Hong Kong – Macao

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

HONG KONG – MACAO

 

Legamos a Hong Kong, llevados por un único motivo, la obligación de salir de Filipinas, ya que la segunda extensión de nuestra visa en este país, es tan cara (130 €), que salir y entrar de nuevo al país, es mas barato.

Decidimos este destino, por dos motivos, el primero por su cercanía, que hace que el billete de avión también sea barato, y la segunda, la oportunidad de conocer un estado federado de China, para el que no hace falta visado, y aun desconocido por nosotros.

Pretendemos quedarnos una semana, y visitar la isla de Macao, otro estado federal, que está a tan solo dos horas de barco.

El estado Federal de Hong Kong, está encaminado hacia la anexión total de la Republica Popular China, y tiene una historia que cuando menos es curiosa.

 

UN POCO DE HISTORIA

Históricamente, la región de Hong Kong ha estado ocupada por los chinos desde la era neolítica. Inicialmente éstos formaban una pequeña comunidad pesquera, siendo la zona refugio de piratas y contrabandistas de opio. En el siglo XVII, la región fue testigo de las luchas entre la dinastía Ming y la dinastía Ping, participando de la historia de la propia China.

Es, tras la Primera Guerra del Opio, cuando la isla de Hong Kong ocupa un lugar en la historia al ser cedida, con carácter indefinido, por China a Gran Bretaña mediante el Tratado de Nanking de 1842.

Tras la Segunda Guerra del Opio y por la Convención de Pekín de 1860 se acuerdan nuevas cesiones a Gran Bretaña: parte de la península de Kowloon y la isla de Stonecutters.

La superficie de la colonia aumentó significativamente con la incorporación de los Nuevos Territorios, parte de la península de Kowloon y la isla de Lantau, arrendados a Gran Bretaña por 99 años a contar desde el 1 de julio de 1898 hasta el 30 de junio de 1997.

Tras el establecimiento en 1912 de la República de China, Hong Kong se convirtió por primera vez en refugio político para los exiliados chinos procedentes del continente.

En 1937, durante la guerra de China con Japón por Manchuria se convirtió de nuevo en lugar de asilo para cientos de miles de chinos desplazados por la invasión japonesa.

Durante la Segunda Guerra Mundial cayó en manos de los japoneses que la transformaron en centro militar de su campaña en Asia. Los británicos recuperaron Hong Kong en 1945 después de la rendición incondicional de Japón.

La guerra civil entre nacionalistas y comunistas en China trajo de nuevo a oleadas de chinos que se refugiaron en el territorio antes y después de la victoria comunista de 1949.

En los años 1950, durante la guerra de Corea, Estados Unidos prohibió comerciar con la China comunista, lo que perjudicó la actividad comercial de Hong Kong y ralentizó su progresión económica.

La continua llegada de chinos desde el continente proporcionó mano de obra barata que posibilitó el rápido crecimiento, sobre todo de la industria manufacturera.

El consecuente desarrollo económico transformó a Hong Kong en una de las regiones más ricas y productivas de Asia y, como consecuencia, durante la década de 1970, aumentó la afluencia de refugiados del continente. A principios de la década de 1980, empezaron a llegar grandes cantidades de refugiados desde Vietnam.

UN PAIS, DOS SISTEMAS

En 1982, dada la proximidad del fin del arrendamiento británico sobre los Nuevos Territorios (1 de julio de 1997), dieron comienzo las conversaciones entre China y Gran Bretaña acerca del futuro de Hong Kong.

Por la Declaración Conjunta firmada por China y el Reino Unido el 19 de diciembre de 1984 en Pekín, China prometió que, bajo la política «un país, dos sistemas», el sistema económico socialista de China no se aplicaría en Hong Kong, comprometiéndose a respetar el sistema legal existente en Hong Kong antes del traspaso de soberanía por un plazo de 50 años, hasta el año 2047. China se haría cargo de la política exterior y la defensa del territorio.

Después de 1997 Hong Kong se daría, además, una constitución que se conocería como Ley Básica redactada por un comité convocado en Pekín al que asistirían representantes de la colonia británica.

En 1989, tras los sucesos de Tiananmen, se suspendieron los trabajos sobre la nueva constitución y Gran Bretaña se negó a considerar una posible renegociación de la Declaración Conjunta.

En el mes de abril de 1990 el Parlamento chino aprobó la nueva constitución, la llamada Ley Básica, que incluso permitía que algunos escaños en el futuro Consejo Legislativo fueran elegidos antes de 1997.

