Vietnam (XXVI)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

Marchamos de Bao Lac temprano, ya que nos espera un largo trayecto hasta Cao Bang de 175 km., por carreteras, que no son de las mejores.

No tardamos en sentir el frío en nuestras manos, cuando realizamos el ascenso a puertos de montaña, que llegan a los 1.500 metros. Aunque el paisaje, lo minimiza, a mi modo de ver, Maruxiña no es de la misma opinión, indicándome que pare un par de veces, para estirar las piernas, y dar saltos para entrar en calor, las mismas que aprovecho para hacer alguna foto desde un alto de montaña,  aprovechando el descuido de la niebla, que no cesa de tapar las buenas vistas.

 

CARNE Y COL CONTRA EL FRÍO

Llegamos a Nguyen Binh, localidad, que ya sólo dista del destino 45 km., a la hora de comer. Decidimos hacerlo en un restaurante, que esté a cubierto del frío, haciéndolo, en uno cerca del mercado.

Probamos los mejores rollos de carne y hojas de col al vapor, que hemos comido en este país, junto con otros de arroz fritos, en compañía de un saltamontes, que se posa en los cubiertos.

Justo a la salida del pueblo, comienza lo que se va a convertir en todo un infierno de carretea, pues aún nos queda que pasar un puerto de montaña, y la carretera está en toda su extensión embarrada, por desprendimientos. Comenzamos el ascenso, y a los 15 km. tenemos una caída, no es nada grave,  ni Maruxiña, ni la moto, ni el equipaje sufre daño, ya que lo amortiguo yo con mi codo y rodilla, los cuales sí sufren la rozadura del asfalto que hay bajo el barro .  Maruxiña, en un primer momento, lejos de agobiarse, decide que hay que sacar una foto del momento, para tenerla de recuerdo.

Nos ponemos en pie, y apretando los dientes, continuamos camino, que cada vez es más duro para mí, ya que mi pantalón se ha rajado, y me escuecen las heridas.

REGATEANDO CON AYUDA ORIENTAL

Tres horas después, por fin llegamos a Cao Bang, con la noche ya encima, paramos en un café a la entrada de la ciudad. La chica que lo atiende, al ver el aspecto que tenemos, nos saca un barreño con agua caliente, para que por lo menos nos lavemos las manos, algo por lo que le estaré eternamente agradecido.

Posteriormente, marchamos, dejando a la chica del bar una generosa propina, por su amabilidad, a buscar hotel, en el primero al que nos dirigimos, Hoanh Anh Hotel, comprobamos, por las explicaciones del dueño, que la Lonely Planet, no la actualizan lo que deben, ya que sus precios son considerablemente más elevados que lo que la guía dice. Y nos explica, que esos precios son del año 2006.

Marchamos a otro, y preguntamos precio, son 10 $, y al preguntar por la lavandería, y viendo estas las pintas que llevábamos, nos indican que vayamos a otro hotel que está enfrente que es algo más caro, pero que nos sale mucho mas a cuenta, incluso llaman a la dueña de este, para indicarles que vamos. Atónitos, nos dirigimos al hotel Huong Sen, y comprobamos, que tienen razón, el hotel cuenta con ascensor, unas vistas fantásticas, y es increíblemente más limpio que el anterior, por 12 $ la noche.

GRACIAS BETADINE Y CREMA CICATRIZANTE

Ante la decepción de la encargada de la colada, les dejamos la ropa que esta manchada de barro, para que la limpie, y el resto la lavamos nosotros, aprovechando que la habitación se encuentra en la sexta planta, y tiene un gran balcón, por lo que secará pronto.

Después de una ducha interminable de agua caliente, y de curar mis heridas con el Betadine, y la milagrosa crema cicatrizante, marchamos a tomar un My To (sopa de fideos con huevo), que por fin nos quita el frío que aún tenemos en los huesos. De allí, al hotel, donde descansamos a pierna suelta, de lo que ha sido hasta el momento el día más duro que he tenido en moto, no por la caída, sino por el trayecto.

A la mañana siguiente, hace un sol espléndido, y aprovecho, para bajar a por el desayuno, y lavar mi moto, la cual parece sacada de un rally. Cuando la llevo a lavar, la cara del vietnamita, es similar a la de haberse comido dos kilos de limones, y no cesa de preguntarme, dónde me he metido con ella. Mientras la lavan por el doble de la tarifa (1,20 euros), pienso que las carreteras de Vietnam, son como los ajos, que no sabes cómo serán, hasta dos horas después de haberlas tomado.

