Indonesia (IV)

 NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

Sumbawa, Flores y Timor Occidental

En la mañana de San Esteban, 26 de Diciembre, por fin salgo de Bali después de una larga temporada en la isla que me ha hecho conocerla a fondo. Llevo a la quinta fémina que me acompaña en mi viaje. Es una chica originaria de la isla de Java, su nombre es Chyntia, a quien conocí en mi larga espera de las visitantes Filipinas.

En un primer momento, cuando me la encontré en un supermercado acompañada por unos amigos y donde yo me conectaba a internet y pasaba largas horas, lo que me atrajo de ella fueron sus preciosos ojos almendrados que la dotan de una mirada por la que un servidor sería capaz de vender su ya pecadora alma a cualquier mercader sin escrúpulos.

LAS RAZONES DE UN ACOMPAÑAMIENTO

En conversaciones mantenidas posteriormente alrededor de cafés y tés, donde le cuento mi vida y vivencias con lujo de detalles, cuando le propongo que me acompañe sin albergar esperanza alguna a una respuesta afirmativa, ella me responde que sí. Entiendo que lo hace con el más absoluto desconocimiento de lo que verdaderamente significa. Está dispuesta a abandonar su acomodada vida y trabajo para acompañarme en un camino más que incierto en mi periplo por tierras indonesias.

Aún a día de hoy sigo sin entender que es lo que le puede atraer de este viajero que solo puede ofrecer una vida sin casa o domicilio fijo, y que ni tan siquiera tiene la seguridad de dónde pasar la siguiente noche.

Ella siempre me ha respondido que los días pasados a mi lado, lo que más le ha gustado de mi es que detesto los lugares copados por turistas, que como en restaurantes donde lo hacen la gente sencilla, que me intereso por la vida y costumbres de los locales y que enseguida entablo conversación con aquellos que se sientan junto a mí sin importarme si su cartera puede ofrecerme más que sus palabras.

CAMINO DE UN LOMBOK EN CAMBIO

Pienso, que poco tiempo aguantará en esta vida que es muy distinta a unas vacaciones, pues no se trata de una temporada viajando, sino de media vida recorriendo caminos intransitables, durmiendo en hoteles andrajosos y todo un tiempo exento de lujos y comodidades.

Con esta incertidumbre merodeando por mis pensamientos y junto con la Burrica, alcanzamos Lombok.

En el ferri hemos conocido a Michael y Eloyse, un italiano y una francesa que esperan surfear las olas de la isla. Llegamos al mismo hotel en el que me había hospedado en anterior ocasión en Kuta, donde Aian, la dueña me recuerda y me saluda cariñosamente. En mi primer paseo por Kuta, me percato de que la pequeña ciudad está experimentando en tan sólo tres meses cambios abismales. Están construyendo a las afueras un lugar para trasladar las tiendas de bambú de souvenirs y construir en su emplazamiento grandes hoteles. Poco tiempo le queda ya a este paraíso pienso mientras atravieso la avenida principal para ir al restaurante donde con Chocho Loco cenaba habitualmente.

En el hotel se hospedan también una pareja de vascos, Mikel y Nora, con los que entablo conversación. Nora al ver mi casco grafiteado, empieza a sonreír y me pregunta si yo tengo un blog. A mi respuesta afirmativa, me contesta que me ha leído, y me ha reconocido por el casco que en su día decoró Chocho Loco. Hace que me sonroje, pues un servidor no piensa que haya personas descabelladas que no me conozcan en persona y se aventuren a leer las peripecias de este viajero.

CAMINO DE FLORES CON CARGADOR NUEVO

Decido pasar dos días en la isla y gastar de este modo la jornada reservada a descansar del largo camino que me queda por recorrer hasta llegar a Flores. De esta manera puedo hacerles de guía a los cuatro nuevos amigos y aprovechar en reponer el cargador de la batería de mi cámara, ya que me temo que en las posteriores islas que visitaré sería una tarea imposible ante la precariedad de medios que disponen.

En Flores me tengo que debatir en el dilema de pasar la noche vieja en Komodo o en Ende capital de la isla donde está Rizwan, que vino a visitarme a Penang en Malasia, donde alquilé la casa junto con Maruxiña. Coincidí con él en la noche buena en Kuta de Bali. Además, me ofreció acompañarme una parte del camino junto con su novia indonesia, pues tiene pensado hacer el mismo recorrido que yo.

Salgo de Lombok despidiéndome de todos, a unos sé que me los volveré a encontrar en cualquier otro rincón del mundo, a otros, a los locales, sé que jamás volveré a verlos.

 Llegamos a Cayagan, desde donde parten los ferris a Sumbawa. Salen cada hora si el mar está en calma y el trayecto nos cuesta 50.000 rp (4,15 €), con la Burrica incluida. El problema es que el mar está bravo y debemos esperar a que se calme.

Por fin llegamos a Sumbawa sobre las 4 de la tarde, el trayecto ha durado algo menos de dos horas. Nada más poner el pie en tierra firme me doy cuenta de que esta isla es muy distinta a las que he visitado. En la carretera que es buena a ratos, sus dueñas y señoras no son otras que las cabras y vacas, por lo que el viajero que vaya en transporte propio debe de tener precaución ya que hacen caso omiso a los toques del claxon de la Burrica. También, me percato que el tráfico de vehículos en la isla es ínfimo, el cielo y el paisaje hace que el viajero si ha visitado con anterioridad Laos le traiga a la memoria gratos recuerdos. A parte de esto Sumbawa, concretamente todo el norte de la isla poco tiene que ofrecer, pues la costa en su mayoría es manglar y las pocas playas que dispone son de piedras.

PROBANDO LA RESISTENCIA DE LA REINA DE JAVA

Hacemos una larga jornada en moto, 100 km. hasta Sumbawa Besar, la capital de Sumbawa occidental. Pongo de este modo a prueba a mi compañera Chyntia, a quien he decidido apodarla la Reina de Java, debido que con cada mirada y sonrisa que me muestra hace que todo lo que haya a su alrededor se ilumine.

Aguanta a la perfección y sin rechistar, a pesar de que durante todo el camino no cesa de llover y un largo tramo tenemos que hacerlo de noche.   

En Sumbawa Besar, nos hospedamos en el hotel Tambora, situado en frente del hospital, con un precio de 8,3€ desayuno incluido.

Por la mañana proseguimos camino y hacemos una jornada bastante larga, por toda la parte norte de la isla hasta llegar a Bilma, ciudad situada a una hora del puerto oriental de Sumbawa y desde donde salen los ferris hasta la isla de Flores.

En Bilma obtenemos información de los ferris que van a Flores, parten todos los días a las 9 de la mañana. El precio es de 14,15€ los dos, incluida la Burrica. El trayecto dura aproximadamente 8 horas.

Bilma al igual que Sumbawa Besar son ciudades que poco o nada tienen de interés para el visitante. Pienso que el norte de Sumbawa es solo para disfrutar de sus paisajes, su carretera que en ocasiones es muy buena y poco más. En Bilma nos alojamos en un hotel pegado a la estación de autobuses regentado por una familia china, el precio es de 5,45€, desayuno incluido.

Por la noche la luna llena que se ve desde el hotel no nos deja indiferentes, preciosa.

Por la mañana bien temprano, ponemos rumbo al puerto de salida de Sumbawa, teniendo en mente el pasar la noche vieja en Labuhan Bajo (puerto de llegada al lado occidental de Flores) o en las islas cercanas a Komodo.

En el largo trayecto de Ferri, realizo fotos de un pequeño mercado improvisado para los pasajeros del ferris, y de cómo matan el tiempo de espera los viajeros.

También voy obteniendo información ayudado por la Reina de Java de los diferentes pasajeros, sobre los viajes a Komodo. La información siempre es la misma, son circuitos de un mínimo de dos días, haciendo noche en el barco en un camarote, a pesar de que Komodo se encuentra muy cerca de Flores. El precio es excesivo, 41,5 € por pasajero con hotel y comida incluida, pero no la entrada al parque para ver a los dragones y tampoco está incluido el guía.

REGATENDO LA ESTANCIA

Cuando llegamos a Labuhan Bajo sobre las tres y media de la tarde, después de un recorrido por los diferentes hoteles, comprobamos que los precios son más caros que lo que hasta ahora hemos venido pagando. El más barato 12,5€, y añadido también que los tours para el día siguiente están completos. 

La Reina de Java, después de salir de preguntar el precio de un Hotel, me dedica una de sus tiernas miradas y me dice; Antonio, los precios aquí son inadmisibles en relación calidad precio, los tours para mañana están todos completos. Vamos a proseguir camino y nos dirigimos a Ende donde esta Rizwan, ya volveremos unos días después. Tú tranquilo que si tenemos que dormir en una casa particular lo hacemos, si tenemos que dormir en una mezquita también, conmigo no vas a tener nunca ese problema, aunque tengamos que dormir en la selva.

 375 km nos separan de Ende, es imposible el hacerlo en sólo una jornada, pues las carreteras son malas, llenas de subidas imposibles y bajadas de infarto. Además como hándicap, comienza a llover y nos quedan dos horas de luz. 

Alentado por las palabras de la Reina de Java, tomamos la carretera hacia Ende, esperando alcanzar lo antes posible la localidad de Ruteng, situada en el punto más alto de la isla (2.300metros) y a 125 Km.

La lluvia se hace cada vez más intensa, cuando comenzamos la primera ascensión vemos dos accidentes de moto en directo, debido a la cantidad de agua que cae. En el primero ayudamos a las dos personas a levantarse y a lavar sus quemaduras. En el segundo, con la experiencia del primero, inmediatamente sacamos papel higiénico de nuestras mochilas y agua, para directamente sin preguntar nada hacer lo propio ante la incredulidad de los accidentados.

Cuando llegamos a la primera cima, el cielo se despeja por completo y la isla de Flores nos regala una de las vistas más hermosas que he visto en mi vida. A un lado selva espesa donde las pocas nubes que quedan en el cielo ocultan alguna colina. Al otro la costa de la isla donde el mar es de color plata debido a que el sol poco a poco se va bañando en el. Sin tiempo de hacer fotografías, pues la luz del día es nuestro mejor y más efímero aliado en esta dura carretera, proseguimos camino.

