Vietnam (XX)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En los días venideros que preceden a la marcha de Ángel, un sentimiento de aflicción poco a poco, va haciendo presencia en nuestros corazones, pues esta entrañable persona, que nos ha visitado por un corto espacio de tiempo, ha ido ganándose nuestra amistad.

Nos hemos embarcado juntos, en una aventura, a la que muchos, rehusarían, por nuestra manera de viajar, y a la que él, desde el primer momento se adaptó con agrado.

MENÚ Y ROPA ESPECIAL

En el día anterior, como no podía ser de otra manera, marchamos a comer, por el mediodía, a un restaurante, donde tomamos, unas gelatinas de arroz, hechas al vapor, que están rellenas, de cebolla y carne picada unas, y otras de camarones, todo ello envuelto en hojas de plátano, y como postre, un masaje, en el mismo lugar donde tres meses antes, me los había realizado .

A la salida del local de masaje, ponemos rumbo a Hoi An, con la intención, tanto Maruxiña como yo, de hacernos unos pantalones, los cuales nos son necesarios, antes de la marcha a Hanoi, para el Tet, ya que mis amigos de allí, me han comentado, que hace frío.

Maruxiña, elige, unos de diseño, hechos a medida, los cuales, le quedan muy bien, pero lo que en cierta manera nos deja sorprendidos, es cuando Ángel los ve, y le gustan, y decide hacerse otros exactamente igual para él . Cuando éste me pregunta mi parecer, le contesto irremediablemente, que no tendrá competencia en Córdoba, ya que estos son únicos. Yo por mi parte, elijo unos un poco más prácticos, tipo militares, de una fuerte tela de algodón, y desmontables, en bermudas.

Cuando pagamos por el encargo, el cual tardan solo un par de horas en hacerlos, nos quedamos sorprendidos, los míos son los más caros, debido a la confección de cremalleras, y numerosos bolsillos, 15 euros, los de Maruxiña y Ángel, 11 euros cada uno, además de ser de una tela buena, los acabados, son estupendos.

Esta ciudad, está inundadas de tiendas de confección de vestidos y trajes, y trasladan todas las ideas de tu imaginación a tela de todas las clases, y con unos precios de risa, un vestido de seda de novia, puede llegar a costar 300 euros, y un vestido de invitado de boda, también en seda, 40 euros.

HASTA SIEMPRE EN MEDIO DE UN TRÁFICO INFERNAL

Finalizamos el día, a las orillas de la playa de China, comiendo unos sándwiches y de tertulia, sin poder evitar el pensar, que es la última noche de Ángel con nosotros, pero que es posible, que se una de nuevo a nuestro camino, cuando estemos por Tailandia, por lo que al día siguiente, no será una despedida, la que hagamos, sino un hasta la próxima, amigo.

En el día posterior, haciendo un exceso de tiempo perdido, salimos del hotel, a las dos de la tarde, fijando como rumbo, un restaurante, donde los tres repasamos, lo que han sido estos días en compañía, las anécdotas que nos han acaecido, y las vicisitudes del viaje.

Nos pegamos un atracón de promesas de buenas voluntades para el futuro, y carne, pasta, y una pizza gigantesca, a la cual Maruxiña invita con gusto, finalizándolo todo, en el café donde tantas tardes hemos pasado.

Llevo a Ángel al aeropuerto, sorteando lo de siempre, motos en dirección contraria, cruces carentes de stop, y rotondas, donde jamás nadie sabe quién tiene preferencia de paso, mientras mi acompañante me comenta que a lo que jamás se acostumbraría es al tráfico de este país.

SANO Y SALVO Y CON EL PELLIZCO DE LA VUELTA

Cuando llegamos al aeropuerto, nos tenemos que despedir como a mí me gusta, en un suspiro de tiempo, sin dar oportunidad, a que afloren los sentimientos, ni los largos y eternos adioses. Veo a Ángel atravesar las puertas de la zona de salidas, con su casco aún en la cabeza, y su mochila a su espalda, desde lejos antes de perderlo de vista, me dice adiós con la mano, mientras para mis adentros le digo, adiós Motormán adiós .

Vuelve tal y como le prometí a su padre sano y salvo a España, y espero que también con la promesa cumplida, que le hice a él en su día, “No verás todo Vietnam, es imposible, tan solo una pequeña parte, pero te puedo asegurar, que la manera de viajar, y lo que vivirás, será diferente a lo que los demás turistas vean y sientan, y correrás serio peligro de no querer regresar, y que ya no quieras viajar de otra manera”.

En la mañana siguiente, visitamos los templos de Hoi An, es una mañana de esas que en España, se dice tonta, con el cielo gris, y de continuo flirteo con la lluvia. Paseamos por las calles, y nos adentramos en varios templos, quedando Maruxiña muy sorprendida de algunos de ellos, sobre todo de uno en el que hay un cachorro, con el que juguetea .

EL PATRÓN DE LOS MERCADOS

Posteriormente, comemos en el mercado, y observamos en éste, atónitos, cómo grupos de gente baila en las calles del mismo, al son de un karaoke estridente, que hay montado en ellas . Cuando mi compañera me pregunta, por el estado festivo de los miembros del mercado, le digo que no sé, que puede que sea el patrón de los mercadillos, y ella, extrañada, me dice que cómo se llama, a lo que con pasividad, le contesto que en España, creo que se llama San Richard de todos los gitanos, a lo que no puede evitar el soltar una carcajada.

Posteriormente, le preguntamos a la dueña de uno de los puestos, por la festividad del día, a lo que nos contesta que son las festividades que preceden al Tet.

Pasamos el resto de la tarde de tertulia en el balcón de una heladería, observando desde el mismo, el paso de barcos por el río, y el ir y venir de transeúntes, en las calles ocasionalmente mojadas por la llovizna vespertina .

CENA DEL TET

Cuando regresamos al hotel, y ante la proximidad del Tet, el dueño, nos sorprende cuando llama a nuestra habitación, y nos trae una copiosa cena de rollos de arroz, gelatina de algo que mi acompañante y yo no conseguimos descifrar, y una fruta exótica, de sabor parecido a la chirimoya, y cerveza, con la que brindamos los tres, deseando un feliz año nuevo para todos los vietnamitas .

Aunque Maruxiña y yo ya habíamos cenado, no podemos por vergüenza, el despreciar esta ofrenda del que se ha convertido poco a poco en alguien entrañable para nosotros, y que a cada entrada en el aparcamiento del hotel, nos saluda siempre con un efusivo “Hello”, y a su mujer, la cual como es típico de las vietnamitas, carece de menos picardía que su conyugue.

POR LAS RUINAS

Por la mañana, cuando el tiempo es indulgente, ponemos rumbo a las ruinas de My Son, pasamos por pueblos pequeños, y por carreteras inundadas de anuncios de las mismas. Cuando llegamos al centro de visitantes, pagamos la entrada, 2,10 euros, y nos adentramos por un camino de piedra, hasta el aparcamiento, donde dejamos la moto.

Continuamos unos 500 metros a pie, hasta llegar a los dos primeros grupos B, C y D, los que mejor conservados están, tal y como me dijo Yani, no son algo que pueda llegar a sorprender al visitante, pero es el conjunto arqueológico mas grande con el que cuenta este país, por lo que es de obligatoria visita.

Tienen una extensión de unos 1.500 metros cuadrados, y son de la época de la dinastía Champa, de estilo Cham, por lo que abarcan desde el siglo IV, al XIII, pero, destruidos, y vueltos a construir en los siglos posteriores.

La mayoría de los templos,  son dedicados a Shiva, siendo algunos de ellos bibliotecas, y otros simples almacenes, donde se guardaban las ornamentaciones . Contemplamos, los distintos templos, medio en ruinas que tiene, ya que muchos, fueron destruidos durante la guerra con los EE.UU., y aún se puede ver algún que otro cráter de las bombas que cayeron sobre estos.