Las relaciones entre China y Gran Bretaña por Hong Kong se deterioraron durante 1991 debido a los desacuerdos sobre la financiación de un nuevo aeropuerto en la isla de Lantau, sobre el que finalmente se alcanzó un acuerdo en noviembre de 1994.

Otro motivo de fricción con China lo dio el último gobernador británico Chris Patten al llevar a cabo reformas democráticas en los últimos años de la soberanía británica no bien vistas por la comunista China.

Hong Kong también vivió un momento delicado en mayo de 1992 cuando el gobierno de la región inició la repatriación forzosa de todos los refugiados vietnamitas.

El 1 de julio de 1997 Hong Kong pasó a China como Región Administrativa Especial, régimen que finalizará en 2047 con la plena integración en China.

 

HOY, CABEZA DE PUENTE HACIA CHINA

 

Hoy en día Hong Kong se ha transformado en uno de los centros turísticos, industriales, financieros y comerciales más importantes del mundo, desempeñando el papel de trampolín para el comercio y la inversión de la China continental.

Repasando la historia del estado federal en el autobús que va desde la isla de Lantau donde se encuentra el aeropuerto a la isla de Kowloon, donde pretendemos quedarnos, llegamos a Nathan Road, a la altura del 36-44.

En esta calle se encuentra el famoso edificio para mochileros Chung King Mansion, donde pretendemos alojarnos, por el único motivo de ser el lugar de Hong Kong más económico.

Nada más bajar en la parada, encontramos a un tipo indio, que tal como si nos estuviera esperando, nos pregunta si tenemos habitación, ante nuestra negativa, nos indica que es propietario de un hotel en el edificio, y nos ofrece enseñárnoslo.

 

UN EDIFICION CON MAS DE 200 HOTELES

 

Mr. Khem, que así se llama el indio, nos conduce por un laberinto de pasillos en los bajos del edificio, llenos de tiendas y puestos de comidas, hasta llegar a uno de los dos ascensores que ascienden a las 16 plantas superiores, uno para los pisos pares, y otro para los impares.

Cuando llegamos al octavo piso vemos que en la misma planta hay tres hoteles, el de Mr. Khen se llama Hollywood Guest House. Nos enseña la habitación más pequeña en la que hemos estado, con dos camas separadas por apenas 50 cm. y un baño, aun más diminuto, el precio 36 €. Nos quedamos solo un día, pensando que ante la gran oferta de establecimientos de este tipo, encontraremos un lugar mejor. Hay que destacar, que el lugar es pequeño, pero impoluto, siendo constantemente adecentado por el empleado de Mr. Khem.

Lo primero que hacemos después de dejar nuestras mochilas, es recorrer el edificio, y nos percatamos, que consta de dos partes, la este y la oeste, cada una de ellas con sus ascensores, y donde hay más de 200 hoteles. Cuando llegamos al que hace el número 50, nos damos cuenta de la gran suerte que hemos tenido, ya que todos están ocupados o reservados para toda la semana, y el que no lo está, no baja el precio del que nos alojamos, siendo menos limpios.

Regresamos a nuestro hotel, y conseguimos de Mr. Khim una rebaja diaria de 7 €, prometiéndole que nos quedaríamos 6 días más.

 

SHOPPING VIRTUAL

Nada mas salir a Nathan Road, percibimos que estamos en el país del consumismo, ya que todas las calles están llenas de tiendas, centros comerciales, o puestos con diversos productos. Hasta el espacio más exiguo es aprovechado para vender algo.

No tengo que decir que mi compañera Maruxiña, queda gratamente sorprendida, y piensa que ha llegado al paraíso terrenal, hasta que comprueba que los precios no son una ganga, menos los de cosmética.

Paseamos por las calles adyacentes, haciendo lo que será el deporte mas practicado a lo largo de la semana el Shopping sin compra final.

Cenamos en un puesto chino de la calle trasera a nuestro hotel, donde encuentro la mejor comida a mi entender y que será repetida en todas la ocasiones que me son posibles, caldo con pulmones y vísceras, un plato típico de Hong Kong, que el visitante no debe de perderse.

Posteriormente, volvemos al laberinto que es el edificio de nuestro hotel, para aposentarnos en nuestra mini habitación, y recargar pilas, para al día siguiente.

Por la mañana, vemos que la ciudad, despierta tarde, hasta las nueve de la mañana, no empieza a tener un trasiego constantes en sus calles.

Aprovechamos, y nos vamos andando por Nathan Road hacia Ladies Market, un mercado en la calle, y donde esperamos encontrar alguna ganga para reponer algo nuestro vestuario.

