecha he probado en mi vida, estando Maruxiña de acuerdo conmigo cuando lo prueba.

UN POCO DE MANTENIMIENTO Y MUCHO COCHINILLO

El martes, salimos dirección a Ha Giang, con lluvia, llegando a nuestro destino con un sol radiante. Al entrar en la ciudad pinchamos, y aprovecho para cambiar el aceite de mi moto, la rueda delantera, y la recámara de la trasera, todo por 12 euros.

Por fin llegamos al lugar que tenía más ganas de ver de esta ciudad, el restaurante de mi amigo Nguyen, la dirección, para los que quieran comer el mejor cochinillo que se come en Vietnam es

El número 1 de Pho am Thuc, de Ha Giang.

Nguyen se encuentra en la puerta, tal y como si me estuviera esperando, al llegar se alegra enormemente, y para celebrarlo, saca dos jarras de vino de arroz con canela, un plato de pollo, y cochinillo asado.

Hablamos durante un buen rato con ayuda del traductor, y me cuenta apesadumbrado, que su mujer está enferma, que al día siguiente marcha para Hanoi, para que le hagan diálisis.

Posteriormente, sus nietos, se unen a nosotros, y todos nos saludan efusivamente, y me dicen que Maruxiña es muy guapa, mientras ella, no puede hacer entrar en razón a todos, que es imposible el que pueda comer más, mientras una y otra vez le van llenando el plato con carne y arroz.

En la sobremesa, nos invitan a su casa, y vuelven a sacar pasteles de arroz, y más cerveza, al final debemos de huir, hacia nuestro hotel, prometiéndoles que a la noche regresamos.

SOPA, ANÍS Y AMISTAD

Después de una ducha, y un descanso, regresamos a casa de mi amigo, este nos obliga a comer una sopa que ha preparado, mientras ríe constantemente, y una y otra vez, me golpea en la espalda, y estruja a Maruxiña, la cual está encantada, con la amabilidad de la familia entera.

Aprovecho, para darle la botella de anís, que le encargué a Ángel, y de esta manera, quito de mi mochila los tres kilos que hacen que cuando un vietnamita intenta cogerla, se acuerde de mi y toda mi familia.

Cuando la velada llega a su fin,  me despido de Nguyen, y de su mujer, a los que no volveré a ver más. Se emociona, y me da un fuerte abrazo, yo por mi parte, sé que dejo atrás a una de las mejores personas que he conocido, y que me ha tratado muy bien, pero como siempre digo, y no me cansaré, el viaje debe de continuar.

INFORMACION CONFIDENCIAL

El día siguiente, lo aprovechamos, para sacar el permiso que se necesita para ir a la provincia de Cao Bang. En esta ocasión, no me quiero arriesgar a irme sin él, ya que en la provincia permaneceremos por al menos cuatro o cinco días.

En el hotel, nos quieren cobrar por hacérnoslo en la oficina, 20 euros, pero como ya tengo tablas en este país, les pregunto la dirección de la misma, la guardan como si fuera la receta de la coca cola, y después de insistirle en cinco ocasiones, al final me la dan, la cual paso a poner a disposición del que lo necesite, ya que no viene en ninguna guía

“en el numero 5, de la Calle Duong tran Quoc Toan”,

abre desde las dos de la tarde a las siete y media, el permiso nos salió por 12 euros, y para que se enteren todos NO SE NECESITA CONTRATAR UN GUIA, Y HAY QUE PAGAR UN SOLO PERMISO DE 1 A 4 PERSONAS. Hago hincapié en esto, ya que en las guías,  te confunden y son contradictorias la información que hay sobre esto.

UN POCO DE TRIAL Y UN MUCHO DE ETNIAS

Por la mañana, salimos con la intención de llegar por fin a la provincia de Cao Bang, pero no a la ciudad de ésta, de nombre igual, ya que es un recorrido de más de 250 km, por carreteras estrechas, y ya que hemos sacado el permiso, queremos degustar con tranquilidad toda la provincia.

Salimos de Ha Giang, y cogemos una carretera, que desde el primer momento, nos dice cómo será el resto del camino, estrecho, con subidas donde tengo que hacerlo en primera, y bajadas de infarto, con algo de lluvia, lo que hace que me alegre enormemente de haberle cambiado la rueda delantera a mi moto.

