Irán (II)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Kaleybar, Ardabil, Rasht, Masoule y Provincia del Golestan

En el segundo día de otoño una tenue lluvia intermitente nos acompaña durante la jornada, haciendo que desempolve  de mi mochila una de las chaquetas con las que he tenido la precaución de venir.

Seguimos de nuevo el curso del Rio Aras, que en esta ocasión además de hacernos de frontera con Azerbaiyán, lo hace posteriormente con Armenia.

Pasamos por desfiladeros y bordeamos áridas montañas, al ritmo caprichoso de las curvas por las que el río lleva siglos haciéndolo y el hombre decidió hacer en sus riberas el camino a seguir.

En la jornada anterior, mientras María y Majid visitaban una localidad cercana a Khoy, encontraron a un taxista llamado Hamind. Después de un regateo que se prolongó a lo largo de todo el día y parte de la noche, se llegó al acuerdo de que le pagaríamos en esta primera jornada 800.000 Rials (24 €), hasta llegar a Kaleybar a 320 km de distancia.

En el camino, paramos en la aldea de Kordasht, que tiene unos baños antiguos, que actualmente están restaurándose, pero que sin duda merece la atención del visitante, por las numerosas salas con las que cuenta y sus magníficos frescos.

PRIMEROS BOSQUES TRAS EL DESIERTO

Proseguimos camino a nuestro destino, pasando de un paisaje agreste y ausente de vegetación a excepción de los laterales de arroyos y ríos que encontramos. A otro de montañas, donde empiezan a verse los primeros bosques.

A una distancia de tan sólo 20 km, en la subida al puerto que flanquea Kaleybar, la niebla se hace muy espesa, impidiendo la visión, de lo que se prevé un admirable paisaje. Además, ante la gran pendiente, el vehículo que llevamos, un Peugeot 405, con más kilómetros que la maleta de un fugitivo, se calienta y debemos parar en plena subida al puerto.

En medio de la niebla, oímos unos tintineos de campanas que se acercan y unas siluetas fantasmagóricas surgen de la espesura. Aparecen varios  rebaños de pastores, que con la noche encima, son conducidos a lugares más seguros, cercanos a los campamentos que los pastores nómadas tienen habilitados.

Van custodiados por fieros perros de orejas cortadas cuando cachorros y armados con collares de pichos, preparados para el combate contra las diferentes alimañas que pueblan el agreste lugar. No hay un sólo transeúnte o vehículo que no pare para preguntarnos qué nos sucede y posteriormente ofrecernos ayuda.

RENEGOCIANDO CON EL TAXISTA

Llegamos pasadas las 9 de la noche a Kaleybar y buscamos hotel. Encontramos uno muy barato y limpio, con baño fuera. El precio es de 300.000 Rials (9 €), la habitación para tres personas. Se llama Hotel Ardariz, situado junto a una estación de servicio, cercano a una de las paradas que realiza el autobús interurbano y a la espalda de un restaurante de igual nombre.

Esa misma noche, volvemos a negociar el precio con el taxista, llegando a un acuerdo de 600.000 Rials (18 €) por día, combustible aparte.

El combustible al ser gas, es tremendamente barato, 300 km sale por 2 €.

Por la mañana, decidimos visitar el castillo cercano a la población que en si es lo único a parte del paisaje que puede interesar al viajero.

Dista unos 6 km de la población, subiendo un puerto de montaña.

Al llegar al cruce de carretera con la pista forestal, donde solo hay un cartel amarillo en Farsi que lo indica. Comprobamos que el acceso para un turismo y más en el estado que se encuentra nuestro vehículo es bastante complicado.

Volvemos un kilometro atrás hasta una tetería, donde hay un 4×4 que llevan al visitante hasta lo alto de la montaña para desde allí hacer el camino hasta el castillo que dista casi 1 km, 6 € ida y vuelta.

Yo por mi parte, decido permanecer en la tetería en compañía de los locales de tertulia, mientras mis acompañantes van al castillo. Entrego mi cámara a mi hermana, para que haga las fotos pertinentes del lugar.

OFRECIMIENTOS VARIOS

Después de unos 45 minutos y varios tés, uno de los conductores con los que he entablado amistad, me invita a ir a recoger a mis acompañantes gratis. Con una sonrisa de oreja a oreja y música turca a todo volumen, el conductor además de invitarme a su casa para estar unos días, me dice que por la noche, si quiero, nos vamos de putas.