Posteriormente, pasamos el rio, y nos dirigimos a los A y G, los cuales, están en proceso de restauración, por lo que tampoco es de destacar demasiado, es más, vale mucho la pena el paisaje que se contempla en el camino a los conjuntos en sí. Descansamos a mitad del recorrido bajo un árbol, contemplando el paisaje bajo la lluvia, escuchando el sonido de los diversos animales que habitan en el lugar, y el vagar por los conjuntos de turistas, que una y otra vez tropiezan con las piedras casuales del camino.

UN POCO DE CERDO

Finalizada la visita, y haciendo caso al sonido de nuestros estómagos, ponemos rumbo a un restaurante local, que observé en la carretera, en el cual hacían carne a la brasa.

Paramos en el mismo, y ya en la puerta, encontramos a su dueña, haciendo uno entero a la brasa, y es inevitable que me venga a la memoria mi amigo Nguyen y su restaurante .

Maruxiña y yo somos capaces de acabar con un kilo de éste, el cual me deja lleno a mí, y apaciguadas las ganas de comer carne de ella, aunque su sabor dista mucho del que comí en el norte.

Regresamos al hotel, con la benevolencia de la lluvia que se ha ausentado un momento del cielo, para posteriormente durante la noche, descargar todo lo que había estado guardando celosamente.

DE NUEVO EN EL TREN

En el día siguiente, nos tomamos las cosas con más calma, ya que no cesa de llover, y nos acercamos a Danang, para sacar el billete de tren, e intentar llevarnos la moto de Ángel, para Hanoi. Tal y como temía, no hay billetes para la moto, ya que con la proximidad del Tet, esta todo completo, y nosotros tenemos que sacarnos un billete de ida sentados, y dejar abierto el de vuelta, ya que no tenemos muy claro el día de regreso.

He intentado ponerme en contacto con Chang, pero esta lleva ya varias semanas sin tener el teléfono disponible, y no ha contestado a los emails que le he enviado, por lo que me pienso que algo le ha podido suceder, ya que no es persona de dejar tirados a los demás, algo que he comprobado en varias ocasiones.

Sin embargo, mi amiga Hai, en el primer momento que le comenté que para el Tet, estaría en Hanoi, no ha dudado en invitarme a alguna comida para la celebración de éste, e incluso cuando la llamo, para comunicarle el día y hora que llega mi tren, se decepciona, por no poder ir a una fiesta que hace, para la despedida del año.

Maruxiña, a la hora de sacar el billete de tren, me ha dado de nuevo una sorpresa en su manera de ser, ya que dudé en un primer momento de sacarlo, por no haber billetes en coche cama, ya que el viaje es de 16 horas, pero al consultárselo, ella me respondió sin inmutarse, que como si eran 28, que peores trenes y transportes tendríamos que coger en el largo camino que nos queda por recorrer.

OTRA PRUEBA DE FUEGO

Después de sacar los billetes, llevo a Maruxiña, a otra prueba de fuego, para cualquier persona que se precie con escrúpulos europeos, a comer lo que para mí es uno de los mejores Pho, que he comido en este país, pero el local es uno de los más cochambrosos de los que yo he visitado en este país, ya que se come acompañado, por la carrera furtiva de alguna rata, que busca bajo las mesas, el rastro del alimento ausente, que algún cliente pudiera haber dejado caer.

Maruxiña, deja a un lado las posibles finuras que pudiera haber traído consigo, y disfruta enormemente de la comida, quedando gratamente complacida con la misma, e incluso comentándome, que a la vuelta, tenemos que repetir en este local, por lo que tiene mi total y absoluta aprobación.

POR LA NH 17

Al día siguiente, decidimos realizar la ruta que ya tenía varios días antes en mente, desde Hoi An a Kham Duc, ida y vuelta, son unos 200 km. Pero que la mayor parte del camino se realiza por la carretera NH 17, la cual es buena, y el paisaje supera las pocas deficiencias que pudiera tener esta.

Salimos del hotel equipados con el mp3, para hacer el viaje aun más bello si cabe, y una vez pasado el primer pueblo después de Hoi An, nos percatamos, de la ausencia de turistas en el recorrido, ya que todas las personas que nos encontramos, y le preguntamos la dirección hacia el siguiente pueblo, quedan extrañadas de vernos .

Pasamos por aldeas, de poca densidad de población, y grandes arrozales, por ríos de color dorado, y cascadas de plata, que serpentean en la montaña buscando salida entre las trabas de las rocas de su camino, y mientras Israel Kamakawiwo, nos canta Somewhere Over The Rainbow (En algún lugar sobre el arcoíris), nosotros, vamos a la búsqueda de ese emplazamiento, subiendo montañas de suma belleza, y bajando a valles de heterogénea divinidad, atravesando aldeas de habitantes desconcertados por la visita de dos foráneos, que irrumpen en la rutina de sus días, hasta bajar de nuevo de ese arcoíris, y regresar al hotel que ya se ha convertido en nuestro hogar eventual .

CON SABOR A MAR

En el día de la marcha a la celebración del Tet, pasamos la mayor parte del mismo, en Danang, dejando que la arena del tiempo, se escurra entre nuestros dedos, en compañía de cafés, y una última comida a la salud de Ángel en uno de los restaurantes donde él ya nos había acompañado, pedimos lo de siempre: de primero, un kilo de almejas, y un kilo de cangrejos al vapor, de los cuales mi acompañante, queda complacida, de su sabor a mar.

Terminamos nuestras horas en Danang, departiendo, y pensando en el día siguiente, Maruxiña con expectación, por ver ya una ciudad que no conoce, y de la que le he hablado mucho, y yo con la vista puesta a la celebración del Tet, y de volver a ver los amigos que dejé en esta ciudad, con la que siempre he mantenido una relación de amor-odio inevitable, y por otra parte, con animosidad, por el hacer labores de cicerone con mi contertulia, y el saber sus impresiones sobre la misma.

ROMÁNTICO TREN

Cuando el tren comienza su trayecto, y ya estamos acomodados en nuestros asientos, para lo que será un largo viaje, con el traqueteo que mece el vagón del tren, Maruxiña, reposa su cabeza sobre mi  hombro y a ritmo del balanceo poco a poco va cerrando sus ojos, la miro con dulzura, y le susurro a su oído,

– Gracias por acompañarme.

Ella entre abre los suyos, me mira, y me contesta con ese acento gallego, que tanto me gusta

– No gracias a ti por dejarme estar a tu lado.

Continuamos camino, hacia el norte, donde nos espera un clima más frío que la última vez que lo visité, pero con unos hogares rebosantes de calor y felicidad por las fechas venideras.

 

Vietnam (XIX)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En la siguiente semana, después del trote sufrido en la anterior, en la que apenas hemos podido parar a deleitar las ciudades por las que hemos pasado, decidimos Maruxiña, y yo, parar por al menos quince días, en Danang y Hoi An, las cuales ya conozco, pero como había dicho anteriormente, poco pude saborear debido a mi situación anímica. El paladear con gusto la segunda ciudad que es una de las más hermosas de este país, y aprovisionarnos en la primera, de ropa, calzado, y alguna compra, que enviamos a Eladio, a través de Ángel, por sus continuas molestias, hacia un servidor, y ver los preparativos de los días que preceden al Tet.

LUNA LLENA Y FAROLES

Ángel, por su parte, aconsejado por mí, marcha dos días a Hué, y ya que debe aprovechar su corto viaje a este país, lo hace del mejor modo, en tren, ya que el trayecto entre estas dos ciudades es el más hermoso, vía ferrocarril.

Maruxiña y yo, nos tomamos estos días como auténtico relax, y aprovechamos para conocernos más si cabe, paseando por las calles impertérritas al tiempo de Hoi An, y admirando la arquitectura de sus casas antiguas, además, está cerca la luna llena que en esta ciudad, celebran, inundando las calles de faroles encendidos, que la hacen más bella  y encantadora si cabe.

