Vietnam (XXVIII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

Quiero dedicar esta crónica, a las dos personas, que acaban de marchar, y que durante unas semanas, han estado acompañando a este viajero, y a su compañera. Quiero agradecer a los dos, su paciencia, su adaptación al viaje, y el haber viajado, hasta este lugar, no sólo para ver algo diferente, sino para acompañarnos. En especial a mi prima Rosario, a la que no he podido atender como hubiera querido, ya que hemos tenido que estar demasiado tiempo separados, pero que sin embargo, he podido comprobar, que es de una pasta especial, ya que en ningún momento ha tenido queja alguna, por las decisiones que se han tenido que tomar a lo largo de su estancia, conllevando las mismas a que hayamos estado todos separados, por lo que desde aquí, le quiero emplazar, a que en las próximas vacaciones que tenga, se una de nuevo a mi viaje, e intentaré ser mejor anfitrión.

NUEVO RITMO

Dicho esto, también le quiero indicar al lector, que las próximas crónicas, vendrán marcadas, por un nuevo ritmo para su publicación, ya que no serán como lo han sido en Vietnam, una crónica semanal, sino que las próximas serán por etapas, ya que no me gustaría dejar a medias al lector, en medio de una visita, o de un trayecto, por lo que no puedo decir cuando se publicarán, pero sí que como mínimo, habrá una nueva cada diez días.

EN AUTOBÚS VIP PERO MENOS

El lunes, salimos de Vientián, hacia Luang Prabang, el trayecto es de unas diez horas, y el precio, al que podemos llegar, visitando varias agencias de viaje, es de 16 euros, en autobús Vip, con comida incluida.

Cuando hacemos un alto en el camino, comprobamos, que el autobús, sí que es Vip, pero sólo en comparación con los demás autobuses de este país, pero que en absoluto el viajero debe de llevarse al engaño, de que por pagar más, va a tener unas condiciones mucho mejores que el realizar el trayecto en los demás.

Las diferencias son el aire acondicionado, y que la compañía en el mismo es de turistas al igual que uno, por lo que al viajar de esta manera, uno se pierde el realizar un viaje junto con los laosianos lo cual es una experiencia, anteriormente vivida por Maruxiña, y de la que se sacan gratas anécdotas.

La segunda e importante, es que la comida incluida, no es algo del otro mundo, se limita a un pequeño plato de arroz, con un poco de carne, sin la bebida incluida, y si a alguien se le ocurre repetir, le espera una clavada de 5 euros, por repetir la misma cantidad, y calidad. En conclusión, parece que Laos, está despertando de mala manera, ya que las agencias de turismo, y los viajes para turistas, intentan sacarle el máximo dinero, sin ofrecer calidad alguna por ello.

EN LA CIUDAD PATRIMONIO

Después de un camino de 10 horas por carreteras sinuosas, que van atravesando las montañas y pasando por paisajes deforestados por el ansia de los países vecinos que la compran, para satisfacer luego la demanda del primer mundo de madera tropical, llegamos a Luang Parbang, localidad Patrimonio de la Humanidad.

Esta localidad, llamada también la capital del norte, sorprende, por estar en un lugar recóndito, y estar llena de templos, casas de estilo colonial que hacen las delicias del visitante cuando pasea por las calles, de la tranquilidad que se respira en el lugar, y por estar bañada por el Mekong, el cual se puede remontar, hasta Tailandia.

Cuando llegamos al lugar, después del consabido regateo con los taxistas de Tuc Tuc, para que nos dejen en el centro de la ciudad, al internarnos en ella, comprobamos, que en un descampado, hay instalada una feria con puestos de comida, ropa, y alguna atracción, a la que más tarde decidimos acercarnos para ver.

CIUDAD TURÍSTICA

Al llegar al centro de la ciudad, ya comprobamos por la abundancia de hoteles en el lugar que es una de las ciudades más turísticas que tiene este país, y en la propaganda que tienen éstos en sus halls, vemos que además de visitar la ciudad, el viajero, tiene una amplia oferta de lugares que visitar en la afueras, como cascadas y cuevas, donde los tuc tuc, continuamente ofertan sus servicios a los transeúntes con diferentes precios.

A LA FERIA

Una vez encontrado hotel, 5 euros por persona, y aseados, salimos a recorrer la feria para cenar, y ver el mercadeo del lugar. Comemos en puestos los cuales ofrecen comida rápida laosiana, es decir pinchos de carne, salchichas, pan cake y bebidas, y posteriormente, damos una vuelta por los puestos de ropa, llegando hasta las atracciones, donde Sergio y yo, recordamos tiempos pasados de la infancia en los autos de choque.

