BANGLADESH
Cuando aterrizamos en Dhaka, nada más hacer los trámites de la arrival visa (50€ un mes), salimos del aeropuerto, para buscar un Ritzwan CNG (son los que funcionan con gas y el trasporte más barato para moverse en medias distancias por Dhaka).
Al primer chico que encontramos le preguntamos:
– Yo: Hola, perdona, ¿sabes dónde podemos tomar un CNG?
– Él: ¿De dónde eres?
– Yo: Español; donde hay por aquí un CNG?
– Él: Y ella ¿de dónde es?
– Yo: Es japonesa; ¿hay CNG cerca?
– Él: ¿Qué relación os une?
– Yo: Es mi mujer; ¿puedes decirme por favor, donde hay un CNG?
– Él: ¿Que religión tenéis?
– Yo: Ella budista y yo zoroastriano (por decir una); De verdad, tenemos prisa y buscamos un CNG.
– Él: ¿Tenéis hijos?
– Yo: No; por favor, estamos buscando un CNG, para ir a un barrio de Dhaka, ¿nos puedes ayudar?
– Él: Sí, por supuesto, ¿Te importa si nos hacemos una foto juntos?
Después de unas fotos donde continúa el interrogatorio y ya estamos rodeados de una multitud (más de 20 personas a las que el chico se ha encargado de darle nuestros detalles de relación sentimental, procedencia y todos los datos que ha podido recabar), nos acompañan hasta un CNG, nos ayudan a entrar en él y advierten al conductor que ni se le ocurra cobrarnos más de lo que es el precio real del trayecto.
Nos despiden como si fuéramos amigos de toda la vida dándonos antes su teléfono de contacto por si necesitáramos algo.
Esta situación, se repetirá constantemente a lo largo de nuestro viaje por Bangladesh.
BIENVENIDA CON WHISKY
Al llamar a la puerta de Stephen, un miembro del couchsurfing con quien hemos quedado, la respuesta que sale de la casa “.
-Aquí no esperamos a nadie, me indica que Stephen y yo congeniaremos muy bien.
Stephen, es estadounidense, que trabaja en Bangladesh desde hace 5 años y nos recibe con una botella de whisky (en este país es muy difícil conseguir alcohol) y una magnífica cena.
Apurando la botella, nos ponemos al día de nuestras vidas, en la terraza del edificio de su apartamento.
Por la mañana, hacemos los primeros trámites, el visado de llegada, se debe de extender dos días antes de su expiración, luego al hacer la extensión, te devuelven el pasaporte, y a los 25 días hay que volver a sellarlo.
El viajero que quiera estar por un período superior a un mes en Bangladesh, y haya obtenido la visa arrival, debe de contar con volver a Dhaka dos veces más.
A los dos días, salimos hacia Khulna en el tren nocturno y en la clase más barata, sentado y sin A.C. (445 Tk, 5,5 €).
SOLEDAD: UN LUJO INALCANZABLE
En los dos días que hemos visitado Dhaka, lo que nos ha llamado más la atención del país, es la infinita amabilidad de sus habitantes y las ganas de interactuar con el foráneo por parte de los locales.
Bangladesh es el país del mundo con más habitantes por km2, sin contar las ciudades estado. No llega a la tercera parte de la extensión de España y tiene 180 millones de habitantes.
Jamás el foráneo paseando, comiendo o bebiendo, va a estar solo.
A veces, cuando hemos entrado en una tienda a preguntar algo, hemos llegado a contar 25 personas, que han parado a observarnos y ver que hacíamos.
Se meten en la conversación sin ser llamados preguntándonos siempre las mismas cuestiones.
Cuando tomamos un Cha (té con azúcar y leche condesada), la asistencia de público es máxima, las peticiones de selfies y hacernos fotos es elevada conforme al estatus de famoso.
El sentirse famoso en este país, es tremendamente fácil, pues apenas hay turismo y el visitante será el blanco de miradas e intentos de conversación (en mayoría vacíos, pues el inglés no está muy extendido en el país).