Pasamos por un paisaje que vale la pena todos los malos tragos que nos hace pasar la carretera. No tardamos en cruzarnos con gente de diversas etnias, diferenciadas todas ellas por su manera de vestir, trabajando el campo, o vendiendo sus productos a pie de carretera.

Llegamos a la mitad y cuarto de camino, a Pac Miau, donde decidimos comer, ante la insistencia de la lluvia, y casi nos quedamos en él, de no ser porque la lluvia nos ha dado tregua, al finalizar el almuerzo.

EL COLMO

Continuamos camino, hasta Bac Lau, final de la primera jornada de camino, vamos serpenteando por la carretea, que se contonea al ritmo del río Gam, de las bellas montañas, y de “Song to the Siren”, de This Mortal Coil, que suena en mi mp3. Pienso entonces, que pocas cosas más le puedo pedir a Vietnam.

Llegamos a la población, encontramos alojamiento en el único hotel del pueblo, y después de una ducha, salimos a explorar el pequeño pueblo. Con 10 minutos de excursión, tenemos más que suficiente, ya que éste no da más de sí, y nos vamos a tomar café.

Una vez que estamos en el establecimiento, no tardamos en tener compañía, pues se sientan a nuestro lado varias personas, que nos dan conversación, y nos ofrecen cerveza, la cual aceptamos, y conversamos con nuestros anfitriones.

COFRATERNIZANDO CON LOS CAMARADAS

Posteriormente, decidimos marchar todos, en total somos cinco, a cenar, y a invitarlos nosotros, ya que no han dejado que pagáramos nada en el establecimiento anterior. El restaurante, se encuentra repleto de gente, nuestros nuevos amigos, nos comentan que en el pueblo se celebran unas jornadas de encuentro entre los representantes del partido comunista, y funcionarios, de todas las aldeas y pueblos de tres comarcas.

No tardan en levantarse de sus mesas, los jefes de las distintas comunidades, para brindar con nosotros , una vez finalizados los brindis, comemos, ya que es necesario llenar nuestros estómagos, ante la posibilidad de que el alcohol, nos afecte demasiado.

Nos piden todo un festín de pollo, cerdo, y diversas verduras, todo típico de la zona, y cuando lo comemos, comprobamos, que es una de las mejores comidas que hemos tomado de Vietnam.

ZANFARRANCHO DE LICOR Y BAILE

Al finalizar, y para ser considerado con las personas que han venido anteriormente a brindar con nosotros, decidimos, llevar una pequeña botella de vino de arroz, para devolverles el brindis.

Craso error, que juro no volveremos a cometer, pues al acercarnos a sus mesas, con la intención de brindar, todas las mujeres que hay alrededor de estas, incluso la representante de las etnias, se levantan automáticamente, y nos introducen en nuestras bocas queramos o no chupitos, de licor, incluso dos a la vez . Cuando perdemos la cuenta de lo que nos han hecho beber, huimos a nuestra mesa, a refugiarnos, ante las risas de todos, pero ellos continúan persiguiéndonos por el restaurante, llevando consigo como armas un vaso y una botella de licor. Tenemos que finalizar la cena precipitadamente, ante la posibilidad de acabar con una cogorza que nos impida ir al karaoke, donde nuestros amigos desean invitarnos.

Cuando llegamos al primer karaoke, el cual es medio puticlub, los únicos funcionarios que se encuentran en él son policías, los cuales quieren también brindar con nosotros. Comenzamos así un rosario, yendo de karaoke en karaoke, y de canción en canción, y cada persona que nos encontramos, persona que insiste en invitarnos a beber, y a comer fruta, al final nos arrancamos a bailar, haciendo Maruxiña las delicias de todos con sus contoneos, y demostrando sus años en academias de baile.

UN POCO DE MERCADO

Finalizada la velada, nos devuelven a nuestro hotel, y nos percatamos, que hemos sido invitados a todo, que lo único que hemos pagado ha sido la cena (9 euros para cinco personas), y porque hemos tenido que insistir fuertemente para hacerlo. Nos damos cuenta también, de lo tremendamente acogedores que son estas gentes, con los extranjeros, y de su exagerada amabilidad hacia nosotros.