Regreso al hotel con el desayuno, y Maruxiña, ya se encuentra levantada, y lavando las mochilas que se encontraban como la moto, con barro hasta en sus bolsillos más escondidos. Decidimos entonces que este día lo vamos a tomar de relax, ya que yo aún sigo algo maltrecho del cansancio del día anterior, y ella quiere aprovechar el sol que hace, para no hacer nada, sólo tomarlo.

MILAGROSA CREMA CHINA

Una vez finalizada toda la colada, y tendida la ropa, puestas la botas al sol, y las mochilas, bajamos a comer en el restaurante del hotel, ya que tiene una pinta excelente, como posteriormente comprobamos.

De allí, marchamos a una heladería para tomarnos el postre en la misma, y nos cobran por dos grandes copas de helado 1 euro, y luego a holgazanear en una terraza con café.

Pasamos el resto de la tarde allí, tomando el sol, hasta que éste decide que es hora de calentar gratis, y nos vamos al hotel, a llamar a los familiares, y a vernos un par de películas.

En esa misma noche, mientras me curo de nuevo,  compruebo los efectos milagrosos de la crema cicatrizante china, que en menos de 36 horas, ya ha casi curado mi herida, programo lo que será el día siguiente, ya que se encuentran cerca mis dos objetivos de la semana, las cascadas de Ban Gioc (87 km.), y la frontera con China más perdida, la de Po Peo (92 km.).

Maruxiña me comenta, que si no le importa al día siguiente, si no hace sol, prefiere seguir descansando, pues no tiene demasiadas ganas de pasar frío, para un trayecto de ida y vuelta.

INCURSIÓN EN SOLITARIO

Por la mañana, después de una noche de lluvia, se encuentra la calzada mojada, por lo que se de sobra la respuesta de Maruxiña, a si quiere acompañarme. Además, me ha prometido, que se entretendrá en coserme los pantalones, mientras yo estoy fuera.

Pongo rumbo al norte, y la carretera, me hace pensar, que mi compañera se ha equivocado, ya que tiene un asfalto y unas curvas, dignas del mejor circuito de motociclismo.

Paso por puertos de montaña, y por picos kársticos, algunos de ellos comidos por improvisadas canteras, que poco a poco van limando su naturaleza.

El sueño se acaba a los 32 kilómetros, ya que la carretera que se ha de coger a continuación, además de tener barro, tiene baches y una gran cantidad de circulación de camiones que se dirigen al paso fronterizo de Ly Van.

Es tan malo el estado de la carretera , que soy testigo en directo de tres vuelcos de camiones , siendo el más grave, también el más gracioso, ya que un camión, se ha salido de la calzada, y ha dado una vuelta de campana, pero el conductor de este sale ileso de la cabina, por la ventana, sin dejar su termo de té, el móvil, y un cigarro encendido, y profiriendo insultos a su interlocutor.

Continúo camino, pensando en más de una ocasión, en volverme y que mi compañera, ha hecho bien en quedarse en camita bien caliente, mientras yo solo lucho contra camiones carretera, y climatología.

Paso por aldeas y continúo por lo que ya deja de ser una carretera y se ha convertido en camino .

MI PRIMERA GRAN REFLEXIÓN

De repente, al final del camino, veo una valla, con dos banderas a cada lado, y el camino se corta, al lado de la valla hay una caseta, y al otro lado un edificio, el paisaje son montes por los que solo deambulan ganado y su dueños.

Paro donde finaliza el camino, bajo de mi moto, y un cartel azul me indica que estoy en la frontera, que al otro lado está China. En ese momento tengo un subidón de alegría y moral, ya que tomo conciencia que he llegado al final de mi camino aquí, que he terminado Vietnam.

Sé que probablemente al lector, esto le puede sonar un tanto extraño, pero para mí el día que puse los pies en este país, fue todo un reto, el comenzar mi camino totalmente sólo, sabiendo cuatro palabras en inglés, y ninguna en vietnamita. Cogí una moto, y con más ganas que razón, comencé mi camino por unas carreteras intransitables, donde las leyes de circulación brillan por su ausencia. He tenido accidentes, de los que he salido con fortuna, he experimentado sensaciones, con las que sólo antes había soñado, he conocido a personas que han abierto mi mente, y otra cultura que ha dejado su rastro para siempre en mi manera de pensar.