Dios Santo, que cara de necesitado debo de tener, que hasta en Irán, me quieren llevar de putas; -pienso mientras sorteamos los baches del camino-.

En Irán, a pesar de la Sharya, hay prostitución, además, es legal. Se hace mediante contrato que hace un Akhond (cura) gubernamental, a través de unos tickets que se pagan según el tiempo que se permanece con la meretriz. A este contrato se le llama Sighe.

Es solo para hombres, casados o no, pues aunque un hombre esté desposado, puede alegar que su mujer ese día no ha querido tener relaciones, y este es motivo suficiente para lo que comúnmente se llama en España ir de putas.

Entre relación y relación con sighe de por medio, debe de pasar al menos tres meses y diez días, para comprobar que la meretriz no está embarazada, ya que de ser así, el hombre tiene toda la responsabilidad, previamente se refleja en la shige que se ha hecho.

Esto lleva a situaciones hipócritas como la doble moral de la religión y de la honra. Además el adulterio fuera de esta norma está penado con la cárcel y en ocasiones con la muerte si es la mujer la que lo comete.

Bien es cierto que hace décadas que en Irán, no se condena a una mujer con la pena de muerte por este hecho, pero la ley sigue estando vigente.

NOMADAS Y VISTAS INCREIBLES

Cuando llegamos arriba, me encuentro con un campamento de nómadas, a los que mi hermana y Majid, interrogan e inspeccionan sus tiendas y prendas con las que visten.

El paisaje es sublime, en lo alto de las montañas, con unas vistas de lujo.

Mi hermana por su parte, me indica, que el camino además de bello, merece la pena por el castillo. También recomienda al viajero, llegar al lugar temprano, pues está ausente de visitantes.

Al ver las fotos compruebo que dice la verdad, pero la tertulia con los locales a mi me ha proporcionado un placer que no hubiera sido posible con la visita.

Luego, visitamos una aldea cercana donde los lugareños son muy amables y nos invitan a té.

Posteriormente bajamos de nuevo a la población, para comer Ab Gosht o Dizi, que es lo mismo y que se ha convertido en uno de mis platos favoritos.

En la sobremesa ponemos rumbo a Ardabil, pasando al atardecer, cerca de montañas, que a pesar de ser Finales de Septiembre, el verano ya pasado no ha conseguido derretir la nieve que hay en sus cumbres.

En Ardabil buscamos hotel y decidimos quedarnos en el Ofogh Hostel, muy cerca del bazar y de la mezquita principal. Una gran elección, ya que por 400.000 Rials (12 €), cogemos una habitación para los tres, de limpieza impoluta, con baño fuera, también limpio y un conserje de edad avanzada y amabilidad exquisita.

Ardabil, es una ciudad que no vale demasiado la pena visitar, ya que tanto la visita al bazar como a la mezquita no son algo fuera de lo común, pues no tienen nada especial. La mezquita que es patrimonio de la humanidad junto con los museos que la rodean, con una exorbitante entrada (6 €), se pueden ver a través de las rejas, sin necesidad de pagar el acceso. Esto hace que mientras mis acompañantes entran, me quede en un parque cercano, leyendo.

A la salida mi hermana me confirma lo que ya me suponía, nada de especial, mucho más si el visitante tiene constancia de las demás mezquitas y museos que tiene el país como Shiraz, Massahd e Isfahan.

DE NUEVO EN AUTOBÚS Y REGATEANDO

Después de la inspección a la ciudad sin saber a dónde nos dirigiremos ese mismo día, y que llevo dos jornadas en las que no me he sentido demasiado cómodo con el viaje, decido marchar por mi cuenta en autobús con destino a Rasht.

Me despido en la estación de autobuses de mis acompañantes pensando que ya no los volveré a ver hasta Teherán, para la renovación de mi visado.

Por 200.000 Rials (6 €), el autobús, hace el camino hacia la ciudad, teniendo siempre a la izquierda el mar Caspio.

El viajar de nuevo solo, hace que me tenga que espabilar, y compruebe que no todos los iranís tienen buena fe.

¡PRECAUCIÓN CON LAS PARADAS DE SERVICIO IRANÍS! En una parada, me dan un sablazo de 50.000 Rials por una cerveza de frutas, cuando en la tienda vale 10.000. Sucede en otras dos que hace el autobús, veo como a iranís cobran menos de la mitad del precio que intentan cobrarme a mí.