Hay personas, que pueden sentirse agobiadas, por todo esto. Nosotros no le damos importancia, y en la mayoría de veces accedemos a hacernos fotos y entablar conversaciones. La amabilidad y honradez en la mayoría de las personas de este país, siempre atentas y dispuestas a ayudar al viajero, hacen que después de recorrer tantos países, donde la lucha por pagar lo mismo que los locales es constante, al encontrarnos en un lugar totalmente diferente en este aspecto, lo agradezcamos, devolviendo la amabilidad con la que somos agasajados.
PRECIOS Y PRECIOS
A pesar de que Bangladesh es un país sucio, ruidoso y en algunos sitios contaminado, es un país donde moverse es muy fácil y barato. Los precios son irrisorios, hemos llegado a comer dos personas por menos de 0,5€. Lo máximo que hemos pagado por una mariscada para dos personas en la playa han sido 6 €.
Por el contrario, los hoteles, no son de lo más barato del país, para la calidad. Aún con este inconveniente, hemos llegado a encontrar lugares interesantes y con buen precio.
A las 6 de la mañana Llegamos a Kulhna y buscamos hotel. Utilizamos un ritzwan. Este transporte el más popular de Banlglades y es el país del mundo donde más hay.
Son carros con bicicleta, algunos a pedales manuales y otros eléctricos. Varían dependiendo de la ciudad donde uno se encuentre.
Normalmente, el ritzwan manual, se toma para trayectos de un máximo de 2-3km, y se paga de 20 a 60 Tk.
Al ser a primera hora, tomamos hotel en uno que no vale la pena reseñar (pulguero), pero ya veníamos mentalizados.
En los tres días que permanecemos en la ciudad, además de visitarla (no vale demasiado la pena), chequeamos los barcos a Sundarban, lugar del manglar y reserva de tigres más grande del mundo.
Los precios nos tiran para atrás, solo el permiso son 60 €, y el barco lo más económico que encontramos son 70€ por tres días y persona, comida incluida.
Esto es intolerable, que por tres días de visita con el barco, cobren lo mismo que el salario mensual, por lo que decidimos marchar de la ciudad, no sin antes, visitarla y hacer fotos de los lugares que esconde.
EN BUSCA DEL MANGLAR
Marchamos al sur a Mongla, donde también se pueden hacer excursiones a Surndarban por un solo día.
Los autobuses son constantes en el país, y es muy fácil encontrar trasporte entre ciudades que no disten más de 300 km.
Llegamos a la terminal de autobuses de Mongla y cruzamos el rio en barca, para poder llegar hasta el pueblo.
La oferta de hoteles se reduce a cinco, por lo que el chequeo es rápido.
Nos alojamos en el Hotel Haji Shaikh Abdus Salam Internacional (Residential). Nombre larguísimo e impronunciable para un establecimiento de este tipo, que sin embargo es el mejor con mucha diferencia del resto.
Se encuentra justo al lado del hotel Singapur, que es tipo pulguero.
El hotel Haji, para abreviar, es nuevo, limpio, un personal de lo más atento y con una terraza, desde donde se puede disfrutar del atardecer en el río. Habitación doble con baño dentro todo nuevo por 6,5€ (regateado).
Allí contactamos con un guía, que nos convence, para ir en el barco de Josie a visitar un parque cercano a Sundarban, donde hay un manglar.
Luego varias aldeas y un pequeño recorrido por el río.
Sinceramente, no vale la pena, además, de que el precio por persona es de 1.200Tk.
Es mas rentable y agradable, darle a Josie 600 Tk (7,5€) por dos personas. Y que nos dé un paseo por las aldeas y pueblos cercanos al río. Su teléfono de contacto es 01923332355.
En la excursión, uno de los pueblos que visitamos me llama mucho la atención, el de una aldea, situada en una franja de arena, cercana a la orilla.
En ella viven solo mujeres y todas las casas, son tiendas.
Josie, me comenta, que es el único lugar de Bangladesh, donde los marineros que paran para transbordar mercancía, den asueto a sus instintos lujuriosos.
Allí, se puede comprar alcohol, marihuana, drogas y entablar relaciones comerciales con meretrices.
Los locales, no pueden ir, a no ser que pague previamente como multa a la policía, 200Tk.
Una ilógica judicial y cartográfica, que no pierdo la oportunidad de captar con mi cámara.