Acabamos al mediodía desengañados, y cansados por la caminata, pero no derrotados, ya que hemos localizado alguna tienda de cosméticos, donde volveremos para comprar alguna crema, para mandar a España.

Tomamos el metro, y la línea roja, que nos lleva a Hong Kong islán, bajamos en Admiralty, para tomar la línea azul, y parar en Causeway Bay. Esta parada, esta situada en el mismo centro comercial y financiero de la isla.

 

ELMEJOR ARROZ Y TÉ GRATIS

Al bajar, vemos más de lo mismo, grandes edificios, tiendas por doquier, y toda la gente corriendo de un lado al otro, con el estrés patente en sus caras.

Comemos en un restaurante local, donde se ríen al darles las gracias en chino mandarín (xiè xiè), la única palabra que conozco en este idioma, y en los posteriores días, me percato, que en Hong Kong, se habla chino cantonés, que nada tiene que ver con el anterior.

También hay que decir que sin duda alguna, la manera de comer más barato en Hong Kong, a parte de comprar en un supermercado una sopa de fideos o arroz instantánea, es buscar un restaurante chino, pequeño en las calles traseras de los centros comerciales, y lujosos edificios, que es además donde lo hacen los trabajadores de estos.

Es con toda certeza la forma más barata y autentica de comer bien, y a un precio asequible a los bolsillos de los visitantes con presupuesto ajustado. Pero que no se lleve al engaño el lector, pues no le bajará a menos de 3 €, sin contar con la bebida, pero para esto, acompañar la bebida con té chino, que en la mayoría de los locales es gratis.

También tengo que decir, que el arroz que tomamos en Hong Kong, es el mejor que he tomado en mi vida.

Proseguimos nuestro periplo por la isla, visitando tiendas, y centros comerciales que se alzan sobre la marabunta de personas y vehículos, que pueblan las calles, llegando hasta la saciedad, y retirándonos a nuestro hotel, al atardecer.

 

UN POCO DE MUSEOS

Por la mañana, colmados ya de tiendas, decidimos hacer algo más instructivo, y que a mí me gratifica más, visitar el Museo de Arte de Hong Kong.

Llegamos a primera hora a la explanada donde se encuentran varios museos, pero nos decidimos por el anteriormente comentado, ya que en esos días presenta una exposición sobre la mitología y monstruos de diferentes culturas.

Accedemos al moderno edificio, y nos dirigimos en primer lugar a la segunda planta que es donde se encuentra la exposición.

Pasamos un par de horas en ella, y posteriormente, vemos el resto del museo, que no nos decepciona en absoluto, viendo sus pinturas, esculturas, joyas y lienzos de escritura que nos enseñan un poco más sobre la historia de Hong Kong y China. Pero cabe destacar de todos ellos la de cerámica.

A la salida del museo, paseamos por el paseo de la fama, que no es mas que una copia del que hay en Hollywood, pero con actores chinos, donde uno puede hacerse una fotografía junto a la estrella de Jackie Chan, Chow Yun-fat, Jet Li, o con la estrella y el monumento del mas famoso y malogrado actor chino, Bruce Le.

Posteriormente, paseamos por las calles de la ciudad, vemos la torre del antiguo reloj, herencia del colonialismo inglés.

 

FUEGOS ARTIFICIALES TAMBIÉN  VIRTUALES

 

Por la noche, regresamos al lugar, para ver, el espectáculo diario de fuegos artificiales, luces y música.

El espectáculo, empieza sobre las 8 de la tarde, y en las inmediaciones se aglomeran numerosas personas, por lo que es conveniente estar en el lugar media hora antes del comienzo.

Es una exhibición, de luces que se proyectan sobre los edificios que hay justo al otro lado de la bahía, en la isla de Hong Kong, que va alternando los focos sobre estos, y el continuo encendido y apagado de luces de ellos. Finalizando, con unos fuegos artificiales, que en esa ocasión están ausentes, suponiendo unos servidores, que la crisis también llegó al lejano oriente.

Al día siguiente, decidimos ir a la isla de Hong Kong, para ver el mercado de antigüedades en Hollywood Road. En las calles adyacentes, se encuentran varias tiendas, que ponen puestos en la calle y en teoría son de antigüedades, pero que en la práctica, son meras falsificaciones. Hay para todos los gustos, desde espejos antiguos, al famoso libro rojo de Mao.

Luego visitamos el templo cercano de Man Mo, uno de los más famosos del lugar, y embutido entre grandes edificaciones.