Santo Tomás, Santo Tomás, una vez y nada más respondo siempre a los que intentan hacerme lo mismo.

También, hay que tener cuidado cuando se coge el autobús y enterarse si llega a la ciudad, o pasa cerca. Este último es mi caso, ya que me deja en un cruce de caminos a 30 km de mi destino, pues desde allí se desvía a Teherán.

En el camino, mi hermana me llama y me comunica que esa misma noche llegaran a la misma ciudad a la que me dirijo yo. Por lo que en el cruce de caminos, decido esperar, mientras soy asaltado por taxistas, que pretenden cobrarme algunos cantidades ingentes y otros después de paciencia y un té, el precio normal.

Cuando estoy leyendo sentado en una silla junto a la carretera, escucho la llamada de Majid, que acaba de llegar y me indica que suba al taxi. Rio todo el camino hasta llegar a la ciudad, mientras pienso, que la experiencia de hoy, me va a servir más de lo que yo mismo pensaba en un primer momento.

HOTELES Y PINCHITOS

En Rasht, después de una peregrinación, nos quedamos en el hotel Kenare calle Shariti, situado cerca del Bazar y el ayuntamiento con un precio de 500.000 Rials (14,5 €) la habitación para tres. Además tiene servicio de lavandería, lo que hace que nos hagan la colada (2 lavadoras), por algo menos de 4,5 €.

Sin embargo hay que decir que el mejor hotel de la ciudad en calidad precio, después de ver bastantes, no es otro que el Hotel Ordibehesht, habitación doble 840.000 Rials (24 €), con aire acondicionado, baño en el interior, desayuno y Wifi. Esta situado justo al lado del ayuntamiento, en Shahrdari St. Además, el gerente del mismo, de una gran amabilidad, habla italiano e inglés, por lo que el viajero puede disfrutar de una agradable conversación y solicitar información de la provincia.

Rasht, en si no tiene nada, sin embargo en la ciudad se respira un buen ambiente por el día en su mercadeo y por la noche paseando por los numerosos puestos de pinchitos y frutas.

Los alrededores son más interesantes, por lo que vale la pena hacer dos noches en la ciudad.

Cerca del ayuntamiento, los numerosos puestos callejeros de pinchitos, ofrecen, intestinos, hígado, criadillas y pulmones de cordero a la barbacoa. Cada tira de estos sale por 10.000 Rials (0,3 €).

POR LAS CALLES EN LOS TEJADOS

Masoule, es un pueblo que está a unos 40 km de Rasht. Embutido en las montañas, sus calles son los tejados de las mismas casas. Esto hace que sea atractivo para el visitante que no debe de perderse el lugar.

A pesar que en cinco años el turismo en el pueblo se ha incrementado de sobremanera, aún conserva ese aire casi virgen, amenazado por los numerosos restaurantes y hospederías que pueblan ya las calles.

Además, nos encontramos en la semana de homenaje a los mártires de la guerra de Irak-Irán, y algunos iranís, tienen vacaciones.

No es raro ver a visitantes locales, que por una cantidad de dinero, se visten con las ropas tradicionales del lugar, pululando por el pueblo y haciéndose fotos.

Un lugar a destacar y que aun no está demasiado copado por turistas es The Baam-E-Masoule, una tetería que está por encima de las demás, en altitud y en servicio.

Al ser la que está más elevada es la menos visitada, y ello hace que el viajero pueda disfrutar de la calma y salir de las bulliciosas calles plagadas de turistas, en su gran mayoría local.

UN POCO DE GASTRONOMÍA LOCAL

De allí, nos vamos a Fuman, que tiene un castillo que en mi anterior viaje visité y que hay que hacer un camino de 3.000 escalones por pleno bosque. Sin duda alguna hay que ir al menos una vez pues merece la pena, pero como nosotros ya lo hicimos, preferimos deleitarnos con la comida local.

Tomamos Kash Badenjar (berenjenas con salsa de Kash (Suero de leche)), Bagalabato (Guiso de habas) y Mirza Ghasemi (Berenjena cocida con especies), todo acompañado por aceitunas con salsa de granada y salsa de yogurt con espinacas o hierbas aromáticas.

Luego marchamos a Bandar Anzali, localidad situada en el mar caspio y donde el visitante, puede pasear por el parque situado justo al lado del puerto, donde los locales pasan el rato tomando habas guisadas con especies o jugando al ajedrez.

