Malasia (IV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Llego a Kuantan, ciudad capital de la provincia de Pahang, situada a 180 km al norte de Mersing, sobre la 1 de la tarde. Comienzo a buscar hotel, por los alrededores de la mezquita central de la ciudad, que se encuentra junto a un campo de fútbol, en el centro de la ciudad.

 

Esta ciudad, a excepción de su preciosa mezquita, no tiene demasiado que ofrecer al viajero, más bien, son sus alrededores los que atraen la visita sobre todo de locales.

Teluk Chempadar, se encuentra a tan sólo 6 km de Kuantan, y cuenta con una preciosa playa, y numerosas ofertas de ocio. Por la noche, hago una breve visita al lugar, y aunque es la temporada baja, los visitantes copan el paseo marítimo, y pasean por su mercado nocturno, algo que tampoco tiene demasiado que ver.

 

TRABAJADORES ESPECIALES

Por la mañana, salgo en dirección Jerantut, localidad a 160 km al noreste de Juantan, y donde en un principio, tengo intención de coger un barco en dirección a Kuala Tahan, pequeña aldea que es la puerta sur a Taman Negara, el parque nacional más famoso de la península malaya.

En el camino, como ya es habitual en mi, paro un par de veces, para descansar, y para reponer gasolina. En una de estas paradas, me encuentro con un camión, que transporta cocos, y unos trabajadores muy especiales, mandriles, adiestrados, para recogerlos de las palmeras.

Llego sobre las 11 de la mañana, y comienzo el vía crucis cotidiano de hoteles, al final encuentro el mejor hotel calidad precio que he encontrado en toda Malasia. Dejo mi equipaje, me doy una ducha, y salgo para una agencia de viajes para contratar para al día siguiente marchar en barco hasta Kuala Tahan.

Cuando me entrevisto con el encargado de la agencia, este, muy honesto, y viendo que llevo moto, me dice que por qué quiero ir en barco, que me sale mucho más a cuenta el ir con moto, que en el barco debo de contratar el viaje de ida, y luego el de vuelta, ya que no se puede ir mas allá.

Paso el resto del día en la ciudad, poniendo al día mi tercera crónica de Malasia, y viendo como España, se prepara para las elecciones y el casi seguro cambio de gobierno.

 

PEQUEÑO ERROR

Por la mañana, equivocado, me presento en el embarcadero de donde salen los botes a Taman Negara, y contemplo el trajín de los botes que parten al parque nacional .
Pido información, hasta que una chica, me dice que debo de regresar de nuevo a Jerantut, y después ir en dirección a Kuantan, que a unos 11 kilómetros, después de pasar un gran puente sobre el río Tembeling, encontraré un cruce, y a unos 59 kilómetros está Kuala Tahan. Me previene también, que lleve el depósito de la moto lleno, ya que la gasolinera más cercana al pueblo se encuentra a 40 kilómetros.

Ante un día que se presenta sin perspectivas, y que Kuala Tahan está cerca, decido hacer un viaje rápido de ida y vuelta, para ver la zona, y ver también los hoteles del lugar.

Cuando llego a Kuala Tahan, veo lo que me imaginaba, una aldea que vive solo del turismo que visita el parque nacional de Taman Negara, que se encuentra en el lado opuesto del río, a la aldea.

Hago un recorrido, tranquilo, viendo precios de hoteles y albergues, encontrando que son más caros que en Jerantut, a excepción de uno que cuenta con Bungalows, cerca del río, pero muy escondido.

Reservo allí habitación para el día siguiente, ya que la información que me ofrece la propietaria, me ahorra el dinero de contratar el trecking por la selva.

Me comenta, que cruce el río, en el embarcadero por 0,25 euros, y cuando llegue a la puerta del parque, pague 1,25 euros que cobran por la cámara, solicite información, y me adentre en el parque yo sólo, que todo está muy señalizado, y que no necesito guía. Me acuerdo de las indicaciones de los lugareños de Tioman, y de lo duro que fue para mi ese trecking, pero aun así, decido que al día siguiente, me adentraré de nuevo solo en la jungla, pero eso si, bien calzado y con vestimenta apropiada.

Regreso a Jerantut, donde paso el resto del día navegando por los confines de Internet, y poniéndome al día con la prensa nacional, que no hace más que repetir la misma cantinela desde que existe, el país va mal.