Después visitamos unas de las aldeas que hay por el río, donde la interacción con los habitantes es maravillosa.
LA MEZQUITA DE LOS SESENTA PILARES
Pasamos unos días, disfrutando de la visita a la localidad de Mongla y sus alrededores.
À los tres días, salimos de Mogla camino a Barisal, no sin antes parar en Bagerhat, donde se encuentra la mezquita Shait-Gumbad.
La ciudad, fue fundada en el siglo XV y en ella se encuentra una importante concentración de mezquitas y monumentos islámicos; esta ciudad es considerada patrimonio de la humanidad por la Unesco.
El principal punto a visitar en esta ciudad es la Mezquita Shait-gumbad, que también es conocida como la Mezquita de los Sesenta Pilares. Como su nombre indica, posee sesenta pilares y más de 80 cúpulas y los materiales de los que se encuentra construida son terracota y ladrillos.
Otras mezquitas que podemos encontrar en Bagerhat son la Mezquita de las Nueve Cúpulas, la Mezquita Chillakhan y Sona, la Mezquita Anarkha, la Mezquita Dariakha y la Mezquita Katani.
Con tres horas, es más que suficiente, para la visita y comer.
En la principal puerta de entrada a la mezquita, cobran 200 Tk, pero se puede entrar por la puerta trasera, totalmente gratis.
Luego proseguimos camino tomando otro autobús hasta Barisal.
Llegamos a Barisal, casi en el atardecer, y tenemos suerte, pues encontramos hotel barato, limpio, con buen servicio y en el centro tan solo en el segundo que chequeamos.
Hotel Ali, se encuentra en el centro de la ciudad, en el 95, Sadar Road.
Tiene habitaciones dobles, antiguas, limpias y buen servicio, por tan solo 600 Tk, precio regateado.
Al salir a cenar, paseando por la algarabía que tiene el centro de la ciudad. Nos damos cuenta, que esta ciudad, merece una visita más larga que lo que tenemos pensado estar en un primer momento.
Lo edificios antiguos coloniales y la excepcional amabilidad de sus habitantes, hace de Barisal uno de nuestro lugares favoritos de Bangladesh.
EN BUSCA DE LA MEJOR PLAYA
Pero al día siguiente, dejamos la ciudad, para dirigirnos a Kualkata, a cinco horas al sur, y donde dicen que está la mejor playa de Bangladesh.
El visitante que no espere de Kualkata una playa de arena blanca, exenta de turistas y dónde solo un aventurero puede llegar.
Estamos en Bangladesh, el país con más población por km.2 del mundo.
Sin embargo, tiene una larga playa, el pueblo no tiene turismo foráneo, pero sí está lleno de turismo local. Sobre todo empresas, que pagan a sus empleados viajes en grupo con todos los trabajadores, para fomentar su rendimiento.
Recorremos todos los hoteles de Kualkata, que no son pocos, nos lleva 4 horas.
Optamos por Power International Guest House, situado justo al lado del Castle Dream hotel.
Cuando el autobús nos deja, debemos dirigirnos a la primera y única encrucijada que tiene el pueblo. Teniendo el mar de frente, debemos de caminar a la derecha, durante 700 metros.
Es el último hotel que se encuentra, justo a la derecha. Situado en frente de un puesto de té.
La playa, está en este lugar, muy solitaria y a tan sólo 50 metros del hotel.
Las habitaciones son grandes, y tomamos una que tiene dos habitaciones en su interior, con el baño dentro, por un precio de 6.000 Tk (75$) dos semanas.
El lugar lo regenta una familia muy amable, que todos los días, nos limpia la habitación.
Además, estamos a tan sólo 8 minutos andando, del pueblo y sus tiendas y restaurantes.
De todas formas, el puesto de té, donde pasamos horas de risas con los locales y su propietario, cuenta con los productos básicos, Té, café, zumos, refrescos, agua, papel higiénico etc.
En las dos semanas, que recorremos Kualkata, visitamos andando, Sundarban, de una manera gratis. También, llegamos a la frontera de playa-manglar, donde relajarse.
Recorremos siempre a pie, los lugares del interior. Allí, todas las granjas están rodeadas de pequeñas lagunas artificiales, donde los locales se bañan, pescan, lavan la ropa y demás.