Como ya es habitual, mi hermana y mi prima vuelven temprano al hotel, y nosotros continuamos nuestro recorrido por la feria, y viendo que los últimos puestos que quedan son unos donde la gente apuesta a los dados, que tienen caras muy distintas a las de cualquier dado que tenga que ver con el juego, ya que está prohibido en este país.

Nosotros por nuestra parte, terminamos la velada en uno de los bares con terraza de la ciudad, donde juagamos en lo que se ha convertido el entretenimiento estrella de estos tres viajeros a los dados que Sergio, nos ha traído como obsequio de España.

APLAZANDO LA  VISITA

A la mañana siguiente, Mi hermana y mi prima, salen temprano del hotel, para visitar la ciudad, nosotros, algo más perezosos, preferimos tomarnos las primeras horas en total relax, desayunando en una terraza con vistas al río.

Posteriormente decidimos levantar el vuelo, e ir Maruxiña y yo a sacar los billetes de vuelta a Vientián, mientras que Sergio, mi prima y mi hermana, contratan un tuc tuc, para visitar las cuevas y cascadas (16 euros los tres).

Mi compañera y yo, que tenemos decidido volver a este lugar en moto, y explorarlo por nuestra cuenta, decidimos continuar con el relax con el que empezamos la mañana y marchamos a la única piscina pública que hay en la ciudad, para descansar, y disfrutar de la serenidad que ofrece la localidad, algo verdaderamente atrayente, para todo aquel que esté un poco cansado del trajín continuo que supone el viajar.

Por la noche, estando otra vez juntos, nuestros acompañantes, nos dan información interesante sobre los lugares visitados por ellos a lo largo del día, que lo único en sí de los alrededores de la ciudad que vale la pena  son las cascadas, por lo que tomamos nota, para nuestra próxima visita.

Paseamos por un mercadillo de productos artesanales, como maderas, joyas, prendas y complementos textiles, donde compran algún suvenir, para su regreso a casa.

Posteriormente, regresamos todos al hotel, donde nos despedimos, ya que al día siguiente, Sergio, Maruxiña y yo regresaremos a la capital, y de allí a Malasia, y con la poca probabilidad, de que volvamos a tener otra ocasión, para volver a estar los cinco juntos.

Al día siguiente, volvemos a Vientián, en otro autobús vip, con idéntico resultado de la ida, pero que al ser camino de bajada, sólo tarda 8 horas de regreso.

Por la mañana, después de haber arreglado con el dueño del hotel, el pupilaje de mi moto, nuestras mochilas, y la reserva de la habitación para cuando regresemos de Malasia, cogemos un tuc tuc, que previo regateo, por 3 euros, nos deja en el aeropuerto de la capital.

EN KUALA LUMPUR (KL)

Cuando llegamos al aeropuerto de Kuala Lumpur, capital de Malasia, el cambio que sufro, después de pasar 7 meses en lugares,”en pañales” según Maruxiña, “del quiero y no puedo” en mi opinión, me encuentro en una ciudad que está más evolucionada.

Kuala Lumpur (KL), en malayo significa “confluencia fangosa”, fue fundada en 1857, en el lugar donde confluyen los ríos Klang y Gombak. El asentamiento se inició cuando Raja Abdullah, miembro de la familia real, decidió dar permiso, a 87 mineros chinos para que explotaran las mina de estaño. Este hecho atrajo a mercaderes que proveían a los mineros de provisiones a cambio de estaño. Estos comerciantes también se establecieron en la confluencia de estos ríos.

Desde que se fundó como ciudad, hasta hoy, ha sufrido los cambios que sufrió su país, siendo la principal riqueza el petróleo y el gas. Eso se nota en la ciudad, en su población, en sus edificios, conformándose como lo que a día de hoy, es una de las capitales más modernas del sudeste asiático. Cuenta con tan solo una población 2 millones de habitantes, diferenciados en tres grandes grupos chinos, malayos, e indios, donde conviven sin ningún tipo de conflicto, a pesar de ser de raza, cultura  y religión diferente.

TAXCIS BARATOS CERVEZA CARA

Para ir desde el aeropuerto hasta la estación central de autobuses de KL, se ha de coger el autobús número 8, cuesta 2 euros. Desde el aeropuerto hasta KL, hay unos 50 km. de autopista, de allí a nuestro hotel comprobamos que los taxis son baratos como medio de transporte, si son más de una persona la que viaja, pues tan solo nos cuesta 5 euros en tarifa nocturna.

Cuando bajamos en la calle de nuestro hotel, situado en la zona de Vitang Walk, llamada también triangulo de oro, ya que rebosa de centros comerciales, tiendas, y todo tipo de local dedicado al ocio, que hace que el visitante primerizo, se sumerja en un chapuzón inopinado de consumismo.