 

ENTRANDO LEGALMENTE

Por la mañana, salgo de Jerantut, y paro en una localidad, que me coge de camino, a desayunar, en donde el día anterior había parado para tomar un te Tarik. Me acerco al restaurante donde el día anterior paré, y el dueño me reconoce, y charla durante el desayuno conmigo, emplazándome, a que vuelva otro día.

Llego a Kuala Tahan, dejo mi mochila en el bungalow, e inmediatamente, sin perder un minuto, marcho a Taman Negara.

Tal y como la dueña del hotel me había dicho, cruzo el río por 0,25 euros, y en el interior, todo está muy señalizado, y en la entrada, pago 0,25 euros, por la entrada, y 1,25 por la cámara, todo sirve para un mes. Se puede entrar, sin pagar nada, y hacerse el despistado, o decir que uno no lleva cámara, pero el gobierno malayo, a diferencia del vietnamita, no me ha hecho nada, y solo tengo que agradecerle, ya que el visado es gratuito, y por una estancia de tres meses.

Comienzo entonces a recorrer una parte del parque, la que esta en el margen izquierdo del rió Tembeling, en lo que en el primer kilómetro, es un camino, ideal para todas las edades.

El primer kilómetro y medio, conduce a un cruce, donde a la izquierda te lleva hasta un puente colgante entre los árboles, que en un primer momento dejo para el día siguiente. Y siguiendo recto, lleva hasta Bukit Indah, una colina (la tercera más alta de todo el parque), a tres kilómetros, que hago con muchos esfuerzos, debido a lo angosto del camino, y el sofocante calor que hace mezclado con la humedad, que en momentos hace difícil la respiración
. Pero sin duda alguna, y a pesar que en esta ocasión llevo calzado apropiado, de lo que no me puedo librar es de las sanguijuelas, llegando a tener hasta media docena en mis pies.

 

CONSEJOS ANTISANGUIJUELAS

Para aquellos que se encuentren en esta situación, les daré los mismos consejos que a mi me dieron. Salir con tus pies untados en antimosquitos, ya que el número de bichos que te pueden picar, disminuye considerablemente. No emparanoiarse con estos animalitos, casi nunca transmiten una enfermedad. No estar cada dos por tres pensando en ellos, ni parando para revisarse y quitarse el calzado. No quitártelos antes de finalizar el trayecto, ya que segregan una sustancia que es anticoagulante, y sangrarás más que si te están chupando la sangre. Hacer un camino sin pausa, ya que el parar, le da la oportunidad de subirse a tus pies. De vez en cuando, cuando se encuentran piedras, dar pisotones al suelo, que hace que los que aun no te están chupando la sangre, caigan de nuevo al suelo. Cuando se llega al final del trayecto, te subes a una roca, para evitar que se te suban más, y es la hora de hacer el recuento, tranquilamente, las verás muy pegaditas, y debes de tener calma.

Hay varias maneras de quitártelas, la más recomendada, es con antiparásitos, si no se dispone de el, con la mano puedes hacerlo, pero siendo rápido, ya que te pueden morder en los dedos, y arrojándolos lejos, para evitar que te vuelvan a pillar.

También puedes ejercer de Rambo o Chuck Norris, y quitarlos con el filo de una navaja, o matándolos con un cigarrillo, algo no recomendable. Una vez que los quitas, debes de estar preparado, para sangrar durante varias horas, pero tranquilo, no te vas a desangrar, ni a desmayar, recuerda que las sanguijuelas, se siguen usando en el mundo de la medicina.

 

BARCA TAXI Y FÚTBOL

Cuando llego arriba, tengo que decir, que la vista, en absoluto vale la pena, en comparación con lo padecido para llegar arriba.

Decepcionado, bajo con tremenda cautela, ya que el suelo esta muy resbaladizo, y agotado, llego hasta el río, donde sin pensarlo dos veces, me quito la camiseta, y me tiro a sus frías aguas, olvidando que en los bolsillos llevo la cartera, y el móvil.

Seco todo, mi cuerpo, mi ropa, y los objetos mojados, en unas rocas al sol, mientras disfruto de los sonidos de la naturaleza, y comienzo a pensar, que andar por la jungla, aunque es tremendamente cansado, también me resulta tremendamente gratificante.

A la hora, pasa una barca, de transporte de pasajeros vacía, que va río abajo, y el barquero sorprendido me mira, y me indica, si quiero subir. Monto en ella, muy complacido, ya que me evito el camino de regreso, y me dejo llevar río abajo, pasando por unos maravillosos paisajes, y aldeas de aborígenes.

