Indonesia (V)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

ROTE

Dicen que a la tercera va la vencida, pues precisamente esos fueron los intentos para poder llegar a la isla de Rote.

El ferri que parte a Rote, sale del puerto de la isla de Timor todos los días a las 8 de la mañana.

Nosotros el martes (primer intento), llegamos a las siete y media de la mañana y el ferri ya estaba lleno para los que viajan con moto, solo había lugar para pasajeros. Nos volvemos al hotel de Kupang y volvemos a tomar la habitación que anteriormente habíamos dejado. Luego aprovechamos el día para ir a la playa de Tablolon y conectarnos posteriormente a internet a sabiendas que en la isla de Rote será difícil.

El miércoles (segundo intento), llegamos al puerto a las 6 de la mañana. La taquilla que expende los billetes aún está cerrada, pero ya hay gente que se agolpa en la ventanilla, esperando a que abran. Cuando lo hace, es toda una aventura el poder conseguir un billete, aun así la Reina de Java consigue comprar un billete (atención, piden el importe exacto, 120.000 rupias dos personas y la Burrica, por lo que hay que ser precavido y llevarlo para evitar tener que volver a luchar con los que hacen cola).

Cuando llegamos al muelle, nos encontramos con la sorpresa de que no nos dejan pasar, pues los lugares reservados para los vehículos, vuelven a estar llenos. A pesar de tener el billete sacado, nos tenemos que quedar en tierra.

Volvemos de nuevo al hotel, esta vez entre las risas de los amables trabajadores del hotel Laguna, que no han ocupado nuestra habitación por si acaso…

Pasamos el día de compras en una óptica donde mi compañera aprovecha para cambiar sus gafas ya deterioradas. También, consciente de que el tiempo en lo que puede ser una maravillosa isla pasa volando, compro los billetes de avión para ir a Yakarta, poniéndome de esta manera coto a lo que podría ser una estancia en el cielo. Debo de ir pensando ya en finalizar mi periplo por Indonesia. Otros proyectos, se encuentran ya, llamando a la puerta de mi atención.

Jueves, (tercer y último intento) llegamos al puerto a las 5 de la mañana, la taquilla evidentemente se encuentra cerrada, pero utilizamos los billetes del día anterior y por fin podemos meter a la Burrica en el interior del ferri.

A pesar de haber llegado tan pronto, en el interior del barco ya hay tres motos y dos camiones que han sido más madrugadores que nosotros.

 

EN LITERAS Y A TOPE

Subimos al segundo piso, y decidimos debido al cansancio no ocupar los asientos de la sala vip con aire acondicionado, y viajar en las literas donde lo hacen la mayoría de los viajeros.

Alquilamos dos colchonetas por 0,8 € cada una, elegimos el lugar que más nos apetece, ya que no hay ni una sola alma en el lugar, y dejamos pasar el tiempo hasta que el barco por fin zarpa rumbo a Rote.

Después de una siesta de tres horas, que hace que el viaje sea más corto (en total el trayecto dura 5 horas), me despierto en medio de una muchedumbre que ya llena todos los espacios vacíos de las literas.

Familias que viajan con todo tipo de avituallamiento comprado en Kupang, ancianos que han ido a visitar al médico o algún familiar que vive en la isla de Timor o alguna pareja de enamorados que regresan de su viaje de luna de miel, son los viajeros que se encuentran a nuestro alrededor. No hay ni un solo extranjero, me percato mientras bebo un café que me ha traído mi compañera.

En el resto del viaje, saco alguna fotografía de los pasajeros del barco y hay una que me arranca una sonría.

A la una y cuarto del medio día desembarcamos en Rote. Nada más tomar la carretera que va a la capital de la isla Baa, me doy cuenta que esta isla es una auténtica maravilla.

EN EL PARAISO

Está salpicada en el interior por campos de cultivo todos verdes debido a que el arroz se encuentra aún por cosechar. La carretera, aunque estrecha está bastante bien asfaltada, la ausencia de vehículos, se suple con cabras, vacas y cerdos que la cruzan a toda prisa cuando les aviso que llego con el claxon de la Burrica.

Hasta aquí todo más o menos como las demás islas de Indonesia que he visitado. Pero lo que realmente hace especial a Rote en este tramo del camino, son dos cosas. El magnífico cielo que hace de tejado a los preciosos paisajes campestres, que es exacto al de Laos. Y las numerosas playas que bañan la costa, que hacen que tanto mi compañera como yo, durante todo el camino, cada vez que tomamos una curva y vemos a lo lejos una de ellas, no hagamos más que repetir una palabra al unísono “WAU”.

Llegamos a Baa, que dista del puerto unos 30 kilómetros, y vemos que de capital tiene lo que da de sí sus dos calles, dos hoteles, una decena de tiendas y dos bancos. Algo que para mí en otras ocasiones sería suficiente, pero ahora no.

Buscamos algo más apartado, donde podamos relajarnos y saborear con tranquilidad lo que la isla a bien seguro nos va a ofrecer.

Paramos a la salida de Baa porque empieza a llover y mientras el asfalto se va tornando brillante por el agua, nosotros saboreamos un café y recabamos información.

Media hora después, ya tenemos decidido nuestro destino. Ante la ausencia de hospedaje en la isla, solo tenemos tres opciones. La primera es quedarnos en un resort que hemos visto cercano a una maravillosa playa en el camino que hemos recorrido. La segunda quedarnos en la capital que ya hemos pasado. Y la tercera dirigirnos a Nembrala, un pueblo situado en el oeste de la isla a 38 kilómetros de la capital, que está cercado por buenas playas y dispone de hospedaje.

La decisión ha sido muy fácil, tanto como la carretera que tomamos que continua siendo buena y con paisajes interiores que a nadie puede dejar indiferente.

Tres kilómetros justos antes de llegar a Nembrala, la carretera se llena de baches y agujeros, algo que para la Burrica no es ninguna dificultad.

Sobre las tres y media de la tarde llegamos a nuestro destino.

REGATEO EN EL RESORT

Nembrala no es más que una aldea, con una calle asfaltada y las demás de tierra. Sus habitantes son pescadores y granjeros de mayoría católica que trabajan muy duro durante todo el día.

Nada más entrar en la población vemos a dos extranjeros que por el aspecto que tienen me indica que son surfistas. Uno es Hugo, portugués agradable y de mirada triste, el otro es Mike, australiano de pocas palabras.

Hugo me dice que son los únicos extranjeros que hay en el lugar, también me cuenta que en Membrala hay dos resorts y dos hoteles. Los resorts son de precio prohibitivo, 50 $ la noche por persona, no por habitación, incluida la comida. Los hoteles son más baratos aunque la calidad también es inferior, pero que no baja de 15 $ por persona comida incluida. También me comenta que tenemos suerte, ya que es la temporada baja, pues en verano no baja de 25 $ por persona.

Decidimos probar suerte en un resort, por eso de si toca la flauta. Salimos del resort entre los improperios de la dueña cuando le ofrezco 100 $ por una estancia de 10 días los dos y sin comida.

Cuando me veo teniendo que acortar la estancia en el lugar debido a que mi presupuesto es ajustado, decidimos probar suerte en el hotel donde se alojan los dos surfistas.