 

ESCALERAS DE IDA Y SIN VUELTA

Después de una comida en las inmediaciones, paseamos por las calles, donde lo más autentico que hay en ellas son los puestos de carne, pescado, y especies, pero que en nada difieren de los que se encuentran en cualquier mercado de una ciudad del sudeste asiático.

Cansados del paseo, tomamos de nuevo Hollywood Road, para montar en la escalera mecánica al aire libre mas larga del mundo. Tiene un tramo de 800 metros, y un ascenso de 135 metros, se calcula que unas 55000 personas la utilizan a diario.

Esta asciende desde el Soho a…., y ese fue nuestro problema, que las tomamos sin saber a donde llegaban, y cuando nos dimos cuenta que acababan, no sabíamos donde nos encontrábamos, y de bajada no había escaleras, al menos mecánicas.

Regresamos al lugar de donde salimos, por calles cercanas, y quedando maravillados en esta ocasión, no por grandes edificios, o alguna antigüedad, que desafiara lo moderno de la ciudad. En esta ocasión, era un desafío a la gravedad, los andamios de Bambú, que rodeaban a un edificio en construcción, que alcanzaba las 30 plantas de altura.

Nos comentan, que todos los edificios de la ciudad, todos, fueron construidos con ayuda de estos andamios, por varios motivos. Son más baratos, se montan más rápido, pesan menos, responden mucho mejor frente al viento, recuperan su forma y sustituir una pieza es mejor y más rápido que una de acero, los obreros están acostumbrados a ellos, se adaptan mucho mejor a la forma del edificio, ocupan menos, y los fabrica la naturaleza.

Sin duda alguna, es una maravilla que el visitante de Hong Kong, no debe de perderse, incluso mucho más, a mi entender, que el Disney Land que hay en la ciudad, y no vale la pena frente al de Orlando o el Euro Disney, según los expertos en estos lares.

 

TRANVIA CENTENARIO DE DOS PISOS

 

Proseguimos camino, y decidimos montar en el transporte más antiguo que hay en la isla de Hong Kong, el tranvía.

El tranvía en la isla de Hong Kong, lleva operando más de cien años, es patrimonio de la humanidad, y es de los pocos que hay en el mundo de dos pisos. Además es una forma muy barata de recorrer la isla (0,07 € el billete), y desde donde se puede ver el ajetreo de la ciudad.

Terminada la visita, y ya cerca del anochecer, volvemos de nuevo a nuestro cubículo, a pernoctar, hasta el nuevo día.

Por la mañana, decidimos visitar Stanley, en la isla de Hong Kong, para ello tomamos primero el metro hasta Causeway Bay, y desde allí tomamos un autobús.

Stanley, es un lugar residencial, donde la mayor parte de los que viven en el son expatriados con magníficas casas, y barcos.

La zona cercana de ocio del lugar, es muy parecida a cualquier lugar de ocio de Europa, con restaurantes y bares al estilo occidental.

Lo único a destacar del lugar, es un pequeño mercado que hay en las calles del centro de la población, que me recuerdan a los mercadillos callejeros que hay en las zonas turísticas costeras de España. Nada más que significar de este lugar, del que huimos antes de que comience a hastiarnos demasiado.

HACIA MACAO

Al día siguiente, decidimos visitar la isla de Macao, a dos horas en barco desde Hong Kong, otro estado federal de china, que tiene la fama de ser Las Vegas de oriente.

Nos dirigimos a ala Hong Kong China ferry terminal, cercana a nuestro hotel, y compramos el billete de ida u vuelta 27 €.

Viajamos por el mar de China, a velocidad de vértigo, junto a otros visitantes ocasionales, y jugadores profesionales, que en el camino, repasan junto a otros, sus en teoría infalibles jugadas, que piensan poner en práctica en los casinos de nuestro destino.

Llegamos al puerto, y allí mismo nos asaltan vendedores de tours por la ciudad, a precios elevados, que declinamos al instante, ya que llegan a 60 €.

Decidimos buscarnos la vida, tal y como hacemos siempre, y acertamos de lleno. Ya que desde el mismo puerto, salen autobuses propiedad de los casinos, que llevan al visitante hasta la puerta de estos. Escogemos el del casino Galaxi StarWorld, que está en la ciudad, y una vez en este otro autobús, también gratuito, que lleva al centro.

Una vez allí, a tan sólo 200 metros, se encuentra la avenida de Almeida Ribeiro, donde está la Plaza del Senado, que tiene los edificios antiguos de correos, y el ayuntamiento. Además es la zona antigua de la ciudad, toda repleta de edificios coloniales portugueses.