Cuando llegamos a la llanura que separa las dos montañas, la que hemos subido y la que aun nos queda por coronar, la noche ya se cierne sobre nosotros. Ya sin lluvia, pero empapados, el frío se va metiendo por nuestros huesos, mientras ascendemos la segunda montaña.

En el camino, comprobamos que las estaciones de servicio son muy escuetas, por lo que tenemos que repostar en las pequeñas tiendas que tienen como publicidad de que sirven gasolina botellas de agua llenas de combustible.

El viajero ha de tener en cuenta que el hacerlo aquí el precio puede incrementarse en algunos casos hasta el 100 % de su valor.

Cuando coronamos la segunda montaña, me percato de los continuos temblores de mi compañera y decido parar en una tienda a 20 km de Ruteng para tomar un café bien caliente.

 No ceso de preguntarle a la Reina de Java si se encuentra bien. Ella me responde que sí, que solo tiene frío y que deje de hacerle una y otra vez la misma pregunta. Entonces me doy cuenta que mi compañera desconoce que el frío puede hacerla que enferme. Le pregunto si alguna vez en su vida ha pasado frío, a lo que ella me responde que no, que nunca ha estado a tanta altura ni pasado este frío. Pienso para mi, mientras nos ponemos de nuevo en marcha que su experiencia en todo lo concerniente a un viaje de este tipo en nula, pero que ni una sola vez se ha quejado lo más mínimo ni tan siquiera me ha puesto mala cara.

Por fin llegamos a Ruteng entrada ya la noche. Buscamos hotel y en el segundo que preguntamos al tener un precio atrayente, le indico a la Reina de Java que si las habitaciones están bien nos quedamos allí. Pues nos interesa cambiarnos cuanto antes la ropa mojada por seca y meternos en el cuerpo una sopa bien caliente. Ella se pone reticente a alojarse en el hotel hasta que al final me dice; Antonio es que este hotel es un puticlub, el hall está lleno de putas en sujetador. Cuando le respondo que eso no me importa, ella me contesta; mira yo te he dicho que puedo dormir en una casa particular, en la selva o en una mezquita, no me importa el frío que haga o que no tenga agua caliente, pero yo con putas no duermo.

POR FIN UN HOTEL DECENTE

No dejo de soltar carcajadas, mientras recorremos las calles de Ruteng llenas de vida y cohetes que anuncian que al día siguiente es noche vieja. Por fin encontramos un hotel que nos satisface a los dos. A mí en calidad precio, a la Reina de Java exento de putas.

Hotel Ranaka, situado en la avenida principal de Ruteng, habitaciones dobles con baños dentro por 7 €, con café matutino.

Después de ponernos ropa seca, buscamos un restaurante donde sirvan sopa de kambing (cabra). Yo tomo dos tazones, mi acompañante sólo uno, ya que come como un pajarito lo que le hace que a pesar de su 1,63 de altura pese tan solo 43 kg.

A la mañana siguiente nos espera una dura y larga jornada en moto, pues estamos aun a 255 km de Ende, en donde también nos esperan dos bajadas y subidas de puertos con sus respectivas curvas, por una carretera donde nos han avisado que los baches no cesan.

Salimos a las 8 de la mañana y dejamos atrás la calidad de la gente de Ruteng y la fría habitación de hotel. Bajamos el puerto y después de 100 km llegamos de nuevo a la playa. Continuamos camino y volvemos a ascender por una carretera que está en reparación y que a tramos esta enfangada.

Cuando llegamos a la cima del último puerto, debido a los baches y al peso de las dos mochilas, la parrilla que diseñe para la Burrica, necesita una reparación urgente, ya que corremos el peligro de perder nuestras bolsas en un nuevo bache.

Cuando le pago al herrero los 0,18 € por soldarme dos nuevos hierros en la parrilla para que tenga más firmeza, me doy cuenta de que esta gente no está aun envilecida por la presencia del turismo, ya que no ha intentado cobrarme de más.

Por fin después de tres barcos y 1.350 km por carreteras indeseables realizados en tan solo 5 días, la mayoría en 4 días, con lluvia, frío, sol e incluso quebrantando mi norma de no conducir por la noche, llegamos a Ende.

Cuando veo a Rizwan, no puedo evitar fundirme en un abrazo con él y esperando que el hedor a camino que desprendo no haga desvanecerse la decisión de quedarse en Ende para celebrar juntos la noche vieja.

Nos alojamos en el hotel Ikhlas, situado en la carretera que va al aeropuerto. Habitaciones dobles desde 5 € con baño fuera, desayuno y Wiffi, hasta 8,3 € con toalla, baño en el interior y ventilador.

Al estar en esta localidad por un largo tiempo y al tener que volver a ella después de nuestra visita a Komodo para embarcarnos a Timor Occidental, aprovechamos para darles la dirección a los padres de la Reina de Java, para que nos envíen su pasaporte, ya que tenemos pensado pasar a Timor Leste.

NOCHE VIEJA LIGHT Y SONORA

Después de un baño y una siesta, sobre las 8 de la noche salimos a celebrar la noche vieja. Poco puedo decir de esto, ya que Ende a pesar de ser la capital de la isla, no deja de ser un pueblo grande de mayoría musulmana lo que la hace un poco aburrida, pues no hay bares o discotecas donde se celebre el año nuevo.

El ambiente festivo se distingue de los días normales, porque los más jóvenes se dedican a tirar cohetes, unos artesanales fabricados con pólvora que introducen en un tronco de bambú y otros comprados en tiendas dispuestas para la ocasión.

Ante la poca oferta de actividades, decidimos salir de Ende e ir a un pueblo cercano a la playa donde nos han comentado unos taxistas que hay más fiesta, pero también han intentado que dejemos a nuestras respectivas parejas en el hotel para ir con ellos.

Cuando llegamos al lugar nos damos cuenta de la insistencia de los taxistas por ir sin pareja. Es un puticlub donde las chicas están vestidas para la ocasión de conejitas y donde al vernos llegar acompañados poco caso nos hacen. Con sonrisas maliciosas en nuestras caras, damos media vuelta y volvemos a Ende.

En un pueblo a unos 3 kilómetros de la capital, al lado de la carretera se celebra un baile. Decido parar para ver la celebración que hacen los lugareños de esta fecha tan importante para nuestra cultura.

Nada tiene que ver con nosotros, es un baile de pueblo donde en el centro un corro de personas realizan un baile tradicional muy puritano, parecido al de unos niños en el patio de un colegio y al que arrastran a la Reina de Java sin remedio. Ella que es aun más reticente a bailar que un servidor, no puede evitar el hacerlo debido a que su cortesía es más fuerte que su vergüenza.

Después del baile, volvemos a Ende, para llegar a un lugar cercano a la playa donde un grupo de familias cenan y esperan a que sea las doce de la noche.

Nos enteramos de que el año nuevo ha llegado por las sirenas de los barcos cercanos y los fuegos artificiales que copan el cielo, pues no hay cuenta atrás.

Tomando un café con leche y doce trozos de plátano (que ningún lector haga esto, pues le llegara febrero intentando tragar). Con la magnífica compañía de la sorprendente Reina de Java quien se ha ganado por derecho una parcela de mi corazón, con Rizwan y Galo recibo el 2.013 entre sirenas de barco y efímeras y sonoras estrellas de fuego en el cielo.

AJUSTANDO LOS FERRIS

 En el día de año nuevo, decidimos acercarnos a un pueblo en lo alto de la montaña que rodea Ende. Noabosi no llega si quiera a pueblo, pues es un conjunto de casas salpicadas en lo alto de la montaña, que a pesar de estar a 10 kilómetros de la capital se tarda unos 40 minutos en llegar debido a su escarpada y maltrecha carretera.

Sin embargo la vista de la que se disfruta desde lo alto vale la pena el camino, pues el visitante verá la costa de Ende, teniendo a sus espaldas las montañas que la circunvalan.

Paramos en una explanada cerca de una casa, para disfrutar la vista y hacer unas fotos. Cuando el cielo se encapota, la dueña de la casa sale a saludarnos. La Reina de Java enseguida entabla conversación con ella y se presenta besándola. Es una cualidad que tiene que siempre me sorprende a la vez que me agrada. Nunca tarda más de un minuto en presentarse con extraños y sacarle conversación haciendo que un tiempo más breve que yo, la charla sea distendida y agradable.

Al final nos guarecemos de la lluvia y la dueña de la casa nos obsequia con te, galletas y hasta nos sirve un vaso de arak casero que ella misma fabrica.

Cuando la lluvia remite decidimos volver por el camino, pero no tarda en arreciar de nuevo haciendo que nos volvamos a guarecer en una tienda cercana y volvamos a tomar un café bien caliente y galletas para que el frío salga de nuestros cuerpos.

Al final llegamos por la noche a Ende y después de una ducha salimos a cenar.

Respecto a esto un consejo para el viajero, los restaurantes de los lugares exentos de turismo cierran sobre las ocho de la tarde por lo que hay que ser precavido de cenar temprano o agenciarse alimentos si se quiere cenar posterior a esta hora.

Al día siguiente decidimos regresar a Labuhan Bajo, pero antes comprobamos el horario de los ferris que salen a Kupang, capital de Timor Occidental.

Los barcos de la compañía Pelni salen los martes sobre las 9 de la mañana, y los ferris que transportan pasajeros y vehículos (nuestra opción) los lunes a las 7 de la mañana, ambos recorridos duran trece horas. El de Pelni cuesta 6,75 € el viaje por pasajero, y el ferri 20,9 € dos personas y la Burrica. Esto hace que el tiempo del que disponemos para hacer el recorrido que queremos sea insuficiente a no ser que volvamos a hacer otro rally. Decidimos tomarnos las cosas con más calma y disfrutar una semana más de la isla.