Esto hace que en la temporada del monzón y luego en verano, sean foco de malaria, dengue y otras infecciones.
La vida en este país, es durísima y la esperanza de vida, se sitúa en los 62 años.
Sin embargo, cuando los locales nos ven, nos sonríen y jamás nos piden algo a excepción de hacerse fotos con nosotros.
EN TORNO AL PUERTO
Regresamos a Barisal, donde nos alojamos en el Hotel Alí, en pleno centro.
Un ritzwan eléctrico desde la estación de autobuses al hotel, solo cobrara 40 Tk.
Desde el puerto, está muy cerca, pues la ciudad, ha crecido alrededor del puerto y el centro está muy cerca de este.
El hotel es antiguo, pero las habitaciones son amplias, limpias y con un buen servicio.
La habitación, la conseguimos por 600 Tk, regateados.
Barisal, es una ciudad, donde el dar un paseo, se convierte en una agradable aventura.
El viajero, puede descubrir, callejas con encanto, edificios coloniales en total decadencia, lo que le da un aire aun más encantador. Recorrer las callejas de los bazares, en los que cada calle está dedicada a un oficio diferente. Visitar el puerto, ver el trasiego de personas con bultos y los que trabajan allí, en sus quehaceres y descansar, tomando un té y unos pasteles. También visitar los diferentes lagos del centro, en los que los ciudadanos se bañan y asean al aire libre.
Si esto ya es suficiente motivo, para visitar esta ciudad. La amabilidad, cariño y hospitalidad, que dispensan los locales en Barisal, hace que la ciudad sea visita obligada si el viajero, quiere disfrutar del placer de charlar, interrelacionarse y tomar muestra, del fabuloso carácter bangladesí.
Volvemos a Dhaka, tomando un barco nocturno desde Barisal.
Los barcos que operan, en absoluto son de baja calidad. Dependiendo de lo que se paga, así se tiene.
Una habitación doble, más que aceptable, con tv y vistas al río, nos salió por 750 tk (9,4€), por persona.
También en la planta inferior, hay un gran dormitorio sin separador, donde viajan los más ajustados de presupuesto, pero debido a cosas del destino, no tuvimos opción de tomar este chance.
Nada más llegar a Dhaka, tomamos un C.N.G, hasta inmigración, para hacer la extensión del pasaporte.
Pago 60€, (Yokito San que es japonesa y tiene el mejor pasaporte del mundo para viajar, es gratuito, así como el visado de entrada), y me emplazan para dentro de 27 días, a poner el sello en mi pasaporte.
DE NUEVO EN CASA POR POCO TIEMPO
Nos volvemos a alojar en casa de Stephen, que en este breve espacio de tiempo en el que nos quedamos, me presenta a su grupo de amigos en Dhaka.
Magnifica compañía y lugares a los que me lleva, donde me parece mentira estar en Bangladesh.
Tomamos de Dhaka, un tren a Chittagong, La segunda ciudad más grande del país.
En la estación, esperando el tren, decido tomar alguna foto, de los más desfavorecidos que viven en los aledaños o van de paso por la estación.
Llegamos a Chittagong ya sin luz. Nada más salir de la estación, justo en frente, se encuentran la mayoría de hoteles de la ciudad.
Después de revisar varios, optamos por una agradable sorpresa.
El hotel Dream International, situado en el 91 de Station Road, oferta unas habitaciones nuevas, limpias con baño dentro por 800 Taka.
En su terraza hay un restaurante con precios medios y unas buenas vistas.
Sin embargo nosotros nos decantamos por restaurantes y puestos callejeros, que se sitúan por la noche a lo largo de Station Road y que a buen seguro deleitaran al viajero.
Decidimos estar dos días, para explorar la ciudad y sus mercados.
Marchamos a Cox Bazar, a tres horas en autobús desde Chittagon, por 240 Taka.
Desde la estación de autobuses de Cox Bazar a la ciudad, hay dos kilómetros y medio, por lo que lo hacemos andando.