Por la mañana, salimos con la intención de llegar cuanto antes a la provincia de Golestan. Al ser el recorrido largo, debemos de hacerlo en dos etapas. No hay que olvidar, que Irán es grande, y las distancias entre  provincias o ciudades es larga. La superficie del país supone casi la extensión de España, Francia y Portugal.

SIN LA AYUDA DEL RACE

Se une además, que el vehículo de Hamid no arranca, y cada vez que para debemos de empujar. Esto produce una reacción simpática cuando las paradas son en lugares donde hemos conocido a gente. Los iranís, tienen por costumbre y amabilidad, el salir a la puerta a despedirse de sus invitados o conocidos.

Siempre que salimos de algún establecimiento donde hemos conversado con los locales, una vez montados en el coche debemos de salir a empujar, donde con cara de circunstancias las personas nos miran y cruzan miradas entre ellos mientras continúan saludándonos.

Aprovechando que el recorrido lo hacemos bordeando el Mar Caspio, cuando hacemos una parada en una playa solitaria, no puedo evitar el sumergirme en sus aguas.

Lo primero que notará el viajero cuando se bañe en el Caspio, es el casi imperceptible sabor a sal del mar. Esta especial circunstancia, hace que sea muy propicio para la cría del esturión, de donde se saca el famoso caviar Iraní.

También visitamos Javher Dash, un pueblo en la montaña, donde hay unas cascadas que en absoluto merecen la pena, pero sí las vistas de las montañas que rodean al pueblo.

LA PRUEBA DEL TENDÓN

Las cascadas son muy concurridas por turistas locales, que como siempre se hacen fotos en el lugar. Allí, me quedo con la boca abierta ante una preciosa iraní, con la que hay un cruce de miradas.

Cuando se lo comento a Majid, este me previene;

Cuidado Antonio con tener relaciones con una chica Iraní, me dice; -si la familia es muy tradicional y te coge, te obligarán a casarte.

Bueno, -le contesto con tono irónico-; ¿qué me van a hacer, perseguirme con una escopeta?

– No, lo que hacen muchos es que si no ven intención por parte del hombre en comprometerse, le cortan un tendón de la pierna, para que quede cojo y ya no pueda casarse con otra persona más que con la que se ha estado.

Mi hermana comienza a hablarme de la dote a la que hay que hacer frente en un matrimonio, pero mis pensamientos están ya en otros lares y me sorprendo a mí mismo, sopesando la movilidad de mi pierna con la satisfacción de la entrepierna.

Alejo esos pensamientos, ya que conociéndome como me conozco, probablemente el resultado sea que continúe mi camino por el mundo intentando disimular una cojera sospechosa.

EN UNA SUITE

Continuamos y hacemos noche en Salman Shar, población en la misma costa del Mar Caspio y que en absoluto tiene algo interesante. Más aún, al ver las gigantescas torres que están construyendo, intentando imitar y atraer turismo extranjero como Dubai.

Cogemos una Suite, que es como llaman los iranís a las casas de alquiler. Para hacer esto, es muy fácil, ya que a las entradas de las poblaciones, siempre hay personas a pie de carretera, con una especie de cartel en Farsi de letras rojas que son las que se encargan de buscar alojamiento al visitante.

Los precios varían dependiendo de la calidad, limpieza o número de personas que puede alojar la casa.

Nosotros cogemos una que sale por 800.000 Rials (23 €), que consta de dos habitaciones, dos baños, gran salón con chimenea, cocina y magnífico jardín al que le faltan algunos cuidados.

En la jornada siguiente, por fin llegamos a la provincia de Golestan. Es aquí donde tengo la idea de en primer lugar buscar nómadas turcomanos y luego intentar permanecer con ellos al menos 10 días.

El primer intento lo hacemos en una localidad de Bandar Gaz, situada en un golfo y donde encontramos un mercado que ofrece prendas turcomanas.

BUSCANDO TURCOMANOS

El dueño de la tienda, nos comunica, que han pasado ya hace unos días por allí, que van de regreso a Turkmenistán a pasar el invierno. Nos combina a que vayamos hasta la frontera al día siguiente, por si los encontráramos.

La dificultad de localizar a los nómadas, es que cuando están de camino, no se sabe la ruta que llevan, pues varía según el tipo de ganado, lo grande del rebaño, la cantidad de personas que viajan etc.

Hacemos noche en Gorgan, capital de la provincia de Golestan, también en una casa alquilada. En esta ocasión la calidad baja y también lo hace el precio 300.000 Rials (9,99 €).