Pero el primer día que cogí mi moto, me planteé firmemente el reto, de acabar este país en ella, ya que de hacerlo, sabía que tendría el arrojo y constancia necesaria para continuar mi camino.

No me voy a engañar, sé que aún me esperan mil y una aventuras que pasar, que probablemente, malos tragos que digerir, y buenos que saborear, nuevas gentes que conocer, y culturas de las que aprender. Pero lo que a partir de ahora tengo ya muy presente, es que he empezado a andar, y que muy pocas cosas me harían volverme atrás. Nunca antes había tenido este sentimiento, pero en ese momento, y sólo en ese momento, en plena soledad, en el lugar probablemente más apartado de todos donde he estado, allí donde no hay carretera para seguir, donde todo se acaba, y donde el paisaje es el más estéril que he visto de este país, estoy emocionado y lleno de felicidad, en la última y más perdida frontera con China.

A LAS CASCADAS CON GPS HUMANO

Una vez me repongo de mi emoción, vuelvo a montar en mi moto, y deshago mi camino, en busca de las cascadas de Ban Gioc. Debido a la ausencia de carteles indicadores, me tengo que parar en las aldeas, para preguntar a sus gentes, y en una de ellas, un hombre, con claros síntomas de intoxicación etílica, se decide a subirse a mi moto sin invitación por mi parte, para indicarme el camino. Me mete por caminos de tierra, hasta llegar a una cerca metálica, la cual levanta para que pase, yo sigo la corriente, y paso bajo ella, cogemos caminos distintos, y hacemos un par de kilómetros, hasta que llegamos a otra cerca, la cual también levanta. Al pasar por esta, miro a los lados, y me percato, que por dos kilómetros, he estado transitando por China, sin pasaporte, y mucho menos sin visado de entrada. Dejo en la primera aldea que encuentro al vietnamita, y decido continuar camino, dejándome llevar por otros lugareños, con más luces, y menos alcohol, no sin antes, darle 40 céntimos a este, por haberme hecho de cicerone por dos kilómetros en China.

Por fin después de varias aldeas , y varios interrogatorios a aldeanos, cojo una carretera, la cual me lleva hasta las cascadas. Estas, debido a que es la temporada seca, no son ni por asomo, lo que he visto en fotografías con anterioridad.

DECEPCIÓN EN LA CASCADA

Tienen unos 30 metros de alto, y 300 metros de ancho, caen sobre un lago, y los alrededores de este, llenos de campos de cultivo. En el lago, se encuentra un pequeño embarcadero, con barcas, donde con balsas de bambú, y por 4 euros, te acercan hasta las mismas, oferta que declino, ya que estoy seguro que veré de mucho más cerca cascadas de belleza más sublime .

Pongo de nuevo rumbo por la maldita carretera, hacia Cao Bang, donde Maruxiña me prometió que me esperaría para comer.

Cuando llego al hotel, sobre las cuatro de la tarde, mi compañera está hambrienta, al igual que yo, por lo que decidimos ir a comer, no sin antes explicarle mi experiencia en el viaje, y lo que he sentido al llegar a la frontera. En la comida, mientras degusta con ansias el cuenco de arroz, le explico la anécdota del guía eventual etílico, y lo bien que ha hecho en quedarse en el hotel, debido al mal estado de la carretera.

Finalizamos el día, dando un pequeño paseo, y tomando un café en las terrazas de los bares próximos a nuestro hotel, organizando el camino del día siguiente, donde viajaremos a Lang Son, la capital de provincia más cercana a China, pero sin mayor interés que unas pequeñas grutas, las cuales no tenemos demasiado interés en visitar.

ANÍS POR LOS SUELOS

Al día siguiente, ponemos rumbo a Lang Son, tal y como habíamos planeado, ciudad que se encuentra en la provincia de mismo nombre, la distancia entre Cao Bang y ella es de 130 km, y por los mapas, parece buena carretera, como al principio aparenta.

No tarda en mostrar su lado más amargo, aunque corto, ya que por al menos 40 km., se torna mala y con enormes agujeros, pero los grandes tráilers que circulan por la misma, nos hacen guardar un atisbo de esperanza, de que la cosa mejore, ya que de no ser así, no circularían por ella.