Poco a poco esta persona venida de tierras celtas y yo, vamos encontrando diferencias entre nosotros, las cuales lejos de separarnos, nos acercan mucho más, ya que continuamente aprendemos el uno del otro. Pienso, que cuando uno tiene las decisiones más firmes en su vida, respecto a sus proyectos, y la manera de vivir, y que estas pueden ser una barrera insalvable, para los demás, por lo que sería imposible el simpatizar con nadie, con ella es todo lo contrario.

Tres días después, un sentimiento de complicidad entre ambos, va llenando el vacío dejado por otros, es un momento de esos que por desgracia son escasos en la vida, y que a doce mil kilómetros de distancia de nuestros hogares, familias y amigos, copan todo aquello que en su día se pudiera haber dejado en el olvido.

UN POCO DE SILLÓN BALL

A su llegada de Hué, Ángel se une a nuestra relajación en los días venideros, acogiéndola con beneplácito, ya que de esta manera, llegará a España más descansado de lo que pensaba.

Pasamos tardes de tertulia en sofás de cafés en el centro de Danang, intentando lo de siempre, arreglar el mundo, sin llegar jamás a otra conclusión que no sea la de que no tiene arreglo. Observamos las diferencias entre las gentes de este país lejano, y nosotros, en diferentes lugares, como un simple aparcamiento de un centro comercial. Realizamos comidas de pescado, el cual es muy diferente al de nuestro país, y comentamos las diferencias de los mismos, hacemos el cabra en lugares de asiduidad de gente de un buen poder adquisitivo como cafés y casinos de lujo, sin gastarnos ni un euro, y saliendo de los mismos, con la cabeza más alta que cuando entramos, aprovechamos que en estos lugares, un extranjero, por antonomasia, tiene dinero, nada más lejos de la realidad, pero aprovechamos para reírnos de todo lo que rodea a este pensamiento, aunque Ángel, no abandona su idea de que tiene la capacidad de hacer saltar la banca de uno de estos, en la ruleta, con la ingente cantidad de cien euros, y el método “Biti”, y la posterior decepción al comprobar que estos carecen de la misma. Y sobre todo hacemos lo que mejor se nos da, y lo que más caro es en la vida, no hacer caso al reloj ni a los días, ya que estos están repletos de felicidad, y buena compañía.

MALDITOS VIRUS

Uno de estos días ufanos, se torna aciago, para un servidor, ya que en mi ordenador ha irrumpido uno de tantos virus que circulan por la red, teniendo que llevarlo a un semi-informático, que lo único que puede hacer es formatear el disco duro, perdiendo la mayoría de información del mismo, y teniendo disponible solo una versión de Windows, en la cual  el procesador de texto, es enemigo acérrimo, del castellano tradicional, por lo que no puedo continuar escribiendo,  ya que me es imposible el expresarme con la perspicuidad que deseo.

A hurtadillas, escribo en el ordenador de Maruxiña, ya que es necesario, para el descanso de mi mente, y  el trasvase de ideas y vivencias que continuamente me acaecen.

En la noche que hemos decidido visitar Hoi An, noche de luna llena, por error creyendo que esta ciudad, estaría inundada de farolillos, nada de lo pretendido  sucede, ya que nos comentan que en la misma, solo encienden los farolillos, los días 15, 16 y 17 del mes, independientemente de si hay luna o no. Lejos de decepcionarnos, tomamos fotografías del puente japonés, uno de los más encantadores que he visto en mi vida, y paseamos bajo la atenta mirada de la luna, que juega con las nubes en el cielo al escondite.

En un día de estos, Ángel, ya viendo que tardará poco en marchar, decide ir a visitar las ruinas de My Son, las mejores de Vietnam, nosotros declinamos su invitación, pues el día, no es nada afable, para realizar esta visita, ya que el cielo amenaza con descargar agua, y Maruxiña y yo lo que nos sobra es lo de siempre, tiempo.

Finalizo estas crónicas semanales, para alegría del lector, y sobre todo de mi hermano Manolín, siendo mucho más cortas de lo habitual, pero por causas ajenas las cuales ya he explicado, y la  falta de nuevos lugares, vería una impertinencia por mi parte el alargarlas, recreándome en explicaciones banales, las cuales poco o nada pueden interesar.

En la próxima, doy mi palabra, a la cual nunca he faltado, que  visitaré las ruinas de My Son, y realizaré el recorrido, de uno de los lugares mas bellos por los que he pasado de Vietnam, montañas inundadas de belleza salvaje, pero eso será solo la próxima semana.

 

Vietnam (XVIII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En el camino del aeropuerto al distrito 1 de Saigón, intento ponerlos al día en lo básico de las diferencias y las similitudes de este país, respecto al nuestro.

ESTRENANDO MOTO

Cuando llegamos al hotel, Ana y yo compartimos habitación, y Ángel, se queda en mi antigua habitación. Una vez se ha dejado el equipaje, realizamos las primeras gestiones, la compra de la moto, una moto malaya, de 35 años, pero en buen estado, y por solo 310 $, después de un largo regateo, y con la condición, que le cambien la rueda delantera, arreglen el freno delantero, y le pongan un espejo retrovisor, algo de lo que la mayoría de las motos de este país carecen.

MOTORMAN

Luego marchamos a comprar los cascos, Ana, a la que a partir de este momento llamo Maruxiña, por el marcado acento gallego que tiene, se deja llevar por mis consejos, y no tarda ni dos minutos, en comprar el suyo, pero Ángel tarda al menos hora y media, en elegirlo, al final elige, uno tipo antiguo, pero que le gusta más que uno integral, además éste lo acompaña de unas gafas, también antiguas, y cuando se lo prueba con las mismas, en conjunto con sus bermudas, y las botas de montaña, no podemos evitar la risa del aspecto del mismo, y le digo, que a partir de ahora, Saigón, tiene un nuevo súper héroe, se llama “Motorman”, reímos todos, ya que él mismo, se toma mis bromas de buena manera, es un tipo genial .

CENA COSMOPOLITA

Marchamos a cenar, en compañía de unos murcianos que mis acompañantes conocieron en el avión, y de las amigas de Kiyan, las cuales son estupendas, y muy agradables, al final nos juntamos 5 españoles, dos alemanas y una portuguesa, alrededor de fondee Vietnamita, vino del lugar, y con una conversación distendida, hasta que tenemos que marchar por cierre del restaurante.

De allí a un lugar que no podía ser otro que una terraza donde sirven bia hoi , finalizando la velada, a altas horas, y regresando al hotel, donde Maruxiña, Ángel, y yo continuamos de tertulia, y posteriormente Marusiña y yo, hasta bien entrada la madrugada.

Por la mañana, quedamos con Vy, para desayunar, vamos todos donde Chang y su hermana me llevaron a comer la sopa de gambas, cangrejo, y cerdo, algo para lo que aún no están preparados mis nuevos amigos, ya que dejan más de la mitad. Sólo Vy y yo somos capaces de acabar con todo, luego paseamos por el centro, y les enseño la mayor parte de Saigón , la catedral, la ópera, la oficina postal, el ministerio de defensa, y el mercado, acabando el recorrido, justo antes de ir a recoger la nueva moto de Ángel.

Quedamos de nuevo los cuatro, para cenar, con Chang y su hermana, a las 8 de la tarde, donde ellos nos recogerán del hotel.

REGALO Y APOCALYSE NOW

A las ocho y media, estamos volando en las motos, camino de un restaurante callejero de marisco picante, donde Chang y su hermana, me guardan una sorpresa, me han comprado un regalo de despedida , un ciclo taxi de madera, el cual se lo agradezco con dos besos a ella, y un abrazo a Chang, el mismo no puede evitar el emocionarse, cuando finalmente nos despedimos. Pienso entonces, que dejo a unos buenos amigos y personas, en esta maravillosa ciudad, con la cual he mantenido un flirteo inevitable de dos semanas.