Cuando llego de nuevo al pueblo, el barquero me pide 2,5 euros, que pago muy gustoso, y me despido de el.

Paso el día recuperándome del cansancio, y yendo de un lado para otro por la aldea, hasta que la noche cae, y llego a un bar cercano a mi hotel.

Cuando pido, veo que el bar esta abarrotado de chicos que me saludan amablemente, y miran muy animados al televisor. Malasia, se juega el pase a la final de fútbol, de los juegos marítimos de Indonesia.

Me uno a ellos en los ánimos a su equipo, y en la excitación final, cuando Malasia gana a Indonesia en los penaltis. Es entonces, cuando una marabunta de personas, corre hacia un Pick Up, sube en el y se disponen a recorrer el pueblo al son de pitidos, y de un me supongo yo “viva Malasia”.

Por la mañana marcho temprano del hotel, para hacer mi segunda jornada en Taman Negara. Desayuno un plato de pasta, preparándome para el día que me espera, y me adentro de nuevo en la jungla.

 

LA JUNGLA VISTA DESDE 20 METROS

En esta ocasión, visito en un primer momento, un observatorio para jabalíes, pero al estar éstos demasiado camuflados en las plantas, es difícil reconocerlos en fotografías, pero no en directo.

Luego llego a la entrada del puente colgante sobre los árboles, la entrada vale 1,25 euros, también se puede colar uno, pero como ya digo, nada me ha hecho los malayos ni su gobierno, por lo que la pago gustosamente.

Sin duda alguna, es una experiencia que vale la pena, el pasear por este puente que tiene una longitud aproximada de 500 m. y suspendido en algunas partes por mas de 20 m. de altura, paseando entre las copas de los árboles, y viendo la jungla desde arriba.

Finalizada la visita, regreso al punto de partida, y acuso el duro esfuerzo del día anterior, pero aun así, decido recorrer 3,5 kilómetros más, esta vez hacia la izquierda, para ver una cueva. En el camino me cruzo con unos chicos franceses, que me comentan que en absoluto vale la pena, pero yo decido continuar, a pesar de que mi ropa está ya empapada en sudor como si me hubiera tirado a una piscina. Una hora más tarde de coger el camino, cuando ya llevo 1,5 km. comienza a llover. En un primer momento continuo, pero la lluvia arrecia, y el camino, se vuelve tremendamente resbaladizo, y peligroso en las bajadas, por lo que me tengo que volver, y dejar para otra ocasión el recorrido, o simplemente decir adiós a las cuevas.

Regreso a medio día al hotel, donde me ducho, hago de nuevo recuento de las amigas que me he traído del camino, esta vez han sido solo tres.

 

COCINANDO PLÁTANOS

Ante la escasez de oferta de ocio de Kuala Tahan, decido explorar los alrededores, y llego hasta una aldea que tiene la gasolinera.

Tomo un té Tarik, y entablo conversación con Shahari, el dueño del restaurante, que me comenta que soy el primer extranjero que entra en su establecimiento desde hace 20 años que lo tiene abierto.

Pasamos la tarde en tertulia, y me enseña a cocinar, plátanos fritos y unos buñuelos  de verdura, todo ello frito en aceite de palmera, que es la principal fuente de ingresos del pueblo.

Por la mañana no deja de llover, y veo que tengo el día perdido, por lo que decido marchar, y de esta manera aprovechar el tiempo, ya que tengo pensado hacer una visita más al parque nacional, pero por la puerta del oeste.

Paro de nuevo en el restaurante de Shahari, para desayunar, y despedirme de él, no me cobra mi desayuno, y me emplaza para que vuelva algún día, y le enseñe cocina española.

Llego a Jerantut bajo una intensa lluvia, y decido quedarme en el hotel que anteriormente me había hospedado, para darme una buena ducha caliente, y llevar mi ropa a la lavandería.

 

EN LA SELVA MÁS ANTIGUA DE LA TIERRA

Por la noche hablo con mi familia, y mi hermana, me propone hacerme el honor de ser por segunda vez padrino, ya que también lo soy de mi sobrina mayor Marta.

Acepto, con alegría, y un tanto contrariado, mientras pienso que debe de ver en mí una aptitud de responsabilidad que yo desconozco.