Llegando a la ciudad, la cosa ya ha cambiado, ya que es una carretera estupenda, y pasamos por alguna aldea, en la que secan anís estrellado en el suelo, para luego utilizarlo como medicina. Pero el frío está muy presente, en nuestros cuerpos, ya que la temperatura es de las más bajas que hemos sufrido en este país.

Al llegar a la ciudad, no escatimamos, y nos vamos directamente al mejor hotel, se llama Van Xuan, sus precios, reflejados en el mostrador de la recepción, reflejan una vez más la poca actualización que tiene la Lonely Planet, ya que en su última edición, refleja que el precio no llega a los 10 $, y en realidad es de 11,5$, a 21,5$, desde el año 2008.

Haciendo un inciso, quiero aconsejar al lector, que si tiene en mente el comprar esta guía, la cual sirve para orientar al viajero, no como vademécum del viaje, no se gaste la ingente cantidad de dinero que vale en su país natal, ya que en Vietnam, en las calles de Hanoi, su versión en inglés, se puede comprar por tan solo 2 $.

Después de dejar el equipaje en la habitación, que desde la puerta, tiene unas magníficas vistas al lago de la ciudad, nos vamos a tomar un Pho, bien caliente, que nos haga entrar en calor.

¡A LA PLAYA!

Al volver a la habitación, miramos el tiempo que va a hacer en la próxima semana, ya que al haber terminado mi viaje por este país, y teniendo aún por delante 12 días, hasta que lleguen nuestros nuevos acompañantes, en los cuales poco o nada tenemos por hacer. Vemos que el tiempo no mejorara en al menos 8 días, por lo que Maruxiña que tiene unas ganas locas de pasar calor, y tener el mar cerca, decide sacar unos billetes de avión para el sur, y disfrutar por esos días de las playas de Mui Ne.

En un primer momento, no acojo la idea con demasiado agrado, pero luego, pienso en que mi compañera, ha sido infatigable, por dos meses, apoyándome en todas mis decisiones, ha sido paciente y tolerable, en todas las incidencias que nos han surgido, además, de no poner pega alguna por el itinerario, que yo he decidido seguir, por lo que menos que puedo hacer por ella es tostarme al sol en un playa del sur de Vietnam, por al menos 10 días.  Además, tengo otra ventaja, y con lo que ya no contaba, volveré a ver a mi enamorada Saigón, por lo que será un viaje placentero para las dos partes.

Al día siguiente, llegamos a Hanoi, en tan solo dos horas y media, ya que la distancia entre Lang Son y la capital es de 150 km., y con una buena carretera.

Entramos en la ciudad, por instinto, y por instinto encontramos el barrio francés, en esta ocasión, sólo nos quedaremos dos días y una noche, pero lo mejor de todo, es que he podido contactar con mi amiga Chang, y por la tarde hemos quedado con ella.

Después de la rutina de siempre de desembalar todo, ducharnos, y comer, nos acercamos a la tienda nueva de cuadros donde trabaja Chang, cuando la veo, me da mucha alegría, inmediatamente nos ponemos al día, y Maruxiña, comprueba lo buena chica que es.

Después del trabajo, quedamos con su novio, al cual por fin conozco, y tomamos unos cafés, en tertulia, mientras mi amiga me cuenta sus proyectos, y de que al final no se casará hasta el 2013, ya que en Vietnam, después de casarse, en el año siguiente, hay que tener los niños, algo para lo que ella aún no está preparada económicamente.

Posteriormente marchamos a cenar, donde continuamos con la conversación distendida de antes, y al finalizar, nos despedimos, y nos prometemos, que el 22 nos vemos.

Marchamos para el hotel, y nos vamos pronto a dormir, aunque Maruxiña, esta sobre excitada, por la ilusión que le hace que al día siguiente por la noche, nos desharemos de nuestros forros polares, y bienvenidas sean las prendas de verano.

En el día siguiente, realizamos todas las gestiones, necesarias, para que cuando regresemos a Hanoi, no tengamos demasiados problemas, en finalizar nuestro periplo por Vietnam, pero conociendo como conozco este país, eso es imposible.

EN AUTOBÚS AL AEROPUERTO

Sobre las seis y media de la tarde, cogemos el autobús al aeropuerto de Hanoi, la información que doy a continuación, puede ahorrarle un buen dinero al lector que quiera venir a Hanói, ya que los dos autobuses que realizan el total del recorrido, valen 20 céntimos uno, y 12 el otro, mientras que un taxi, cuesta 20 $ .