Los primeros portugueses, llegaron a Macao en 1513, a bordo de un junco alquilado, desde Malaca (Malasia), fundando un asentamiento estable en 1557. En 1563, el número de habitantes de Macao era ya de un millar de portugueses casi todos casados con malayas y japonesas convertidas al cristianismo y unos pocos millares de malayos de Malaca, indios y esclavos africanos. Macao se convertía en la puerta de entrada del cristianismo para todo el imperio chino. Así lo entendieron los misioneros españoles establecidos en Manila (Franciscanos, Jesuitas, Agustinos y Dominicos), quienes se apresuraron a establecerse en Macao. La presencia de diversas órdenes religiosas, sobre todo jesuitas, dio un impulso a la educación en Macao. La pequeña ciudad quedó sembrada de iglesias y conventos. Además de la Catedral y de las casas Franciscana, Agustina y Dominica, se erigieron las parroquias de San Lázaro, San Antonio y San Lorenzo, el monasterio de monjas de Santa Clara, la Santa Casa de Misericordia, el Seminario de San José y el Colegio Universitario de San Pablo.

Pero el Virrey portugués de Goa exigió que éstos establecimientos fueran entregados a órdenes religiosas portuguesas. Agustinos y Dominicos se las ingeniaron para no cumplir dicha orden.

Después de que la Casa de Braganza recuperara el control de Portugal en 1640, tras el período de unificación con España bajo los Habsburgo (la casa de Austria), a Macao se le concedió el título oficial de Cidade do (Santo) Nome de Deus de Macau, Não há outra mais Leal (Ciudad del Santo Nombre de Dios de Macao, no hay otra más leal).

A partir de 1670, Portugal empezó a pagar un tributo a China por su presencia en el territorio. Macao prosperó como puerto por su situación privilegiada en la ruta comercial entre Malaca y Japón, y por su cercanía a la posesión española de Filipinas. Los holandeses, que llegaron a conquistar Malaca y Taiwán tuvieron ambiciones sobre Macao, pero ésta se mantuvo siempre en manos portuguesas.

En 1762, los Jesuitas si fueron expulsados.

 

MACAO CHINO, MACAO PORUGUÉS

 

 La particularidad de Macao como enclave europeo en China desaparecería en 1842 al final de la Primera Guerra del Opio, cuando los británicos consiguieron la soberanía sobre la isla cercana de Hong Kong. El puerto de Hong Kong relegaría a Macao a un segundo plano en el ámbito comercial. A pesar de esta crisis, la debilidad de la corte Qing en aquel momento permitió a Portugal suspender el pago del llamado foro do chão, impuesto por el uso del suelo que Portugal pagaba a China y que suponía un reconocimiento tácito de la soberanía china. Esta consolidación del control portugués sobre Macao se refleja también en el reconocimiento del territorio como provincia de Portugal en 1844. Hasta entonces, Macao dependía de las posesiones portuguesas en India. A pesar de que nunca se había producido una transferencia formal de soberanía, Portugal consideraba a Macao una parte integrante de su territorio en 1822 y con el cese del pago de tributo a China se confirmaba que el poder sobre Macao pertenecía a Portugal. En 1851 las autoridades portuguesas anexionaron al territorio las dos islas, Taipa y Coloane, triplicando así la superficie de Macao. Durante el siglo XX, las convulsiones políticas que sacudieron a China provocaron muchos movimientos migratorios hacia Macao. Esto ocurrió de manera muy especial durante la Segunda Guerra Mundial, cuando Macao, gracias a la neutralidad de Portugal, se libró de la invasión japonesa que sufrieron China y Hong Kong. Tras la subida al poder del Partido Comunista Chino en China en 1949, muchos simpatizantes del derrotado Kuomintang se refugiaron en Macao, donde se producirían numerosos momentos de tensión entre partidarios del Partido Comunista y del Kuomintang, en particular durante la Revolución Cultural. Curiosamente, Portugal, que tenía dificultades para mantener el territorio, ofreció a China la devolución de Macao en dos ocasiones, primero en 1967 y de nuevo en 1974. En aquellos momentos de agitación política bajo el maoísmo, el Gobierno chino rechazó la oferta de asumir la administración de Macao.

En 1984, tras el acuerdo con el Reino Unido para la devolución de Hong Kong, la República Popular China comunicó a Portugal su intención de recuperar la administración de Macao el 20 de diciembre de 1999. Aunque Portugal quiso proponer una fecha más tardía, la firmeza china hizo que Portugal no tuviera más remedio que aceptar el fin de la presencia portuguesa en Macao en las condiciones impuestas por China, un calco del acuerdo alcanzado con el Reino Unido para Hong Kong.