Posteriormente, como Marusiña, y Ángel, tiene ganas de marcha, nos vamos todos a un garito, de nombre Apocalypse Now , uno de los más famosos y antiguos de Saigón, el cual decepciona, ya que no varía mucho, de cualquier discoteca de una ciudad, con bebidas caras de mucho hielo, poco alcohol, con el ir y venir de gente con altas pretensiones, y poco dinero, buscando quien le dé un aliento de esperanza para un visado a otro lugar.

Pero nosotros nos resistimos a pasarlo mal, ya que los cuatro coincidimos, que lo importante es la compañía y no el lugar, y al final bailamos todos, e incluso la inamovible Vy, la cual me sorprende enormemente con sus contoneos, y por que suele ser bastante seria en estos lares.

RUMBO A DALAT

Finalizamos la salida, en la puerta del hotel, en la que me despido de la que se ha convertido en una gran amiga, Vy, la que me da un beso y un abrazo ante mi tristeza, por dejar a esta magnífica persona atrás, pero como ya he dicho en numerosas ocasiones, el viaje debe de continuar.

Marusiña y yo, después de una tertulia con Ángel, continuamos los dos solos de parloteo, hasta cerca de las cinco de la mañana, contándonos, nuestra vidas, anhelos, y pretensiones en el viaje, y llegando cada vez más a la conclusión, que ella y yo somos enormemente parecidos, lo cual aún no sabemos si será bueno o malo, solo el tiempo, puede sacarnos de la duda.

Sobre las once de la mañana, ponemos rumbo a Dalat, a la cual llegaremos en dos etapas, y dejamos atrás Saigón, con la habitual congestión de una gran ciudad, a la que por desgracia, será difícil que vuelva.

Me percato, que Ángel, es un gran conductor, y comienzo a despreocuparme por él, y a quitarme ese peso de encima, mientras sorteamos toda clase de tráfico, en nuestra ruta.

Pero no puedo quedarme impasible, cuando una y otra vez confían plenamente en mis criterios, a lo largo del camino, y volverme a cargar de responsabilidad hacia mis acompañantes, a los cuales, quiero que solo lo pasen bien, y no sufran ningún tipo de percance.

Cuatro horas después de paradas intermitentes, llegamos a una pequeña población, a mitad de camino, donde decido hacer noche, ya que es imposible el continuar, ya que el sol juega con el horizonte.

CENE CON RIOJA

En el hotel, Ángel, solicita el dormir todos en una habitación, ya que nos comunica, que está un poco cansado de dormir solo, lo acogemos con benevolencia en nuestra habitación, y decidimos que esa noche, abriremos el Rioja, que ha traído de España, en compañía de música, y cerveza.

Salimos a recorrer el pueblo, y dejamos las motos estacionadas en el aparcamiento del mercado, recorremos el mismo, y aprovechamos para realizar alguna compra de necesidad, como mascarillas para no respirar el humo de camiones y vehículos en la carretera. De regreso al aparcamiento, nos quieren cobrar cinco veces más del precio normal, por lo que aquí, hago valer mi experiencia, y le digo a Ángel que monte en su moto, y marchamos del lugar impasibles, mientras los vigilantes del mismo, no dejan de proferir insultos.

Regresamos al hotel, y estamos de tertulia aderezada con Rioja, hasta altas horas, por lo que al día siguiente es imposible levantarse más temprano de las 10 de la mañana.

Partimos ya con idea fija de llegar a Dalat, en el camino, vamos ascendiendo montañas, y pasando, por valles de plantaciones de café, parando en pequeños bares y restaurantes, para descansar nuestros pobres huesos, que poco a poco, van acusando el recorrido, mientras el frío, va haciendo presencia en nuestros cuerpos, al ritmo del atardecer, cuando llegamos a la ciudad .

DORMIR EN LAS ALTURAS

Después de registrarnos en el hotel, y ducharnos, salimos a cenar, y a pasear por los últimos coletazos que da el mercado en las calles , y buscamos una farmacia, para Ángel, el cual está un poco constipado, debido, a los cambios bruscos de temperatura, que ha sufrido en los últimos cuatro días, del frío de España, al calor sofocante de Saigón, y finalizando por el frío de montaña de Dalat.

Marchamos al hotel, y no tardamos en caer rendidos, y dormir a pierna suelta debido al cansancio infligido, por el ascenso de la carretera a esta ciudad.

Por la mañana, decidimos, tomarnos las cosas con calma, y salimos del hotel, tarde, tanto, que cuando vamos a desayunar, limón con miel todos, nos preguntan si vamos a desayunar o a almorzar.

De allí, vamos al mercado, donde Marusiña queda encantada con los puestos de fruta, y Ángel, con el material para hacer fotos, se nota que este arte corre por su sangre, despertando en mí un poco de envidia, apagada, por su manera de ser, y por su buen carácter.

Posteriormente tomamos unas pizzas vietnamitas , que están realmente exquisitas, y luego nos hacemos con unos bocatas, y nos vamos a un parque a deleitarlos, en la paz y el remanso de la tarde de una ciudad pequeña, y finalizando en un bar, donde tomamos batidos y café.

CON  LA “L” A CUESTAS

De allí, marchamos a otro parque, donde decido dejarle mi moto a Maruxiña, para comprobar, la capacidad de esta en conducir sobre dos ruedas, craso error, no tarda ni dos minutos, en estrellar mi moto, contra la única moto inamovible que se encuentra en la gran explanada, la cual resulta ser de una monja confucionista, a la que llamo “Sor Vespino”, la cual pacíficamente, llama a un amigo, mecánico, para cuantificar los daños, del guardabarros delantero, ascendiendo estos a 8 €.

Todos nos lo tomamos con humor, ya que no ha pasado nada, e incluso la conductora temeraria, se hace una foto, ante su siniestro , pero pienso para mí, que Ángel tendrá que vender su moto, y no podrá traspasársela a Marusiña, mientras cenamos en un restaurante cerca del hotel.

Finalizamos el día, en un pub de la localidad, donde comprobamos, que, además de ser muy moderno, ya que cuenta con dj, y hasta ascensor, tiene unas buenas vistas sobre la ciudad , posteriormente, nos vamos al hotel, donde dormimos temprano, ya que tenemos pretensiones, de al día siguiente salir a primera hora, para aprovechar bien todo el día.

ATRAVESANDO CAFETALES

Por la mañana, después de un zumo de limón con medio vaso de miel, salimos como motos, de Dalat, y realizamos uno de los caminos más bellos, que tiene este país, descendiendo la montaña Lang Bian, y poniendo rumbo a Buon Ma Thuot, localidad famosa por el café que crece en sus alrededores, y el parque nacional más grande de este país.

En el camino, tenemos que parar un par de veces, ya que la palanca de cambio de marchas de Ángel, se sale continuamente, y hasta que no encontramos un mecánico eficiente, no se soluciona el problema. Esto lejos de hacernos enfadar, nos lo tomamos como hay que tomárselo, con paciencia humor, y aprovechando las paradas, para empaparnos de las imágenes que nos ofrece el paisaje, y sus habitantes .

Llegamos, cerca del atardecer a la ciudad, y después de orientarnos algo en la misma, encontramos hotel, y decidimos, delante de un buen tazón de Pho, que a la mañana siguiente, visitaremos el parque nacional de Yok Don.

Por la mañana, después de visitar alguna agencia, para que nos proporcionaran un guía, que es obligatorio, para ver el parque, desistimos, y nos desplazamos a él por nuestra cuenta, ya que el precio que nos solicitan es de 35 $, por cabeza, y una visita andando.