La Reina de Java, se baja de la moto y me hace quedar fuera con una advertencia a la que le da peso con su dedo índice señalándome; tú eres Bule (guiri), a ti te van a intentar cobrar más, déjame a mí, que ya me las arreglo.

10 minutos después sale del hotel con una sonrisa de oreja a oreja; Antonio aquí nos quedamos, el hotel no es que sea de lujo, pero a buen seguro que no vamos a encontrar nada más económico en toda la localidad.

Nos quedamos por 100 $ los dos por 10 días, en una habitación con mosquitera, ventilador, baño de retrete de agujero y ducha de cubo de agua. La comida no está incluida, ni siquiera el desayuno.

El hotel se llama Talenta Mas, en la avenida principal, 200 metros antes de la iglesia en la acera izquierda y justo antes del único restaurante que hay en el pueblo.

Lo regenta una pareja de ancianos, que al verme entrar con las mochilas dejan escapar un lamento por no haber pedido más dinero en el regateo. Sin embargo, al ayudarles a limpiar la habitación y pagarles por adelantado, hacemos que el dueño, Thomas, nos incluya en el precio el desayuno.

Cuando nos encontramos con Hugo y este nos pregunta cuanto pagamos, suelta un “Puta madre” al decirle el precio final.

Mientras deshago las mochilas, caigo en la cuenta, que llevado por la animosidad de la belleza de la isla, sólo he dejado un día entre mi retorno a Kupang y mi marcha a Yakarta, para poder vender la Burrica. Algo que sin duda alguna deberé pagar con una rebaja en el precio que he de pedir por ella además, de la que ya tenía pensado por tener la matricula de Bali y no estar con la documentación en regla.

También hago cuentas y llego a la conclusión, que por otra parte la Burrica a los dos meses de tenerla ya había rentabilizado su precio, pues el alquiler de una moto en las islas que he estado, sale por 4,3 € de media por día. Con ella llevo 6 meses, donde las pocas reparaciones o cambios de rueda y aceites que he tenido han sido irrisorios.

SIN COCINERO NI ELECTRICIDAD, NI VISA

Por la tarde, nos damos un baño en la playa del pueblo, donde disfrutamos de su blanca arena y del magnífico cielo que la cubre. Cuando recogemos las cosas, vemos cómo las mujeres y niños de los pescadores, amontonan en la orilla algas, para luego secarlas y con ellas hacer ensaladas. Mi compañera decide ayudarlos entre risas y juegos de los más jóvenes, mientras hago alguna fotografía.

Antes de marchar hago también alguna foto, hoy que el cielo de la isla nos regala unas preciosas estampas.

Por la noche decidimos ir al único restaurante del pueblo, cuando llegamos, la dueña nos dice que si queremos beber bien, pero que el cocinero estará fuera todo el mes, y que no hay servicio de comidas.

Preguntamos en el pueblo y solo hay una casa, justo antes de la iglesia, donde hacen un único plato, bakso (sopa con fideos y albóndigas). Cenamos allí por 1 € los dos y nos vemos avocados a hacerlo durante los diez días que vamos a permanecer en el lugar por falta de ofertas.

Posteriormente a la cena, comprobamos también que en todo el pueblo sólo hay electricidad desde el anochecer hasta el amanecer, ya que dependen de un único generador que da electricidad a todo el pueblo y lo tienen dispuesto de esta manera para gastar menos.

Con la única luz en las calles de las casas que hay en ellas, miramos al cielo que tiene una luna que está en cuarto creciente y de nuevo nos quedamos boquiabiertos con el firmamento que hay sobre nuestras cabezas. Decidimos irnos a la playa, para disfrutar de la luna, las estrellas y el mar, donde las luces de los pescadores que faenan salpican la oscura agua que pone melodía de olas a su trabajo.

Al día siguiente decidimos ir a Baa, para sacar dinero en alguno de sus dos bancos y hacer acopio de provisiones para no tener que cenar solo bakso.

Un consejo al viajero, llevar dinero desde Kupang, ya que ninguno de los dos cajeros que hay aceptan tarjeta visa. Tampoco hay casas de cambio de divisa, por lo que el viajero que no sea precavido verá reducida su estancia en este lugar.

Yo tengo la suerte que mi compañera tiene una tarjeta de uno de los dos bancos que hay y podemos sacar el suficiente dinero de su cuenta, para permanecer en la isla sin necesidades.

Después del almuerzo, volvemos de nuevo a Nembrala, parando de nuevo para dejar que la tormenta diaria y vespertina me dé la oportunidad de hacer alguna foto singular.

Por la mañana decidimos recorrer la parte oeste y suroeste de la isla.

Solo hay que seguir la carretera que atraviesa Nembrala y el visitante se llevara la mayor y más gratificante sorpresa que esta isla puede ofrecer a tan sólo 7 kilómetros, atravesando un par de aldeas.

Al final de la última aldea, hay un pequeño camino de tierra que lleva a una playa. Cuando aparcamos la Burrica bajo una palmera y accedemos a la playa, los dos una vez más nos quedamos maravillados.

UNA PLAYA PARA UNA ETERNIDAD

Veo ante mí, la playa más bonita que he visto en toda mi vida. A pesar de ser andaluz, esto no es ninguna exageración. Ante nosotros se extiende una playa de al menos un kilómetro, de una de las arenas más blancas que he visto nunca, tanto que cuando sale el sol daña la vista. En uno y otro extremo, la playa está flanqueada por rocas que acentúan aun más su belleza. La cercan a sus espaldas las palmeras y árboles que de ser preciso dan sombra al visitante. Pero lo más espectacular es su agua transparente, más que el agua mineral, que hacen que junto con su arena blanca, tenga un color turquesa de hermosura que jamás habría podido ni tan siquiera soñar. Además, como colofón, el cielo que esta sobre ella, lleno de nubes y claros hacen que el lugar sea el máximo exponente de la hermosura marina que puede mostrar la naturaleza. Esta imagen, no solo quedara para siempre en mi retina, sino también en mi corazón. 

Mi compañera y yo, nos miramos sonriendo y pensamos lo mismo; no hace falta buscar más, aquí nos quedamos, un día, una semana, un mes, o mejor aún, toda la eternidad.

Nos quitamos la ropa y corremos riéndonos a carcajadas como si fuéramos dos niños que acaban de llegar por primera vez en su vida a un parque de atracciones.

Mientras corremos por la arena para llegar al agua, la única persona que hay en toda la playa, un pescador local que está recogiendo sus redes, nos saluda con la mano riendo, cuando pasamos a su lado.

Nos zambullimos en sus cristalinas y reconfortantes aguas, chapoteando y gritando de alegría.

No cesamos de exclamar una y otra vez, ¡¡ Beautiful ¡!, ¡¡ Beautiful ¡!, ¡¡ Beautifull !!.

Mientras, el pescador ha recogido el fruto de su trabajo, nos saluda de nuevo y nos deja en completa soledad en el paraíso.

Ni una sola alma llega al lugar en todo el día. Hago al menos un centenar de fotografías que no plasman la belleza verdadera del lugar. Poco me importa, sé que esta playa la recordaré de por vida con toda su belleza, atreviéndome a apostar que es más que difícil encontrar algo parecido en el camino que me queda por recorrer.