A la mañana siguiente, nos levantamos con intención de marchar, hacia la capital de la provincia, pero cuando abro el balcón de nuestra habitación, y contemplo, que es día de mercado, y el ir y venir de personas de diferentes etnias, que se han acercado a él.

Cuando se lo comento a Maruxiña, está de acuerdo conmigo, en que nos quedemos un día más, para ver el mercado, y degustar la tranquilidad, y amabilidad de estas gentes.

TAY BAN NHA, ES DECIR, ESPAÑA

Cuando salimos a la calle, somos mucho más observados por las gentes de las etnias que nosotros a ellos, cuando pasamos por las calles concurridas, las gentes se apartan, y nos hacen un pasillo, pero lo más curioso de todo, es que cuando salimos de tomar un café, ya todos nos señalan con el dedo, y dicen “Tay Ban Nha”, que es como llaman a España en este país, el servicio de información, funciona también en este pueblo como en el mío, pienso irónicamente.

Cuando regresamos de nuevo al café, nos encontramos en él a parte de los chicos que estuvieron con nosotros en la noche anterior, nos saludan, y observamos, que a estas horas, ya se encuentran de nuevo de petróleo, al cual nos invitan, pero declinamos su ofrecimiento, pero no el sentarnos juntos, y conversar.

De allí, marchamos nueve personas a comer, y decidimos invitarlas a todas, ya que en el día anterior, no dejaron que pagáramos en ningún karaoke. Piden comida, como para una boda, pollo a la lima, codillo de cerdo, estomago de vaca, y diversas verduras, sobra de todo, cuando pagamos la cuenta asciende a 21 euros.

Pienso entonces que mi amigo Juan de Cantabria, tenía razón cuando me dijo, que con doscientos euros, es posible el casarse en este país.

EPÍLOGO

Después de la comida, hacemos una pequeña sesión de karaoke, para no defraudarlos por su insistencia, y prometiéndonos que mañana sin excusas marchamos, ya que corremos el peligro de quedarnos a vivir es este pueblo, que tiene un maravilloso paisaje, y unas gentes con gran corazón.

En la próxima crónica, estaremos ya en la capital de provincia, llegaremos a las cascadas más famosas de este país, y terminaremos llegando a la última frontera con China.

En esta semana, nos hemos despedido de amigos, y hemos conocido a nuevos, nos hemos adentrado en una provincia, que por la necesidad de sacar un permiso, hace que no sea demasiada visitada por los extranjeros, haciéndola una provincia virgen, y a la que es de necesidad que el viajero venga, y que lo haga fuera de tours, ya que de esta manera, no se perderá lo mejor que tiene sus gentes.

 

Vietnam (XXIV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Comenzamos el recorrido de la ruta Ho Chi Ming, desde Dong Hoi, en lo que antes era Vietnam del Norte, ya que cuando ésta llegaba a la Zona Desmilitarizada, en el centro de Vietnam se adentraba en Laos y Camboya, para poder suministrar con más avidez y menos riesgo a los rebeldes del sur.

Además, ninguno de los que hicieron la ruta, conocía todo su recorrido, ya que de esta manera evitaban el desvelarla, si eran capturados por el enemigo y poner en peligro a sus compañeros. En la ruta, había hospitales, almacenes para los víveres y armas. Participaron ingenieros vietnamitas, cubanos y rusos, los cuales eran los encargados de la construcción de puentes, y lugares para el cobijo y descanso de los que la realizaban.

GPS LOCAL CON CERVEZA

Partimos hacia Phu Minh, para luego en la primera etapa de la jornada, llegar hasta Dong Le, localidad perdida en las montañas, pero que sin embargo es el primer pueblo grande que vamos a encontrar después de 150 km.