Entramos a nuestro hotel, y comprobamos que los 11 euros por persona en habitación compartida de tres camas, valen la pena, tanto por situación, como por la atención dispensada por su gerente, así como el confort que ofrece.

Salimos a la calle a cenar, y lo hacemos en un  restaurante de las inmediaciones, de comida china, comprobando ya en el local, que nos hemos mal acostumbrado en Vietnam, pues todo lo relativo a la comida es más caro desde que salimos de él, eso sí ausente la falta de higiene que normalmente acompañaba cada restaurante vietnamita.

En el restaurante constatamos ya que las bebidas alcohólicas en este país, tiene una tasa de impuestos bastante alta, ya que una cerveza de 65 cl.  que en Laos cuesta como mucho 1 euro, aquí cuesta 3,75 euros.

Después de una cena, damos una vuelta por los alrededores, observando la diversidad de comercios, y vendedores ambulantes de todo ámbito. Desde prendas de vestir de dudosa procedencia, pasando por masajistas callejeros, hasta servicios de cortesanas de bulevar, de sexo ambiguo. Todo ello dentro de un marco de viandantes de lo más variopinto, que va desde el nikhad islámico (vestimenta femenina musulmana, en la que la mujer solo enseña los ojos), a la minifalda más minúscula capaz de esconder lo que no se pretende de chicas orientales.

LAS PETRONA

Marchamos a dormir, con la premisa de levantarnos al día siguiente temprano, para realizar las gestiones de la compra de entradas y traslado al circuito de Sepan, e intentar escudriñar en la ciudad todo lo que el tiempo nos permita.

Por la mañana, después de desayunar, marchamos justo en frente de nuestro hotel, a uno de los numerosos centros comerciales de la zona, y en un stand montado expreso con motivo del GP. de F1, compramos las entradas, al precio de 28 euros, en una zona con sombra, algo realmente necesario, si uno no quiere deshidratarse por el intenso calor, y la falta de sombra.

Posteriormente, damos un paseo, por el centro financiero, donde se encuentran los rascacielos, hasta llegar a lo que se ha convertido en todo un símbolo de la ciudad y del país, las torres Petronas.

Diseñadas por el arquitecto argentino Cesar Pelli, se comenzaron a construir en 1994, y finalizadas en 1998, las torres Petronas con una altura de 452 metros, y 88 pisos, se erigen en medio de rascacielos, a los que hacen avergonzar por su belleza.

Entre torre y torre, en los pisos 41, 42 hay una pasarela que comunica ambas, y como dato curioso en la historia de la construcción de las mismas, cabe destacar que se involucró a trabajadores de distintas naciones que aportaron su conocimiento y trabajo. Se crearon dos equipos, uno formado por trabajadores coreanos y el otro por japoneses, uno a cargo de cada torre, de modo que hubo una gran competencia por lograr el mejor y más rápido trabajo.

En las plantas más bajas se encuentra, como no podía ser de otra manera en esta ciudad, un gran centro comercial de marcas de lujo, y de los diseñadores de ropa más famosos del mundo, y el resto son oficinas.

EN EL CHINA TOWN

Finalizada la visita a las torres, marchamos en taxi a China Town, barrio en el que la mayoría de comercios, son de prendas y accesorios para la vestimenta, todo ellos falsificados, pero de gran calidad, y  a unos precios muy asequibles.

Llevados a medias por el patriotismo, a medias por el ahorro de unos euros, compramos tres camisetas de España, para llevar al día siguiente al circuito, y animar de esta manera a los dos compatriotas que compiten.

A media tarde comienza a llover, y nos refugiamos en una de las galerías adyacentes a la calle principal de China Town, y me topo con un local de tatuaje, miro las obras realizadas por el artista, todas ellas colocadas en el escaparate, y compruebo con asombro que es el ganador  este año al mejor tatuador en el último concurso internacional realizado en New York.

Este se encuentra en la puerta, y comienzo una conversación con él, que acaba conmigo sentado en un sillón realizándome un tatuaje, en mi espalda, por el módico precio de 50 euros, pero que en absoluto hace que los 50 minutos que dura mi encuentro con la aguja, sea placentero, aunque si rápido.

EL GP de F1

Cenamos en el barrio, y volvemos a comprobar, que de momento la comida china no es nuestra favorita, ya que la encontramos bastante insulsa.

Marchamos al hotel, donde al día siguiente nos espera una jornada de fórmula 1, donde al fin Maruxiña y Sergio disfrutarán del motivo por el cual han venido a esta ciudad.