Temprano salimos a Inje Bron, en la misma frontera con Turkmenistán. En el camino, flanqueado por desierto, no avistamos a ninguna caravana. Al llegar a la frontera, nos indican que la gran mayoría ya ha pasado, que  es posible que en otra localidad cercana haya.

Ahogamos las penas con Doohg de Camello, que tiene un sabor más intenso, y haciendo fotos a los camellos que los pastores de esta localidad tienen a su cargo.

Llegamos al medio día a Gonbad Qabus, que como atractivo tiene una gigantesca torre, la cual fue construida para albergar los restos mortales de Qābus Ibn Voshmgir, esta torre funeraria de 53 metros de altura, construida en 1006 cerca de las ruinas de la antigua ciudad de Jorjan, a orillas del río Gorgan, en el nordeste del Irán, constituye un testimonio de los intercambios culturales entre las culturas nómadas del Asia Central y la antigua civilización de la meseta del Irán. Único vestigio de esa ciudad, que fue un importante centro de las artes y las ciencias antes de su destrucción por las invasiones mongolas de los siglos XIV y XV, este monumento representa una proeza técnica excepcional y es un notable ejemplo de la arquitectura islámica que influyó en las construcciones funerarias posteriores realizadas no sólo en Irán, sino también en Anatolia y en el Asia Central. Edificado con ladrillos cocidos sin esmaltar y dotado de formas geométricas complejas, este mausoleo de 17 metros de diámetro en su base y 15, 5 metros en su parte superior tiene la forma de un cilindro que se va estrechando hacia su cúspide, rematada por un techo cónico de ladrillo. Esta torre funeraria es una muestra patente del desarrollo alcanzado por las matemáticas y las ciencias en el mundo musulmán hacia los comienzos del primer milenio de nuestra era. 

La localidad tiene solo dos hoteles, ya que no cuenta con demasiado atractivo para el turista y porque según nos cuentan las personas de la localidad suelen invitar a los foráneos a sus casas.

Uno de los hoteles, se encuentra en el bazar y el otro cercano a un lago artificial en las afueras.

Cogemos el más caro que se encuentra a las afueras (800.000 Rials) Hotel Qabus, ya que mi hermana nos pone como imperativo que en esta ocasión la habitación tenga baño dentro, hecho por lo que tampoco nos podemos albergar en una casa.

Ya, al pasear por Gonbad Qabus, el viajero se percata, que los rasgos de las gentes de esta localidad son diferentes a las del resto. Debido a que se encuentra cerca de la frontera y con las numerosas invasiones sufridas a lo largo de la historia de Persia en el norte por parte de turcomanos y mongoles, los habitantes de la localidad, tienen rasgos orientales muy significativos.

Las mujeres y hombres, también van vestidos de diferente manera, ellas mas coloridas y ellos llevan una especie de camisón con pantalones y un pequeño gorro de croché.

Un detalle interesante al lector mochilero, es que en Irán, los letreros de los hospedajes Guest House o Hostel, no están escritos en letras occidentales. Dejo la fotografía inferior como referencia cuando se busca alojamiento. Las letras de abajo que parece que pone alogo o logo, es en realidad HOSTEL.

Pasamos el día preguntando a todo lo que se mueve por los nómadas, con el mismo resultado; – Es difícil encontrarlos, porque nadie sabe donde están dicen la mayoría,

Hace dos semanas vi a unos, a unos 30 km -comentan otros-.

Al parecer o tienes suerte y te los encuentras por casualidad, o son ellos los que te encuentran a ti.

Nos conformamos con lo que tenemos, que es el haber encontrado por la noche en una tetería a unos chicos turcomanos con los que trabamos amistad y nos cantan canciones turcomanas además de hacer una magnifica tertulia.

Por la mañana como último recurso, nos acercamos a la oficina de Información y Turismo de la localidad, situada justo enfrente de la entrada principal a la torre.

Quiero desde aquí agradecerles la atención a sus empleados, ya que nos trataron con una exquisita amabilidad, que no dio como resultado la localización de los nómadas, pero sí nos aconsejaron encarecidamente que no nos perdiéramos Khaled Nabi.

UN MAR DE COLINAS ARENOSAS

Khaled Nabi, es una pequeña localidad situada a unos 40 km al norte de Gonbad Qabus, que le da también nombre a una mezquita ubicada en lo alto de una montaña.