Al final ese día nos dirigimos a Moni, pueblo que dista 55 km de Ende y desde donde se va al parque natural de Kelimutu, en el que se encuentran tres volcanes que en su interior tienen un lago de diferentes colores debido a los minerales que hay en ellos.

Empezamos el ascenso al pueblo por una preciosa carretera que serpentea entre montañas desde donde bajan al menos 6 cascadas, 4 de ellas pegadas.

Paramos a medio camino para tomar un bakso y descansar, para continuar después.

Al llegar a Moni, en el primer hotel que preguntamos que se encuentra a 500 metros del cruce con la carretera que va a Kelimutu, nos cobran regateado 6,75 € el Bungaló con baño dentro. No tiene desayuno, pero la vista de la que se disfruta desde el lugar es magnífica.

La cena la hacemos en el restaurante de tejado azul que hay junto al hotel. Algo que el visitante no se debe de perder, pues es una de las mejores comidas que he disfrutado en Indonesia. Platos grandes que dan para dos personas a un precio medio de 2 €. Otra recomendación para el viajero es que en la gran mayoría de los restaurantes de Indonesia si no se pide bebida, ponen un gran vaso de agua mineral, por lo que si el comensal quiere beber tan solo agua se puede ahorrar el precio de una botella.

LAS CÁMARAS PAGAN

Por la mañana salimos pronto hacia Kelimutu, con la idea de permanecer un día más en el lugar. Cuando llegamos a la taquilla del parque, hacemos que nuestras acompañantes lleven la cámara, pues los precios varían mucho de si el visitante es local o foráneo.

El precio de entrada es de 1,75 € si se es foráneo y de 0,2 € si se es local. Por la cámara se paga 3,9 € si el visitante es extranjero y 0,4 € si es indonesio, esto hace que nos ahorremos el dinero de la comida que haremos posteriormente.

Llegamos al aparcamiento, dejamos las motos y hacemos una pequeña caminata de unos 20 minutos hasta llegar al primer volcán.

Desde un mirador se puede ver el lago que es de color negro, el agua de este cambia por temporadas, por lo que si tiene suerte, el viajero puede llegarla a ver de color rojo, algo extremadamente extraño. Nosotros no tuvimos esa suerte, pero si la de no tener lluvia en la visita.

Luego nos encaminamos al segundo mirador que está a unos 10 minutos del primero y después de una extensa escalera se llega a un lugar desde donde se pueden ver los tres lagos. Dos en frente el de color negro y otro de color turquesa y el tercero a la derecha de color verde.

Hacemos todas las fotos que podemos antes de que la lluvia que anuncia el cielo haga acto de presencia.

Al descender del segundo mirador comienza a llover, nos guarecemos en uno de los puntos de descanso que hay dispuestos en el camino y luego continuamos la bajada hasta llegar de nuevo al aparcamiento.

Al llegar la lluvia arrecia con fuerza haciendo que nos volvamos a guarecer en uno de los restaurantes cercanos al parking. Pasamos allí más de tres horas donde la Reina de Java no cesa de conversar con la dueña y todos los clientes que se acercan a guarecerse.

Cuando la lluvia disminuye, regresamos al hotel con el tiempo justo ya que de nuevo la lluvia vuelve a aparecer. Pasa todo el día lloviendo y nosotros cambiamos la decisión de visitar las aguas termales, por una ducha fría y una siesta.

A la mañana siguiente regresamos a Ende, bajo otra lluvia que no cesa hasta la última parte del camino.

COMIENDO FRUTA ALIÑADA

Al día Siguiente nos despedimos de Rizwan y Galo, que en el lunes venidero marchan a Kupang, donde nos esperarán una semana a que nosotros lleguemos.

Nosotros ponemos de nuevo rumbo a Labuhan Bajo, pero en esta ocasión debido al tiempo que disponemos tenemos pensado hacer el camino en tres días, para disfrutar del paisaje y que nuestros cuerpos no se resientan ni con los baches ni con el frío.

La primera etapa la hacemos desde Ende hasta Aimere, localidad situada a unos 115 km y con una temperatura agradable ya que es un lugar de playa.

En el camino paramos y entablamos conversación con lugareños, comprobando que los rasgos de los habitantes de Flores dejan de ser tan asiáticos como los de las otras islas visitadas. Son mucho más morenos, la mayoría no tiene los ojos rasgados, su pelo es negro y rizado, lo que nos da una idea de la diversidad de razas que conviven en el país.

También paramos a realizar alguna foto desde la cima de un puerto cercano a nuestro destino. 

Al llegar a Aimere, nos hospedamos en el único hotel de la localidad Agogo, habitación doble con baño dentro por 6,75 € y café por la mañana.

En la tarde paseamos por la playa de arena volcánica y ayudo a los pescadores a entrar a tierra sus barcas cuando regresan de faenar.

A cambio nos dan información sobre el lugar y constatamos que el lugar más económico para viajar a Kupang es Ende.

Después de una cena en el restaurante cercano al hotel, nos relajamos comiendo de postre un mango recogido de su jardín. Lo hacemos a la manera local, ya que he encontrado que un servidor que no es aficionado a la fruta al hacerlo de la manera que la comen los indonesios encuentra un placer en ello antes desconocido, con sal y chile picante.

Por la mañana ponemos de nuevo rumbo a Roteng, 125 km de lluvia y frío, ya que de nuevo volvemos a ascender al punto más alto de la isla de Flores.

Nada más llegar insinúo a la Reina de Java que nos quedemos en el hotel de las putas y esta que ya me conoce lo suficiente como para entender mis bromas, me contesta que no sin antes buscar alguno donde haya putos.

GUERRA  AL FRÍO

Lo primero que hacemos es irnos al restaurante en el que la última vez comimos Gule Kambing (la sopa de cabra), que en la anterior ocasión nos quitó el frío. Luego al hotel y un baño de agua muy fría que constata lo que un islandés en una ocasión me dijo ante mi incrédula mirada; nada quita más el frío que un baño con un cubo de agua bien fría. Pues así es amigos lectores, increíble y nada placentero pero cierto, el baño de agua fría me quitó el frío, aunque cuando miré a mis partes más nobles comencé a creer que además de haberme quitado el frío, también me hizo un cambio de sexo.

Paso la tarde escribiendo por fin todo lo acontecido desde que salí de Bali, mientras la Reina de Java duerme una plácida siesta de cinco horas entre dos mantas dobles.

Por la mañana, calmadamente, volvemos a retomar el camino y en esta ocasión puedo parar en el camino para tomar alguna foto de las maravillosas vistas.

Llegamos a Labuhan Bajo sobre las 12 del medio día. Comenzamos el vía crucis diario de la búsqueda de hoteles, que en esta localidad debido a que es muy turística los precios se elevan considerablemente. Al final decidimos quedarnos en Komodo Ikhas, situado en la calle principal, cerca y en la acera opuesta al Matahari, donde por una habitación doble con baño dentro y desayuno, la sacamos por 9 €, con desayuno incluido.

VISADO Y DRAGONES

Luego nos acercamos a la oficina de Inmigración, para hacer los trámites oportunos para la extensión de mi visado que le quedan tan solo tres días de vigor.

Cuando llegamos, me encuentro con una gran decepción. A pesar de que en la página web del gobierno de Indonesia, aparece la nueva oficina de inmigración recién abierta a bombo y platillo en Julio del año pasado, esta se encuentra aún en construcción. Me indican que solo hay una oficina de inmigración en la isla de Flores para hacer la renovación del visado, y está situada en Maumere, en el otro extremo de la isla y unos 500 km de distancia de Labuhan Bajo.

Es un jarro de agua fría, ya que esto sólo me da de margen un día para visitar los dragones que se encuentran en la isla cercana a Komodo de nombre Rinca, que es donde está el parque natural.

Rápidamente recordando la frase que mi hermana en una ocasión me dijo, “Yo no me preocupo, yo me ocupo”, busco la solución. Comienzo una peregrinación por las agencias de tours para buscar el precio más conveniente. Al final justo en frente de el punto de información para turistas me encuentro con un conocido del ferri que nos trajo a Flores y me hace un precio de 20 € por persona, con snorkel y comida incluida. Aparte la entrada al parque y el guía necesario para poder ver a los dragones.

Después de la visita, al día siguiente debemos hacer en tan solo dos días el recorrido de los 500 km para poder llegar a tiempo a Maumere y hacer la extensión de mi visado.

Pasamos la tarde recorriendo el precioso pueblo de Labuhan Bajo y dormimos una siesta.

Por la noche, el viento que hay en el lugar es bastante fuerte. En un paseo por los restaurantes ambulantes cercanos al puerto, los pescadores aseguran sus barcas. Comienzo a sospechar que al día siguiente el tiempo cambiará.

Por la mañana a las siete y media de la mañana, ya estamos en la agencia donde habíamos contratado el tour. El dueño nos indica, que todos los tour de ese día se han cancelado, que se avecina una tormenta tropical desde el este, que durará varios días y que ya está recorriendo la isla. Me quedo atónito, sin poder ver a los dragones y atrapado en un lugar por no se sabe cuánto tiempo, corriendo el tiempo en mi contra.

El problema de la extensión del visado en Indonesia es muy grave. Una vez finalizado el periodo para la extensión, el viajero cuenta con cinco días más, donde por cada día pasado debe de pagar una penalización de 25 $, lo mismo que cuesta la extensión para un mes. Pero lo peor de todo es que pasados estos cinco días, si no se ha hecho la extensión, el visitante puede ir a la cárcel.

 Aprieto los dientes y sopeso por un momento, las dos opciones que me quedan; quedarme en Labuhan Bajo hasta que pase el temporal con el consecuente peligro de que pueda ir a la cárcel o arriesgarme a atravesar el temporal por las peligrosas carreteras de Flores para llegar a Maumere con tiempo suficiente como para no tener que pagar penalización.