Recorremos en un primer lugar aldeas, en las cuales sus gentes, al vernos pasar, se quedan sorprendidos, por lo que deducimos no hay demasiados turistas que hagan esta ruta. En la tercera intersección que encontramos, decidimos parar al lado de un gran lago que nos encontramos, de paraje majestuoso, por dos motivos, para descansar de la primera etapa del viaje, y para preguntar el camino a seguir

Encontramos a un amable lugareño, que se le acerca a Maruxiña, para preguntarle si necesitamos ayuda, y ella inmediatamente, le dice al lugar donde queremos dirigirnos, y él, diligentemente, saca de su casa, un bolígrafo, y dos cervezas, las cuales nos ofrece, y rápidamente, nos hace un plano, con las distancias, y con las indicaciones que encontraremos para que no nos podamos perder, y además nos ofrece que nos quedemos a comer, pero debido al escaso tiempo que tenemos, declinamos la oferta y le agradecemos enormemente su gentileza

LA MEJOR CARRETERA

Proseguimos camino, pasando por parajes de los más bellos que puede ofrecer este país, ríos que serpentean entre montañas, y árboles que llegan a alcanzar 25 y 30 metros de altura, todos ellos frondosos con la vegetación propia de su condición, y henchidos de exuberancia de lianas y flora ajena a los mismos. Es como contemplar el estilo más barroco de la madre naturaleza

Posteriormente, continuamos por la carretera, que para nuestro asombro, es una de las mejores que tiene esta nación, ausente de camiones y autobuses, sólo transitada por motocicletas ocasionales, vacas que se tumban en la carretera, como si esta formara parte de sus dominios, y que ni con el claxon de mi moto al pasar se inmutan, y  búfalos de agua que llevan a sus lomos a sus dueños o tiran de un carro en el que transportan la cosecha de los campos

Sinceramente es un camino que el viajero interesado debería seriamente plantearse explorar esta parte del país que, a la vez histórica, conforma a lo que mi entender es el Vietnam más profundo y bello en igualdad de condiciones que hasta el momento he vivido, tan solo con la única incógnita que hasta el momento tengo planteada, el alojamiento.

HOTELAZO CON CONGELADOR A  LA CARTA

Esta incógnita queda despejada, cuando llegamos a Dong Le, último pueblo de la provincia de Quang Binh, que en sí no puede ofrecer nada más allá al visitante, que un corto paseo por su municipio. Aunque esta población no supera los cinco mil habitantes, nos deja sorprendidos de que tenga dos hoteles. El primero bastante cochambroso, pero el segundo, nos deja boquiabiertos, ya que es muy parecido a un parador, de habitaciones amplias con gran terraza, baño limpio, y un restaurante de los más suculento, que hace nuestras delicias en la cena, ya que el cocinero, nos muestra el congelador, y nos da a escoger aquello que queramos cenar.

Escogemos lomo de cerdo, preparándolo en una salsa de soja muy sabrosa, y con dos boles de arroz, todo ello aderezado con un exquisito servicio, y un precio irrisorio, habitación y cena, por tan solo 10 euros, es lo que tiene el viajar por lugares no quemados por el turismo.

EN MEDIO DE LA NADA

En el día posterior, continuamos camino, bajo una fina capa de lluvia, con final de etapa en Tan Ky, con un paisaje que ya está cambiando de montañas a valles, pero que debido a la niebla, y al frío que hace, poco podemos degustar.

Es una etapa del camino, que lo que más cabe señalar es que la carretera de la ruta, para diferenciarla de las demás del país, las líneas  continuas y discontinuas, son de color amarillo, al igual que si se tratara del camino de baldosas amarillas de “El mago de Oz”, que conducían a la pequeña Dorothy a una aventura de la que no sabía su desenlace, y a nosotros el ir descubriendo la provincia de Ha Tinh, por la que había pasado, pero nunca permanecido en ella.

Por fin llegamos a Tan Ky, es una población que se encuentra en medio de la nada, y nada tiene que ofrecer. Es medio pueblo medio aldea, y en ella solo hay un hotel, que tiene más patio y fachada que buenas habitaciones, las cuales se llenan por las noches, para ofrecer a parejas de novios y otras un tanto más furtivas, el goce de unas horas de intimidad, por el módico precio de 7,5 euros la noche en su versión más lujosa.