Al día siguiente, comienzo de nuevo camino, teniendo que menos tiempo para dar la vuelta a la península, ya que en esta ocasión, tengo un tiempo finito, debido a mi inesperado regreso a España. Me encamino hacia Merapoh, que dista 180 km de donde me encuentro, y donde espero llegar a la puerta oeste de Taman Negara, la menos visitada por turistas extranjeros.

Al llegar a la pequeña aldea, me alegro una vez más de ir en moto, ya que la entrada al parque nacional, se encuentra a 7 kilómetros por una pequeña carretera.

Cuando llego me encuentro que a pesar de ser un lugar exento de extranjeros (y de personas, ya que soy la única en el lugar a excepción de los trabajadores), está totalmente preparado para la pernocta y estancia de personas ya que cuenta con un hotel, y diversas actividades.

Me encamino hacia el centro de información, y contrato allí una noche, y donde me ofrecen todo tipo de excursiones, y actividades para que no me aburra.

Declino todas ellas, y decido que me marcharé al día siguiente, antes de que me intenten vender el pack aventura, y todo lo concerniente a la visita guiada del parque donde la libertad de movimiento se ve limitada por sus guardas.

Decido hacer unos kilómetros yo solo, e internarme una vez mas en él donde, según dicen, es la selva mas antigua de la tierra.

En un primer momento comienzo mi camino, por una pequeña carretera asfaltada, y por la que solo está permitido el tránsito a los trabajadores y habitantes de una aldea de aborígenes que hay en el interior del parque.

Llevado un poco por la inconsciencia, me adentro por senderos intransitables, hasta que la lluvia que comienza a caer, y las sanguijuelas, me hacen desistir, de estos, pero no de continuar por la carretera.

Cuando llevo unos 10 kilómetros andados, por uno camino estupendo,  que no merma lo bueno del paisaje, decido volverme, ya que mis fuerzas comienzan a flaquear ante la ausencia del almuerzo que no he podido hacer, y por el cansancio del camino recorrido también en moto.

Llego con dos kilos de sudor en mis ropas, y dejo que mis músculos se recuperen bajo una fría ducha.

Marcho a la aldea cercana, para comer, e intentar escribir, si encuentro algún Cyber cercano.

Lo primero lo consigo, pero lo segundo es imposible, ya que el Cyber más cercano, se encuentra a unos 20 kilómetros, y por el cansancio, y lo cercano que se encuentra ya el ocaso del día.

 

PLANEANDO A BASE DE TÉ

Por la noche, los empleados del parque rondan mi bungalow, ávidos de conversación con el único visitante que se encuentra en el lugar. De esta manera conozco a Muhammad, que en un principio, me hace la oferta de ir a un pueblo que dista 30 kilómetros, donde se celebra una feria de alimentación. Increíblemente, desisto, ya que sé que al día siguiente me espera un camino de 200 km. Por carreteras secundarias hasta llegar a Jeli.

Sin embargo la conversación con Muhammad, quien en un principio me confunde de nacionalidad y piensa que soy pakistaní, debido a mi barba de dos meses, y mi moreno ganado a base de carretera, selva y playa, se hace tan distendida, que continúa con una invitación en su casa.

Allí, me cuenta que es natural de Alor Setar, ciudad al noroeste del país, y que posteriormente, se traslado a la isla de Penang, donde trabajo como pescador.

Aprendió inglés con los primeros Hippies, que llegaron a la isla, y gracias a esto consiguió trabajo en el parque nacional, que le permitió comprarse su primera moto, y poco a poco recorrerse el país.

Cuando me sirve la segunda taza de té, acompañada de cortezas fritas de pescado (un manjar autóctono muy recomendado), me pregunta por mi siguiente destino. Jeli, le contesto saboreando una corteza, a lo que el me recomienda, que no me quede en el lugar, ya que no tiene nada interesante, ni tan siquiera un sólo hotel.

Me dice que en los alrededores de la población, sólo esta la cascada mas alta del sudeste asiático, que no es de una gran belleza, pero que el camino que lleva a Gerik, es magnífico.

Continuamos conversando hasta bien entrada la noche, y al final de la velada, nos despedimos con un abrazo, y deseándonos buena suerte.

Por la mañana, cuando salgo del bungalow, me encuentro con que llueve, por lo que decido viajar en bañador, sandalias y chubasquero en la parte de arriba, para evitar ir empapado todo el camino.