Conforme el viajero se va acercando al lugar, puede ir percatándose de lo que le espera arriba.

Colinas arenosas que se cuentan por miles y que van dejando un camino en sus laderas, para que el visitante se deleite con el maravilloso paisaje.

Pero en absoluto tiene que ver con las vistas que se disfrutan desde lo alto de la mezquita.

Para decirlo de alguna forma y que el lector tome conciencia de lo que en realidad es el poder disfrutar de esta maravilla de la naturaleza, diré, que vale la pena hacerse 3.000 km en avión, mil en coche y cien andando sólo para llega a ver este paisaje.

Sin duda alguna el que más me ha gustado hasta el momento en mis dos visitas a Irán.

Después de disfrutar de la vista y del solitario lugar, bajamos a la aldea, donde un turcomano que ya no es nómada, nos pone los dientes largos y nos enseña incluso la tienda que tiene montada fuera de su casa en homenaje a sus antepasados y a tiempos anteriores.

Nos ofrece el quedarnos a dormir en ella, ya que nos indica que alguna vez también se la ha alquilado a algún turista local.

Rechazo la oferta por mi parte, que a pesar de ser considerada, veo que sería una experiencia un tanto falsa.

Hacemos unas fotos en el pueblo y cuando veo correr a los niños huyendo del objetivo de mi cámara, nuestro anfitrión nos indican que lo hacen, porque cada vez que han visto a un forastero en el lugar ha sido para ponerles vacunas a los niños y esta experiencia en absoluto les resulta gratificante a los infantes.

 EN EL PARQUE DE GOLESTAN

Ponemos rumbo al Parque Nacional de Golestan, última etapa en la provincia.

A unos 8 Km de la entrada al parque y siendo ya de noche, buscamos de nuevo una casa para alquilar. Encontramos una muy limpia y económica gracias al infatigable Majid. Por 350.000 Rials (10,5 €), decidimos quedarnos dos noches.

Por la mañana decidimos entrar al parque. Al ir a la oficina de información, nos indican que hay que sacar un permiso desde Teherán.

Salimos los tres de la oficina, con el mismo pensamiento, veremos el parque sí o sí.

En el camino, decido ir por mi cuenta y me bajo del coche, me hago un recorrido por la carretera principal que atraviesa el parque.

Atravieso el paisaje más florido y llego al más agreste y exento de vegetación. Después de 18 km, llego sediento a una pequeña aldea. Cuando voy a comprar agua, parece que la aldea está desierta, no acierto más que a encontrar a una señora que huye de mí y mi cámara y a dos niños que me indican que la única tienda del pueblo está cerrada.

JUEGOS DE NIÑOS

Me resigno y tomo camino de vuelta, hasta que a cinco kilómetros de llegar a donde me hospedo, un señor mayor me recoge y me lleva hasta una tetería donde lo invito a té por su amabilidad, de allí a la casa.

Cuando me dispongo a tener un rato de los que ya echo de menos, calma y sosiego para poder escribir, las niñas de los dueños de la casa y sus amigas, se acercan a curiosearme. Yo que soy más niño que mis sobrinos, dejo a un lado el ordenador, y me sumerjo en los juegos, participando y pasando una tarde más agradable de lo que esperaba.

Por la noche, Mi hermana y Majid, que han rodeado todo el parque (unos 350 km), me comenta que han contactado con nómadas, pero que son kurdos y que las tiendas son familiares y no aceptan a foráneos. Antes de que replique, mi hermana, me calla diciéndome; – Sí Antonio, sí, le hemos preguntado si no te adoptarían por unos días, pero ha sido imposible.

Planeamos que hacer al día siguiente, y yo al haber fallado mis planes con los nómadas, decido ir a Masshad, ciudad situada a 400 km y que tiene una mezquita muy famosa, donde van los Chiís en peregrinación.

Majid, se resiste a hacer el camino, y quiere volver ya a Teherán, mi hermana queda interesada con la idea de Masshad, pero no se inclina por nada.

Planeamos levantarnos temprano, para ver unas cataratas que hay en el interior del parque antes de separarnos.

Creo que a la mañana siguiente ya viajaré solo, me digo en la cama, mientras mis piernas acusan la caminata.

En la mañana siguiente, en el desayuno Majid continúa con la intención de marchar a Teherán. Mi hermana, me mira con lo que yo llamo la mirada García. Es una mirada que hacemos los que llevamos sangre García de mi familia, y que utilizamos cuando sabemos que algo acabará pasando, se nota porque entrecerramos el ojo derecho.