Por la mañana salimos del hotel, y sacamos el billete de autobús, para ir al circuito, durante dos días, a un precio de 15 euros por persona.

Cogemos el autobús, y nos dirigimos a Sepan, viendo por primera vez las afueras de la ciudad, algo que a nuestra llegada, no pudimos disfrutar, pues era de noche.

Me encuentro con algo que a mí me sorprende tanto como los edificios que el día anterior visitamos, la ciudad se encuentra rodeada por bosques de solo palmeras, perdiéndose la vista entre ellos, sin que el paisaje verde tenga fin.

Cuando llegamos al circuito, nada más bajar del autobús, hay dos cosas que comprobamos: la primera es la gran bofetada de calor con las que nos recibe Sepan, la segunda, es la perfecta organización que tienen en el circuito, solo salpicada por la ley estúpida de que no se puede acceder al recinto ni con bebida ni con comida, lo que hace que todo el avituallamiento que llevamos encima lo tengamos que devorar antes, si no queremos que sean devorados por los cubos de basura que se encuentran en los accesos al circuito.

Una vez dentro, vemos los entrenamientos, así como todos los stands montados expreso para el evento, y las azafatas que ofrecen al viandante todo tipo de objetos relacionados con lo mismo.

 Sobre las 8 de la tarde llegamos a nuestro hotel, donde después de una ducha, y una cena en un restaurante cercano de comida islámica, donde pruebo hasta ahora el mejor humus con cordero que he comido en mi vida, tanto que repetiremos la misma cena en las tres noches que aún nos quedan en la ciudad.

El día de la carrera, a punto estoy de quedarme en el hotel, ya que he comprobado que esto de la fórmula 1 no es para mí. Estar sentado en el césped pasando calor, para ver pasar coches, sin saber al cabo de un rato quién va delante y quien va detrás, siendo posible sólo el ser sacado de la duda, por las pantallas gigantes que hay en el circuito, me han hecho pensar que para esto lo veo en un lugar con aire acondicionado, un refresco bien frío, y los comentarios de los que si saben de esto.

Pero una vez más llevado por la insistencia de mis compañeros, y el argumento fundamental de la visita a esta ciudad, me hacen que al final disfrute de un buen día en compañía de buenos amigos.

La vuelta del circuito, la hacemos mucho antes que los demás, ya que hacemos valer la experiencia adquirida en el día anterior, y cogemos los primeros autobuses que parten del circuito a la ciudad, y conseguimos no encontrar caravana.

HÍBRIDO COMERCIAL Y ATRACCIONES

En el tiempo sobrante del día, Maruxiña y yo, decidimos internarnos en el Times Square, un centro comercial que habíamos visto con anterioridad desde fuera, y tiene fama de que es bastante grande. Cuando entramos en él, y empezamos a subir plantas, contamos diez pisos de altura, en el interior hay 1.000 tiendas, pero lo que nos deja boquiabiertos, es que el centro comercial está dividido en dos, una mitad son tiendas, y la otra un parque de atracciones con montaña rusa incluida, algo a mi modo de entender, digno de ver sólo una vez en la vida.

Al día siguiente para aprovechar el último día en la ciudad al máximo, ya que al siguiente la agenda está marcada por el viaje de vuelta, decidimos tomar el autobús turístico de la ciudad, por un precio de 9,5 euros.

TURISMO EN AUTOBÚS

El bus turístico, te deja en los lugares históricos y de interés de la ciudad, pudiendo cogerlo cuantas veces se quiera en el mismo día, lo que da ocasión, para ver lo más importante en un solo día, eso sí, como nosotros ya habíamos tenido una jornada de visita a la ciudad, no es necesario el salir temprano de nuestro alojamiento, por lo que lo tomamos con calma.

El primer lugar que visitamos, es el palacio presidencial, el cual no está abierto a las visitas, ya que es la actual residencia del sultán, y solo se puede disfrutar del mismo desde la verja que lo rodea, o hacerse alguna foto con la guardia real que lo custodia, o si se tiene suerte contemplar el cambio de guardia, herencia del colonialismo inglés, que imperó en el país años atrás.

El segundo lugar en el que bajamos es el distrito de Little India, que como su nombre indica, es la pequeña India. Un compendio de calles de colores llamativos con tiendas y restaurantes de productos típicos de la india inundan las mismas, haciendo que por un momento el viajero entre en la duda del país donde se encuentra.

Aprovechamos para comer en uno de sus restaurantes, donde vemos la diversidad de productos, pero la unidad en los sabores de los mismos, curry y picante, a un precio de unos dos euros por plato.