DE LA MOTO AL ELEFANTE

Salimos de Buon Ma Thuot, y ponemos rumbo a los pueblos de las etnias que se encuentran cerca del parque, a 42 km. de la ciudad, y cuando llegamos al centro de recepción de visitantes, su responsable, nos da una grata sorpresa, ya que nos ofrece, un viaje por el mismo en elefante, y luego en barca, de una duración de tres horas y media, por 50 $ los tres. No tardamos en decidirnos, y poco después, estamos los tres subidos en un elefante, junto con el domador de este, metidos en el río  Serepol , que además del parque, atraviesa también Camboya.

Posteriormente, nos metemos en la selva, y al pasar rozando un árbol, nos impregnamos todos de unas hormigas enormes rojas, las cuales tienen unas dentaduras muy fuertes, sufriéndolo en nuestras carnes, hasta que vemos al guía, que se come una, y sin pensarlo dos veces, nosotros hacemos lo propio. Tienen un sabor muy ácido, y crujiente, nos pegamos todo un festín de ellas, hasta que comprobamos, que sus diminutas patas, se quedan entre los dientes, y son difíciles de sacar.

Caminando por la selva, a lomos del noble elefante, para mi sorpresa, no se oye ni un alma, la jungla está en una calma total, y el silencio, solo es roto, por el crujir de las cuerdas, que amarran nuestros asientos a su cuerpo, y de algún habitante del parque, que pertenece a una etnia, que  tiene permiso para vivir en este maravilloso paraje. A diferencia de las etnias del norte, éstas, que pertenecen en mayoría a los montagnards, no van con los atuendos típicos de su etnia, sino con vestimentas usuales.

ANIMALES SUPERPROTEGIDOS Y ENVIDIADA FUMATA

Finalizado el recorrido en elefante, cogemos en un pequeño muelle, una pequeña embarcación, y remontamos un gran tramo de río, viendo a sus orillas diversas especies de aves, e incluso, difuminadamente, un mono, pero nada más, ante nuestra decepción, los animales que más abundan en la parte del parque que los visitantes pueden ver, son las vacas de las aldeas cercanas. Sin embargo, en mi interior lo agradezco, ya que en el parque, viven 75 especies de animales en vías de extinción, y 29 de ellas, en gran peligro de extinción, por lo que de esta manera, se protegen aún mas, aún a costa de pagar por un paseo de elefante y barca estéril de animales.

Después de la visita al parque, comemos en un pueblo cercano, y regresamos al atardecer a la ciudad, para ducharnos, y salir a realizar alguna compra en un centro comercial de la localidad .

En este, se encuentra un KFC, ya sabéis, que no soy usuario de estos, pero unos días antes, he recibido un email de Eladio, el cual me comenta que en España, la ley antitabaco, ha empezado, y llegando hasta límites fundamentalistas, por lo que decidimos cenar en este restaurante americano (país pionero en la referida ley, y la producción de tabaco), y después de la cena, fumarnos a la salud de Eladio, y de todos los lectores, unos cigarrillos , en homenaje a los que en aras de la libertad ponen cepos a éstas, pero no se olvidan de aumentar los impuestos sobre el tabaco, eso sí, prohibirlo no, mientras se le pueda sacar rendimiento, que eso hace daño a las arcas, pero tocar los cojones también.

PLATO ROTO

Al día siguiente, nos dirigimos a Pleiku, una localidad, que en sí no tiene demasiado que ver, solo es una jornada de transición, al igual que la siguiente, donde nos dirigimos a Kham Duc. En sí lo que más vale la pena es el camino, ya que pasamos por parajes salvajemente hermosos , con campos de arrozales, ascendemos montañas, para luego bajarlas.

En el ascenso a una de ellas, Phuoc Son, el plato de mi moto, dice hasta aquí hemos llegado, y se rompe, por lo que Ángel, muy diligentemente, se adelanta hasta el pueblo más cercano, y vuelve acompañado de una patrulla de policía, y de unos mecánicos, que me reparan mi moto, mientras los policías, no dejan de piropear a Marusiña, y hacerle proposiciones, ante las cuales ella ríe, y entre dientes, no hace más que decir, “Dios mío pero que feos son estos bichos”.

En la jornada posterior, por fin llegamos a mi antiguo hotel en Danang, donde tenemos pensado quedarnos varios días, ya que estamos exhaustos, y Ángel, marchará a Hué, para verlo. Nosotros, mientras, disfrutaremos de la ciudad de Hoi An, donde en mi anterior visita, debido a la muerte de Manolo, me fue imposible el hacerlo, además pensamos de estar unos días en la playa de China, y reposar, ya que el viaje de Marusiña y mío, es de saborear con tranquilidad los lugares y las experiencias.

EL PELLIZCO

Deshaciendo mi mochila en la habitación, pienso en lo que ha sido esta semana, en compañía de Ángel y Marusiña, y hago balance de la misma, de las vicisitudes, que hemos pasado, y de los buenos ratos, y de los pequeños que no tanto, y es inevitable el pensar, si mis acompañantes, los habría elegido el diablo, o los Dioses de los deseos, ya que vinieron un día cinco de Enero, día de los reyes magos, y no puedo evitar que la frase “cuidado con lo que deseas, que se puede convertir en realidad”, una y otra vez, retumbe en mi pensamiento.

Ángel es una buena persona, tranquila, sosegada, y con enorme paciencia,  Marusiña, encarna a la perfección, todo aquello, que en su día me atreví a desear, una persona, con aspiraciones, y pretensiones similares a mí, divertida, atrevida, optimista y un sinfín de cualidades, en las que tardaría varias crónicas en enumerar, no sin aburrir al lector.

Tan sólo una pequeña objeción es la que puedo poner al destino, que me ha unido a esta chica, y es que me acostumbre demasiado a su dulce compañía, y de repente, un día, de la misma manera en la que vino, se vaya sin más, pero de súbito, me fuerzo a pensar en mis palabras “Disfruta de lo que tienes, mientras lo tienes, que todo lo demás tarde o temprano llegará”.

En  tan solo una semana, he pasado de estar solo por el mundo, a tener una compañía que me hace disfrutar del camino, las experiencias y las vivencias el doble que antes, por lo que sin ningún miedo, me dejaré llevar. Vivo en mi presente, y con facilidad, olvido lo malo del pasado, sueño con el hoy, y me despreocupo del mañana, pienso en el futuro, cuando éste ya se ha convertido en el ahora, y creo fielmente, que es la mejor manera de caminar hacia lo que el destino me depara.

 

 

Vietnam (XVII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

El día de final de año, lo comienzo bien temprano, ya que he quedado con Chanh y su hermana para desayunar a las 7 de la mañana, hora en la cual tanto él como yo, estamos en la puerta de mi hotel. De allí, a un restaurante, donde me pide Banh Canh, una sopa de pasta de fideos gordos, con gambas, carne de cangrejo y cerdo, algo realmente exquisito, acompañado de una especie de churros de harina de arroz, y acompañado de un batido, el cual hacen también con harina de arroz, de sabor parecido a la papilla. Uno de los desayunos más estupendos y buenos que he tomado en mi vida, tomo nota de todo, ya que cuando vengan Ana y Ángel, los pienso llevar al mismo lugar.

BEBIDAS POR RADIO Y CAFÉ MAÑANERO

Después de esto, nos vamos a un parque, y nos sentamos enfrente de un café para turistas, pero no en el mismo: es algo muy curioso, ya que la persona encargada de las bebidas de la gente que prefiere estar en el parque, algo realmente barato, con una emisora de mano, va encargando a otra gente que deambula en moto las diferentes bebidas que se piden, trayéndolas a gran velocidad, hasta los lugares donde se sientan.

Posteriormente nos acompaña un amigo de Chanh, que trabaja como informático en un banco, y conversamos todos por al menos dos horas. Es curioso, compruebo que la gente que trabaja en las oficinas de una ciudad,  hasta las 10 de la mañana no empieza su jornada laboral, igualmente se levanta sobre las 6, para desayunar tranquilamente, y luego deleitar con los amigos y compañeros un café, antes de empezar su jornada.