La decisión es fácil aunque nada agradable, debo marchar ese mismo día para recorrer todos los kilómetros que me sean posibles y llegar lo antes posible a Maumere. Mi decisión toma aun más peso cuando pienso que estoy totalmente en contra de que un gobierno se quede con un solo € mío, y mucho menos un gobierno tan corrupto como el de este país, el más corrupto de los países que he visitado.

PESADILLA DE VISADO

Le digo a la Reina de Java, que si quiere ella quede en Labuhan Bajo, y que yo marcho para llegar lo antes posible a Maumere, para que una vez termine el temporal, tomar un autobús para reunirse conmigo, ya que los autobuses tampoco salen debido al temporal.

Ella me responde sin dilación; Antonio, donde tú vayas yo te acompaño, tranquilo que si hay que pasar en moto el temporal, lo pasamos juntos.

20 minutos después los dos a lomos de la Burrica ya comenzamos el camino de vuelta, subiendo el primer puerto.

El paisaje que nos encontramos es desolador, ya que por la noche ha estado soplando el viento con fuerza y los árboles cercanos a la carretera están derribados y en medio de esta, teniéndolos que driblar una vez y otra. Llueve como si se tratara del diluvio universal y el viento no deja de soplar cada vez con mayor intensidad.

En lo alto del puerto, una fuerte ráfaga de viento, desplaza lateralmente a la Burrica más de un metro, haciendo que quedemos al borde de un precipicio, debiendo utilizar toda la experiencia que tengo con la moto.

La carretera está totalmente desierta, no hay ni una sola alma, tan solo una gallina que arrastrada por el viento golpea mi casco ante los nerviosos cacareos.

Cuando comenzamos a bajar el puerto, un árbol comienza a caer justo delante de nosotros, debo de tomar una decisión en milésimas de segundos, o frenar de golpe con el consiguiente peligro o acelerar y que sea lo que Dios quiera. Instintivamente hago lo segundo, pasando el árbol a tan solo unos centímetros de nuestras cabezas. Nos hemos librado por muy poco, pero la parrilla de la moto ha sido golpeada y aunque las mochilas están bien, se ha soltado una soldadura que tengo que reparar posteriormente en una aldea cercana.

Llegamos a Roten totalmente empapados como si nos hubiéramos tirado al mar y ante la atónita mirada de todos los transeúntes, que se guarecen bajo los tejados de algún restaurante. Ante la falta de oficio, se acercan a nosotros para preguntarnos de dónde venimos. Cuando contestamos la procedencia, piensan que les mentimos, ya que no ha salido hoy ningún vehículo de la localidad por la tormenta.

Después de dos cafés bien calientes, proseguimos la marcha. Llegamos de nuevo empapados a Aimere, donde nos guarecemos en el mismo hotel que tan solo hace dos días nos habíamos alojado. Por la noche, el temporal descansa y nos da la oportunidad de degustar otro exquisito mango que nos ofrecen sus árboles y descansar hasta que de nuevo empieza a llover con fuerza.

Por la mañana bien temprano, continuamos la marcha ante las advertencias primero del dueño del hotel de que no lo hagamos y el deseo de buena suerte acompañado de una santiguación cuando partimos.

El camino es más de lo mismo que el día anterior, pero en esta ocasión no nos encontramos ni un solo árbol caído hasta llegar a Ende. 61 km antes de Ende hacemos una parada en la pequeña tienda de Luis, que en la ida nos obsequio con café gratis y en esta nos tensa el freno trasero de la Burrica.

Nos cuenta su historia de cuando estuvo tres años trabajando en Bali, para poder ahorrar y montar el pequeño comercio. Mientras la Reina de Java conversa animadamente con él, yo juego con sus hijos que ni tan siquiera llevan zapatos.

Al despedirnos y negarse de nuevo a cobrarnos los cafés, le suelto una generosa propina a sus hijos.

Por fin llegamos a Ende, pero solo es una parada para comer, pues debemos de continuar, ya que el día siguiente es el ultimo que tengo para extender el visado sin penalización y Maumere aún está a 140 Km.

Comenzamos de nuevo a subir por la preciosa carretera que lleva a Moni, que ahora esta encharcada y donde el río y sus cascadas, antes hacían que el paisaje fuera majestuoso, ahora se ha tornado en peligroso. Aun así, en 10 minutos de respiro que nos da la lluvia, consigo hacer alguna foto que antes no pude.

La carretera está llena de derrumbes y hay tramos donde el río se ha llevado literalmente la carretera con él, haciendo que el paso de los vehículos pesados sea imposible y el de las motos peligroso.

Hay tramos donde los árboles caídos hacen imposible el proseguir y los habitantes del lugar ven una oportunidad para sacar algo de dinero. Se reúnen todos armados con machetes y comienzan a cortar los árboles haciendo que todo el que pase, pague un pequeño peaje.

En una curva a derechas, donde por casualidad voy más lento de lo normal, la rueda trasera de mi moto ya desgastada de tantos kilómetros derrapa. En un primer momento me hago con el control, pero terminamos yéndonos al suelo los tres.

Cuando me levanto, le pregunto a la Reina de Java si se encuentra bien, a su respuesta afirmativa, me dirijo a la carretera a quitar de en medio a la Burrica, para evitar que algún vehículo pueda tropezar con ella.

La dejo de pie mientras me percato que el estribo esta doblado y hace que sea imposible el poder cambiar de marcha.

Vuelvo con mi compañera, que ya está junto a dos locales que la están atendiendo.

Nada más ponerse en pie, sus preciosos ojos se clavan en mi rodilla izquierda, y me dice que estoy sangrando abundantemente y que un trozo de piel cuelga de ella.

Debido a la adrenalina que aun recorre mi cuerpo haciendo de anestesia, no me he dado cuenta de mis heridas.

En la rodilla, debido a una pequeña piedra, tengo un agujero y un trozo de piel que esta colgando. En el codo izquierdo lo mismo pero de carácter más leve y en el dedo pulgar del pie derecho, debido a que voy con sandalias, una herida profunda.

Le resto importancia a las heridas para que mi compañera no se asuste y le digo si se puede levantar, ella tan solo tiene unos arañazos en su rodilla.

Me lo confirma poniéndose en pie y sacudiéndose el barro de su impermeable.

Cuando vamos hacia la Burrica, dos locales me han reparado ya el estribo con una piedra mientras no cesan en mirar mi rodilla.

Les doy las gracias por todo y les regalo los últimos cigarrillos que me queda en agradecimiento a su ayuda.

Continuamos camino y en la siguiente localidad, paramos y busco un médico, para que limpie los arañazos de la Reina de Java y si no es muy caro, cure también mis heridas.

En una pequeña aldea preguntamos por el médico y los locales nos indican una casa cercana.

En la puerta de la casa, se encuentra el médico junto a dos chicas, que no nos pregunta nada al vernos, directamente nos indica que vayamos a un pequeño centro médico que hay justo al lado de su casa.

Bajamos de la Burrica y el efecto sedante de la adrenalina ya ha desaparecido y al bajar no puedo evitar hacer una mueca de dolor.

Cuando el doctor me va a atender, lo primero que le pregunto es el precio. Atónito, no me contesta e indica que una chica coja todo lo necesario para la cura.

Le indico que primero cure a mi compañera, que lo mío no es tan grave, que ya me lo curaré yo solo con agua, betadine y gasas, pues no es la primera caída que sufro y tengo experiencia en estos lares.

Desconcertada la enfermera, comienza la cura de mi compañera y de mientras yo le pido un balde con agua para lavarme las heridas.

La Reina de Java, se queja cuando el betadine empapa sus heridas y yo no puedo evitar que la culpabilidad recorra mi cuerpo, junto con el dolor que me producen ya las heridas. Me resisto a emitir un solo gesto de dolor, ya que mi compañera no cesa en disculparse por el mal estado de las carreteras de su país ante mi  sorpresa de que sea ella la que se disculpe y no yo por haber permitido que me acompañe en este viaje loco.

El médico me pregunta si quiero que me corte los trozos de piel que cuelgan del codo y la rodilla, le contesto que si, ante el sufrimiento de mi compañera.

Una vez vendada la rodilla, el codo y untado en betadine las heridas de los dedos de los pies, le pregunto al doctor, por el verdadero sufrimiento que me queda por pasar, la factura. Aun recuerdo la experiencia con los médicos de Bali y se de lo que son capaces de hacer con un turista.

El doctor me contesta que nada mientras me regala unas vendas y un pequeño bote de betadine.

Le insisto y le digo que por lo menos me cobre el betadine y las vendas, después de mi tercera insistencia, el doctor me responde 20.000 rupias (1,75€), le entrego 100.000 (8,3€).

Mientras el busca el cambio, le respondo que no lo quiero, entonces él se lo entrega a las enfermeras que sonrientes lo aceptan.

Nos despedimos de todos dándole las gracias y ponemos de nuevo rumbo a Moni, con el peligro de que el atardecer ya se cierne junto con la lluvia que no cesa.

PEQUEÑA DISUISICIÓN SOBRE LA GENEROSIDAD

La Reina de Java, me pregunta que como puedo dar una propina tan generosa, mientras peleo en otras ocasiones con las personas por la diferencia de precio de tan solo 1.000 rupias.

Le respondo que tengo a valor, el pelear con las personas que me quieren cobrar de más, aunque la cantidad sea mínima. Pero que las personas que me ayudan y no se quieren aprovechar por ello, a esas, debo de recompensarlas sobradamente, pues creo que ayudan por el mero hecho de que son buenas personas. Prosigo y le cuento que creo que hay dos tipos de personas que tienen oficios donde se ayuda a los demás. Unas las que lo hacen para ganar dinero y enriquecerse desmesuradamente a cuenta del prójimo, a estas hay que evitar que se lleven la menor ganancia posible. Otras las que lo hacen porque verdaderamente siente que ayudan a los demás, a estas hay que recompensarlas holgadamente, pues nunca esperan nada de los demás más que las simples gracias; ¿Te has fijado como no se ha quedado el dinero y se lo ha dado a las chicas?, este hombre no estudió medicina para tener dinero, sino para ayudar a los demás. Ahí se ve que es una buena persona y lo que lo diferencia de los demás.