POR FIN LA REINA DE JAVA, NADA

El destino ha querido, que aquí, precisamente en la última isla pequeña que recorro del sudeste asiático, encuentre la perfección.

Aprovecho el día para continuar algo que desde que conocí a mi compañera me he empeñado en enseñarle. A sabiendas de que tengo la paciencia de una madre que ha perdido a su hijo en una tienda de explosivos, decidí hace dos meses en los momentos que me fuera posible enseñar a la Reina de Java a nadar.

Ella ha demostrado más paciencia que yo, al aguantar los reproches y gritos que le pegaba cuando no me hacía caso en algo y siempre me ha respondido con una sonrisa.

Pues bien, precisamente en la playa más bonita del mundo, un 16 de febrero del 2013, la Reina de Java, por fin aprende a nadar.

No recorre más de cuatro metros antes de hundirse de nuevo, pero sé a buen seguro y por experiencia, que estas cosas sólo la paciencia y la constancia hacen que el fruto acabe llegando.

Al medio día, decidimos buscar un lugar para comer, ante la falta de oferta, pensamos en continuar la carretera que llevábamos, para ver que nos depara.

 Pasamos por otras playas, que rivalizan con la anterior en belleza, algunas con árboles dentro del agua, otras flanqueadas por la verde hierba y alguna con grandes rocas en sus aguas.

Dios, ¿pero es posible que la belleza de este lugar no acabe nunca?, me repito mientras paso por unas aldeas donde los niños salen de sus humildes casas a saludarnos.

En alguna paramos a tomar alguna foto de cómo juegan a lo que en mi pueblo se llama trompo y en otros lugares peonza. También saco alguna fotografía de los caminos y circunstancias curiosas que me encuentro.

Tomando uno y otro camino, llegamos a Batu Tua, una pequeña localidad, donde están construyendo un puerto para barcos con grandes cargamentos, que lleguen desde Surabaya.

En la aldea hay un solo restaurante donde decidimos quedarnos a comer.

Lo regenta una amable mujer de nombre Marni, con la que enseguida entablamos amistad. Como no podía ser de otro modo, Marni tiene como platos arroz, vegetales y atún, nada más. El atún lo prepara de cuatro maneras diferentes y decidimos probar las cuatro. Toda la comida mas los cafés nos sale por tan solo 2,55 € los dos.

Ante la amabilidad de Marni, decidimos volver todos los días que estemos por el lugar, a pesar de que se encuentra a unos 12 kilómetros por la carretera bacheada.

Volvemos de nuevo en la sobremesa a la playa y pasamos el día allí, hasta que el sol comienza a irse.

Retornamos al hotel satisfechos y en el camino nos encontramos a Hugo, al que le contamos nuestro día.

Su respuesta es muy clara; “Tengo 46 años, llevo surfeando desde los 13 por playas de todo el mundo, tampoco he visto jamás ninguna playa tan bonita”. Luego se queja; “lástima que no tenga olas para surfear”. Sonreímos y pienso egoístamente, que mejor así, pues eso hace que sea mucho más tranquila.

En la mañana del domingo, volvemos de nuevo a la playa, mientras pasamos por las iglesias atestadas de fieles que rezan.

Pasamos el día de igual modo que el anterior, en la maravillosa playa y en completa soledad.

¿Hay mejor plan que estar todo el día en el paraíso?; pienso mientras inspecciono los movimientos de mi compañera que le ha tomado gusto al agua y me cuesta ya sacarla de ella.

Cuando de nuevo marchamos a comer en el restaurante de Marni, paramos a recoger frutas de un árbol. Su nombre en Colombia es mamones, son como unas cerezas pequeñas, a las que hay que quitarle la piel y su carne es acida. Todo un manjar para el que le gusten las frutas acidas.

Después de la comida comienza a llover y decidimos pasar la tarde del domingo en el porche del hotel, viendo a la gente pasar bajo la lluvia que se dirige de nuevo a rezar y nosotros de mientras comemos mamones.

El lunes, por la mañana, de nuevo volvemos a nuestra playa, en lo que se está convirtiendo la rutina matutina. Mi compañera, continúa aprendiendo a nadar y practica lo que ya sabe, mientras que yo obsesionado con poder plasmar la belleza del lugar, he estado la noche anterior limpiando el objetivo de mi cámara, por si esto sirviera de algo.

Cuando miro las fotografías que hago, acredito que tampoco sirve de nada. El cielo sigue siendo maravilloso, y la playa extraordinaria como siempre, pero no consigo atrapar su belleza en mi cámara. Al final desisto y pienso que tal vez es una belleza reservada a los que se acercan a ver en vivo este regalo de la naturaleza.

UNA ISLA SIN CEMENTERIOS

A media mañana, teniendo nuestros cuerpos quemados por los días que hemos estado al sol, decidimos marchar antes de que acabemos con quemaduras.

Nos acercarnos a Baa, para comprar un protector solar y hacerle el último cambio de aceite a la Burrica.

A la vuelta paramos en el camino, para atrapar alguna imagen más, que la isla nos ofrece.

Al pasar por una aldea, caigo en la cuenta de lo que ya me había extrañado en los pueblos por donde he pasado. En ninguno hay cementerios, por lo que a los muertos los entierran en los patios de las casas, o incluso en las aceras de las aldeas, convirtiéndose estos lugares en camposanto improvisado.

Además, las tumbas más lujosas, que disponen de pequeños tejados, sirven de lugar para la reunión familiar, comen y se sientan sobre ellas o incluso tienden la ropa. En otras las que se encuentran en las aceras, las cabras utilizan las lápidas, para trepar a ellas y desde allí tener una vista más elevada del lugar.

Llegamos al atardecer a Nembrala, bajo el magnífico cielo de Rote.

En los días posteriores, hacemos más de lo mismo, ir a la playa por la mañana, para que mi compañera continúe practicando y disfrutar del lugar.

Al mediodía comemos donde siempre y la sobremesa la aprovecho para jugar al futbol con los niños que diariamente se acercan al restaurante a buscarme esperando a que termine y divertirnos juntos con el balón. 

El paisaje que me rodea mientras juego con ellos es muy hermoso, entre palmeras, playas, barcos de pesca, aguas trasparentes y el cielo de Rote.

Posteriormente al juego, salimos siempre a ver hasta donde llegamos explorando lo aún desconocido para nosotros de la isla.

De esta manera, llegamos a Papela, la localidad más apartada de donde nos alojamos en la isla.

La carretera finaliza allí, en un pequeño pueblo de pescadores, de mayoría musulmana y donde las playas ni tan si quiera se asemejan a la peor del otro lado de la isla.

Sin embargo en el camino hay alguna que vale la pena tomar un baño, pero que tanto el agua como su arena es peor.

Pasamos de nuevo a la vuelta por las aldeas y pequeños pueblos. Vemos la dura vida de las mujeres, que por la tarde, cuando el calor no es tan intenso, se dedican a llenar cubos de agua de los pozos, ya que los pueblos no cuentan con agua corriente, mientras los más pequeños se sientan en los prados cercanos a un pequeño lago, donde pastan los caballos.