EN PLENA ZONA TURÍSTICA: LA PLAYA MÁS LARGA
La ciudad de Cox Bazar es la más turística que hemos visto en todo Bangladesh. Inundada de resorts, restaurantes y terrazas, hacen que el viajero, se sienta por un momento lejos de lo que en su mayoría es Bangladesh.
Sin embargo, lo mejor de todo, es que Cox Bazar, cuenta con la playa más larga del mundo 125 km. Basta con caminar al sur tres kilómetros, para estar totalmente solo y disfrutar de esta hermosa playa.
Tomamos habitación en uno de los hoteles de la ciudad, donde rebajamos el precio a 800 taka habitación doble con baño dentro, terraza y un servicio estupendo.
Se llama D’oceania Hotel, en Marine drive Road.
En uno de los numerosos puestos que ofertan viajes a St. Martin, tomamos el viaje más barato de ida y vuelta, 800 taka, autobús y barco para dentro de los dos días siguientes.
En nuestra estancia, paseamos por la playa, tomando buenas fotos y haciendo largas caminatas de hasta 20 km diarios por una playa que nunca se termina.
Nada más pisar St. Martin, tenemos la sensación de que nos va a gustar a pesar del bullicio que tiene el puerto por la llegada de visitantes a la isla.
St. Martin, es una pequeña isla de 8 km de largo, por un máximo de 2 km de ancho. Se encuentra en el sur de Bangladesh, en el límite con la frontera de Myanmar.
La isla es muy visitada por turistas locales, pero no foráneos, a excepción de algún expatriado que resida temporalmente en Bangladesh.
Solo el este y norte de St. Martin está lleno de hoteles y resorts, por lo que teníamos claro donde no alojarnos.
Al llegar, vamos acompañados de Guillerme, un brasileño al que convencimos en Cox Bazar que nos acompañara un par de días en la isla. Nosotros teníamos claro desde un principio, que íbamos a intentar estar 15 días.
En el puerto encontramos un chico que se dedica a llevar turistas a un resort donde trabaja. Nos indica que en lado oeste conoce un lugar alejado y muy tranquilo. Además al lado de la última playa que es posible bañarse, puesto que la costa del sur, está llena de rocas.
Le hacemos caso a Shukur, que en un primer momento como broma se hace llamar viernes, y lo seguimos a través de caminos por la isla.
CON DERECHO A BARBACOA
Después de una media hora andando, llegamos a un lugar cercado de palmeras y donde solo vemos dos guest House, teniendo como fondo más palmeras y una preciosa playa.
Al entrar al jardín, de reojo, veo que hay una barbacoa y casetas con sombra. Además, todas las habitaciones son en tipo cottage y tienen terraza.
Nuestra decisión ya está casi tomada, antes de que viéramos la habitación. Sin embargo, al ver la amplitud de la estancia, y que cuenta con un baño muy limpio, tenemos claro que hay que luchar los precios el máximo posible, para poder quedarnos en este lugar que cuenta con los ingredientes que íbamos buscando. Tranquilo, paradisiaco y donde podemos cocinar a base de barbacoa.
Después de 40 minutos de regateo con el encargado del resort, quedamos en una cifra que nos satisface a ambos, 100 $ los quince días.
El nombre de nuestro hogar por medio mes es Coral View Resort. Un ritzwan regateado, llevara hasta un máximo de cuatro personas, desde el puerto hasta este establecimiento, por 40 taka (0,5€).
Nosotros lo utilizamos, cuando vamos al mercado del puerto y debemos de volver cargados.
Después de mes y medio en el país, donde solo hay dos estilos de cocina (rebozado y frito o al curry), Yokito San y yo ansiábamos encontrar un lugar donde pudiéramos hacernos nuestra propia comida con los maravillosos productos con los que cuenta el país.
Casi todos los días, compramos pescado y marisco a los pescadores y verduras a los agricultores. Conforme van pasando los días y aprendemos el dialecto de la isla y el sur del país, se va fraguando una amistad, que hace que nos hagan unos precios comunes en el resto del país.
Hay que recordar, que la mayoría de los productos, deben de traerse de fuera de la isla.
En las tiendas, tienen dos precios, uno para los lugareños y otro para los turistas locales y foráneos que la visitan. Ninguno esta más de tres días en la isla, por lo que nuestra larga estancia, unida al carácter curioso y afable de los bangladesíes, hace que después de una semana tengamos amigos por doquier.