OJO CON LA FINA LLUVIA

En el día siguiente decidimos hacer una etapa más corta, de tan solo 80 km. ya que a esa distancia se encuentra la ciudad más grande que nos vamos a encontrar en esta ruta, Thai Hoa, en la provincia de Nghe An. Permaneceremos un par de noches, para descansar, ya que el frío y la lluvia, amenazan con que si continuamos a este ritmo, nos haga caer en algún resfriado, que nos retrase más que la parada de etapa.

Esta etapa, la hacemos en dos, parando a tan solo 15 km. del final en un café, que tiene una excelente terraza con vistas a un lago. En él, el camarero, ya por su amabilidad, y por la ausencia de malicia al cobrarnos, nos hace presagiar, lo que será la ciudad próxima

Cuando llegamos a Thai Hoa, encontramos variedad de hoteles, pero carencia de turistas, nos alojamos en un hotel, de nueva construcción, y que nos deja la habitación a 10 $, siendo hasta el momento la mejor habitación que hemos tenido en este país, con un servicio excelente, que hasta  nos lleva nuestras mochilas hasta la habitación, con dos enormes camas de 1,50, una enorme tv de TFT, de más de 32”, y un baño impoluto, por lo que lo menos que puedo hacer es dejar su dirección:

Hotel Thai Linh, C/Nha So N` 2, ngo 2ª, QL 48, Khoi Kim Tan, Phuong Hoa Hieu, de Thai Hoa

SEÑALADOS POR EL DEDO

Por la tarde paseamos por la ciudad y su mercado, percatándonos aun mas de los pocos extranjeros que han pasado por este lugar, ya que hasta las mujeres salen de las tiendas, señalando con sus dedos a esos dos españoles, que han decidido parar en un lugar que no viene en ninguna guía

En la mañana siguiente, decidimos explorar el pueblo, descubrimos que poco tiene que ofrecer al visitante pasajero, pero mucho al que se queda en él, ya que a la vista es un pueblo muy normal, sin grandes paisajes, y muy común respecto a los demás de este país. Sin embargo con unas gentes muy amables, y como ya he dicho antes con carencia de sentimiento de engaño

Decido entonces comprarme otro traje de agua, ya que el antiguo, lo tengo roto, pues en los túneles de Vinh Moc, se me engancho con una rama y se me rompió, lo compro con el regateo por siete euros. De allí nos vamos a una pastelería que ya había advertido frente de nuestro hotel, y no me puedo resistir a comprar una tarta de cumpleaños, la cual me sale por tan solo tres euros, soy capaz de acabar con ella, ante la atónita mirada de Maruxiña, y de todos los viandantes que me contemplan

QUE MONO MÁS MONO

Posteriormente, al regresar al hotel, en una tienda de electrodomésticos, nos fijamos que en el interior de la misma, hay un pequeño mono, que nos mira a través de las cristaleras, por lo que no podemos evitar el acercarnos a verlo, y la dueña del local nos invita a que entremos y lo podamos acariciar.

Éste inmediatamente se agarra a mi brazo, y trepa aferrándose a él, y dejando que le hagamos todas las carantoñas que se nos antoje, lo malo, es que a la hora de irnos, no se deja arrancar de mi extremidad, ya que se encuentra muy a gusto con el tacto de mi forro polar, por lo que cuando la dueña lo hace, no deja de chillar, y de ofrecerme sus pequeños brazos, para que lo vuelva a coger, para evitar una escena que no me gusta, agradecemos a la propietaria del establecimiento su amabilidad, y marchamos con rapidez.

TERTULIA HISTÓRICA

Cuando llegamos al hotel, los dueños, se encuentran en el hall comiendo fruta, y bebiendo vino de arroz, y al vernos amablemente nos invitan a sentarnos con ellos, y participar del banquete, cosa que nosotros en absoluto declinamos, y pasamos el resto de la tarde en su compañía

Se encuentran en el hall además de la familia compuesta por el matrimonio que son los dueños, su  hijo  y un amigo que trabaja en el hotel. A pesar de que ninguno habla inglés, a través de mi portátil, y el traductor podemos comunicarnos, descubro que el amigo del propietario del hotel, antes era policía, y que estuvo en la guerra con los EE.UU, que participó en la ruta Ho Chi Ming, cuando contaba con tan sólo 16 años.