Cuando llega la hora, Chanh, me acompaña a mi hotel, y él se va a trabajar, mientras yo mando mi crónica a Eladio, junto con las fotos, y descanso, para lo que pienso que será una noche larga.

FIN DE AÑO ARTIFICIAL

Cuando llegan las 9 de la noche, Chanh, me envía un mensaje, diciéndome, que aún está en casa de sus padres, y que tardará una hora más en llegar, y que su hermana, al final no podrá venir, ya que sus padres la retienen en casa.

Sobre las 10 de la noche, ya estamos camino del centro, donde la gente se reúne, para despedir el año, tardamos casi hora y media en llegar a una plaza , que rebosa de gente, y donde hay dispuesto un escenario, con un DJ., y una cantante australiana de reconocido nombre internacional, en concierto.

Nos encontramos con varios amigos suyos, los cuales nos estaban esperando, así que decido comprar unas cervezas para todos, que son acogidas con gran satisfacción, pero al finalizar la segunda ronda, me percato, de que la mayoría están medio borrachos, por lo que pienso en la suerte que tienen estos canallas, que como pesan poco, con dos cervezas ya están con el puntazo. Se quedan realmente sorprendidos, cuando abro mi tercera, y aún estoy fresco, por lo que para no darles una imagen equivocada de mí, decido que será la última.

De allí, marchamos a una calle, que está cortada al tráfico, y nos sentamos en el suelo, a conversar, esperando la cuenta atrás, de la cual nos percatamos por los diferentes fuegos artificiales, que estallan sobre el cielo de Saigón. Para mi sorpresa, no se realiza ninguna cuenta atrás, simplemente, cuando se ha cambiado de año, empieza un espectáculo pirotécnico, que el gentío acoge con cada cohete con un aahhhh, oohhhh. Finalizado el mismo, no puedo salir de mi incredulidad, cuando todos ponen rumbo a sus casas, la celebración ha acabado, y ya está, eso es todo de una despedida de año, la cual para nosotros empieza justamente, cuando empieza el nuevo año.

REPITIENDO RESTAURANTE

Me voy para mi hotel contrariado, por la falta de festividad, del acontecimiento, y pensando una vez más en la diferente celebración de unas gentes y otras, sobre todo cuando llego al barrio donde se encuentra mi hotel, cuyas calles están llenas de turistas bebiendo, y ya medio borrachos, desisto de unirme a ningún grupo de estos, y me voy a las 2 de la mañana a la cama.

A la mañana siguiente, debido a la hora a la que me fui a pernoctar a mi hotel, me levanto temprano, esperando ver una ciudad un tanto desierta, debido a las celebraciones del día anterior.

Nada más lejos de la realidad, la ciudad, bulle, como un día normal y corriente, y sólo algún comercio, permanece cerrado, siendo por desgracia uno de ellos, el local donde suelo ir a tomar café todas la mañanas, teniendo que cambiar mi habitual rutina.

Después de mi café, llamo a Vy, ya que me apetece comer con ella, y quedo, para un par de horas después, las mismas en las que tardo en recorrer diversas calles del centro de Saigón, y percatarme de la falta de comercios cerrados.

Cuando ésta llega a recogerme a mi hotel, decido llevarla, para celebrar el día de año nuevo al mismo restaurante que me había gustado tanto, donde Chanh y su hermana By, me habían llevado. Vy, se queda asombrada, de mi conocimiento ya de la ciudad de Saigón, a lo que yo inmediatamente le digo con sinceridad, que es el único camino que me sé en moto desde mi hotel.

Comemos los dos por 8€, sigue siendo tan bueno y barato como siempre, se llama “Nhà Hàng Ngon”, está situado en el 160 de la calles Pasteur, P. Ben Nghé, del distrito 1.

EN BUSCA DE LAS SANDALIAS PERDIDAS

Después de la comida y los cafés, y despedirme de ella, decido ir a pié, por las calles de Saigón, con sólo un objetivo: encontrar unas sandalias de mi número.

Voy pasando por diferentes tiendas, sin resultado, incluso ante mi desesperación, caigo en lo más bajo, el visitar tiendas de las pijas, las cuales me sorprenden, ya que unas sandalias, que en España costarían sobre 60 o 90 €, aquí salen por 12 €, pero con resultado igual al de las anteriores tiendas visitadas.

Tomo conciencia, de los esfuerzos que tuvo que hacer mi amigo Sergio, y su paciente compañera Esther, los cuales me trajeron de su viaje a China, las antiguas, y me las regalaron. Me dirijo entonces al gran mercado de la ciudad, donde los encargados de las tiendas pijas me han recomendado el ir, después de que sus esfuerzos por intentar que mi pié cogiera en números inferiores, fuera infructuoso, debido supongo a la comisión que se llevarían por una venta.

En el mercado me pasa tres cuartos de lo mismo, y como si de una historia de película se tratara, cuando ya estoy a punto de desistir, en el último puesto que pregunto, me prueban un 47, grande que tienen, debido a un encargo especial que les había hecho un cliente, el cual no fue a recogerlo, me las pruebo, y me quedan justas, pero me quedan. No me paro ni a regatear, y pago por las sandalias, marca Adidas, 8 €, así que después de un peregrinaje de 4 horas vagando como alma en pena en busca de la redención, encuentro mi salvación particular.  Para celebrarlo, camino del hotel, me pido un par de bocadillos de fiambre Vietnamita, y después de haber dado debida cuenta de ellos, llamo a mis padres para felicitarlos por su santo, y caigo rendido a los pies de Morfeo.

Y EN BUSCA DE LA MOTO PERDIDA

Por la mañana, despierto aún más temprano que el día anterior, por lo que decido, recorrer, tres distritos de la ciudad a pié, para buscar una moto que comprarle a Ángel, ante la indecisión de éste del tiempo que pasará en total con nosotros, por lo que pienso que le saldrá más a cuenta el comprar que el alquilar.

Hago un total de 20 Km. a pié, tal como si fuera un peregrino del camino de Santiago, y recorro varios lugares, no encontrando nada adecuado para él. Pero sí me percato, de tres cosas, la primera es lo baratos que son los vehículos de cuatro ruedas, ya que un Fiat Cinquecento, (creo que se llama así), nuevo de concesionario, vale 3.500 €, tres veces más barato que en España, y lo sé, porque es el único que tenía el precio puesto, la segunda que las vespas antiguas, por las cuales en España, pagan los nostálgicos, ingentes cantidades, aquí, están de cuatro a seis veces más baratas que allí , y, tres, que esta ciudad es terriblemente grande y confusa, ya que debido a la mala fe de algunos, a los que desestimo su “ayuda” de ir con ellos, pagándoles un precio por ella, me hacen dar más vueltas que una peonza, pasando por magníficos templos, los cuales a la vuelta de mi camino, me percato que se encuentran cerca de mi hotel, pero como no tengo tiempo definido, es algo que disfruto.

CICERONE CON OVERBOOKING

Después de mi periplo, regreso a mi hotel, empapado de sudor, me deshago de la ropa, y del mal olor con una buena ducha, y hago mi siesta, no sin antes pensar que Ángel, me tendrá que invitar a más de una cerveza, por proporcionarme este dolor de cabeza, que yo sólo me he buscado.

Por la noche, Vy, con la que previamente había quedado, me espera en el café de un amigo, y cuando llego, está acompañada de una amiga y su novio. Tomamos un refresco, y posteriormente, marchamos los cuatro a cenar, y como no podía ser de otro modo fondue vietnamita, de pescado . Posteriormente a la cena, nos vamos a un pub, al que he decidido invitarlos, ya que ellos me invitaron a la cena, donde ponen buena música, y los cocteles son a 2$. Salimos del pub, y cada mochuelo a su olivo, empiezo a pensar, que es el último día que veo a Vy, ya que tan sólo dos días después, me toca hacer de cicerone, con Ángel y Ana, además durante dos días más, tendré otras dos compañeras en Saigón, amigas de Kiyan, un amigo de Barcelona, las cuales me han mandado un email, diciéndome que viajaban a Vietnam, y estaban interesadas en conocerme. No voy a dar a basto con tantas visitas pienso mientras mis ojos se van cerrando poco a poco.