Con estos pensamientos, llegamos a una parte de la carretera, donde hay varios vehículos parados, adelanto a todos y llego a la causa del porqué.

La carretera está totalmente cortada por un derrumbe de tierra y esperan a que llegue una máquina que la despeje.

Ante la lluvia que arrecia, nos protegemos en una cabaña abandonada con el techo de chapa y medio arrancado por el viento, que hay en la cuneta.

Media hora después cuando ya apenas hay luz, los vehículos se vuelven a poner de nuevo en marcha.

Cuando voy a arrancar a la Burrica, esta no quiere ponerse en marcha, parece que  me quiere decir que hasta aquí ha llegado, que está cansada y que ya no puede más.

La noche se cierne ya, en la carretera no hay ni una sola alma, fuera diluvia y hace un viento que asusta. En el interior de la choza es muy peligroso el quedarse, pues el viento hace que una chapa del techo se desprenda y corremos el peligro de que nos corte. Cansados, mojados, con frío y heridos, no nos quedan muchas opciones más que llegar al siguiente pueblo que está a unos 12 kilómetros, andando en medio del temporal.

AYUDA CASI OFICIAL

Cuando nos disponemos a desempaquetar las mochilas para cargarlas y comenzar a andar, una luz se filtra entre las rendijas de las paredes de bambú de la choza. Lo primero que hago es hacer que mi compañera se ponga tras de mí, luego saco torpemente a tientas mi navaja de la bolsa y la agarro fuertemente con una mano, mientras en la otra cojo el casco para poderme defender en caso de peligro.

Una silueta se dibuja en la noche tras la luz de una linterna y cuando llega a unos 5 metros de la choza, salgo a su encuentro.

Sorprendo al extraño con un “Hello”, escondiendo mi mano derecha a mi espalda, éste se para en seco y comienza a hablar en indonesio. Es la voz de un hombre de unos 50 años, antes de que le pare para decirle que entiendo muy poco de esta lengua, la Reina de Java sale de la choza y comienza a hablar con el hombre.

Después de una corta conversación, la linterna nos inspecciona y para cuando llega al vendaje de mi rodilla.

Por fin baja la linterna y puedo ver a un hombre de unos 50 años, que lleva un traje de agua amarillo del ministerio de fomento del gobierno de Indonesia. Pertenece al grupo de trabajadores que están limpiando con maquinas la carretera.

Me saluda y me dice que se llama John, pasa a mi lado, entra en la choza e inspecciona a la Burrica. Intenta arrancarla infructuosamente una y otra vez y vuelve a salir de nuevo de la choza.

Habla con mi compañera y luego vuelve a caminar desapareciendo en la oscuridad de la noche.

Cuando le pregunto, me contesta que ha ido a por el coche y a por la caja de herramientas, que va a intentar repararla.

Cinco minutos después se vuelven a ver en esta ocasión las luces de un todo terreno que se acercan.

De nuevo baja John, que en esta ocasión trae en su mano una caja de herramientas.

Con la luz de la linterna el hombre desmonta la bujía, la inspecciona y pregunta a mi compañera si tenemos repuesto de ella. A la negativa, nos dice que la bujía no está demasiado bien, pero que lo que falla es la gasolina que probablemente el carburador este sucio.

Cuando le pregunto a mi compañera que solución hay, ella que ya se ha adelantado y hablado con John, me contesta que nos ayudará a montarla en el Pick Up, y que nos llevara hasta Ende, pero que tendremos que viajar en la parte trasera junto a la moto.

Ningún problema, pero ¿cuánto nos va a cobrar?, pregunto. 4,15 €, me contesta la Reina de Java que ya le había preguntado hasta el precio. Me comenta también que debemos de recoger a sus compañeros que están en la carretera trabajando para regresar a la base de Ende.

Después de ayudar torpemente a John y a otro de sus compañeros que ya ha venido también a ayudar, montamos los cuatro en la parte delantera del pick up. Luego paramos junto a dos camiones a recoger a otros dos compañeros. John habla con ellos y les indica nuestra situación y ellos deciden montar en la parte trasera, no me dejan ir a la parte posterior. Además, cuando llegamos a uno de los tramos de la carretera donde el río se ha llevado una parte de esta debemos de hacer cola para poder pasar, no dejan de ofrecerme tabaco una y otra vez.

En una de las paradas, allí en medio de la noche en la montaña, deja de llover y las nubes se despejan dejando ver uno de los más maravillosos cielos estrellados que he visto, salvando el de mi pueblo. Después de cinco minutos, otra vez se vuelve a llenar de nubes y comienza a llover de nuevo.

Parece como si la isla, se estuviera comunicando conmigo y me estuviera diciendo; esta vez la partida la he ganado yo, mira lo maravillosa que puedo llegar a ser, pero si te has quedado con ganas de más, mañana estaré aquí, esperándote.

Llegamos al hotel sobre las diez y media de la noche y descargamos la moto, pago a John lo pactado además de dos paquetes de cigarrillos y darle veinte veces las gracias a todos.

Entro en el hotel que está lleno de turistas todos ellos atrapados por el temporal. El dueño me da la bienvenida y me pregunta que de dónde salgo. Le cuento el periplo, mientras no sale de su asombro y me pregunta si la carretera a Moni, para el día siguiente estará abierta. Le contesto que espero que sí, o al menos para las motos, porque yo por la mañana después de reparar mi moto, pienso llegar a Maumere para renovar mi visado.

Por la noche me cuesta convencer a mi compañera de que se quede en el hotel mientras yo voy solo a Maumere. Al final consigo hacerlo, cuando le indico que me tiene que ayudar en Ende, encargándole unas tareas menudas y sin importancia para darle peso a mi argumento. No voy a volver a poner en peligro a mi compañera, con que una sola persona se aventure es más que suficiente.

Por la mañana temprano, con el cuerpo acusando ya el dolor de las heridas del accidente, después del desayuno, llevo a la Burrica al taller.

El motivo por el que no arrancaba es porque tenía un mosquito en el filtro de la gasolina, que impedía que el combustible llegara al carburador. De todas maneras, le cambio la bujía, el filtro, le limpio el carburador, le arreglo la luz del foco y le cambio la rueda trasera por un importe total de 21 €.

Salgo sobre las 10 de la mañana de Ende y con tan solo 5 horas antes de que cierre la oficina de inmigración, para hacer el camino que me separa de Maumere, 145 Km.

Al comenzar la subida a Moni, comienza a llover, haciendo que cada gota que cae sobre las heridas de los dedos de los pies, sea como el pinchazo de una aguja.

Aprieto los dientes y poco a poco voy pasando entre el barro de los desprendimientos y los árboles caídos en la carretera.

Cuando comienzo a descender la montaña en la cara norte, compruebo que el temporal en esta zona ha sido menor y al final consigo llegar a la oficina de inmigración a la una y media, dos horas y media antes de que cierren.

UNA OFICINA SIN CORRUPCIÓN Y SIN  INFORMÁTICA

Aparco la Burrica y en la entrada de la oficina de inmigración, me recibe un gran cartel que anuncia que esta oficina no tiene corrupción. Una medio sonrisa se dibuja en mi rostro, ya que sé que eso en Indonesia es imposible.

Entro en la oficina y pregunto a un funcionario, para hacer la extensión de mi visado. Mientras éste inspecciona mi visado yo hago lo mismo con su corte de pelo y las dos manchas que tiene en su camisa, debiendo ponerme de puntillas tras el mostrador ya que la persona en cuestión no hace más de 1,65 metros.

De una manera más que malhumorada, me tira el pasaporte sobre el mostrador y exento de toda educación, comienza a hablarme en indonesio y alguna palabra en inglés.

No entiendo nada, por lo que tengo que recurrir a llamar por teléfono a mi compañera y que me explique.

Con muchas dificultades para que el funcionario acepte el teléfono y hable con ella, al final mi compañera me cuenta; Oh! Antonio, acabas de dar con un hijo de puta. Me dice que la informática no funciona y que no te puede extender el visado, que tienes que volver mañana.

Conteniendo la mala leche que me sale ya por los ojos, le digo a mi compañera, que le traduzca literalmente esto; Si la informática no está operativa, no es mi problema, es vuestro. Yo he venido hasta aquí desde la otra punta de la isla, he recorrido más de 500 kilómetros con la moto atravesando el temporal, teniendo un accidente. Yo he cumplido con las leyes que tu país impone a los extranjeros. Si tengo que venir mañana, yo vengo mañana, pero el pasaporte queda aquí y consta que lo he entregado hoy, porque no pienso pagar una penalización que no debo.

Cinco minutos después, el funcionario me entrega los documentos que debo de rellenar y una hoja en blanco. Cuando relleno los documentos, me indica que en la hoja en blanco debo de hacer una declaración indicando que el sponsor para la extensión de mi visado soy yo, volviendo a tirarme la hoja sobre el mostrador.

La mala leche hace que mis manos tiemblen y me tenga que contener de no zarandear a este mini yo, que se cree con derecho de tratar despectivamente a las personas que con su dinero le pagan su sueldo.

Le replico que yo no sé indonesio y que mi inglés es muy malo como para escribir. El me responde mirando mi pasaporte que en mi idioma es suficiente, una sonrisa se dibuja en mi cara.

Y servidor que con un bolígrafo y un papel en blanco tiene más peligro que Mc Giver en una ferretería, comienzo a escribir:

Yo Antonio Jesús García López hago la siguiente declaración:

  Que el sponsor de la extensión de mi visado no es otro que mi dinero.

Paro respiro profundamente y miro al funcionario que me desafía con la mirada mientras espera a que acabe. Fijo la mirada en las dos manchas de su camisa. Sonrío y dejo que la mala leche que llevo acumulada en el cuerpo después de tres días de infierno e impotencia salga a través de la tinta de mi bolígrafo robado a los vietnamitas en la embajada de Vietnam en Laos. Lo hago en forma de sarcasmo, intentando no poner palabras en las que se pueda ver el significado y de un solo tirón. Esto me hace (y perdone el lector y sobre todo Eladio), que cometa alguna falta de ortografía.