 

DE NUEVO EN LAS ALTURAS

Marcho por carreteras secundarias, que hacen que me deleite con cada curva, subida o bajada, y que me empiece a preocupar, cuando el nivel de gasolina de mi moto desciende, y no encuentre gasolineras, debiendo repostar por casualidad en tiendas de comestibles.

40 km. antes de Jeli, paso por la cascada, que no viene demasiado anunciada, y unos 3 km antes ya se divisa desde la carretera. Tal y como Muhammad me describió, la cascada es sólo un chorro de agua que cae 305 m desde una gigantesca cornisa de una montaña al vacío, y rodeada de árboles, por lo que saco una fotografía desde la distancia, y desisto llegar hasta el lugar.

Totalmente empapado llego a Jeli, y ratifico en primera persona lo que mi anfitrión en la noche pasada, me comentó sobre esta población. Decido continuar 100 kilómetros más hasta Gerik, y hacer dos jornadas en una, algo que sin duda me beneficia, ya que ando escaso de días.

Asciendo por el puerto de montaña más alto de toda la península, y a cada kilómetro los músculos de mi cuerpo se van entumeciendo cada vez más por el frío, la lluvia, y el poco abrigo que porto. Además, la niebla que reina en la montaña, hace que el paisaje slo se adivine fantástico, pero solo eso puedo hacer, adivinar, ya que ver más de 5 metros mas allá, es misión imposible.

Cuando comienzo a descender, empiezo a pasar por lagos, pantanos, y bosques, que poco a poco le van ganando terreno za la niebla, hasta que el sol se hace presente, y le doy la mayor de las bienvenidas.

Así de esta forma, llego a Gerik después de la jornada en moto más larga y friolera que he tenido en Malasia.

 

JORNADA GASTRONÓMICA

Gerik a modo de recompensa después del viaje, me obsequia con el mejor de los regalos, se encuentra sumido en la única jornada gastronómica anual que tiene esta población.

Por lo que después de una buena ducha, paseo durante horas por sus calles abarrotadas de puestos de comida, y productos de lo más extraños. Vainas de guisantes gigantes, extrañas frutas y diversas materias primas, que compiten en singularidad con las que se cocinan en los más de 100 puestos de comida que hay.

Soy el único extranjero que hay en la población, y esto se hace notar, ya que los vendedores de los diversos puestos, y con la amabilidad que caracteriza al pueblo malayo, al notar mi curiosidad sobre los diferentes productos, me obsequian continuamente con muestras de ellos, haciendo que cuando vuelva al hotel, mi bolsa este llena de todo tipo de alimentos.

Al día siguiente, decido marchar del lugar, y dirigirme a Alor Setar, última ciudad que me queda por visitar de la península malaya.

En esta ocasión el tiempo es benévolo, y marcho bajo un sol espléndido, desechando la autopista, y perdiéndome por carreteras secundarias, atravesando pueblos y aldeas donde al ser sábado, y encontrarme en la época en la que se celebran las bodas en Malasia (monzón), llego a cruzarme hasta con 38 bodas contadas.

Al llegar a la ciudad, busco hotel, y después de sólo dejar mis cosas en la habitación, marcho de nuevo en moto hasta el lugar de la costa que más al noreste está de la península, Kuala Perlis, desde donde se cogen los ferrys más baratos para ir a la isla de Langkawi, donde tenía previsto pasar las navidades.

Regreso con el atardecer y una tormenta como acompañantes a la ciudad, y después de una ducha, por fin puedo ponerme al día en un Cyber, en el que permanezco hasta su cierre.

Por la mañana visito la ciudad, y a media mañana, regreso por la costa a mi punto de partida, Penang, por una pequeña carretera, que me hace descubrir lugares de lo más variopinto, como un puente a una isla que no está transitado más que por pescadores, que pasan el rato tentando a la suerte y a los peces.

A medio día, después de mes y medio, y 5000 km, llego a Georgetown, por fin he dado la vuelta a la península malaya.

 

AMARGA VUELTA

Paso la semana entre restaurantes, playas, amigos encontrados, y haciendo las compras que puedo transportar sobre mis hombros, para mi familia y amigos.

Los tres últimos días en Malasia, los paso en su capital, donde comparto momentos con mi amiga Rai, que ha venido de Tioman por negocios, y con Erina. La última cena la hago en compañía de ellas, y de sus maridos, y deseándonos una feliz navidad, a pesar de que ellos no son creyentes.