Desde el 20 de diciembre de 1999, Macao es una de las dos regiones administrativas especiales de la República Popular China.

 

200 CAÑONES DISUASORIOS

Como en Hong Kong, la Ley Básica de Macao garantiza el mantenimiento del sistema económico capitalista y de una autonomía muy grande durante al menos 50 años. Se mantiene el sistema judicial establecido por Portugal, y el portugués, aunque ya apenas se habla, tiene estatus de lengua oficial junto al chino.

Paseamos por la ciudad, admirando sus calles y edificios, donde se respira el céfiro aún intacto de la presencia portuguesa que en su día vivió la capital.

Llegamos después de una caminata al lugar donde se encuentra Monte Fort, la fortaleza que reina en toda la ciudad. Debido a su elevada posición, defendía la ciudad, del ataque de piratas, teniendo como argumento sus más de 200 cañones, que rodeaban la fortaleza a modo de corona.

En ella se llegó a resistir en más de una ocasión cuando la ciudad fue sitiada, siendo el tiempo más largo, dos años.

En el interior de la fortaleza, hoy en día se encuentra el museo de Macao, en el que hay recogida una muestra de la historia de la ciudad, y donde aun quedan recuerdos, tanto de la era china, como de la colonial portuguesa.

A través de unas escaleras que hay en el museo, bajamos a la Rua Horta da Companhia, y por ella llegamos al lugar histórico mas visitado de toda la ciudad, las ruinas de San Pablo, una iglesia de la que hoy en día solo queda su fachada.

Posteriormente paseamos por las calles aledañas a la iglesia, que están llenas de pastelerías, que ofrecen al visitante muestras gratuitas de sus productos, pasteles de origen portugués y chino, pudiendo llegar al empacho, si se opta por probarlo todo.

Llegamos de nuevo a la iglesia de los dominicos, y a la plaza central de donde comenzamos el recorrido.

Visitamos la antigua residencia del gobernador portugués, en la que se puede ver la gran influencia portuguesa, en los azulejos que adornan las paredes de todo el edificio.

Una vez finalizada la visita a lo antiguo, decidimos visitar el segundo atractivo de la ciudad, sus casinos.

Para ello, volvemos a la avenida de Praia Grande, a la puerta del hotel Metropole, donde los autobuses, pagados propiedad de los casinos recogen a los visitantes, para llevarlos hasta ellos.

 

MÁS CASINOS

En esta ocasión escogemos el perteneciente al Galaxi, que no hay que confundir con el anterior, ya que el de esta ocasión se encuentra en la isla de Taipa.

Pasamos por la torre de comunicaciones de Macao, el edificio más alto de la ciudad, y recorremos uno de los tres puentes que unen Maco con las islas de Taipa y Coloane.

Nada más llegar a las islas, vemos como todas están inundadas de macro complejos de casinos, algo que jamás hemos visto.

La manera mas sencilla de resumirlo seria lujo, suntuosidad y ostentación, todo en uno.

Como el tiempo no da para mucho, decidimos visitar solo dos, el Galaxi y The Venetian.

Cuando accedemos al Galaxi, reina en medio del Hall una gran fuente y cascada, flanqueada por un mural de vidrio, que forma la figura de un pavo real. Tras éste se encuentra el casino, y a los lados, la parte comercial, tiendas y restaurantes, y en la parte superior el hotel. Todo hecho a modo para que el jugador no tenga que salir del lugar, y encuentre todos los servicios y comodidades necesarios.

Sobra decir que las tiendas más cercanas al casino, son joyerías y tiendas de marcas lujosas, que no pierden la ocasión para tentar a la persona si ha sido tocada por la diosa fortuna.

Pero desafortunadamente, las fotografías están prohibidas en el interior de todos los casinos.

Salimos aturdidos del lujo del Galaxi, y montamos en otro autobús, que hay en la puerta, que nos lleva a The Venetian.

The Venetian, es el casino más famoso del lugar, por el hecho que fue construido como una réplica de otro casino que se encuentra en Las Vegas (EE.UU.), que a la vez intenta copiar la ciudad de Venecia en Italia.

Cuando llegamos al lugar, lo primero que vemos es una marabunta de turistas chinos, que nos cesan de correr de un lado a otro, escudriñar cualquier rincón, y hacerse fotos, junto a los lugares más inusuales, como puede ser una simple escalera mecánica.