También nos sorprendemos al ver como algún isleño lleva en su cabeza el sombrero típico de la isla de nombre Tilangga-rote. Esta hecho con hojas de bambú y lo más curioso de él es el adorno que corona la parte superior, que hace el difícil el llevarlo mientras se va en moto.

NOCHE DE CARTAS Y MAÑANA DE MERCADO

Las noches, cuando el generador del pueblo no falla, las disfrutamos jugando a las cartas, en un juego indonesio que mi compañera se empeño que aprendiera y he acabado en más de una ocasión disgustándola porque me he convertido en todo un maestro.

Un día por la mañana, el dueño del hotel, Thomas, mientras estoy desayunando, lleno de excitación, me comenta que es día de mercado en el pueblo, que debemos de ir a visitarlo.

Después del desayuno, nos acercamos y vemos, que tampoco es gran cosa, pero sin embargo para los habitantes de Nembrala, es un día lleno de excitación, donde salen de sus rutinas diarias y hacen acopio de lo que normalmente no pueden a diario.

En una explanada compartida por los camiones que han llegado desde Kupang, hay puestos de ropa, de toda clase de artículos a veces innecesarios, de poca fruta y mucho pescado y algún puesto de nueces de betel, que los lugareños saborean en ocasiones con extraña complacencia aún no entendida por mi parte. Entre los puestos del pequeño mercado, los cerdos pasean a sus anchas comiendo todo lo que es comestible para ellos.

Cuatro días antes de nuestra marcha prevista, Hugo, siempre pendiente del servicio meteorológico, nos avisa que para el fin de semana se acerca una tormenta y que marchara al día siguiente. En un primer momento no le doy importancia, hasta que caigo en la cuenta de que si la tormenta se alarga los barcos no zarparán y por lo tanto de nuevo quedaremos atrapados en una isla, perdiendo de esta manera nuestro avión.

Decidimos hablar con la dueña del hotel, para que nos devuelva el dinero que hemos pagado por adelantado. Ella al principio se muestra reticente y debo de sacar toda mi experiencia en el regateo, para que al final nos reintegre el 66 % del importe de la estancia que no disfrutaremos, a regañadientes.

ADIÓS BURRICA, ADIÓS

Al hotel se acerca Chris, brasileño que vive en la isla y tiene un pequeño negocio de alquiler de motos. Veo el cielo abierto y lo asalto cuando esta de tratos con Hugo para la devolución de la moto alquilada por este.

Le ofrezco la Burrica, la cual mira de refilón y en un primer momento me contesta que no le interesa, ya que no tiene los soportes para las tablas de surf. Cuando le digo que la vendo muy barata, su cara cambia, cesa de hablar con un Hugo sorprendido de que me haya metido de por medio y examina más detenidamente a la Burrica.

         ¿Cuanto quieres por ella?,

          

Le contesto con una explicación exagerada por supuesto.

         La compré por cinco millones de rupias en Bali (en realidad fueron tres), la vendo por menos de la mitad, dos millones de rupias.

Me pide la llave, para dar una vuelta y probarla.

Mientras Chris se da una vuelta con ella, Hugo me comenta que este brasileño es un poco rata y que no me fíe demasiado de él;

    – Ya me he dado cuenta mientras cerraba contigo el trato de la moto, pero esta moto, no la podré vender en otro lugar. Cambiar la matrícula de provincia cuesta al menos dos millones de rupias, y ponerla al día de la documentación al menos medio millón. De no venderla a él, me temo que la tendré que regalar.

Cuando vuelve, me pide la documentación y después de examinarla, me ofrece un millón. Me niego tácitamente y me responde;

    – Esta moto no está al día con la documentación, tiene matrícula de Bali y tengo que ir allí a pagar las tasas a…

Antes de que continúe hablando, con una sonrisa maliciosa, le corto y le replico;

    – Igual que las motos que tienes para alquilar.

Señalo la que le ha estado alquilando a Hugo, matrícula de Bali.

Sube la oferta en cien mil rupias y le digo que se olvide, que ya la venderé en Kupang cuando regrese al día siguiente, consciente de que no podré hacerlo. Se queda pensativo y me contesta que por la noche me dice algo.

EN LO MÁS LEJOS, MOMENTO REFLEXIÓN

Pasamos el último día disfrutando por una última vez de la hermosa playa, del buen atún de la isla y del último atardecer que vamos a ver en Rote.

En la playa, mi mirada se centra en el sur, allí esta Australia, Oceanía; a media hora de avión si lo hubiera, digo pensando en alto.

 Casi tocando otro país, otro continente y prácticamente sin darme cuenta, he llegado lo más lejos que he podido en esta primera parte de mi gran viaje. El resto, hasta el regreso a España, es volver sobre mis propios pasos.

Caigo en la cuenta que el tiempo se ha pasado muy rápido, que aunque he disfrutado de todo con intensidad, tan sólo he podido recorrer una parte del total que tenía previsto. Aún, corre dentro de mí intacto, el sentimiento que lo hacía cuando comencé el camino ahora hace casi tres años. Ver qué hay más allá, qué lugares, gentes, culturas o costumbres se encuentran viviendo al otro lado del mar, detrás de una montaña o de una línea imaginaria en un mapa que hace de frontera, en tierras que aún desconozco.

Dejo caer una lágrima, mientras mi compañera me mira, la recoge y me pregunta que es lo que me pasa. Le contesto con tristeza pero sonriendo;

         Acabo de entender y asimilar que la vida no te da el tiempo suficiente para ver todo lo que el mundo está dispuesto a ofrecer.

          ¿Y qué piensas hacer?, me pregunta.

Quedo pensativo, bajo la mirada a la arena del mar, luego miro con ternura la estampa de los niños que corretean jugando en la playa mientras sus madres recogen algas y las meten en cestos de mimbre. Los padres regresan del mar en sus pequeñas embarcaciones y son recibidos por la algarabía.

De nuevo mi mirada se centra en el horizonte que esta engullendo ya al sol. Después de un minuto, finalmente contesto con seguridad y sonriendo de nuevo a la Reina de Java;

         No parar y seguir intentándolo mientras me queden ganas, vida y salud.

La beso en la frente y regresamos al hotel por un sendero entre cocoteros, mientras la luna ya esta iluminando el cielo y los últimos destellos del sol resplandecen sobre las cristalinas aguas de Rote.

TRATOS Y TRATOS

Por la noche Chris se acerca al hotel y me dice que la Burrica no le interesa, pero que ha venido con un amigo local, que puede estar interesado en la moto.

 El chico, me solicita la llave y da una vuelta muy corta con ella. Cuando regresa habla con el brasileño y este conmigo; me dice que a la moto le hace falta una reparación: Te da un millón cien mil porque no tiene más.

         Mira Chris, ya te he dicho que el precio por el que la vendo es muy barato, menos de la mitad. La moto ha hecho conmigo y con mi pareja todo el camino desde Bali aquí. Le he hecho 15.000 kilómetros y nunca he tenido una sola avería. Tiene el aceite recién cambiado, las ruedas están muy nuevas, le limpié hace muy poco el carburador, le cambié la bujía y el filtro de la gasolina. Este chico si me compra la moto, se llevará una muy buena moto, que nunca le dará un problema y los pocos que le puede ocasionar, son baratos de reparar. La rebajo a 1.750.000 rupias y además le regalo un casco, pero ese precio ya es definitivo.