EN EL SILENCIO DE LA MEZQUITA

Posteriormente, la segunda parada es la Mezquita Nacional, construida en 1968, es una de las mayores del mundo, y que tiene como diferencia de las demás su cúpula, que en vez de ser curvada, es en forma de paraguas.

La entrada es gratuita, y a diferencia de las demás, que si no vas debidamente vestido, con pantalón largo y sin tirantes, no te prohíbe la entrada, sino que te da una chilaba unisex, para que las mujeres se tapen el pelo, y los hombres toda aquella piel de las extremidades que no queda cubierta por ropa.

En el interior se respira lo que más me gusta de todos los templos, el silencio, y la tranquilidad del lugar, en esta ocasión rota por el juego del hijo de algún musulmán que reza en el interior.

Finalizada la visita a la mezquita, nos dirigimos a una plaza de nombre comprometedor en español la plaza de Merdaka, donde se encuentra el edificio de telecomunicaciones, información cultura y turismo. Donado al país por un sultán indio, y que conforma uno de los edificios más emblemáticos de la ciudad, emplazado justo enfrente de lo que hoy en día es una plaza con césped, y antiguamente un campo de cricket, donde los colonialistas ingleses jugaban en sus horas de ocio.

Finalizado el recorrido, y pasando por la biblioteca nacional el museo étnico, y el parque de las Mariposas, y el de aves, el más grande del mundo, el parque de Taman Negara Pahang, que con 31 hectáreas es el pulmón de la ciudad, y como colofón la torre de telecomunicaciones, el edificio más alto de toda la ciudad, hasta por el hotel donde pretendo pasar mi próxima visita a la ciudad.

UN MASAJE DE REGALO

Volvemos a la zona de nuestro hotel, y como regalo de despedida, decidimos darnos todos un masaje, Maruxiña de pies, y nosotros dos de cuerpo. Cuando finalizamos, después del ajetreo de todo el día, caemos rendidos en la cama, no levantándome hasta las seis de la mañana, hora en la que tengo decidido salir del hotel, para hacer las últimas fotos de la ciudad, fuera de la muchedumbre que la inunda durante todo el día.

Por la mañana me levanto a la hora que tenía decidida, ante la sorpresa de uno de los empleados del hotel que se encuentra ya despierto, preparando las mesas para los desayunos.

Salgo a la calle, y me encuentro con lo que esperaba, una ciudad, que esta apurando las últimas horas de sueño, mientras que otros apuran las últimas de su trabajo, o a trompicones comienzan las primeras de la jornada. Algún puesto callejero de rosquillas, el trajín de los taxis buscando clientes que han perdido el autobús o el monorraíl, para ir al trabajo, el de gentes que aún deambulan en la madrugada buscando lo que no encontraron en la noche.

Regreso para el hotel a desayunar en medio de una calma que precede al bullicio que está a punto de comenzar. Despierto a mis compañeros, y comenzamos a darnos cuenta que estamos apurando las últimas horas juntos, y que probablemente, tardemos en volver a vernos. Lo que no nos libera del estrés que produce los días de viaje, en los que siempre se llega justo a tiempo a los lugares donde se pretende ir.

DE NUEVO EN VIENTIÁN

Aterrizamos en el aeropuerto de Vientián 20 minutos antes de lo previsto, lo que hace que nos tomemos las cosas con más calma, ya que Sergio, llegaba con tan solo una hora y media antes de que su avión saliera hacia Hanói, para al día siguiente regresar a España.

Mi prima y mi hermana, se encuentran ya allí, conversamos con la mirada siempre atenta al reloj, y nos pasamos información y datos necesarios de estos días, hasta que por megafonía dan el aviso para que los pasajeros embarquen. Vemos desaparecer por los mostradores de facturación a nuestros dos acompañantes, y en tan solo un minuto, ya los echamos en falta, la tranquilidad serenidad y adaptación de mi prima, y el humor, la energía y filosofía de vida de Sergio.

Tengo a buen seguro, que en otra ocasión tendremos el placer de otra visita de ellos, a los que desde aquí quiero agradecerles los días que han permanecido a nuestro lado.

Llegamos a Vientián en tuc tuc, quedamos con mi hermana para una cena rápida, y el día siguiente lo dedico al completo a las presentes crónicas, las cuales finalizo en plena celebración del año nuevo, viendo como unos niños juegan en una fuente, desde la terraza de un café que curiosamente utilicé para escribir mi crónica la primera vez que llegué a esta ciudad.