Que el funcionario que me ha atendido, además de ser un mal educado, no tiene ni puñetera idea de cómo tratar a las personas con respeto.

Que en su camisa tiene dos manchas de dudosa procedencia, que junto con el desgaste de los pantalones en la zona de las rodillas, hace que las sospechas de cómo consiguió este empleo sean más que fundadas.

También quiero declarar, que el corte de pelo que lleva, probablemente, lo consiguió sin quererle pagar al peluquero.

Quiero hacer constar, que juro que cuando le entregue toda la documentación, le daré la mano y sonreiré, pensando que es la mano con la que me he estado rascando mi huevo derecho. Huevo derecho que lleva picándome todo el día, al no haber tenido la posibilidad de ducharme en dos días.

Solo espero que cuando esta persona coma, lo haga de la misma manera que lo hacen los indonesios, con la mano que he estrechado y sin habérsela lavado antes.

Un abrazo a todos los taravitazos de buena voluntad desde:

Maumere a 10 de Enero de 2013

 

Firmo lo que he escrito, le entrego los documentos al funcionario que me indica después de inspeccionarlos que le pague las tasas, 25 $.

Le pago y no me da recibo aunque se lo solicito. Entonces le vuelvo a solicitar los documentos junto con el dinero, los pongo en el mostrador y los fotografío uno a uno y luego todos juntos. Su rostro se vuelve a un más agrio cuando hago esto y le respondo indicándole el cartel de la entrada “di kantor imigrasi maumere tidak ada korupsi” (en esta oficina de Inmigración no hay corrupción).

Le tiendo mi mano y con una sonrisa de oreja a oreja y el desganadamente me la estrecha.

Salgo de la oficina y me dirijo a Maumere en busca de hotel, en los dos primeros que visito los precios son astronómicos en comparación a los servicios que ofrecen. Finalmente justo a la espalda de la plaza central, después de un puente que cruza un pequeño río, encuentro uno en el que los precios son más asequibles. Se llama Hotel Sinar Kabor, en Jalan Heet Wolokoll Nº1, la habitación individual con el baño fuera, con ventilador y desayuno cuesta 4,15 €. Pero tiene unas hermosas y muy agradables con ventilador baño inmenso y desayuno por 10 €. Para largas estancias tiene unas con aire acondicionado, cocina y salón, de las que lo mejor es tratar directamente con los dueños.

CARA Y CRUZ EN EL TRATO

Elijo la de precio más económico, ya que solo espero estar una noche.

Los dueños del hotel son un matrimonio que se llama Josef y María y que me acogen como si yo fuera el niño Jesús. Digo esto porque me hace gracia que al ver mi carnet de identidad el dueño siempre me llama por mi segundo nombre Jesús y también porque María al ver la herida de mi rodilla cuando me quito la venda, me trae enseguida unos polvos de penicilina para que me los ponga y luego me los regala.

Al día siguiente, doy gracias al cielo, por no tener que tratar con el funcionario del día anterior y hacerlo con una chica que me prepara la extensión de mi pasaporte. Por fin sobre las tres de la tarde salgo de Maumere y me dirijo de nuevo a Ende. En el camino paro en un puesto local a comprar una botella de Tuak, para celebrar que he salido sano y salvo de mi periplo en la extensión del visado y los días más duros a los que me he enfrentado hasta el momento desde que salí por la puerta de mi casa.

Cuando llego al hotel, la Reina de Java me recibe con un extenso abrazo, me prepara el baño y curo mis heridas en las sábanas del cariño.

Paso los siguientes días esperando a que el temporal amaine y dé cuartelillo a los barcos que zarpan rumbo a Timor, la siguiente isla a visitar.

Conozco a John, un rumano afincado en Suecia y que habla español, con el que coincidí también en Inmigración en Maumere. Me cuenta que a él como a mí no le dieron recibo cuando entregó el pasaporte y el dinero. Al recogerlo le hicieron pasar al despacho del jefe de inmigración y este con toda la cara dura, le pidió 50 $ para devolvérselo.

Tenga mucha precaución el viajero en Indonesia en estos trámites, pues se puede llevar una sorpresa más que desagradable. Solicitar siempre recibo de la documentación y del dinero que se entrega. Y cuando no lo quieran entregar, hacerle una foto a toda la documentación y el dinero juntos y a ser posible con el funcionario de Inmigración.

El lunes el temporal ha remitido en parte, ha dejado en la isla una cifra de cinco muertos, muchas personas sin lo poco que tenían y varias carreteras destrozadas.

Sé a ciencia cierta que la naturaleza sólo me ha enseñado los dientes, que estos días vividos han sido en cierta manera porque las circunstancias no me han dejado más opción. Pero que de volverse a repetir, probablemente las repetiría, aunque nunca sería lo mismo sin tener a mi lado a la Reina de Java. Ella me ha demostrado sobradamente, que jamás se ha rendido ante una adversidad, que nunca ha tirado la toalla y que siempre ha sonreído cuando las cosas no han ido bien. Esta chica está muy lejos de otras personas que ya en Labuhan Bajo, se hubieran quedado y desistido de proseguir a mi lado. Jamás me ha reprochado nada, tan sólo la noche que después del accidente, cuando le dije que al día siguiente yo continuaba camino, rompió a llorar. Yo pensaba que había llegado a su límite y que me dejaba. Pero ella entre lágrimas me contestó que lloraba porque pensaba que yo no me quería a mí mismo nada, que le tenía muy poco apego a la vida. Siempre ha pensado en mí más que en ella misma, y ha sabido sorprenderme, ya que aún no he conocido donde está su límite.

Además ha hecho fuerte esa idea que mi hermana Ana me dejo para la vida “no hay que preocuparse, sino ocuparse”. Por todo ello Terimakasih Reina de Java.

UNA LUZ EN EL HORIZONTE

Después de un fin de semana donde las informaciones sobre los barcos que van a Kupang en la isla de Timor son más que confusas, decidimos el lunes por la mañana desplazarnos de nuevo a Maumere y probar suerte allí.

Nada más llegar, nos instalamos en el Hotel Sinar Kabor, donde María, la dueña me da la bienvenida y nos hace un buen precio cuando comprueba que mi compañera es de la misma ciudad que ella. La habitación doble con baño dentro y desayuno nos la deja por 6,75 €.

Al fin vemos la luz cuando nos indican que el viernes hay un ferri en el que se puede llevar la moto desde Larantuka. Decidimos quedarnos en el hotel de María y Josef hasta el jueves, pues de esta manera descansaremos y yo pondré al día mis crónicas, mientras los coletazos del temporal dejan paso a lo que espero sea una nueva etapa.

En la mañana del jueves, nos despedimos de los propietarios del hotel con un fuerte abrazo y María nos entrega una bolsa con ropa y comidas para entregársela a su hermana que vive en Timor Leste.

Partimos hacia Larantuka, costeando y comprobando que a pocos kilómetros de Maumere hay una gran oferta de hoteles que están junto al mar.

Subimos por la carretera que serpentea y atraviesa la jungla hasta llegar de nuevo al mar.

Sobre las 3 de la tarde llegamos por fin a la ciudad. Las noticias sobre el ferri que debe de partir al día siguiente son confusas. La oficina de los ferris está cerrada y en sus puertas pernoctan los propietarios de camiones y vehículos que no se han podido trasladar a la isla de Timor en otro medio.

Decidimos entonces buscar hotel y luego hacer las gestiones pertinentes para nuestro viaje a Timor.

Comprobamos dos cosas, que los hoteles están la mayoría llenos debido al retraso de los barcos que parten y que los precios de estos son sensiblemente más altos que en Maumere.

Al final decidimos alojarnos en Losmen, situado junto al puerto. Tiene un precio de 6,8 € con baño fuera de la habitación y con una limpieza que brilla por su ausencia. Sin embargo pensamos que por una noche nos sirve.

En la tarde hacemos las gestiones pertinentes para partir al día siguiente siendo estériles, pues no hay ningún barco que parta.

El temporal continúa en la isla de Timor y no hay ningún barco que se atreva a llegar allí.

Frustrados volvemos al hotel después de cenar y caemos rendidos por el sueño después de un café.

DE NUEVO OSCURIDAD

A la mañana siguiente, cuando salimos de la habitación, chequeo mis pertenencias y amargamente compruebo que mi cartera ha desaparecido.

Repaso mentalmente mis últimos pasos en el día anterior y llego a la conclusión que alguna persona que se aloja en el hotel o algún empleado del mismo me la ha sustraído cuando en la noche anterior salimos un momento de la habitación para pedirle a la encargada unos cafés. Fueron tan solo dos minutos, pero la puerta de la habitación no cerraba bien y quedó abierta dejando a la vista mi cartera. En su interior además de la documentación y de las tarjetas, había unos 185 €. Normalmente no llevo ese dinero encima, pero debido a que tenía pensado comprar los billetes para Kupang, estaba más llena de lo normal.

Avisamos a la policía y en unos pocos minutos el hotel se llena con unos 15 policías que no hacen más que hacerme preguntas, avisar a los de la sección de la policía científica e interrogar a todos los huéspedes del hotel sin ningún resultado positivo.

Entre los policías, encontramos a Enmanuelle, con el que habíamos coincidido en la visita a Kelimutu. Este al escuchar por la emisora que habían robado a un Bule (guiri en indonesio), acompañado por una chica de Java, inmediatamente pensó que éramos nosotros y vino a comprobarlo.

Al verlo no lo reconozco en un primer momento, pero el sí y entabla conversación con nosotros. Posteriormente nos dice que salgamos del hotel y que nos instalemos en su casa, previniéndonos de que cuando su mujer nos interrogue debemos decirle que en nuestro encuentro en Kelimutu iba solo y no acompañado de la fémina con la que lo encontramos.

Después de la denuncia en la comisaría, donde conocemos al amigo inseparable de Enmanuelle, Franki, jefe de la comisaría y anular las tarjetas, nos instalamos en la casa de nuestro anfitrión.