La planta baja del casino, en realidad no tiene nada que merezca la pena, y decidimos pasear por el gran complejo.

Llegamos a gigantescos salones de convenciones, y nos perdernos por laberintos de escaleras, halls donde confluyen pasillos llenos de puertas que dan a lugares que sólo es posible entender cuando éstas se abren.

Así, de esta manera llegamos a la planta superior, que de pronto ha cambiado radicalmente su decoración para llevarnos hasta una pequeña calle situada en Venecia.

Absortos recorremos calles, separadas por canales en las que navegan góndolas, y vueltas a unir por numerosos puentes, que una y otra vez confluyen en plazas, donde no hay casas, sino tiendas y más tiendas.

Permanecemos recorriendo el lugar que parece no acabar al menos un par de horas, hasta que quedamos empachados de la Venecia china.

Regresamos al puerto, por el puente Friendship, el más largo de los tres (4,5 km.), que unen las islas con Macao, no sin antes recorrer con el bus la isla, viendo los demás casinos.

Una vez allí, tomamos el ferry, que nos devuelve al bullicio de Hong Kong, ya solo nos queda en la ciudad un día más.

Es por lo que una vez llegados a la ciudad, sin parar en nuestro hotel, nos dirigimos al Night Market, otro mercado en la calle. El Night Market, se encuentra cercano a Nathan Road, y se puede ir andando desde nuestro hotel. Al final, decepciona como todos los mercados y tiendas de Hong Kong, y no compramos nada.

 

ÚLTIMO DIA EN HONG KONG

 

Nuestro ultimo día en la ciudad, lo utilizamos para hacer compras y envíos, ya que desde Hong Kong, los realizados a Europa, son muy baratos, no como desde Filipinas, que tienen unos precios prohibitivos.

Maruxiña, aprovecha, para comprar a sus padres algún encargo, y yo por mi parte, debo de cambiar el objetivo de mi cámara, ya que debido al trote sufrido en el último año y medio, ha dicho basta.

Pruebo dos marcas diferentes, ante la imposibilidad de comprar un Nikon, por su elevado precio. Después de comprobar que el Sigma 18-200 mm en las distancias cortas (el 90 % de mis fotos), se lleva de lejos al Tamron 18-200 mm, que sí gana en distancias más alejadas, me decanto por el primero.

Ninguno de los dos llega ni de lejos a la calidad del Nikon, a pesar de lo que digan en los foros de fotografía.

El precio que consigo, después de un recorrido por 25 tiendas, y exhaustivo regateo de una hora, no dista del que puedo conseguir en España, pero como ya he dicho, no ha sido por capricho, sino por necesidad, pago 250 € con lente protectora, y parasol.

A la mañana siguiente, tomamos el bus que nos lleva de regreso al aeropuerto, pasando por el gigantesco puerto de Hong Kong, desde el que todos los días salen millones de contenedores con destino al mundo.

Pienso, que desde el día en que la actividad comercial de Hong Kong comenzó, no ha cesado, pero sí han cambiado muchas cosas en las islas.

El movimiento frenético que envuelve una gran ciudad se hace muy presente aquí, donde el tiempo es oro. Todos sus habitantes corren de un lado a otro, con sus teléfonos móviles de última generación pegados a su oreja, que se han acabado convirtiendo en una extensión más de su cuerpo.

Atrás en el tiempo quedó la tranquilidad, y el reposo de los sentidos, de los que aun hoy en día el viajero puede saborear, en otros lugares del sudeste asiático.

Sin duda alguna, Hong Kong, es un ejemplo de lo que a mí en particular no me gusta. Una ciudad que rezuma estrés por cada poro del hormigón que la envuelve, mal ejemplo de ciudad de Asia, donde el caos no tiene lugar, y todo esta muy ordenado, herencia sin duda alguna de la presencia inglesa, que durante tantos años estuvo ocupando un lugar que no era suyo.

 Cuando montamos en el avión, que nos lleva de vuelta a nuestro paraíso, vemos que la mayor parte del pasaje, son mujeres filipinas. Trabajan como empleadas de hogar en las adineradas residencias de Hong Kong. Que un día huyeron de lo que creyeron era la miseria, y que ahora engullidas por lo que la mayor parte de la población llama civilización, regresan para llevar a sus hogares maternos, un soplo de vida traducido a dinero, con el que sus familiares, podrán comer un poco más de carne en el arroz.