En la isla sólo hay una televisión, que está en una gran choza, en la que a partir de la media noche se reúnen los jóvenes lugareños, para ver los partidos de Champions League y diferentes competiciones europeas. Es el lugar donde todos me invitan a sentarme con ellos y animar a los diferentes equipos. Me sorprende ver que la gran mayoría son aficionados al Barcelona.
Recorremos la isla hasta el sur, lugar apropiado para hacer snorkel, por su coral, y pasamos las jornadas con una vida más que relajada.
EN CASA DE SHUKKUR
Uno de los días, Shukkur, nos invita a su casa. Nosotros acedemos de buen grado.
Al llegar a su casa, que se compone de dos habitaciones, paredes de palma trenzada y techo de chapa, sus familiares nos reciben.
Todos nos inspeccionan y se van relevando con los vecinos, para vernos como si fuéramos extraterrestres.
Shukkur nos comentan, que nunca han visto a un blanco en vivo. El momento más extraño, es cuando uno de los aldeanos, me pide permiso, para tocar mi cabello, por lo extraño que le resulta.
Finalizada la visita, recorremos el resto de la aldea, donde sus habitantes viven en la más extrema pobreza, pero no dudan en regalarnos sonrisas e invitarnos a tomar té.
El día que abandonamos la isla, en nuestro recorrido desde el hospedaje hasta el puerto, somos despedidos una y otra vez y agasajados con regalos por parte de los locales.
Regresamos el camino andado, hasta la capital del país.
Nos alojamos en casa de un local, Shahid que vive en un barrio acomodado a las afueras de la ciudad.
En los últimos días, aprovechamos el tiempo, para hacer las últimas compras y visitar el museo de la guerra, que además de ser barato (0,12€), es interesante e introduce al viajero en la historia de la independencia del país de Pakistán.
Culturalmente hablando, Bangladesh no es un destino atractivo. Apenas cuenta con arquitectura o edificios, que hagan que se determine su visita por estas atribuciones.
Las playas, tienen un nivel medio, no son de las mas paradisiacas. Pero la ausencia de hoteles, y encontrar un lugar relajado, es muy posible, si se toma una hora caminando.
El noroeste del país, está lleno de colinas de té. Pero en esta ocasión, el tiempo no nos ha dado para su visita. Quizás para la próxima.
UN RUEGO AL TURISTA EMPEDERNIDO
¿Qué es entonces lo que tiene de atractivo y único este país para su visita? Pues precisamente, algo que es tremendamente delicado y por experiencia, sé que efímero. La ausencia de turismo, que hace que los bangladesíes sean amabilísimos. Nos entran en sus casas, nos ofrecen comida o bebida y el viajero, puede disfrutar de un entorno virgen.
Por favor, señores turistas que busquen limpieza, lujo, resorts a pie de playa con sirvientes, brazaletes de todo incluido el no respetar la cultura y religión mayoritaria de este país, les agradecería, que nunca visiten Bangladesh. Para de esta manera intentar preservar un poco más, lo que realmente hace único y maravilloso a este país.
Sinceramente, Bangladesh, hay sido todo un acierto, el haberlo elegido, como despedida de Asia.
HASTA PRONTO
Casi 6 años, recorriendo este continente, que tanto me ha enseñado y tanto me ha dado.
Es hora de cambiar de emplazamiento y continuar viajando, aprendiendo y viviendo.
Probablemente, el próximo país a visitar, después de una pequeña estancia en España, será el que en última instancia, me dé un taravitazo.
Agradezco a todas las personas, que me han estado siguiendo en mis aventuras a través de este blog. También a Eladio y a Vargas por hacer posible, que estas letras y fotografías, lleguen a todos vosotros.
En Septiembre de nuevo comenzará la aventura, hasta entonces recordad, comportaos como taravitazos de buena voluntad.
BANGLADESH SEGUN YOKITO SAN
CANAL YOUTUBE DE EL TARAVITAZO:
BANGLADESH
Qué maravilla poder visitar un país tan amable,cercano y aún sin corromper por los turistas de masas,ojalá se mantenga así por mucho tiempo tal y como dices en la crónica.