Se rasca la cabeza y comenta con el amigo en voz baja, finalmente me hace otra oferta.

         Te da un millón y medio (precio en el que tenía pensado vender a la Burrica), le tengo que prestar trescientos mil, porque él no los tiene.

Miro la furgoneta del brasileño, y le respondo:

         Te la dejo en ese precio, pero tú nos llevas mañana a Hugo, Mike, a mi compañera y a mí al puerto gratis.

Sorprendido Chris, me contesta qué es lo que gana él en el trato, después de tenerle que dar trescientas mil rupias a su amigo y encima llevarnos a los cuatro gratis al puerto (un taxi al puerto, vale 75.000 rupias por persona).

     – Tanto tú como yo sabemos que el precio que va a pagar por la moto es el que tenía pensado pagar. Déjame que yo saque algo a cambio por rebajarle medio millón y él quede en deuda contigo que tú sabrás cobrar, además le regalo el casco de mi pareja.

Cerramos el trato con un apretón de manos.

Después le doy una llave y la documentación al chico. Miro por última vez a la Burrica.

Me da una pena enorme el separarme de ella, ha sido la compañera que más tiempo ha estado a mi lado en Indonesia. Con ella he subido montañas y llegado a la cima de volcanes, atravesado ríos, visitado numerosas islas, llegado hasta la frontera de otro país, pasado un fuerte temporal y me ha llevado siempre hasta los rincones más recónditos. Sólo o en compañía de la Reina de Java o Choco Loco, vacía o cargada hasta las trancas, se ha comportado fiel al apodo que en su día le puse, la Burrica, con nobleza y sin rechistar.

Quizás porque las personas en un intento de emular a los Dioses, dotamos a objetos inanimados de sentimientos, o bien por el tiempo y numerosas aventuras que hemos pasado juntos. En ocasiones me he sorprendido a mi mismo conversando con ella y sin esperar respuesta.

Me despido de la forma he venido haciendo con los seres queridos, rápido y sin dar tiempo al dolor. Abrazo y beso a la Burrica en su cabeza y le doy la espalada, para no volverla a ver más.

Me queda el consuelo, que el retiro de la Burrica será en una preciosa isla y que de vez en cuando disfrutará de la vista a la playa más hermosa que he visto en mi vida. También que la persona que actualmente es su dueño, al convertirse ahora en su bien más preciado, la tratará como se merece, con cariño y mimos.

Me quedo de ella, además de los buenos momentos, una llave de repuesto y una moneda antigua de 50 rupias que encontré en su guantera. Permanecerán en una caja donde guardo buenos recuerdos. También me llevo conmigo, el casco decorado por Chocho Loco, que espero no se convierta en un engorro, hasta el día que regrese a España.

Selamat tinggal, Burrica.

EN LA BOCA DE UN NUEVO TEMPORAL

Por la mañana, con la tranquilidad que Dios ha dotado a los brasileños, Chris llega media hora tarde. En el camino mientras lo apremiamos para que acelere, no cesa de decirnos todo el tiempo con acento propio de su país; Tranquilos, relajaros, que el barco no zarpa nunca a su hora.

Llegamos al puerto, cuando el barco rápido para el que habíamos comprado los billetes ha zarpado hace más de 15 minutos.

Rápidamente y sin reproches, buscamos soluciones. Mi compañera se encarga de que nos hagan la devolución del importe de los billetes.

Con la experiencia que ya le ha dado el viaje, hace que la perdida por la devolución sea de tan solo el 25 %. Luego le indicamos a Chris que nos lleve al otro puerto desde donde zarpa el ferri lento en 40 minutos.

En esta ocasión, no se le ocurre decir ni “Mu”, conduce rápido y diligente hasta nuestro destino.

Llegamos justos, para comprar los billetes y embarcar en la zona vip por 08, € más de lo que cuesta el billete normal.

 Cuatro horas después ya estamos en Kupang, montamos en uno de los muchos minibús que hay en el puerto (trayecto desde el puerto a la ciudad 10.000 rupias), a ritmo de música estridente (como todos los minibús de la ciudad), llegamos al hotel Laguna donde nos hospedamos los cuatro.

Por la noche nos despedimos de nuestros dos amigos que al día siguiente marchan en avión para seguir cabalgando olas por los demás lugares del Sudeste Asiático. Lo hacemos con una suculenta cena de pescado a la brasa en el mercado nocturno.

Nosotros aún permaneceremos en Kupang cinco días, hasta que nuestro avión salga para nuestro próximo destino, Yakarta, la capital de Indonesia.

Por la mañana, la lluvia y el fuerte viento ratifican la predicción meteorológica, ningún barco zarpa o regresa de Rote. Acaba de comenzar un nuevo temporal, en esta ocasion nos ha cogido prevenidos.

Timor Leste

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

TIMOR LESTE

 LA BURRICA FUERA DE LA LEY

Dos días antes de lo que tenía previsto partir a Timor Leste, me informo de los trámites necesarios para cruzar la frontera con la Burrica. Me encuentro con un contratiempo que no esperaba. La documentación de la Burrica no está al día, ya que no he pagado las tasas pertenecientes a un impuesto que hay en Indonesia que se llama literalmente “Impuesto de muertos”. Se trata de una tasa anual que se paga por si uno fallece en la carretera en un accidente, lo recojan y le puedan dar sepultura. El problema es que solo se puede pagar en la isla a donde pertenece la matrícula del vehículo y esto es un inconveniente, ya que la de la Burrica pertenece a Bali. Además el otro problema es que para poderla vender debo de tener este impuesto pagado, por lo que tendré que bajar considerablemente su precio.

Decido entonces hacer el viaje con la Burrica hasta Atambua, población cercana a la frontera, dejarla allí y llegar a Dili, capital de Timor Leste en autobús.  Luego a la vuelta la recojo para regresar a Kupang.

Hay dos agencias de viajes que hacen el trayecto en autobús desde Kupang a Dili y paran en Atambua. Una se llama Timor Travel y la otra Paradiso Travel. Las dos son del mismo propietario por lo que los precios son iguales.

De Kupang a Dili 15 €, de Kupang a Atambua 7,5 €, de Atambua a Dili 9,25 €. Los horarios son los mismos, ya que sólo hay un autobús diario. Sale de Kupang a las 7 de la mañana, llega a Atambua a la 1 de la tarde y posteriormente llega a Dili sobre las 6 de la tarde.

El recorrido a la inversa es más caro, Desde Dili a Kupang son casi 20 €.

Se recomienda reservar con un par de días de antelación, ya que al haber sólo un autobús se corre el peligro de no tener plaza.

Salimos de Kupang sobre las 10 y media de la mañana y después de pasar el caos del tráfico de la ciudad y sus alrededores, por fin comenzamos a ascender un puerto donde el paisaje es magnífico. Al pasar por varios pueblos, y ser viernes, los mercados son un hormigueo continuo de personas que se agolpan alrededor de los puestos que ofrecen sus productos frescos. Nosotros no paramos a hacer ninguna foto, pues hemos salido tarde y vamos justos de tiempo.