Después de un rato de brindis, me comentan con un tono de aflicción, tanto el propietario del hotel, como su amigo, que lo que sienten es que después de la guerra, que costó la vida de muchos vietnamitas, ahora EE.UU. y su gobierno, se dan la mano. Les contesto, que siempre hay que mirar al futuro, y no quedarse en el pasado, aunque esto siente mal, pero que tienen que tener la cabeza muy alta, de haber sido el primer país que le ganó a EE.UU. una guerra, y que demostraron a todo el mundo que a un gigante se le puede derrotar, si un país está unido. Cuando terminan de leer lo que les he puesto en el traductor, se levantan tambaleándose por los efectos del alcohol, y me abrazan, ofreciéndome otra copa de vino de arroz, a la que en esta ocasión rehúso, ya que no quiero sufrir los efectos del vino de arroz por segunda vez en un mes.

Nos despedimos Maruxiña y yo de la familia, agradeciéndole su amabilidad, y nos vamos a dormir, ya que al día siguiente tenemos pensado el continuar camino.

HOLGAZANEANDO UN POCO

En la mañana siguiente, al levantarnos, nos tomamos las cosas con mucha calma, tanta, que cuando llega la hora de marchar, es ya demasiado tarde, como para emprender camino, ya que se nos han hecho las 11 de la mañana esperando a que nos dieran la ropa de la lavandería.

Esto poco nos importa, ya que nos encontramos en un lugar en el que estamos muy a gusto, y decidimos coger la moto e irnos hacia el mar, que se encuentra a 50 km. aunque no haga día para bañarse en él. Cuando vamos a salir de la habitación llega el dueño del hotel con una bandeja de comida para los dos, nos quedamos abrumados por la amabilidad, y nos damos el lujo de quedarnos media hora más degustando los deliciosos pasteles de arroz frito rellenos de carne unos, y otros de pescado.

Devolvemos la bandeja a sus dueños agradeciéndoles una vez más las atenciones con las que nos colman.

Marchamos a tomar café, donde paso un rato jugando con una niña, al juego callejero más típico de Vietnam,  se trata de un conjunto de tres fichas parecidas a las damas, las cuales están atravesadas por una pluma, y se le debe de pegar con el pie patadas, y pasarla de unos a otros sin que toque el suelo, hay que tener un poco de pericia, para darle al objeto la dirección y empuje suficiente, para que este no toque el suelo.

FELICIDAD EN LOS GRANDES ASTILLEROS

Después de media hora, ponemos rumbo a Quynh Bang, una pequeña aldea de pescadores. Cuando llegamos, a la entrada vemos un astillero, donde construyen barcos, Maruxiña queda encantada con esta construcción de los barcos, y no tardamos en llamar la atención de los trabajadores del astillero, quienes se acercan a nosotros a curiosearnos, e inmediatamente, solicitan que les hagamos fotos, no tardo en unirme a ellos, mientras Maruxiña complacida, no cesa de hacer fotos a todo

Nos despedimos de todos, e intercambiamos emails, y por fin llegamos a la playa, la cual esta solitaria, llena de conchas y pequeñas caracolas, mi compañera, decide dar un paseo por la playa, y recoger algunas, hasta que cae en el detalle, que lo malo de nuestro viaje, es que poco o nada podemos llevarnos consigo, ya que sería imposible el transportar a nuestras espaldas todo aquello que no nos vaya a ser útil, por lo que decido hacerle una foto a las mismas, para tenerlas de recuerdo.

Caigo en la cuenta que Maruxiña en sus correos, antes de venir, me contaba que el mar era su vida, que era algo necesario para ella, ya que siempre ha tenido barco, y lo que más disfruta es estar en contacto con el mar, viéndola ahora como irradia felicidad, me doy cuenta de ello, la veo jugar con las caracolas, con la misma ilusión que un niño, y abstraerse de todo lo que la rodea, en pocas ocasiones se ve a una persona tan feliz con tan poco.

W.C. AL MUNDO

Decidimos comer en la aldea, la cual ofrece alguna fotografía que merece la pena reseñar en esta crónica.