TAILANDIA A LA VISTA

En la semana que viene, viajamos a Tailandia, no debido a otro taravitazo que a estos viajeros les ha afectado, sino porque Maruxiña regresa a España desde allí, por un compromiso familiar, porque un servidor debe de realizar diversas gestiones, de documentación de visados, y porque de esta manera, mi hermana vivirá la experiencia de visitar un tercer país en su periodo vacacional a mi lado. Estos motivos, harán que mi visita a Laos, sea una visita a trompicones, pero de las que estoy seguro, sacaré provecho de una manera muy semejante a la que lo hice en Vietnam, y con la certeza de que mi tercera visita a este país, será la más larga y la más gratificante, ya que lo recorreré de norte a sur.

Vietnam (XXVII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

EPÍLOGO

Dicen que una imagen vale más que mil palabras, por lo que en estas dos semanas que en un principio iban a ser una, no cansaré al lector con mi verborrea habitual, y sólo dejo fotografías de las cosas a las que me he dedicado, y los lugares donde he pasado los últimos días en Vietnam.

REENCUERNTRO SABROSO

Justo cuando mis nuevos acompañantes aterrizan en Vietnam, como no podría ser de otra manera, nada de lo planeado sale, ya que nuestro avión se ha retrasado por 6 horas, teniendo que buscarse la vida para llegar del aeropuerto al hotel de Hanói, por las directrices que yo les había marcado a través de sms.

Cuando llegamos al hotel, por fin estamos los 5 juntos, mi hermana y mi prima, me envían saludos de Ani, Paula, Fina y Vicky, ávidas lectoras del Taravitazo, los cuales agradezco, pero a las que alecciono, a que dejen un comentario, ya que a estos dos viajeros, les reconforta más que los “ve y dile”.

También nos traen saludos de Ángel padre e hijo, jamón y embutidos de contrabando, los que ya me había mentalizado en no volver a saborear, hasta mi vuelta a España, y que hacen las delicias de mi compañera y de un servidor cuando los catamos.

LA GRAVE ENFERMEDAD

Al día siguiente, salimos hacia la bahía de Halong, con mal tiempo, lo que hace que el lugar se disfrute en menor grado, pero que en absoluto vela la hermosura del lugar.

Siendo en estos días, cuando a Sergio y Maruxiña, comienzan a tener los síntomas de la enfermedad, que ya llevo arrastrando un tiempo, el temido “Taravitazo”, y en el momento álgido de la sintomatología de la enfermedad, sale a la luz las consecuencias de esta. Maruxiña y Sergio, proponen el ir a ver a Malasia el Gran Premio de la Formula 1, y un servidor, que es enfermo crónico, no sabe cómo poner freno a esta locura.

En un principio, en absoluto está en mis planes, el cambiar de país, ni el hacer una pausa, pero me dejo llevar en volandas por la ilusión que desprenden los dos enfermos, y acabo aceptando la propuesta. Mi hermana y mi prima que llevan en sus cuerpos vacunas para todo, y me imagino que también para “El Taravitazo”, en un primer momento se unen, pero poco a poco la consciencia y la lógica, van haciendo mella en sus mentes, y finalmente rehúsan el unirse a nosotros, permaneciendo los cinco días que durará la aventura recorriendo una parte de Laos.

LAOS

Tạm Biệt Vietnam, Sabaidy Laos

El 27 de Marzo, después de seis meses y medio en Vietnam, salimos por la frontera de Nam Xoi, a Laos, siendo esta según la guía, solo para aventureros, y confirmándose posteriormente, este comentario, ya que el camino hasta llegar a la misma, se encuentra lleno de baches, y nos obsequia como regalo de despedida, hasta un desprendimiento, 20 kilómetros antes de llegar al final.

De las cinco personas, que ahora nos encontramos, Sergio, Maruxiña y yo, vamos en moto, y mi hermana, y mi prima, viajan en autobús. Hemos quedado dentro de cuatro días en Vientián, la capital de Laos, lo que nos obliga, a realizar un recorrido constante de pocas paradas en los lugares de final de jornada, por lo que no podremos disfrutar de ellos.

Cuando llegamos a la frontera, realizamos los trámites oportunos, para pasar con las motos a Laos. Debemos pagar en la frontera de Vietnam 20 $ por moto, y en la de Laos, 35 $ por persona, por el visado.

En la frontera, constatamos que este paso, no es para turistas, ya que tanto los lugareños, como la policía de frontera, se quedan sorprendidos al vernos, pero nada les sorprende más que ver a Sergio, de la manera que arranca su moto (a empujones), y tiene decidido, el llegar con ella hasta la capital.

CINCO NOTABLES DIFERENCIAS

Una vez dejado atrás la frontera, mis acompañantes, constatan, lo que anteriormente les había dicho de Laos, la diferencia tan grande que hay entre los dos países, a pesar de ser vecinos.