Se coge el autobús en Hoan Kien Lake, en el distrito francés, el número de autobús es el 14, cuesta 3.000 vnd (12 cent.), se baja uno en Long Bien, y allí se coge el número 17, que cuesta 5.000 vnd (20 cent), y su final de trayecto es Noi Bai, o sea el aeropuerto. El trayecto total dura sobre hora y media, contando el trasbordo, y los revisores del autobús, ya te indican dónde bajar. Para coger el autobús en el aeropuerto, basta con salir por la puerta de la segunda planta, ir hacia la izquierda, y siguiendo la carretera, se encuentra a 400 metros, vamos más sencillo imposible.

El viaje de Hanói a Saigón, lo sacó Maruxiña, por internet, en la compañía Jet Star Pacific, que es la compañía de bajo coste de Vietnam. Los dos billetes salieron por 187 euros ida y vuelta, sin facturar, pero si se lleva una bolsa o maleta pequeña, no te la pesan, ni te la miden, el peso máximo que puedes llevar son 7 kg., pero si ven que la bolsa la llevas en bandolera, ni se molestan en pesarla.

Llegamos a Saigón a las 12,30 de la noche, cogimos un taxi, ya por 6 euros, que por las horas no había autobús al distrito uno.

BOFETADA DE CALOR

A la salida del avión, la ciudad nos recibe con un cálido abrazo, hemos pasado de estar a 12 grados por la noche a 25 en solo dos horas, lo que acogemos con mucha alegría.

Llegamos al hotel rendidos, y no tardamos en caer dormidos, no sin antes tener que enfriar la habitación con el aire acondicionado.

Al día siguiente, me levanto muy temprano, ya que estoy muy excitado, por volver de nuevo a esta ciudad, y sobre las siete y media de la mañana, salgo del hotel, dejando a Maruxiña, haciendo una de las cosas con las que más disfruta, dormir.

Salgo a la calle, y todo el distrito bulle ya de gente, aunque se nota que apenas hay turistas a estas horas. Lo primero que hago, es tomar un café con hielo, en una de las calles que más me gusta, pues se puede disfrutar viendo el trajín de los habitantes. Lo segundo, ir a saludar a los dueños de mi antiguo Hotel, que no han podido hospedarme en esta ocasión, por la poca antelación con que les avisé, pero sí he reservado para mi vuelta de la playa.

Sobre las ocho y media, despierto de su letargo a Maruxiña, y nos vamos a tomar otro café, ella está encantada con el calor, y deseosa de sacar los billetes de autobús, para ir a la playa. Algo que hacemos inmediatamente después, en una agencia cercana. El precio del autobús-cama de Saigón a Mui Ne, de Mui Ne a Nha Trang, y la vuelta a Saigón durmiendo, nos sale por 22 $ cada uno. También reservamos el hotel de Nha Trang en la agencia por 15 $ con desayuno incluido, algo un poco caro, pero como ya estuve allí, sé que es un lugar no muy económico, el de Mui Ne, ya me encargo de hacerlo por mi cuenta, en mi antiguo hotel, que es de bungaló.

MERECIDO DESCANSO DE “EL TARAVITAZO”: voten por favor

En la semana que viene, poco aburriré al lector, contando de nuevo, lo que ya he visto. Por lo que “El Taravitazo”, estará una semana sin publicarse, y arrancará de nuevo, con la llegada de mi familia y amigos, el resumen del país, habitantes, y experiencias vividas en él, y el inicio de mi camino a Laos, un país que creo como de los más desconocidos para los lectores, pero de los más interesantes que hay en el Sudeste Asiático.

Ahora que finalizo Vietnam, a todos los lectores de ”El Taravitazo”, quiero animarlos, a que dejen un comentario, sobre qué fotografía elegirían como más representativa de este país, y la crónica y fotografía que más le ha gustado, ya que los lectores, son tan partícipes de esta aventura como un servidor.

En esta semana, he experimentado buenas y malas sensaciones, la peor quizás, fue la del trayecto por el barro, y la mejor, la llegada a la frontera con China, y la excitación, por haberme recorrido ya todo el país.