Posteriormente para comer, elegimos una cabaña que esta a pie de playa, y de menú tenemos, cómo no, productos del mar: escogemos cangrejos y caracolas pequeñas, y para la sobremesa, un té,  que teniendo como telón de fondo el mar, no se puede pedir más.

Cuando Maruxiña regresa del servicio, me ruega encarecidamente, que me acerque a este, ya que vale la pena, un tanto desconcertado, cojo mi cámara, y me acerco a verlo, cuando entro en él, no se varía mucho de los servicios vietnamitas, exento de inodoro y lavabo, pero me percato, que en el miso, hay un hueco entre los ladrillos, que hace las veces de ventana, miro por ella, y solo veo mar, pienso para mi, que esto es tener una ventana con vistas al mundo.

MÁS CENA, POR FAVOR

De regreso a Thai Hoa, volvemos a parar en el puerto de antes, y vemos como los barcos van atracando, y comprobamos de primera mano, que no hay hueco por muy pequeño que sea, donde no coja un barco.

Continuamos camino, hasta llegar a nuestro hotel, donde los dueños nos esperan para cenar, ante nuestra incredulidad, ya que hace menos de dos horas hemos tenido una copiosa comida, pero la cena, no la podemos rechazar, ya que sería un gesto de mala educación.

Comemos un cerdo a la brasa, que está buenísimo, unas hojas de coliflor maceradas en vinagre y guindilla, las cuales el dueño del hotel me comenta que son típicas de Corea, y ya de paso me cuenta que el estuvo siete años trabajando en ese país, donde hizo el dinero, para montar el hotel.

Después de la cena, nos marchamos a dormir, y prometiéndonos que al día siguiente debemos de continuar camino, sino podemos morir en este pueblo de amabilidad.

ENTRE CAÑAS DE BAMBÚ Y AZÚCAR

Por la mañana, nos despedimos de todos, y les deseamos suerte a todos, les agradecemos su amabilidad, la cual continúa presente, ya que nos regalan una botella de agua para el camino. Salimos del pueblo, y tomamos la ruta Ho Chi Ming en dirección norte, con intención de llegar hasta Cam Thuy, en la provincia de Thanh Hoa, la penúltima provincia de la ruta.

Realizamos un viaje muy bello, dejamos atrás las altas montañas, para adentrarnos en campos de caña de azúcar, y camiones cargados con ese producto, que se dirigen a la fábrica para su descarga, dejamos atrás las casas de ladrillo, para ver cabañas de bambú, pero lo que en absoluto cambia es la carretera, continua siendo igual de buena, y ausente de tráfico, toda una delicia para el conductor.

Llegamos a la pequeña localidad de Cam Thuy, y de los cinco hoteles y pensiones que tenemos, elegimos uno, que es nuevo, limpio, y con unas vistas a las montañas típicas de la provincia a la que nos acercamos, Ninh Binh, final de nuestro trayecto por la ruta de Ho Chi Ming.

UN POCO DE COCINA FUSIÓN

Después de una ducha, y alguna video conferencia con los familiares, bajamos al restaurante del hotel, y descubrimos, que su cocinero, tiene formación, y es excelente, nos prepara para cena, unas tortas de corteza, con sésamo, pollo frito, el cual adereza con pimientos y apio frito, y unos granos de maíz rebozados en harina de arroz, todo un manjar por tan solo 8 euros.

A la mañana siguiente, realizamos el último trayecto de la ruta Ho Chi Ming, con más pena que alegría, pues es la mejor carretera que he tenido en todo este país, y esta última etapa, no varía de las anteriores, con majestuosos paisajes, y estampas muy curiosas, de la gente que transita por ella.

A 80 km del final de la ruta, nos desviamos hacia Ninh Binh, ya que dentro de dos días, debemos pasarnos por Hanoi, para preparar la venida de mi hermana María, y mi prima Rosario, las cuales han decidido hacerme una visita junto con Sergio.