HACIA ATAMBUA

Paramos a realizar una pausa, en un puente que cruza el lecho de lo que se prevé un gran río en época de crecida, pero que ahora aun habiendo tenido hace pocas semanas un temporal, no es gran cosa.

Luego continuamos y volvemos a ascender otro puerto, para llegar a la localidad de Soi. Allí comemos y continuamos camino hasta llegar a las tres y media de la tarde a Atambua.

Inmediatamente lo que hacemos primero es dirigirnos a la oficina de Timor Travell, que esta situada al lado del mejor hotel de la ciudad que también casualidades de la vida es del mismo dueño. Reservamos los dos últimos asientos que quedan para el domingo y respiramos tranquilos. Luego comprobamos que el precio de las habitaciones del hotel no es para nosotros. La mas barata 20,8 €. Quinientos metros antes de llegar a la agencia de reojo hemos visto el cartel de un hotel de nombre Paradiso en Jalan Cendana. Deshacemos el camino y preguntamos en el hotel precios. La cosa cambia y con mucha diferencia pues la habitación más barata con baño dentro, ventilador y desayuno cuesta 5 € y la más cara con tv, y aire acondicionado 10 €. Elegimos la más barata, ya que su calidad y limpieza nos satisface y ninguno de los dos somos amigos del aire acondicionado.

Después de una ducha salimos a cenar, para a continuación volver al hotel y recargar fuerzas, para al día siguiente explorar la localidad y los alrededores de Atambua.

Por la mañana comprobamos que Atambua se recorre en tan sólo 10 minutos. Es una localidad mayor que las que se encuentran a su alrededor y está a tan sólo 20 minutos de la frontera, lo que la hace tener el bullicio propio de gente y comercios, que se buscan la vida con el paso de productos de un país al otro. Sin embargo tiene tan sólo tres calles donde se amontonan diversos comercios y nada más que reseñar.

Decidimos irnos a Atapupu, a tan solo 5 minutos de Timor Leste y donde hay playas y el ambiente es más relajado.

HOTEL PARA LA BURRICA

Llegamos con la Burrica hasta la misma frontera, para constatar lo que ya sabíamos, que no podemos pasar con ella, por falta de tener la documentación en regla.

Deshacemos el camino y nos relajamos durante el resto del día en la playa, a la espera del siguiente para pasar al país vecino.

Por la mañana dejamos todo solucionado en el hotel, para que la Burrica a nuestro regreso la encontremos tal y como la dejamos.

El minibús es puntual y sobre las doce y media de la mañana llega al hotel y de allí vamos a la frontera.

Realizamos las gestiones pertinentes y atravesamos a pie el puente que separa un país de otro, llegando al siguiente control de pasaportes.

Realizamos los trámites en tan solo media hora, y acto seguido ya estamos de camino a Dili.

La primera diferencia que me encuentro en el país, es que a pesar de que mis amigos que han estado anteriormente en el país y me lo han descrito Timor Leste como muy subdesarrollado. Con carreteras malísimas y donde solo hay electricidad en la capital. Debo de decir al viajero que en absoluto sus carreteras son peores que las de Indonesia. Sí es cierto que hay tramos del camino donde la carretera deja de tener asfalto y solo hay piedras y tierra. Pero nada que haga un camino penoso y arduo de no ser por nuestro conductor Rafael que se piensa que hace un rally. A cada curva o bache intenta driblarlo con un volantazo que hace que los pasajeros una y otra vez se mareen.

Sin embargo el camino es maravilloso, pues va bordeando la costa y el paisaje es precioso.

COCINA INTERIOR

Sobre las  6 de la tarde por fin llegamos a Dili, nos instalamos en el único Backpackers de la ciudad, en la calle Almirante Américo Tomas Mandarín, que es el hotel más barato de todo Dili. Habitaciones dobles por 25 $ con el baño fuera, habitaciones individuales por 20 $ y dormitorios por 12 $ por persona.

Además el hotel cuenta con dos extras que hacen que sea nuestra mejor opción. La primera es que nuestros amigos que conocimos en Flores y que viajan en moto se encuentran también alojados allí. Y la segunda es que el hotel tiene cocina que se puede utilizar, lo que me permitirá hacer alguna comida, algo que hecho enormemente en falta.

En la noche tomamos todos juntos unas cervezas, que si bien son más baratas que en Indonesia, no dejan de ser caras, 2,5 $ la lata.

Por la mañana realizo junto a mi compañera las gestiones dirigidas a la solicitud del visado para de nuevo volver a Indonesia en la misma semana, ya que debido a que no he podido cruzar a la Burrica y que el país es muy caro, no me da para más.

La embajada de Indonesia se encuentra a tan solo 10 minutos andando desde el hotel.

SIN FONDO ROJO

Cuando llegamos a la embajada, relleno los formularios, los presento y de nuevo vuelvo a tener problemas con los funcionarios de allí. No quiero poner en este blog una palabra mal sonante hacia ninguna persona, pero la mujer que se encuentra en la embajada verificando los formularios, no se merecería esto, sino algo más.

Cuando le entrego los formularios y le indico que pretendo que mi visado sea de dos meses y ampliable en cuatro ocasiones más, enseñándoselo, para que no pueda tener duda alguna de lo que le indico, igual que el que saque en la embajada de Ho Chi Ming en Vietnam. Esta criatura por llamarla de la manera menos ofensiva, lo único que me responde es que el fondo de la fotografía que entrego no vale pues debe de ser de color rojo.

¡¡Por dios de mi vida!! respondo, en la embajada de Indonesia en Vietnam, no me pusieron ningún impedimento a esto.

¿Rojo?, hay que ser muy hortera para pensar eso, ya que además de hacer daño a la vista, es el único país que me he encontrado que me ha pedido esta formalidad.

Después de una conversación con el muro que es ésta señora y de ver que no me queda más remedio que entrar por el aro, salgo de la embajada dejando allí a la Reina de Java para buscar un lugar donde hagan semejante fotografía.

Debo de recorrerme todo Dili a pie, ya que  la única tienda de fotografía que me indican, esta en la otra parte de la ciudad. Con el pie herido, ya que se ha infectado la herida de mi dedo después del accidente y aun no ha curado bien y bajo un sol de justicia (sé de lo que hablo, recuerde el lector que soy cordobés), dos horas y media después aparezco de nuevo en la embajada. Sudoroso, cansado y con el dedo de mi pie derecho amoratado, le entrego la puñetera foto con el fondo en rojo.

Inspecciona toda la documentación, mientras mi pareja y yo le volvemos a decir que es para un visado de dos meses, extensible por cuatro más.

Lo sella todo y me hace pasar al interior donde pago los 45 $ y por fin puedo salir, esperando que en dos días ya esté todo solucionado.

Después de una ducha, paso la tarde con el pie en alto para atenuar el dolor y colgando la última crónica. Mi compañera da un paseo por Dili y aprovecha para sacar alguna foto de la ciudad y alrededores.

He de decir a este respecto que internet en Timor Leste es muy, muy lento, pues no termino hasta ya entrada la noche.