El que no haya ni una sola provincia que me haya quedado por visitar, y el finalizar un proyecto que en su día fue una locura, y que con el tiempo, ha ido tomando forma, y con suerte, he podido terminar, en el lugar más inesperado que pude llegar a pensar.

 

Vietnam (XXV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Llegamos a Hanoi, en una buena mañana de sol, y dándonos la bienvenida “Californication”, de Red Hot Chili Peppers, enseguida entramos en el barrio francés, y en nuestro hotel, donde Raúl, nos ayuda a deshacer el embrollo de pulpos que atrapan nuestras mochilas.

Nos da la habitación 201, que en esta ocasión, la podemos disfrutar, ya que su balcón da a la calle. Después de una ducha, nos vamos en primer lugar a comer, y en segundo al lugar que se ha convertido en el preferido para Maruxiña en Hanoi, la tienda de batidos de frutas.

Más tarde, pasamos por la oficina de Hai, donde por fin cerramos el viaje a la bahía de Halong, para mi familia y Sergio, lo hacemos por 80 $, es el precio más barato que he encontrado en todo Hanoi.

RELACIONES PÚBLICAS

Por la noche, deambulamos por las calles, la esquina caliente, y nos vamos pronto a la cama, aunque al día siguiente no tengamos previsto el marcharnos, ya que Hai, nos ha invitado a comer.

En la mañana nos dedicamos a pasear por lugares que no habíamos estado antes de la ciudad, haciendo tiempo, para ir a comer, con nuestra anfitriona, y más tarde hemos quedado con Moon, para tomar una cerveza, por lo que pasamos el día de visitas a lo que se ha convertido en amigos de los dos.

El Lunes, salimos de Hanoi, a la perfección, gracias a las indicaciones de Ham, una trabajadora eficiente que tiene Hai, y a lo bien que se desenvuelve mi compañera con un mapa.

Llegamos a Tuyen Quang, donde había estado con anterioridad, en el mismo hotel, y cenamos en el mismo lugar, donde la última vez comí pato asado, el más delicioso que hasta la fecha he probado en mi vida, estando Maruxiña de acuerdo conmigo cuando lo prueba.

UN POCO DE MANTENIMIENTO Y MUCHO COCHINILLO

El martes, salimos dirección a Ha Giang, con lluvia, llegando a nuestro destino con un sol radiante. Al entrar en la ciudad pinchamos, y aprovecho para cambiar el aceite de mi moto, la rueda delantera, y la recámara de la trasera, todo por 12 euros.

Por fin llegamos al lugar que tenía más ganas de ver de esta ciudad, el restaurante de mi amigo Nguyen, la dirección, para los que quieran comer el mejor cochinillo que se come en Vietnam es

El número 1 de Pho am Thuc, de Ha Giang.

Nguyen se encuentra en la puerta, tal y como si me estuviera esperando, al llegar se alegra enormemente, y para celebrarlo, saca dos jarras de vino de arroz con canela, un plato de pollo, y cochinillo asado.

Hablamos durante un buen rato con ayuda del traductor, y me cuenta apesadumbrado, que su mujer está enferma, que al día siguiente marcha para Hanoi, para que le hagan diálisis.

Posteriormente, sus nietos, se unen a nosotros, y todos nos saludan efusivamente, y me dicen que Maruxiña es muy guapa, mientras ella, no puede hacer entrar en razón a todos, que es imposible el que pueda comer más, mientras una y otra vez le van llenando el plato con carne y arroz.

En la sobremesa, nos invitan a su casa, y vuelven a sacar pasteles de arroz, y más cerveza, al final debemos de huir, hacia nuestro hotel, prometiéndoles que a la noche regresamos.

SOPA, ANÍS Y AMISTAD

Después de una ducha, y un descanso, regresamos a casa de mi amigo, este nos obliga a comer una sopa que ha preparado, mientras ríe constantemente, y una y otra vez, me golpea en la espalda, y estruja a Maruxiña, la cual está encantada, con la amabilidad de la familia entera.

Aprovecho, para darle la botella de anís, que le encargué a Ángel, y de esta manera, quito de mi mochila los tres kilos que hacen que cuando un vietnamita intenta cogerla, se acuerde de mi y toda mi familia.

Cuando la velada llega a su fin,  me despido de Nguyen, y de su mujer, a los que no volveré a ver más. Se emociona, y me da un fuerte abrazo, yo por mi parte, sé que dejo atrás a una de las mejores personas que he conocido, y que me ha tratado muy bien, pero como siempre digo, y no me cansaré, el viaje debe de continuar.