A los pocos minutos la policía avisa por radio que ha encontrado nuestra cartera, con toda la documentación, las tarjetas, pero no el dinero.

Doy las gracias a los agentes mientras compruebo que esta todo en orden en la documentación.

LOS LIOS DE ENMANUELLE

Cenamos con Enmanuelle y Franki y la ausencia de la mujer del anfitrión, ya que se encuentra en la casa de los suegros por unos días. Después de una ducha caemos rendidos y dormimos hasta la mañana siguiente.

Al despertar nos encontramos que en la casa hay una mujer, cuando la saludo me percato por las miradas que me echa una y otra vez mi compañera que no es la mujer de Enmanuelle sino otra chica distinta.

Después de desayunar, llega Enmanuelle, quien sale de la casa con la mujer extraña para regresar luego solo.

Pasamos el día recorriendo la ciudad de Larantuka, para luego posteriormente en la tarde, ir a la casa de los padres de Enmanuelle, para que conozcamos a su mujer, dos hijos y a su familia.

Está a unas dos horas de camino hacia el este por una carretera que no deja de bachear y tiene a un lado el mar y al otro la selva. Llegamos ya cuando apenas se vislumbran los árboles de los alrededores.

Nos reciben los padres de nuestro anfitrión, a los que Enmanuelle les cuenta nuestro periplo y que nos tiene alojados eventualmente en su casa. Luego conocemos a los hijos y a su mujer Meri.

Al final pasamos la noche en la casa de los padres de Enmanuelle, donde disponen de una mesa de billar, para al día siguiente por la mañana regresar de nuevo a Larantuka.

Nada más llegar a su casa, los vecinos advierten a Meri, que hace dos noches Enmanuelle pernoctó en la casa con una mujer.

Se desata una tormenta aún mayor de la que hemos pasado en los últimos días, desencadenando un exhaustivo interrogatorio por parte de Meri a nosotros, donde siempre decimos que no sabemos nada y concluyendo con la expulsión de Enmanuelle de su propia casa.

Por la noche, con el patriarca desahuciado y nosotros de okupas, Meri recibe la visita de una monja, supongo yo para que la reconforte en las horas bajas.

Después de una larga conversación que dura más de tres horas, cuando sale de la habitación de Meri, la monja se encuentra conmigo en el pasillo. Mira de reojo la habitación donde mi compañera se encuentra en la cama. Luego me inspecciona de arriba abajo con una mirada de desconfianza. Me presento y le presento a mi compañera. Me pregunta si ella es cristiana, a lo que le respondo que no. Luego me pregunta mi nacionalidad, respondiéndole que español. Cuando me pregunta muy seriamente y con una mirada inquisitiva si yo soy católico, me quedo callado. Da un suspiro y con cara de pocos amigos me suelta un rosario de plástico en mi mano y se marcha.

Miro a mi compañera y le digo hemos estado a punto de que Batman White nos deje en la calle esta noche. Pensamos que lo mejor es al día siguiente buscar hotel, pues la situación en la casa es difícil.

METODOS SUPRAPOLICIALES

Por la mañana buscamos hotel, encontrando uno que es más que decente y con la mejor calidad precio de todos los hoteles de la zona. Se trata del hotel Pelaña, situado en la calle frente del mercado central. Habitaciones nuevas, con baño en el interior y desayuno por  10,3 €.

Después nos dirigimos a la comisaría ya que Franki nos llama, pues ha citado al dueño del hotel donde nos robaron para intentar que éste nos devuelva el dinero robado.

Después de ocho horas allí, el resultado es infructuoso, pues el dueño se desentiende del asunto. Franki, nos aconseja, que vayamos al hotel y nos llevemos el televisor a modo de compensación. Mientras pienso que coño voy a hacer yo con un televisor que pesa más que mi mochila y que no supliría el dinero sustraído. Además siempre he sido enemigo de venganzas pues pienso que son obra de la impotencia de débiles de espíritu y que el tiempo siempre acaba devolviendo las malas acciones.

Sin embargo Franki, nos dice que está bien, que tiene en mente otra cosa que es posible que resulte para que nuestro dinero aparezca, prometiendo una visita por la noche a nuestro hotel.

Por la tarde, no hago más que darle vueltas a qué tipo de solución descabellada ha podido planear esta persona.

Sobre las diez de la noche, Franki se persona en el hotel junto con Enmanuelle y otra persona que viste de manera un poco estrafalaria, pues lleva un traje mimetizado de manera de que estuviera en el ejercito, de no ser por la publicidad de la marca.

Cuando ya me pienso que es alguien que se ofrecerá a robar el televisor o alguna otra cosa del hotel, las dudas sobre esta nueva persona se despejan.

Mientras Enmanuelle se ducha en el aseo de nuestra habitación, pues ha sido desterrado de su casa por Meri, Franki nos dice que su amigo es brujo, y que el hará que aparezca el dinero.

Entre la sorpresa y conteniendo la risa para no ofender a Franki le pregunto si eso es cierto. El me afirma categóricamente que sí, que nunca se equivoca y nos emplaza para al día siguiente ir a su casa, comer allí y hacer la ceremonia.

No hace falta que pregunte a mi compañera nada, pues nada más marchar del hotel el trío visitante, ella me dice que de mi dinero por perdido que no aparecerá; seguro, sentencia finalmente.

Llevado por la curiosidad, y por la deuda de gratitud que tengo con estos dos policías por las continuas muestras de amabilidad que me han obsequiado en estos días, al día siguiente comemos en la casa de Franki.

Lo hacemos junto a su mujer que prepara un exquisito pescado y algas, junto a unas palomitas típicas de Flores, sus cuatro hijos, Enmanuelle y el brujo.

Al finalizar el almuerzo, esperando yo por mi parte una ceremonia de cánticos, hierbas rociadas en brebajes o algún otro rito extraño, me encuentro con que el brujo, simplemente encarga a uno de los hijos de Franki que compre unas velas. Las enciende y las mira fijamente, hasta que se han consumido en una cuarta parte. Luego las apaga y comenta que el fuego de la vela le ha dicho que en 24 horas el dinero aparecerá.

Marchamos de la casa de Franki y le damos las gracias a todos los asistentes a la comida, mientras ya por fin a salvo de las miradas, puedo reír, pero no de burla. Pienso que si el dinero no vuelve, me da igual, pues los días pasados junto a los policías y las vicisitudes acaecidas, han valido verdaderamente la mala experiencia pasada.

Al día siguiente el dinero no solo no aparece, sino que la compañía de teléfonos con la que tengo contratado mi numero en Indonesia, me estafa y se queda con 4,7 € míos por error y no me los quiere devolver.

Maldita sea, no habrá visto el brujo esto en el fuego de las velas, pienso mientras le cuento esta vicisitud a tres extranjeros que hemos conocido y que se alojan también en un hotel de la ciudad.

NUEVOS CONTACTOS

Chris e Ina son una pareja de un neozelandés y una germana, que viajan en moto junto a Christopher, un inglés. Han salido hace dos años de Alemania, y van camino de Nueva Zelanda, después de recorrer toda Europa y parte de Asía.

Los conocimos cuando estábamos preguntando los precios de los hoteles y llegamos al suyo. Christopher, se encontraba enfermo y ante la ausencia de personas que hablaran inglés e indonesio, mi acompañante decidió ayudarlos y acompañarlos al hospital.

Se encuentran igual que nosotros, atrapados en la isla y esperando que algún ferri salga para Timor.

Después de que el diagnóstico de Christopher fuera de malaria, los hemos estado visitando en los días posteriores para saber sobre su evolución y naciendo una camaradería entre nosotros.

En los días soleados, aprovechamos para darnos un baño en las cristalinas aguas que rodean un parque erigido para la gloria del Dios cristiano en Larantuka.

Por fin llegan noticias, el viernes 25 hay un ferri que parte hacia Kupang.

A todos se nos ilumina la cara, pues llevamos casi un mes en esta isla que a pesar de ofrecernos toda su hermosura nos ha dejado experiencias un tanto agridulces debido al temporal.

Sin embargo yo me quedo con la gran amabilidad que he experimentado por sus gentes, que en los peores momentos, accidente, reparación de la moto, robo e infortunio, siempre me han tendido la mano y me han ayudado sin esperar nada a cambio.

En la mañana del viernes, llegamos al puerto de donde parte el ferri, 6 horas antes para asegurarnos tener sitio, ya que el puerto esta atestado de camiones y coches que no han podido partir en los barcos que sólo transportan pasajeros.

Compramos el billete que incluye comida, dos pasajes para nosotros en la clase vip (en un apartado del barco donde hay televisión y literas con aire acondicionado, por dos motivos, el viaje es de 14 horas y la otra opción es ir sentado en dos sillas metálicas) y uno para la Burrica, por un total de 30 €.

Estamos los cinco solos en la clase Vip, ya que el ferri lleva como pasajeros tan solo a los que también llevan coche o camión, pernoctando estos en el interior de los mismos. Los que van sin vehículo, se fueron en la noche anterior en otro barco de solo pasajeros, para no arriesgarse a quedarse en tierra por un nuevo retraso.

El día es despejado, y las vistas de la bahía son espectaculares, acrecentadas aún más por el precioso atardecer que nos regala la naturaleza. Caliento mi rostro en los últimos rayos de sol, para luego mirar a mis compañeros y con una sonrisa decirles “Por fin hoy es un gran día”.

Cenamos junto al capitán que se apellida como yo López y que nos obsequia con una repetición de cena, pues ésta es escasa.

Llegamos a Kupang sobre las tres y media de la mañana. El capitán nos advierte que podemos permanecer en el barco hasta las seis y media que vuelve de nuevo a zarpar. Pero debido a que Christopher vuelve de nuevo a tener fiebre, decidimos encontrar hotel lo antes posible.

La pareja y el enfermo, debido al cansancio, se quedan en uno de los primeros que encontramos. Nosotros que aun tenemos fuerzas, decidimos indagar un poco más y buscamos otro más barato y de igual calidad en el que se han quedado nuestros amigos.