En el vuelo que me lleva a Londres, encuentro de casualidad, a Antonio y Yeni, con los que había coincidido en el sur de Laos, y comprobamos que el mundo es un pañuelo.

Ya en el avión, repaso mentalmente lo que ha sido mi aventura en el país malayo, lo que he aprendido de esta cultura, y de este maravilloso país, pero por lo que siempre lo recordaré, como ya dije en mi primera crónica, es el respeto de unos por otros. Es imposible olvidar Malasia, sus gentes, su multiculturalidad, sus paisajes, su maravillosa gastronomía. Pero sin duda alguna, Malasia será el país donde aprendí una nueva palabra de sus habitantes, que añadí a mi diccionario de inglés y que ya no olvidaré, friendly (amigable). Por todo ello solo puedo decir lihat anda lagi Malasia  (volveré a verte Malasia).

En mi primer día en España, recibo una noticia amarga, uno de mis mejores amigos, y administrador del blog Marc, ha fallecido a la edad de 29 años en un accidente de moto.

No me voy a extender con una inútil verborrea, ensalzando las muchas cualidades que tenía, y que la gente que tuvo la suerte de conocerlo comprobó. Tampoco diré lo mucho que te vamos a echar de menos, tan solo dejo un pensamiento “viviste como quisiste, moriste como un día deseaste, te llevaste lo mejor” hasta siempre amigo, nos vemos en la próxima curva. Para ti mi última canción del año, que suena mientras escribo estas letras, Sweet Thing de Van Morrison.

 

5 comentarios en «Malasia (IV)»

  1. Me han gustado mucho las fotos.-
    En la que sales en chichas metiendo barriga también.-
    y la última en la que sale «a-ga-gubia-pitin»
    ya sabes por que eh?????

  2. Encantada de volver a leer tus crónicas, aunque tarde mucho en hacerlo.Su contenido esta vez es agridulce, por un lado conocemos tus aventuras de las que disfrutamos y por otro nos hablas de la desaparición de Marc, un amigo tuyo, lo cual siento sin conocerle.Seguro que era tan apañao como tú.
    Respecto a está crónica me has asustado un poco al hablar de las sanguijuelas las describes como galgos, que como no te andes listo te pillan…tal y como las pintas me dan terror.
    Espero, que tu próxima crónica sea tan buena como los anteriores. Sabes una cosilla, cada vez echas mejores fotos con encuadres perfectos, luminosidad, etc.Las envidio. Si tuviese alguna de ellas seguro que me las publicasen en el tiempo de canal sur. Donde he enviado varias y no he tenido nada de éxito.
    Hay una parte de tu crónica, en la que se me presento Isidoro con su furgoneta, Antoñi y yo detrás tocando el pito de nuestros coches…claro que no celebrábamos el triunfo de Malasia, sino de nuestro Barça del alma. Creo que en todos los lugares la gente nos parecemos más de la cuenta. Siempre actuamos del mismo modo.
    Quiero rebatir una cosa que has dicho «Acepto, con alegría, y un tanto contrariado, mientras pienso que debe de ver en mí una aptitud de responsabilidad que yo desconozco»…solo digo que hay que ser más humilde, porqué sabes que al fin y al cabo eres responsable, te guste o no.¿piensa en ello?.
    Ahh por último, quiero decirte que tanto tu como Maruxiña tenéis muy buen aspecto cuando os he visto esta navidad, esas tierras os tratan bien.Espero la próxima crónica con impaciencia.¡seré pelota!…es broma, me gusta leerlas aunque sea por la madrugá.

  3. Hola Lolailo,en primer lugar quiero dar mi más sentido pésame a la familia y amigos de Marc,nunca olvidaré sus lágrimas en tu fiesta de despedida.
    Me sigue sorprendiendo este país y tú que pareces un Rambo en tus andanzas por la jungla.Te pondrías las botas en la feria gastronómica.Cuidado con las sanguijuelas que hay muchas y de muchos tipos y están por todas partes.
    Me ha encantado compartir contigo algunos ratos estas navidades y conocer a Maruxiña.Un besazo y cuidado con los tiburones.

  4. Hola,
    Que bien que estes de nuevo escribiendo.. te echabamos de menos.. contentos de haberte visto y de que sigas tu camino que es lo que deseas…
    Suerte, que todo te vaya bien y sigas estando feliz en este viaje.
    Besos,

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