TEMPLO CON VIRGEN

Por la mañana, decido explorar otra parte de Saigón, esta vez, en moto, ya que la caminata del día anterior, no me apetece repetirla, y quiero ver otro distrito, por el cual no se mueven turistas.

Es el número 4, un barrio de gente corriente. Lo primero que hago, es aparcar mi moto, y dirigirme a su mercado que no tiene nada de particular respecto a los demás, por lo que tardo poco en salir de él y luego deambulo andando por sus calles y callejones, hasta que llego a una de las iglesias más extrañas que he visto en este país. Está construida, igual que si fuera un templo confucionista, pero la torre que normalmente  está en ellos, está adaptada a campanario, y en donde normalmente se encuentra los diversos altares de un templo confucionista, es donde se encuentra el altar mayor; pero lo que realmente me sorprende, es una virgen que hay en el patio de la iglesia, que es exacta a la Reina del Cielo, representada en otros templos, a excepción de que esta porta un niño en sus brazos .

Me quedo en el patio del mismo, observando cómo algunos obreros, desmontan los adornos de navidad que hay en él, supongo para mí mismo, que la festividad de Reyes Magos, no es un acto que se celebre demasiado aquí, sólo los días de navidad y año nuevo.

EL DISTRITO UNO, PAN COMIDO

Finalizada mi reflexión por el recinto, y el ir y venir de obreros desbaratando, lo montado 15 días antes, vuelvo a mi moto, e intento, recordar el camino, que realicé con Chanh, el día que me llevo a desayunar. Ante mi propio asombro, me doy cuenta, que el distrito 1, y el financiero, lo manejo con mayor soltura de la que yo me creía, no me equivoco en nada, y llego directamente al restaurante, donde vuelvo a pedir Bánh Canh, que no desmerece al que comí con Chang a excepción de que la carne de cerdo se encuentra ausente del mismo.

Posteriormente marcho al mismo parque donde tomamos café, al que llego directamente, me siento en el mismo lugar , y no tardo en entablar conversación con una chica y sus acompañantes, con los que departo por unas horas, cambiando impresiones sobre su país, y la diferencia con España. Cuando llega el novio de la chica, y me percato de su mosqueo porque ella esté continuamente hablando conmigo, y haga caso omiso de él, decido marcharme, antes de ser la razón de una discusión de pareja, eso sí, no me resisto a dejarle mi número de teléfono a Phon, que así se llama, cuando esta me lo solicita, ante el cabreo de su novio.

EL CASTELLANO NOS UNE

Regreso al hotel, a ducharme, y posteriormente,  irme a tomar algo, pero ante mi sorpresa, Ham, la dueña del hotel, llama a mi puerta, y me trae como obsequio, un plato de carne de cerdo a la parrilla, unos panecillos de arroz, rellenos de carne hierbas y huevo de codorniz, los cuales son de lo más típico en Vietnam, y gelatina. Le doy muchas gracias, los tomo, y duermo mi siesta vietnamita.

Al despertar, y no teniendo ningún plan, simplemente deambulo por el barrio, paro en una terraza, a tomar una Bia Hoi, encuentro en ella, al chico, que conocí el primer día, y nos sentamos juntos para hablar.

Más tarde, al escucharme hablar en español, se nos une una japonesa, la cual estuvo viviendo en España 6 meses, y posteriormente, se fue a vivir un año a México, para perfeccionarlo. Trabaja como traductora de libros, del español al japonés en Tokio, y se encuentra con su marido de vacaciones, el cual, se nos une más tarde.

Media  hora después, también se nos une una pareja de californianos, que están viajando por dos años por el mundo, iniciando todos, en pleno corazón de Saigón, una tertulia en español, de las cuales sólo yo soy natural de un país donde se habla el mismo.

Dos horas después de varias garrafas de Bia Hoi, levantamos el vuelo, y marchamos cada uno a nuestros respectivos hoteles, y posteriormente, a nuestros respectivos viajes y vidas, pero con muchas cosas en común.

CALMA CHICHA (PRIMERA PARTE)

El día siguiente lo paso entero de holgazaneo, ya que según mis pronósticos, me esperan unos días movidos, y de pocos ratos a solas, por lo que a lo único a lo que me dedico, es a tomar cafés en las terrazas, y pasear por los mercados, simplemente, observando a las demás personas, en su vida diaria, el bullicio de las calles, y el ir y venir de gente en su rutina habitual. Veo a personas en bicicleta, que deambulan tocando un sonajero, y tal como si hubieran sido sacadas de los versos de una canción de Bob Dylan, venden el llevarte a las mismas puertas del cielo, independientemente de cuál sea tu definición del mismo.

Los carros de comida rápida, buscando el puerto de los clientes que soliciten sus servicios, y proporcionar avituallamiento a estos. Y señoritas en las puertas de los locales de masaje, que ofrecen pan de perfidia, como único plato. Todo un universo de gentes que se mueven dirigidos por la única ley, que han aprendido desde corta infancia, turista es sinónimo de dinero.

A la mañana siguiente, me despierto, con el sentimiento ya de responsabilidad, hacia mis dos nuevos compañeros, que están a punto de llegar.

Antes de marchar del hotel al aeropuerto, dejo las órdenes pertinentes a su dueño sobre el cambio de habitaciones, y demás.

Cojo el autobús 172, que es el que lleva al mismo, llego al aeropuerto con una antelación de tres horas, las cuales paso con sentimientos muy variados, desde la incertidumbre, de cómo serán ellos y de cómo nos adaptaremos, barrido este por un hormigueo constante que me corre por mis pies e inunda mi cuerpo, por la ilusión que me hace, el tener compañía de mi país, a buscar en mi experiencia histórica, momentos parecidos al que me encuentro ahora mismo, y saber cómo fueron las horas posteriores, sin llegar a conseguirlo, ya que vuelvo a pensar, que cada instante en la vida es único, y por lo tanto es uno de esos momentos, en los que te tienes que dejar llevar, y solo disfrutar de lo que tienes, mientras lo tienes, por lo que cuando los veo atravesar la puerta del aeropuerto, cargados con sus mochilas, lo único que siento es calma, una calma total y absoluta, ante lo que a partir de ahora me pueda acontecer.

 

 

Vietnam (XVI)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En el día de Noche Buena, después de haber mandado mis crónicas a Eladio, y presionarlo amigablemente a que las corrigiera, para que salieran ese mismo día, y estar cada vez más en deuda con él, me tomo con mucha calma este día, ya que lo necesito, después de una semana, un tanto ajetreada.

EN EL HOSPITAL “PRIVADO”

Salimos del hotel, a la hora de comer, y nos vamos a comer, codillo de cerdo adobado, en sopa. Luego, Vy, pone dirección, a un parque, y en el camino, en medio de casas dispersas, observo un pequeño hospital, y ante mi asombro, doy marcha atrás, y paro en el mismo, donde sale a recibirnos su médico. El hospital, es una choza, donde hay cuatro camas, ningún inquilino, y un estante con varios cajones, todos ellos llenos de hierbas, y cortezas de árbol.

Cuando le pregunto al supuesto médico, dónde aprendió medicina, me dice que por libre, que estudió, dos años en la facultad de medicina de Saigón, uno en la universidad de farmacia de Saigón, y el resto en libros sueltos, y gustosamente, me enseña, lo que son sus diplomas, y su currículo, escrito por él mismo en una libreta de colegio
Luego tomamos un té, y converso con él sobre sus clientes, ya que no es médico del servicio de sanidad del país. Me cuenta, que son aldeanos, que viven cerca de allí, y con dolencias leves, a los cuales, no duda en darles medicamentos, unos que compra él mismo en la farmacia, ya que en este país no es necesaria ninguna receta, para personarse en una de ellas, y comprar cualquier antibiótico, o droga, y otras, que hace él con hierbas y medicina tradicional.