Al final nos quedamos en uno que es más barato y que accede a no cobrarnos la noche en la que llegamos. Al día siguiente, ante la imposibilidad de poder dejar nuestros equipajes en el hotel, cuando marchemos a Timor Leste, pues no nos aseguran que al regreso estén en el mismo estado que cuando los dejamos, buscamos otro hotel. Hallamos el Hotel Laguna, en Jalan Gurung Kelimutu, Nº 36, sin duda alguna es la mejor opción para el viajero. Habitación doble, baño dentro, de limpieza impoluta, parking y desayuno por 8,3 €. Solo un pero a este hotel de amables empleados, el desayuno es de 6 a 8 de la mañana, a cambio de 4 a 6 de la tarde hay café y té gratis.

Para los mas ahorradores o los que tienen menos presupuesto, también pueden optar por alojarse en el Hotel Lavalon, situado cerca del paseo marítimo. Habitaciones dobles con ventilador, sin desayuno y con el baño fuera por tan solo 4,8 €. Pero sin duda alguna lo mejor de este hotel es el café de mismo nombre, que está junto al mar, donde hay wiffi y buenas comidas.

MERCADO Y CENAS ACEPTABLES

Luego nos dedicamos a explorar la ciudad, viendo que es más grande que las anteriores visitadas en las otras islas. Dispone de varios mercados, restaurantes y hasta un centro comercial, en el que el viajero puede comprar ropa a precios muy asequibles. Unas bermudas por 3 € y camisetas por tan sólo 2 €.

Por la noche visitamos el mercado nocturno y cenamos un muy buen pescado a la parrilla fresco por tan solo 1,75 € por persona.

Al día siguiente, debido al tiempo ocioso que disponemos, uno de los empleados del hotel nos recomienda visitar la playa de Lasiana, situada a 11 kilómetros de la ciudad en dirección este.

Absténganse los visitantes de hacerlo, pues es una playa muy visitada por los locales sin entender el que suscribe por qué. Pues además de sucia, el mar no vale demasiado la pena, la playa es escasa, apenas unos tres metros de ancho y cobran 0,25 € de parking.

Pero en la cara noroeste de la isla, cerca del puerto de llegada y a 25 km de la ciudad, la cosa cambia ya que hay playas desiertas de buena arena y aguas turquesas. Tan sólo hay que dejarse perder por los numerosos caminos y senderos de arena que copan la zona donde acaba la carretera. Allí encontrarán la playa de Tablalong, donde las únicas huellas que permanecen en la arena son las de los animales que han pasado por allí. Pasamos los siguientes días disfrutando de una preciosa playa. 

Por la noche volvemos al mercado nocturno a cenar en esta ocasión acompañados por Ina, que queda enormemente complacida con la cena.

PROBLEMAS DE ENLACES

Por la mañana nos personamos primero en la embajada de Timor Leste, para preparar el visado para entrar en el país. Tan sólo hay que rellenar tres documentos y presentar una fotografía y una fotocopia del pasaporte. Sin embargo, el trámite del papeleo dura tres días, y no hay que pagar nada en la embajada, pues después al llegar a la frontera, al entregar la documentación sellada por la embajada hay que pagar por la visa 30 $.

Luego vamos a las oficinas de la compañía marítima Pelni, para preguntar sobre los barcos que zarpan rumbo a Papua, preparando ya el camino para nuestro próximo destino.

Me llevo un jarro de agua fría, pues no hay barcos directos, sino que hay que hacer escala en dos islas y el trayecto en total llega a durar más de 18 días, debido a las conexiones con otros barcos. Además el transporte de la Burrica es excesivamente caro, pues hay que embarcarla como paquete ya que estos barcos no llevan vehículos, por lo que llega a costar casi tanto como su valor. Preguntamos si hay ferris para llegar a Papua, la respuesta es tajante; Después de Timor ya no hay ferris para seguir.

Con el disgusto en el cuerpo, ya que tenía una gran ilusión por llegar a Papua y ante la imposibilidad de hacerlo por el barco debido a que hemos perdido demasiado tiempo por el temporal, miramos vuelos. Empresa costosa la de llegar a Papua, ya que los vuelos solo salen de Yakarta, por lo que hay que volar desde Timor allí, para después regresar sobre nuestros pasos y llegar a alguna de las ciudades de Papua. Esto se traduce a mas de 300 € por cabeza, lo que hace que sea aun más costoso que el barco.

Resignado y pensando volver de nuevo a flores, para poder ver los dragones, algo de lo que no soy partidario, pues en esta primera visita a Indonesia (digo primera, porque juro ante Ho Chi Ming que volveré aunque no sé cuando a visitar este país), he quedado más que harto de Flores y porque no soy partidario de volver atrás.

En estas divagaciones, recibo la llamada de Rizwan, se encuentra en la isla de Rote, al sur de Timor, es muy escueto; Antonio, por favor, no te vayas de Indonesia sin venir a Rote, es la isla más bonita que he visto en toda mi vida. Sabiendo que mi amigo ha viajado aún más que yo y que no es persona de exagerar, un gusanillo empieza a correr por mi cuerpo y la sonrisa vuelve a mi semblante. Rápidamente le respondo; allí me dirigiré cuando finalice mi visita a Timor Leste, palabra de taravitazo.

Bien Reina de Java, ya tenemos nuevo destino y lugar por descubrir, le comento a mi compañera al colgar el teléfono. Nada más volver de Timor Leste, pasaremos unos días en la isla de Rote.

7 comentarios en «Indonesia (IV)»

  1. Hola Antonio,

    nice web..
    and nice to meet you..
    i’m proud of you and cyntia this time, you all good friend.
    anyway may i ask you, do you still save my pict with cyntia when we were in bali cliff.
    if still you save, so could you please sent to my email? 🙂
    Many Thanks before and kindly regards
    Galuh

  2. Hola Antonio, esta vez he leído tu crónica a tiempo, no quiero quedarme atrás nuevamante. Tu crónica una vez más, muy entretenida y apasionante. Eres el Indiana Jones de La Victoria.
    Como dice tu prima, tienes un Ángel de La Guarda al que no dejas descansar…pero creo detrás este buen Ángel, tienes las velas de la Rosalía, a la Virgen y a todos los santos.
    He comprobado, que estás enamorado, de lo que me alegro mucho y me alegro más, de que tu «entendimiento no está nulo», ya que cuando uno se enamora, se vuelve un poco «tontucio», algo que por ahora no te afecta, …aunque das algunas pinceladas…que nos hace pensar que estas «colao» por la Princesa de Java.
    No quiero extenderme mucho más, pero quiero comentarte dos cosillas más,…Primero: ¡eres más «gurrumino» que Manolo!…el calvario que has pasado para ahorrarte unos euros y por otro lado das signo de generosidad al dar algo más de dinero al médico que te atiende…pero no te escurres demasiado…yo le hubiese dado al menos 20 euros.
    Segundo: El paisaje, del ojo de Dios, me encanta. Los templarios, estarían temerosos de ver tal imagen.
    Besos y saludos de la familia. Cuidate, cuida a tu chica y por supuesto cuida «la moto».

  3. Hola Antonio.
    Me ha encantado esta crónica,menudas aventuras y desventuras te han pasado últimamente.Yo también opino que esta vez te has superado,que cada vez narras y nos entretienes mejor.Qué tensión he pasado en algunos momomentos y las fotos son maravillosas!!!!
    Espero que sigas disfrutando a tope y que pronto nos deleites con otra nueva crónica.Un saludo!!!

  4. Hola Antonio. Tus crónicas no decaen y se van superando, una a otra, en aventuras y en la forma de narrarlas. Esta, en concreto,es como un thriller….corriendo contra reloj,en medio de tormentas horribles ( me hizo recordar una peli en la que el protagonista era Bogart y la acción transcurría en Cayo Largo, creo, en medio de tormentas…no recuerdo el título) y pasando peligros reales que se solventaron con suerte y con la ayuda de esas buenas gentes. ¿ No sé como pones a la Reina en semejantes peligros…je,je ..?.
    Muy bueno todo el desarrollo, la historia con la policía por el robo…en fin, buenas dosis de emoción y de buen humor. Me gustó muchísimo. A ver que nos depara esa isla maravillosa a la que vais. Un abrazo para los dos. Hasta pronto.

  5. Bueno Antonio, ya he acabado de leer!! Primero felicitarte, esta ha estado muy entretenida, segundo darte la enhorabuena por encontrar una buena compañera de viaje y tercero, espero que esteis bien de vuestras heridas de la moto!! Ahora, lo que no me acaba de cuadrar es lo de quitar el frio con una ducha fria, no se, yo le veo lagunas a esa teoria!! Y ya que decirte de lo de la tv, la vendes en ebay!!! Se que se me quedan algunas cosas que comentarte pero eso es lo que tiene leer a ratos, que se olvidan las cosas!! Pues nada, me alegra saber que estais bien y estamos en contacto a la espera de una nueva crónica, un fuerte abrazo!

  6. Querido Lolailo vaya aventuras que has vivido,desde luego tienes un angel de la guarda pero no lo hagas trabajar tanto.Estas crónicas tienen muy buenas fotos(vaya tela las de la luna) y el texto tiene partes que parece una novela de acción.sigues sabiendo afrontar y resolver los problemas y me encanta lo que has cogido de tu hermana me refiero a lo de ocuparse y no preocuparse,creo que lo tenemos que llevar a la práctica todos.Has tenido suerte de encontrar a tu reina y me encanta verte feliz y «enamorado».Cuídate mucho y hasta pronto.Besitos

  7. Nice Traveling with your g/f right, i have envy with your g/f (lol)justkid 😀
    is nice trip I feel so happy stay with you, is a new life for me and the first time i have traveling, but thanks for love me and you want stay with me,, I know maybe hard stay with me cause is more difficult for me to adaptation, but ill never stop to try and learning, thnaks for everything you have Antonio.. you’re the best for me, sorry if i have more mistake.

    Kiss,,
    Chyntia

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