Pero han pagado el peaje de cambiar palmeras por grandes edificios, playas por asfalto, reposo por estrés, conversación con los extraños, por mensajes en su móvil, aire fresco de sabor mar, por aire con emboque a gasolina, barcas que navegan por metro que serpentea y aguas turquesas por fotos del recuerdo.

Probablemente, cuando lleguen a la ancianidad deberán de hacer baremo si el trueque que en su día hicieron y que les ha permitido a ellos y a su familia vivir unos años más, les valió la pena.

Pero lo que nadie sin duda alguna puede hacer es restarles merito a estas pequeñas pero grandes mujeres, que tuvieron que abandonar a sus familias, trabajar más duro que nunca y vendieron todo por nada para conseguir ayudar a sus seres queridos. Aunque eso significó hacer un pacto con el demonio, del que ya sabemos todos, jamás sale uno victorioso.

 

El taravitazo de un vistazo (Hong Kong – Macao)

Desplazamientos

 Los desplazamiento en Hong Kong, no distan demasiado de los de una gran ciudad, la manera más económica para desplazarse del aeropuerto a la ciudad, es el Bus. No hay que olvidar, que hay que llevar el cambio exacto, de lo contrario no te admitirán. Otra manera para no tener que llevar el cambio, es hacerse con una tarjeta Octopus, con la que se puede pagar en el 90 % de los establecimientos, y en todos los transportes públicos. La venden también en cualquier tienda de 7 Eleven.

Nosotros no tomamos taxi, nos desplazamos siempre en metro, bus, barco para ir a Macao y andando. Esta última muy recomendable, para visitar los distintos barrios de las islas, a excepción de Stanley, en la isla de Hong Kong, que está demasiado lejos.

En Macao, no es necesario contratar un tour, taxi o algún medio de transporte, ya que se puede hacer gratis. Hay autobuses propiedad de los casinos, que están situados en todos los lugares de confluencia de viajeros, puerto, estación de autobuses etc.

Para visitar el centro histórico, se puede hacer andando, y para ir de un casino a otro también hay transporte gratuito.

 

Alojamiento

 El visitante que llegue a Hong Kong, debe de mentalizarse, que esta ciudad no es como el resto de Asia, y así lo indican los numerosos carteles en el aeropuerto. Es caro, una habitación minúscula, como la nuestra, puede llegar a costar 30-35€. Además hay que reservar con antelación, ya que nosotros lo estuvimos intentando desde 10 días antes a nuestra llegada, y fue infructuoso. Particularmente recomiendo el laberinto que conforma los más de 200 hoteles que hay en Chung King Mansion, toda una experiencia. Nosotros nos alojamos en Hollywood Guest House, situado en la octava planta del bloque B, en Nathan Road 36-44, Tlf. 27322155. Sus habitaciones son muy limpias, con baño en el interior, y Wifi. No conseguimos regatearla por menos de 28 €.

 

Comida

 En Hong Kong, la comida también es cara, para los bolsillos más pequeños se puede comprar comida en el 7 Eleven, y calentarla en los microondas que tienen. Para los presupuestos ajustados, recomiendo comer en las calles traseras de los edificios de oficinas o grandes superficies, que es donde comen los trabajadores. Pero por mucho que se intente, el viajero no saldrá de ningún restaurante, sin haber pagado menos de 3-4 € por persona.

En Macao, para los que no quieran gastarse ni un solo euro, pueden recorrer el centro histórico, y sobrevivir a base de probar las numerosas muestras que ofrecen las pastelerías. Los restaurantes son caros, por lo que si se quiere comer barato y caliente, hay que acercarse al puerto cercano al centro histórico, y encontrar un puesto callejero, de igual presupuesto que los de Hong Kong. También se puede recurrir a la comida rápida, y caer en los brazos del payaso de Mc Donald’s, o en el regazo del coronel de KFC.

Recomendaciones

 Se recomienda al viajero que lo primero que debe de hacer, es hacerse con un mapa gratuito nada más llegar al aeropuerto, y planificar bien los lugares a los que ir. Hong Kong, al igual que  la mayoría de ciudades del mundo se puede visitar en tres días. Macao en un solo día, y en ninguna de las dos ciudades es necesario visado de entrada, por lo que se puede programar en cuatro días la visita a ambas.

El viajero que pretenda hacer compras económicas en Hong Kong, tengo que darle el pésame, porque a excepción de la cosmética (hasta tres veces inferior el precio respecto a España), lo demás regateando el precio, esta igual o más caro.

Lo que si es realmente barato en Hong Kong, son los envíos postales, por lo que si el visitante viene cargado de copias Made in China, es una buena ocasión para aliviar el peso de su equipaje.