Lo primero, la ausencia de vehículos, ya que en un trayecto de 40 kilómetros, desde la frontera hasta Vieng Xai, primer pueblo donde vamos a dormir, solo encontramos, dos vehículos de cuatro ruedas, y cuatro motos.

Lo segundo, la amabilidad de los laosianos, que hablan en tono moderado, sin gritos, y sonriendo siempre, algo que dista mucho, de los chillidos estridentes, y del nerviosismo, de sus vecinos.

Lo tercero, es que a pesar de que Laos es un país, más pobre que Vietnam, tanto las gentes, como su entorno, son mucho más limpios, que este.

Lo cuarto, es que el país, a pesar de no tener mar, es más bonito que el anterior, y mucho mas autentico, que Vietnam, ya que sus gentes, conservan, más sus tradiciones, cultura, y manera de vestir, que el comunismo, no ha extirpado, de una manera tan pragmática.

Y lo quinto, y quizás, peor, ya que nos hemos acostumbrado demasiado bien, es que es entre un 20, y un 30 %, más caro que Vietnam, por ejemplo, los cafés, y las bebidas, siguen valiendo, 50 cent. un café, y 60 cent. una cerveza, pero los hoteles, comida, y gasolina, incrementan su precio, nada más pasar la frontera.

FRÍO Y BUENA COMIDA

Por fin llegamos a Vieng Xai, con un frío, que cala en nuestros huesos, hasta que una ducha caliente de media hora, lo erradica. Esta pequeña población, solo tiene para ofrecer al visitante, la visita a unas cuevas, que no son de lo mejor que este país, puede ofrecer, pero hace que el pueblo, cuente con cuatro hoteles, y podamos escoger entre ellos, y entre sus restaurantes, para degustar la deliciosa comida de Laos, en mi opinión, mucho mejor que la de Vietnam, ya que aun no he probado en Laos, algo que no me guste, posteriormente, lo constatan también Sergio y Marusiña.

En el segundo día de camino, entre Vieng Xai, y Phonsavan (250 km.), cuando llegamos a Sam Neua, población, que dista 28 kilómetros, de nuestra salida, ante el frío creciente, y la lluvia que cae, Maruxiña, decide que el resto del trayecto, lo hará en autobús.

Continuamos camino, Sergio y yo, serpenteando por montañas, y valles, en los que el paisaje es tan sublime, que en ocasiones hace que olvidemos el frío, al que nos está sometiendo este país, además, el asfalto de la carretera, hace que las mejores carreteras de Vietnam, se ruborizaran, si se tuvieran que comparar.

DERRAPE Y CAÍDA

A la salida de una curva, Sergio, derrapa y cae al suelo, cuando llego al lugar, lo encuentro, maldiciendo a la carretera, a la moto, y a unos chicos que se encuentran al lado de él. Pero pronto compruebo, que la peor parte de la caída, se la ha llevado la moto, la mochila, ya que está totalmente embarrada, y el orgullo de mi amigo, que en un acto de dignidad, no tarda en volver a subirse a su moto, arrancarla a empujones, y continuar camino como un valiente, eso sí, con el foco, el cuenta kilómetros, y los intermitentes, desmigándolos por el camino, como si se tratara de Hansel y Gretel, que van dejando migas de pan, para luego recordar el camino de vuelta.

Por fin llegamos a Phonsavan, donde recogemos a Maruxiña, que ya nos espera en la estación de autobuses, y buscamos un hotel.

LAS 600 JARRAS

Esta población, es capital de provincia, y cuenta en sus alrededores, con uno de los atractivos más visitados de este país, “La llanura de las jarras”, son varias llanuras, distantes entre sí, unos 35 km, que cuentan con unas 600 jarras en total, de un peso de entre 600 kg, a una tonelada, desconociéndose, la utilidad de estas, ya que hay varias versiones de la utilidad, unas dicen que ornamentos funerarios, otras, que para la fermentación de alimentos, otras que como sarcófagos, no poniéndose ninguna de ellas de acuerdo, a excepción de que tienen una antigüedad de 2.000 años. Lugar que tampoco podremos visitar en esta ocasión, pero que tengo a buen seguro que sí lo haremos en posteriores visitas.

CON FRÍO ASIÁTICO

Al día siguiente, salimos de Phonsavan, después de haber pasado una de las noches más frías, que hemos tenido en todo el sudeste asiático, tapados con mantas, y siendo corto el abrigo, que nos procuramos. Nos dirigimos a Vang Vieng (250 km.), donde esperamos encontrar el calor que tanto anhelamos, y esperando que Ra nos honre con su presencia.