Manteniendo esta mirada y con un deje de sorna, me dice;

Majid va a ir a Masshad, lo que pasa es que él aún no lo sabe.

No evito dejar escapar una carcajada acompañada de cierto escepticismo, pues Majid se ve muy seguro.

DEFINITIVAMENTE, A MASSHAD

El trecking que el viajero debe de hacer en el parque Nacional de Golestan, ha de ser muy en profundo, pues de lo contrario quedará como un servidor, enormemente decepcionado. No porque el parque en paisajes y animales no valga la pena, sino porque la imagen que tiene debido a los visitantes locales que en absoluto son cuidadosos con el medio ambiente, puede llegar a desesperar y extirpar todo el encanto que éste pueda tener.

Amigos que han estado anteriormente aquí me han hablado de las maravillas de los lugares que esconde el parque, pero no me dijeron nada de la suciedad que tiene en los accesos y lugares circundantes.

Después de la visita a las cascadas, Le digo a mis acompañantes que me dejen en la estación de autobuses ya que tomaré camino a Masshad.

Bajo la sombra de un árbol, Majid hace parar al taxi, y me pregunta si estoy seguro de que quiero ir a esa ciudad. A mi respuesta afirmativa se une sorprendentemente la de mi hermana y Majid en principio a regañadientes, indica a Hamid, que se dirija a Masshad.

Llegamos al atardecer a la ciudad, que está rodeada de desierto, donde hemos hecho una breve parada para refrescarnos en una fuente.

6 comentarios en «Irán (II)»

  1. Hola Antonio!!!

    Lo prometido es deuda y aqui van mis comentarios.
    Esta crónica me ha dejado con la boca abierta y eso que no soy muy partidaria de los paises musulmanes,ya lo sabes tú.Está super entretenida y las fotos son fantásticas,sobre todo, las de Khaled Nabi,increibles!!!Aunque poco tienen que ver con el sudeste asiático eh?Vaya diferencia de gentes,tradiciones y paisajes!
    Sigue disfrutando de tu super viaje y aprovecha todo lo que puedas.

    Observaciones:La camiseta azul te queda un poco cortita…jeje…en cambio me ha encantado la peluca rubia!!!

    Bsos.

  2. Antonio, observo que ya estás de nuevo en racha a la hora de escribir, aunque tu prima me haya tirado de las orejas en IRAN (I). Me encantan las fotos, sobre todo los de las colinas arenosas. Y respecto a la foto a la que se refiere tu prima Pepi, le hago un breve comentario y en cierto modo devuelvo la crítica que me hizo a mí anteriormente, dice que te pondría en el altar de cristo, cosa que me quita el sueño al pensar en tu primo Juan Carlos y tus tíos cómo bajen su cristo de la Expiración del Altar. …espero nadie se enfade por esto, es una bromilla.
    Otra cosilla, cuidado con las mozuelas de esos lugares, ni las mires tan siquiera. Qué como las mires lascivamente o de reojo, te casan y se te acabo el viajar. Y a Manolo le das un disgusto cuando tenga que entregar una dote.
    El pueblo de Mosoule, me encanta pero creo que a los gatos les haría poca gracia, no tendrían por donde andar, ya que los tejados son para andar los humanos ¿no he visto ningún gato por cierto?
    Bueno Antonio besos de la familia y un saludo. Ya cuento las crónicas a la familia y a Sole de Meregildo, que te envía un merecido saludo.

  3. Querido Lolailo definitivamente has hecho que me guste Irán.Qué paisajes más espectaculares.Que sepas que voy a hablar con el cura para que ponga en el altar un poster gigante de tu foto con los brazos en cruz y ese paisaje tan increible detrás.Creo que para rezar y «hablar con Dios» sería el mejor.Ahí se ve la grandeza de la creación divina.(Vente rápido de vuelta que me ha parecido estar perdiendo la cabeza.Mira que si al final me vuelvo beata).Bromas a un lado creo que me entiendes.Tiene que ser una experiencia única contemplar tanta bellezaesitos y gracias por todo.Estoy remando pero cuesta .

  4. Bueno, después de 4 horas subiendo y modificando el tamaño de las fotos, aquí esta una nueva crónica!! Bromas a parte, Antonio, gran relato y excelentes fotos!!

    Un abrazo.

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