OTRO RETO: PORTEADOR A LO TARZÁN

Es todo un reto, que de momento tiene sabor agridulce, ya que me voy a ver de súbito a finales de Marzo, en compañía numerosa, pues viajaremos 5 personas, en diversos transportes, y con la consiguiente preocupación de su bienestar. Mi hermana, está acostumbrada a llevar consigo cuando viaja, aunque solo sea un fin de semana, una maleta que parece el baúl de los recuerdos de un octogenario, algo a lo que indudablemente, tendrá que renunciar, pero siendo de cabeza dura igual que un servidor, me veo cargando con el mismo, como si fuera un porteador de una película antigua de Tarzán, lo malo es que en estas son los primeros en morir, y solo espero no correr con la misma suerte.

Pasamos directamente, del cielo al infierno, pues la carretera, es con agujeros en el asfalto, y llena de lodo, debido a la lluvia constante en los días anteriores.

Llegamos por fin a Ninh Binh, donde nos alojamos en otro hotel diferente al que ya estuve en la anterior visita, ya que los dos sale por 20 $, y decidimos hospedarnos, en otro, que sale por 10$, es muy limpio, y con unas camas muy confortables. Deambulamos este día por la ciudad, y hacemos tiempo muerto, en cafés y restaurantes, descansando, y preparando la visita a Tam Coc, las montañas que anteriormente visité, y que tanto me gustaron.

ENTRE BELLEZA Y GUSANOS

Por la mañana, salimos del hotel directamente a Tam Coc, a tan solo 7 km de Ninh Binh, llegamos directamente a la pagoda que se encuentra al final del camino, y donde conocí a los tres asturianos que hoy comentan mis crónicas, a los que les mando un fuerte abrazo.

Lo primero que hacemos es hablar con una barquera, y regateamos el precio, de la visita a los dos trayectos de barca, mientras Maruxiña, no sale aun de su asombro, por la belleza del lugar, consigo los dos trayectos, al precio que había conseguido antes 2 $ por persona, y una barca para nosotros solos.

Realizamos el mismo recorrido que hice hace tres meses y medio antes, del cual solo ha cambiado el tiempo que tenemos, con niebla y una fina capa de lluvia, y el nivel de agua de los canales, ya que estamos casi al final de la estación seca, y es considerablemente menor que cuando yo estuve, al principio de ella.

Vemos como aprovechando el bajo nivel del agua, las mujeres pescan a orillas del canal, gusanos, para lo que en un principio, Maruxiña cree que es para cebo, pero yo me río para mis adentros, pues sé que son para consumo humano, ya que los he visto en los mercados de Hanoi, y los he comido en tortilla. No son tan buenos como los de seda, algo que no se encuentra en restaurantes, y es un plato digno de que el visitante deje a un lado los escrúpulos occidentales, y, si tiene ocasión, los pruebe.

Saco alguna que otra foto, del lugar, pero desde luego, no la cantidad que realicé en la primera visita, ya que sería aburrido el reflejarlas por dos veces.

UNA RUTA PARA ANIMAR AL MÁS REACIO

Regresamos a la ciudad, comemos, y marcho al hotel para cerrar esta crónica semanal, la cual ha discurrido en su totalidad por la ruta Ho Chi Ming, la más bonita y el Vietnam más autentico visitado hasta el momento.

Aun a riesgo de repetirme, ruego encarecidamente al lector, que si tiene la oportunidad de venir a este país, y se considera motero, deje a un lado los consejos de la Lonely Planet, la cual no refleja en absoluto, lo que es en verdad esta ruta, que no tenga miedo, y se alquile una moto, o se la compre, y decida hacer la mitad norte de este país, por esta carretera: verá lo verdaderamente auténtico del país, alejado de lo que normalmente es lo turístico, conocerá la calidez verdadera de sus gentes, unos paisajes maravillosos e inolvidables, unos buenos hoteles con relación calidad precio, y, por tan solo una semana, hará un camino que formó parte de la historia de este gran país.

En la semana que viene, comenzaré, la última parte que me queda por conocer de Vietnam, el Noreste, lugar del que en las guías no hablan demasiado, y solo reflejan la Bahía de Halong. Pero a tenor de la experiencia que he tenido en el país, pienso que me queda por descubrir además del último territorio desconocido por mí, confirmar una vez más que las guías turísticas, no siempre reflejan la verdad de las cosas, y estoy seguro de que viviré otro grato viaje y buenas experiencias muy parecidas a las vividas en esta semana.