INFORMACION CONFIDENCIAL

El día siguiente, lo aprovechamos, para sacar el permiso que se necesita para ir a la provincia de Cao Bang. En esta ocasión, no me quiero arriesgar a irme sin él, ya que en la provincia permaneceremos por al menos cuatro o cinco días.

En el hotel, nos quieren cobrar por hacérnoslo en la oficina, 20 euros, pero como ya tengo tablas en este país, les pregunto la dirección de la misma, la guardan como si fuera la receta de la coca cola, y después de insistirle en cinco ocasiones, al final me la dan, la cual paso a poner a disposición del que lo necesite, ya que no viene en ninguna guía

“en el numero 5, de la Calle Duong tran Quoc Toan”,

abre desde las dos de la tarde a las siete y media, el permiso nos salió por 12 euros, y para que se enteren todos NO SE NECESITA CONTRATAR UN GUIA, Y HAY QUE PAGAR UN SOLO PERMISO DE 1 A 4 PERSONAS. Hago hincapié en esto, ya que en las guías,  te confunden y son contradictorias la información que hay sobre esto.

UN POCO DE TRIAL Y UN MUCHO DE ETNIAS

Por la mañana, salimos con la intención de llegar por fin a la provincia de Cao Bang, pero no a la ciudad de ésta, de nombre igual, ya que es un recorrido de más de 250 km, por carreteras estrechas, y ya que hemos sacado el permiso, queremos degustar con tranquilidad toda la provincia.

Salimos de Ha Giang, y cogemos una carretera, que desde el primer momento, nos dice cómo será el resto del camino, estrecho, con subidas donde tengo que hacerlo en primera, y bajadas de infarto, con algo de lluvia, lo que hace que me alegre enormemente de haberle cambiado la rueda delantera a mi moto.

Pasamos por un paisaje que vale la pena todos los malos tragos que nos hace pasar la carretera. No tardamos en cruzarnos con gente de diversas etnias, diferenciadas todas ellas por su manera de vestir, trabajando el campo, o vendiendo sus productos a pie de carretera.

Llegamos a la mitad y cuarto de camino, a Pac Miau, donde decidimos comer, ante la insistencia de la lluvia, y casi nos quedamos en él, de no ser porque la lluvia nos ha dado tregua, al finalizar el almuerzo.

EL COLMO

Continuamos camino, hasta Bac Lau, final de la primera jornada de camino, vamos serpenteando por la carretea, que se contonea al ritmo del río Gam, de las bellas montañas, y de “Song to the Siren”, de This Mortal Coil, que suena en mi mp3. Pienso entonces, que pocas cosas más le puedo pedir a Vietnam.

Llegamos a la población, encontramos alojamiento en el único hotel del pueblo, y después de una ducha, salimos a explorar el pequeño pueblo. Con 10 minutos de excursión, tenemos más que suficiente, ya que éste no da más de sí, y nos vamos a tomar café.

Una vez que estamos en el establecimiento, no tardamos en tener compañía, pues se sientan a nuestro lado varias personas, que nos dan conversación, y nos ofrecen cerveza, la cual aceptamos, y conversamos con nuestros anfitriones.

COFRATERNIZANDO CON LOS CAMARADAS

Posteriormente, decidimos marchar todos, en total somos cinco, a cenar, y a invitarlos nosotros, ya que no han dejado que pagáramos nada en el establecimiento anterior. El restaurante, se encuentra repleto de gente, nuestros nuevos amigos, nos comentan que en el pueblo se celebran unas jornadas de encuentro entre los representantes del partido comunista, y funcionarios, de todas las aldeas y pueblos de tres comarcas.

No tardan en levantarse de sus mesas, los jefes de las distintas comunidades, para brindar con nosotros , una vez finalizados los brindis, comemos, ya que es necesario llenar nuestros estómagos, ante la posibilidad de que el alcohol, nos afecte demasiado.

Nos piden todo un festín de pollo, cerdo, y diversas verduras, todo típico de la zona, y cuando lo comemos, comprobamos, que es una de las mejores comidas que hemos tomado de Vietnam.

ZANFARRANCHO DE LICOR Y BAILE

Al finalizar, y para ser considerado con las personas que han venido anteriormente a brindar con nosotros, decidimos, llevar una pequeña botella de vino de arroz, para devolverles el brindis.