También mientras se suben las fotos indago sobre los preparativos del día siguiente para hacer una paella.

DESMONTANDO HISTORIAS DE DILI

Otra cosa que aprovecho de hacer es desmontar lo que he leído en blogs o me han comentado otros compañeros que ya han estado antes en Dili sobre información interesante para el viajero de la ciudad.

La información que tengo sobre la ciudad es, no cojas taxi, el mínimo son 5 $. Para nada, los trayectos en taxi dentro de la ciudad cuestan 1 $ regateando, y hasta el Santo Cristo que esta a unos 5 km y donde hay buenas playas 3 $. Dili de noche es peligroso, otra cosa que tampoco es cierta, sólo lo es para las chicas que van solas que una y otra vez son asediadas por las miradas y proposiciones de los hombres. Comer es caro, mínimo 5 $ por persona. Si uno es avispado podrá comer por mucho menos, por ejemplo, saliendo del hotel a la derecha en la misma acera, a tan solo 100 metros hay un asador donde un pollo asado cuesta 5$. Con sólo cocer arroz en el hotel, la comida para cuatro personas te saldrá por tan solo 6,5 $. Toda esta información la constato en mis días en Dili.

PAELLA, ONU Y KILÓMETRO CERO

Por la tarde recibimos en el hotel la visita de Ana, hermana de María, la del hotel de Maumere, a quien hemos traído una bolsa con ropa y comida que su hermana nos entregó para ella. La emplazamos para la comida del día siguiente en el hotel y de esta manera que me cuente la historia reciente del país y así poder contrastarla con la que yo tengo.

Por la mañana temprano salimos del hotel para poder ver Dili y también hacer la compra de los ingredientes para una paella. Después de un referéndum con los amigos y personas invitadas a la comida, ha salido por unanimidad que haga paella, por lo que debo de gastar el último sobre de condimentos que me queda.

Paseamos por el paseo marítimo, eludiendo los numerosos coches de la ONU y el tráfico que llena la ciudad.

A pesar de que la retirada de las organizaciones internacionales terminaba en diciembre del año pasado, aún se pueden ver por la ciudad numerosos vehículos de esta organización que se encuentran todavía en ella.

Sin embargo  sigue habiendo numerosas organizaciones diferentes de otros países y que hacen que por el sueldazo que estos cobran, los hoteles, restaurantes y cafés sean de precios similares a los que hay en Europa y que son prohibitivos para los locales, pues el sueldo medio de un timorense con un poco de suerte, no sobrepasa mucho los 70 $.

Pasamos por el kilómetro cero, punto neurálgico de la ciudad y situado justo en frente del palacio del gobierno, para después llegar por fin a un supermercado.

Compramos todo lo necesario para una paella de unas 15 personas  y que además puedan repetir varias veces, por un total de 26,5 $.

Volvemos en taxi, no consiguiendo rebajar mas el precio de 2 $, poniendo como excusa el conductor la cantidad de bolsas que llevamos.

En el hotel ante la ausencia de una paellera o alguna sartén lo suficientemente grande para todos, debo de hacer la paella igual que hice la primera en el sudeste Asiático, en una olla. Ante la única presencia de Bochi, el perro del hotel y que no se retira de la cocina esperando la caída de algo que llevarse a su boca, la Reina de Java y yo cocinamos la paella.

No hay una sola queja mientras comemos juntos unos y otros en otras mesas y una y otra vez repetimos.

UN POCO DE HISTORIA y 200.000 VÍCTIMAS

En la sobremesa interrogo a Ana sobre la historia de este nuevo país, aportando ella datos que yo desconocía.

En resumen, la historia que he podido recabar sobre este país es esta:

La isla de Timor, fue descubierta por los portugueses en 1520, que la colonizaron; los holandeses llegaron en 1613. Tras algunas pugnas, en 1904, la parte occidental de la isla, con capital en Kupang, quedó en poder de Holanda, que la cedió a Indonesia en 1946.

Portugal ejerció su dominio como potencia colonial hasta 1974, fecha en la que, con la Revolución de los Claveles y la consiguiente caída del régimen de Lisboa, se inauguró el proceso de descolonización.

En el año de 1975, Timor Leste se proclamó como país. Pero tan solo unos días después, el Gobierno de Indonesia mandado en aquel entonces por Suharto, ocupó militarmente Timor Oriental, empujado por los EE. UU. y Australia, debido a que el partido mayoritario de Timor Oriental, el Fretilin (Frente Revolucionaria de Timor Leste Independente, Frente Revolucionario de Timor Oriental Independiente), tuviese orientación izquierdista y a que recibió apoyo vocal de China. Desde entonces, a través de diferentes administraciones (incluyendo la de Bill Clinton), EE.UU. siguió vendiendo armas a Indonesia, aunque finalmente éste último acabó con el apoyo de EE.UU. el régimen de Suharto.

 

En 1999, el gobierno indonesio decidió, bajo fuertes presiones internacionales, convocar un referéndum sobre el futuro de Timor Oriental. Finalmente, el 30 de agosto de 1999, los timorenses orientales votaron por la independencia de Indonesia, en un referéndum supervisado por Naciones Unidas, dando una clara mayoría (78,5%) a favor de la independencia, rechazando la alternativa de continuar siendo una provincia autónoma dentro de Indonesia.

En los años de la ocupación por parte de Indonesia, se cree que murieron más de 200.000 personas, más del 25 % de la población.

Poco después de la votación, violentos disturbios ocurrieron instigados por milicias anti-independentistas (ayudados por elementos del ejército indonesio). En apenas un mes, murieron 2.000 personas, cientos de mujeres fueron violadas, tres cuartos de la población fueron desplazados y un 75 por ciento de la infraestructura del país fue destruida, reduciendo las ciudades del país a ruinas, principalmente Dili, la capital.

Finalmente, fuerzas de pacificación de Naciones Unidas lideradas por Australia fueron desplegadas para restaurar el orden, abriendo camino para UNTAET, la administración de Naciones Unidas. La independencia fue reconocida internacionalmente el 20 de mayo de 2002. Timor Leste ingresó en las Naciones Unidas el 27 del mismo año.

El antiguo guerrillero Xanana Gusmão fue elegido como el primer presidente de la República Democrática de Timor Leste y se esperaba que los beneficios de la exploración petrolera en el mar de Timor (entre Timor Leste y Australia) pudiesen ayudar al que es uno de los países más subdesarrollados del planeta.

Sin embargo Australia fue reticente a compartir estos beneficios con Timor Leste durante varios años.

Posteriormente hubo una crisis que comenzó con una serie de protestas y peticiones al gobierno realizadas por aproximadamente 600 miembros del ejército que argumentaban discriminación en las promociones al interior de la institución. Los llamados “Peticionarios” al ser expulsados del ejército, se rebelaron y establecieron una pequeña pero significativa guerrilla contra el gobierno, tomando refugio en los distritos montañosos. Esta situación sacó a flote una vieja disputa entre la sociedad Timorense, en la que existía una rivalidad social y de percepción entre los habitantes del Este y del Oeste del propio país. Tradicionalmente los Militares estaban asociados con los habitantes del Este y la policía con los habitantes del Oeste. La crisis de 2006 alcanzó el caos cuando los militares asediaron el cuartel de la policía.