Se ve lleno de color y «olor» todo lo que rodea a ese país,muy bien reflejado en tus fotos.
Es sorprendente lo que son capaces de transportar sobre la cabeza,en cestos,etc y…sin carretilla!!!
Felicidades por esta fantástica crónica 🙂
Por fin he leído la crónica, me ha gustado como siempre. Las fotos muy bonitas y espectaculares me llama de nuevo la atención…o hombres, o mujeres, o niños, …y la suciedad que capta el objetivo de tu cámara y la de Yoko, pero que la la imagen captada incluso la hace bonita…Las fotos demuestran que es un país pobre y sin turistas pero lleno de color y armonía … y quizás por eso sus gentes son tan amables y llaman tanto la atención…
Me ha encantado el montaje audiovisual que has hecho, desde esta página he podido verlo entero sin cortes en la música como me ocurría desde la página del Yotoube…ya te pediré información sobre el programa que has utilizado para hacerlo y cómo etiquetas las fotos para que se sepa que tienen autor.
Je, je , je… Bangladesh, tan lejos y tan cerca de La Victoria,…por si te ocurre quejarte de lo preguntones que son los del pueblo…unos habitantes y otros sólo tenemos curiosidad intelectual…espero que no los hayas enredados al preguntarte…¡ no se porqué te digo eso!
Me encantan todas las fotos…pero en especial la los perros tumbados al sol, todos como mi Canelita, sólo espero que estén retozando y que no se los coman…porque gorditos están…y después ¡ dices que tu prima y yo los tenemos con sobrepeso !
Con la descripción y las fotos que pones, así como del montaje audiovisual que haces…creo que ya he visto el país … pero si alguna vez voy a Bangladesh es principalmente por lo que dices que has pagado por una mariscada para dos personas en la playa han sido 6 €…comparo y con lo que se paga en España me pago el viaje seguro… y me harto de comer marisco…
Por último…Vaya curiosidad, allí las casitas rosas como el Monserrat, son aldeas de mujeres en medio de un charco para que nos enteremos…ohhh…Pienso que allí los maridos se sentirían seguros y contentos … porque sus mujeres seguro que no les cazarían y ni les liarían la de Dios en caso de ser pillados…je, je…como ocurre por estos lares a veces…
Bueno Antonio y Yoko besos de la familia García Maestre…y ya nos contarás de que va eso del bodorrio que habla tu prima Pepi…Nos volvemos a encontrar a partir de septiembre cuando se publique tu siguiente crónica.
La verdad que Bangladesh para mí era un auténtico desconocido, si no fuera por alguna que otra etiqueta de ropa.
Un país virgen al turismo que me deja la sensación de ser un país muy pobre, sucio, superpoblado y caótico.
Me ha encantado esa playa casi infinita, Cox Bazar, en la que puedes pasear y pasear y nunca termina, con esos extraños barcos que parecen sacados de alguna película de Disney.
Me maravilla la capacidad de transportar mil cosas que tienen sus bicicletas, o ellos mismos sobre sus cabezas.
No habrá grandes atractivos turísticos, pero si millones y millones de habitantes que parecen ser el verdadero encanto del país. Su simpática gente, increíblemente hospitalaria y amistosa, que te trata como si fueras una estrella de cine, y que hace que no te sientas solo ni un momento sólo por el hecho de ser occidental, y siempre con una sonrisa en la boca.
Pero lo que más me ha llamado la atención de su gente, son sus grandes y hermosos ojos. Dicen que los ojos son el espejo del alma, preciosa alma la de esta gente.
Una gran idea el mostrarnos las fotos a través de youtube. Maravillosas fotografías acompañadas de buena música, todo un lujo.
Gracias por otra crónica genial.
Queridísimo Lolailo ha sido todo un honor y un placer ver esta crónica por primera vez antes de publicarla y teniéndote al lado explicándome las fotos y contándome anécdotas y experiencias( aunque le diéramos la siesta a mi grande).Gracias por ese regalo que para mí ha sido especial.Me alegro de que hayas encontrado un país libre de turisteo y de que lo hayas disfrutado.Ahora a prepararnos para el bodorrio.Un besazo.