Craso error, que juro no volveremos a cometer, pues al acercarnos a sus mesas, con la intención de brindar, todas las mujeres que hay alrededor de estas, incluso la representante de las etnias, se levantan automáticamente, y nos introducen en nuestras bocas queramos o no chupitos, de licor, incluso dos a la vez . Cuando perdemos la cuenta de lo que nos han hecho beber, huimos a nuestra mesa, a refugiarnos, ante las risas de todos, pero ellos continúan persiguiéndonos por el restaurante, llevando consigo como armas un vaso y una botella de licor. Tenemos que finalizar la cena precipitadamente, ante la posibilidad de acabar con una cogorza que nos impida ir al karaoke, donde nuestros amigos desean invitarnos.

Cuando llegamos al primer karaoke, el cual es medio puticlub, los únicos funcionarios que se encuentran en él son policías, los cuales quieren también brindar con nosotros. Comenzamos así un rosario, yendo de karaoke en karaoke, y de canción en canción, y cada persona que nos encontramos, persona que insiste en invitarnos a beber, y a comer fruta, al final nos arrancamos a bailar, haciendo Maruxiña las delicias de todos con sus contoneos, y demostrando sus años en academias de baile.

UN POCO DE MERCADO

Finalizada la velada, nos devuelven a nuestro hotel, y nos percatamos, que hemos sido invitados a todo, que lo único que hemos pagado ha sido la cena (9 euros para cinco personas), y porque hemos tenido que insistir fuertemente para hacerlo. Nos damos cuenta también, de lo tremendamente acogedores que son estas gentes, con los extranjeros, y de su exagerada amabilidad hacia nosotros.

A la mañana siguiente, nos levantamos con intención de marchar, hacia la capital de la provincia, pero cuando abro el balcón de nuestra habitación, y contemplo, que es día de mercado, y el ir y venir de personas de diferentes etnias, que se han acercado a él.

Cuando se lo comento a Maruxiña, está de acuerdo conmigo, en que nos quedemos un día más, para ver el mercado, y degustar la tranquilidad, y amabilidad de estas gentes.

TAY BAN NHA, ES DECIR, ESPAÑA

Cuando salimos a la calle, somos mucho más observados por las gentes de las etnias que nosotros a ellos, cuando pasamos por las calles concurridas, las gentes se apartan, y nos hacen un pasillo, pero lo más curioso de todo, es que cuando salimos de tomar un café, ya todos nos señalan con el dedo, y dicen “Tay Ban Nha”, que es como llaman a España en este país, el servicio de información, funciona también en este pueblo como en el mío, pienso irónicamente.

Cuando regresamos de nuevo al café, nos encontramos en él a parte de los chicos que estuvieron con nosotros en la noche anterior, nos saludan, y observamos, que a estas horas, ya se encuentran de nuevo de petróleo, al cual nos invitan, pero declinamos su ofrecimiento, pero no el sentarnos juntos, y conversar.

De allí, marchamos nueve personas a comer, y decidimos invitarlas a todas, ya que en el día anterior, no dejaron que pagáramos en ningún karaoke. Piden comida, como para una boda, pollo a la lima, codillo de cerdo, estomago de vaca, y diversas verduras, sobra de todo, cuando pagamos la cuenta asciende a 21 euros.

Pienso entonces que mi amigo Juan de Cantabria, tenía razón cuando me dijo, que con doscientos euros, es posible el casarse en este país.

EPÍLOGO

Después de la comida, hacemos una pequeña sesión de karaoke, para no defraudarlos por su insistencia, y prometiéndonos que mañana sin excusas marchamos, ya que corremos el peligro de quedarnos a vivir es este pueblo, que tiene un maravilloso paisaje, y unas gentes con gran corazón.

En la próxima crónica, estaremos ya en la capital de provincia, llegaremos a las cascadas más famosas de este país, y terminaremos llegando a la última frontera con China.

En esta semana, nos hemos despedido de amigos, y hemos conocido a nuevos, nos hemos adentrado en una provincia, que por la necesidad de sacar un permiso, hace que no sea demasiada visitada por los extranjeros, haciéndola una provincia virgen, y a la que es de necesidad que el viajero venga, y que lo haga fuera de tours, ya que de esta manera, no se perderá lo mejor que tiene sus gentes.