Después del tiroteo y horas de negociación por parte de los oficiales de las Naciones Unidas se llego a un acuerdo:

«Dentro del cual los oficiales de la policía nacional de Timor leste (PNTL) se les permitió salir de su cuartel para ser escoltados –estando desarmados- por los elementos de las Naciones Unidas, pero después de haber caminado unos metros las fuerzas armadas de Timor leste abrieron fuego indiscriminadamente matando a ocho oficiales de policía e hiriendo a más de 25 incluyendo dos asesores policíacos de la ONU”

Bajo estas circunstancias una fuerza de pacificación internacional fue desplegada por segunda vez y como consecuencia una nueva misión de las Naciones Unidas se estableció. Misión Integrada de las Naciones Unidas en Timor Oriental (UNMIT) cuyo mandato expiró en diciembre de 2012.

El 21 de junio de 2006 el presidente pidió la dimisión del primer ministro Mari Alkatiri y el 26 de junio ésta se hizo efectiva. Al menos 23 personas han sido oficialmente dadas por muertas pero los heridos, desplazamientos, hogares y empleos destruidos van más allá. Tras esto la situación pasó a ser más calmada. En agosto de 2006, Alfredo Reinado, líder rebelde, escapó de la prisión de Becora en Dili, pero aparte de esto la situación se mantuvo estable.

EN CONCLUSIÓN: MI REFLEXIÓN HABITUAL

Mi reflexión sobre la historia de Timor Leste no es muy diferente de la de otros países.

Es un país rico pues tiene yacimientos de petróleo y gas, esto precisamente es lo que la hace atractiva para las grandes corporaciones petrolíferas y países del primer mundo que no tienen ningún escrúpulo en manipular los gobiernos, a sus gentes e invadirlos sin importarle si hay víctimas de por medio.

En conclusión, si Timor Leste, no tuviera riqueza, su gente viviría con un nivel mucho mejor y serían mucho más felices de lo que los son en la actualidad.

UN POCO DE “BURROCRACIA” U OTRA COSA

La sobremesa da paso a una velada donde acabamos con la paella que aun quedaba, regada con gin tonic.

A la mañana siguiente, vamos a la embajada a recoger el pasaporte con el visado de Indonesia.

Cuando me lo entregan y lo examino, no doy crédito a lo que veo, mi visado es por tan sólo un mes. Cuando le reclamo a los funcionarios, me dicen que la mujer de la entrada (que por casualidad hoy no ha ido a trabajar), no lo hizo constar en los formularios. También me cuentan que no soy el primero al que le ocurre, y que no entienden como sigue trabajando allí. También me cuentan que ya no pueden hacer nada por solucionarlo, que debo de volver a realizar los mismos trámites y volver a pagar de nuevo la tarifa establecida.

Con solo pensar en volver a ver la cara a semejante criatura y lo que le puedo llegar a hacer, decido tragar saliva y marchar al día siguiente a Indonesia donde ya me las apañaré de alguna manera con mi visado.

Decido relajarme esa tarde en una playa cercana junto a mis amigos para hacer que la mala leche se diluya en las aguas que bordean Timor Leste.

En la playa conozco a Ana Belén, una portuguesa, profesora de portugués en la universidad de Braga, que se encuentra dando un curso a profesores que enseñan portugués en Timor Leste.

IDIOMAS EN 10  DÍAS

Me cuenta que aunque el idioma oficial de Timor Leste es el portugués, apenas nadie lo habla, ponen como excusa que tiene muchos verbos. La mayoría de timorenses, hablan Tetung, dialecto del indonesio.

También que sus clases son de locos, ya que dispone de tan sólo 10 días (el presupuesto no da para más), para enseñar lo que normalmente debería de hacer en 6 meses.

Por la noche Ina hace unos espaguetis y cenamos todos en la última vez que estaremos juntos en el Sudeste Asiático.

Por la mañana, después de despedirnos de todos, el minibus pilotado de nuevo por Rafael, nos recoge en el hotel y hacia las doce del medio día llegamos a Atambua.

Paso una tarde relajada, donde cambio el aceite a la Burrica y hago alguna gestión en el pueblo. Mientras mi compañera intenta reponerse del viaje de vuelta que le ha hecho vomitar en dos ocasiones.

 Al día siguiente de nuevo ponemos rumbo a Kupang, haciendo tres paradas en los 250 km que la separan de Atambua. Dos para repostar y una para comprar Tuak en un puesto cercano a la carretera, donde constato lo pobre que es la gente que fue desterrada de Timor Leste por Indonesia.

Y CONSECUENCIAS DE LA GUERRA

El dueño de nombre Manuel, era habitante de Timor Leste, vivía allí con su familia y fue desalojado de su propio país por el ejército junto a su mujer y sus 5 hijos.

Manuel se excusa por no tener dientes y me cuenta que se los derribaron con la culata de un fusil al oponerse a esto. Dos de sus cinco hijos murieron de hambre y otro contrajo una enfermedad que lo dejó paralítico.

Vive en una choza donde duerme toda la familia, mujer, tres hijos, nuera y cuatro nietos, y se gana la vida trabajando en el campo y vendiendo tuak.

Miro a uno de sus nietos y tiene por juguete un camión hecho con un bote de aceite y una cuerda con un palo.

Le pregunto que ahora que Timor Leste es un país, porque no vuelve allí, su respuesta es muy simple; ¿para qué?, toda mi familia murió y allí no me queda nada.

Cuando mi compañera vuelve del servicio, una mirada suya me deja extrañado.

Luego nos hacemos unas fotos todos, le dejo propina por la botella que he comprado y nos despedimos.

En el camino me cuenta la Reina de Java, que esta gente es tan pobre que ni si quiera tienen agua corriente, y la que tienen, para cocinar o lavarse es realmente sucia, recogida de un arroyo cercano.

Llegamos a Kupang a media tarde y mientras deshago el equipaje, pienso en la triste vida de los habitantes de este país. Tanto los que se quedaron como los que fueron obligados a marchar. Los que continúan en Timor Leste, porque ven como numerosas organizaciones de todo tipo, que aunque ayudan al país, eso no lo dudo, hacen que éste eleve sus precios de manera desmesurada y que la diferencia entre ricos y pobres sea la más abismal que he visto en mi vida. Viven en chabolas que están junto a magníficas casas con jardín y servicio, ven cómo los extranjeros que vienen a ayudar, duermen en lujosos hoteles y pasean en todo terrenos que ellos jamás podrán ni siquiera soñar con pasar una sola noche o, simplemente, tener una moto. Todo esto mientras continúa la expoliación de la riqueza su país.

Los que fueron obligados a marchar, porque aunque su vida esta ya en otro lugar, su corazón junto con su triste mirada va mas allá de la frontera que parte a uno y otro lado de una misma isla.

Mucho le queda aun por andar a este nuevo país, que de seguir así, me temo que los conflictos no sólo no han acabado, sino que los más graves aun están por venir.

Me queda pues desearles la mayor de las suertes a todos los timorenses, pues en Timor Leste solo los más fuertes están presentes, pero no para tener una vida mejor, sino para simplemente sobrevivir.