No tardamos, en pasar de el frio, a una calor propia de un junio en Córdoba, acompañada de una carretera, que hace las delicias, de los que la transitan, por el bello paisaje, el magnífico asfalto, y sus curvas con peralte, todos pensamos en lo mismo, adiós abrigo, hola bañador.

VIEJOS JUEGOS FLUVIALES

Llegamos a Vang Vieng, población famosa entre los turistas, por varias cosas, la primera es el tubing, esto consiste, en alquilar un flotador, que es la recamara d la rueda de un camión, y con ella deslizarte por el río, que baña esta ciudad durante 3 kilómetros,  dejándote arrastrar hasta la orilla, por los trabajadores de los numerosos chiringuitos, ubicados en el recorrido, y en cada uno de ellos, tomar cervezas o cócteles, para después disfrutar de los trampolines, toboganes, o tirolinas, los cuales acrecientan el peligro, de los posibles espaldarazos, que te puedes dar al lanzarte al río, en proporción con el alcohol, que llevas en tu cuerpo.

La segunda, es por los menús que ofrecen la gran mayoría de restaurantes que tiene la ciudad, y no son famosos precisamente por la calidad de estas, sino por su ingredientes (opio, Marihuana y setas), siendo estos capaces de transportar al comensal, a las galaxias más remotas, por lo que no debe de sorprender al viajero, el encontrar a turistas en la calle, intentando conversar con perros, objetos inanimados, o con otros viandantes, sin tener motivo alguno para hacerlo.

Decidimos quedarnos en la ciudad, los dos días que tenemos de sobra, antes de la fecha en la que habíamos quedado con mi hermana y mi prima, ya que el tercer motivo para visitar esta ciudad, es el paisaje, y el confort de sus hoteles, que ofrecen a todo aquel que no le interesen los otros dos reclamos.

TUBING CERVECERO

En el segundo día, decidimos practicar el tubing, desde muy temprano, ya que no sabemos el tiempo que tardaremos en realizar todo el recorrido, y tienes un tiempo límite hasta las 6 de la tarde, para entregar el flotador en la oficina de alquiler, si no quieres que te cobre 7$, de recargo.

Pagamos un total de 12 $, en concepto de alquiler y de fianza, y un tuc tuc, nos lleva 3 km. río arriba, donde nos deja ya en una terraza, en la que tienen dispuestos diversas cabañas con alfombras en el suelo, y donde nos ofrendan con un coctel de bienvenida.

En un primer momento, decidimos parar en todos los chiringuitos del río, pero ante la cantidad de estos, decidimos, que solo es apto, para personas, con un previo entrenamiento, en cervezas y vinos con una antigüedad, superior a un año.

Por lo que continuamos camino hacia el final de trayecto, haciendo caso omiso, a los reclamos de los trabajadores de los chiringuitos, y a sus cuerdas, que una y otra vez, lanzan hacia nuestros flotadores.

Terminamos el recorrido, justo 20 minutos antes del cierre, por lo que es recomendable para el que realice este trayecto, que no se entretenga demasiado en el camino, si no quiere pagar el precio abusivo, que le imponen a el flotador.

A la mañana siguiente, salimos hacia Vientián (150 km.), sabiendo que volveremos a Vang Vieng, ya que tiene unas cuevas, importantes para visitar, y porque está en el cruce de varios lugares de obligatoria visita en este país.

CERRANDO EL CÍRCULO

Sobre las tres de la tarde, después de realizar los 1.000 km. que separan Hanói de Vientián, llegamos ante mi asombro, a la puerta de mi antiguo hotel en esta ciudad, cinco minutos después, como si hubiera estado todo perfectamente planificado, mi hermana me llama por teléfono, y me comunica, que se encuentra a tan solo 300 metros de nosotros. Cogemos habitación, nos aseamos, y salimos a ver el atardecer sobre del Mekong, sobre Tailandia, la cual se encuentra al otro margen del rio, disfrutamos plácidamente de este, como si de una recompensa de final de trayecto se tratara.

Por la noche, salimos todos juntos, a cenar, y a tomar unas cervezas en uno de los mejores locales de esta ciudad, en el que ponen música en directo, y que posteriormente dejaré la dirección.

En el pub, acompañados por los acordes de la guitarra de un artista local, conversamos animadamente, intercambiando anécdotas del viaje, y las diferencias entre este país, y el que ya hemos dejado atrás. También organizamos, lo que será el resto de la semana, claramente marcado, por el viaje a Malasia, donde viviremos algo que no estaba en la hoja de ruta de mi viaje, pero que tiene perfecta cabida en lo que ya es la enfermedad comúnmente conocida como “El Taravitazo”.