Me despido de él, cuando empieza a observar las heridas de mi mano, y antes de que se le ocurra, examinarme, y hacerme tomar allí mismo un cóctel de pastillas, e hierbas, que puedan empeorar mi estado.

NORMALIDAD CASI ABSOLUTA

Llegamos al parque, en el que remontamos, un pequeño río, que va haciendo cascadas, y pequeñas lagunas, sobre rocas. La decepción por este entorno, empieza, cuando veo a lugareños, que disfrutan de comida y bebida, en la ribera de este, y cuando marchan, lo dejan todo allí, latas y desperdicios, no tienen aún cultura ecológica pienso que debido a su entorno.

Cuando el caminar ya se hace totalmente imposible, debido a la espesura de la jungla , y el ruido ensordecedor de animales que habitan en ella, damos marcha atrás, y regresamos.

Posteriormente, después de aprovisionarnos de 20 huevos de codorniz hervidos, algunos con sorpresa y otros no, ya me entendéis, y dos refrescos, nos vamos a playa perdida, a pegarme un baño, y disfrutar del atardecer de la misma, el cual en absoluto me decepciona.
Cuando la noche ha caído, el único reflejo que hay en la isla de lo que es la navidad, es algunos niños vestido con el traje de Papa Noel, que deambulan por la misma, de la mano de sus padres, por lo demás, es como si fuera un día normal.

MI MENÚ NAVIDEÑO

Para celebrarla, decido ir a un restaurante corriente, no de la calle, y comemos fondue Vietnamita, y sardinas frescas, enrolladas en pasta fina de arroz . En el restaurante, le pregunto a Vy, si aquí no tienen los cristianos tradición de cantar villancicos, pero ella no sabe de lo que hablo, normal, es budista, por lo que le canto uno, el más famoso, el de “Hacia Belén va una burra”, y queda encantada. Cuando termino mi repertorio, le canto el estribillo de una canción vietnamita que he aprendido, es de esas, tipo “tengo un tractor amarillo”, y ella se parte, cada vez que lo canto.

Marchamos al hotel, y por el camino, no ceso de cantar el estribillo de la canción, cada vez que pasamos por un grupo de gente en la calle, o adelantamos a una moto, con la consiguiente carcajada de ellos. Cuando llegamos al hotel, por cada vez que continuo cantando la canción, la respuesta son siempre las carcajadas de mi acompañante, y de todos los vietnamitas, por fin le pregunto qué es lo que significa esta, y ella me responde entre risas “Mi marido es el número uno”, por lo que yo en un principio me pongo rojo de vergüenza, luego acabo riéndome de mi mismo.

Doy por cerrada la noche buena, ya que mi cansancio es grande, y prefiero dormir, pero no sin antes volverle a cantar a mi compañera, un par de veces el estribillo de la canción.

MIRANDO EL MERCADO DESDE LA BARRERA

Por la mañana, siendo fiel al dicho de “cuanto menos haces, menos ganas tienes de hacer”, no salgo del hotel hasta bien entrada la mañana. Nos dirigimos al mercado, ya que Vy, quiere comprarle a su hermana, productos típicos de la isla, como pescado seco, y una pasta de gamba, que hacen, que está tremendamente salada, y tiene un gran sabor.

Hace que la espere en un café, para evitar que cuando la compre y me vean, le cobren de más, yo lo acepto con gusto, ya que en el café, veo el trasiego del mercado, y observo, cómo unos niños, le traen a la vendedora del puesto que hay a mi lado, un extraño lagarto que han cazado, y posteriormente se lo venden, desconociendo yo, para que querrá a semejante ser la vendedora. Supongo, que acabará en el estómago de algún vietnamita.

DESDE EL PUERTO

Posteriormente, compramos los billetes de barco, para el día siguiente, con regreso a Ha Tien, justo en la frontera con Camboya. Al ser la distancia menor, nos sale los dos billetes y la moto, por 16,5 €. Como el puerto de salida, es distinto al de entrada, decidimos después de comer, el acercarnos a él, para comprobar la distancia real, y calcular, a qué hora debemos de salir del hotel.

Cuando llegamos al puerto, vemos que su embarcadero se introduce en el mar unos 500 m. ya que las aguas cercanas a la orilla, son muy poco profundas. Decido tomar un café, y observar a niños y algún anciano, que intentan vender a los turistas, alguna estrella de mar, o caracoles y almejas, que recogen de las aguas poco profundas del embarcadero.

Regresamos al hotel, para ver el último atardecer desde la playa de este, acompañado de una cerveza bien fría, y tumbado en una Hamaca. No quiero estresarme, en el día de Navidad, ya que por la mañana, comienzo de nuevo a rodar, y mi regreso paulatino a Saigón, para pasar la Noche Vieja, y donde esperaré a Ángel, un amigo cordobés, que viene el día 5, para unirse a mi periplo, durante diez días.

TESORO DE VY Y MAREJADILLA

Por la mañana, cuando despierto, Vy, ha recogido la ropa, del tendedero, y ha hecho mi mochila, y espera pacientemente a que me levante. Cada vez pienso más en la suerte que tendrá la persona que dé con ella.

Nos dirigimos al embarcadero, y montamos en el barco, que lejos del que nos trajo la primera vez a la isla, es bastante más pequeño, y el mar está un poco revuelto, por lo que preveo, un viaje, cuando menos poco aburrido.

Mis pronósticos se confirman, y el ir y venir de la única azafata del barco, con bolsas para el mareo, es constante. Ni mi compañera ni yo, sufrimos de esta dolencia, y nos limitamos a ver el número de personas, que poco a poco van solicitando los servicios de la tripulación. A medio camino, el barco sufre goteras, por las olas que le salpican, por lo que la mitad de los pasajeros tienen que pasar el trayecto de pie, en la parte trasera, donde no se mojan.

Llegamos por fin a Ha Tien, lejos de ser una localidad aburrida, tiene un bullicioso mercado, y muchos hoteles. Está a tan sólo a 8 km. de la frontera con Camboya, lo que hace lógico la existencia de los numerosos hoteles de la ciudad.

BARATO HOTEL

Encontramos uno, en la zona que más me gusta, el mercado, por tan solo 5,50 €, y después de dejar las cosas, marchamos al mercado a dar una vuelta, donde observamos, los diversos productos de éste, y la gran variedad de caracoles, gigantescos que hay en él.

Posteriormente nos vamos a comer, y decido pedir de beber soda, la cual es agua mineral con gas, pero te ponen azúcar, y lima fresca, y te preparas tú mismo tu 7Up. Para comer, pedimos ya que es una localidad de mar, gambas, en salsa, y calamar con piña y salsa de tomates frescos, todo exquisito, acompañado por dos platos de arroz, el precio final 5 €.

De allí, al hotel, donde Vy, ya conocedora de mis gustos, pide un café y entrevista al dueño por los lugares de interés de la ciudad.

CONVERSADO CON UN MONJE

Finalizados los cafés, marchamos a una pagoda, que se encuentra en una montaña, parecida a las de mármol de Danang, donde hay una escuela de monjes confucionistas. Visitando el lugar, uno de los monjes se me acerca, y conversamos, haciéndome mi compañera de traductora. Éste me cuenta que estuvo en la guerra con EE.UU., y en el bando americano, y que más tarde, estuvo en la guerra de Camboya, donde recibió un tiro en el brazo, que se encarga de enseñarme. También me cuenta que los niños de la escuela, entran con 5 años, y están por 10 años en ella, luego, me enseña desde la pagoda, un edificio lejano que hay, y me dice que es Camboya, y que el edificio es un Casino, donde acuden los vietnamitas, ya que en su país el juego está prohibido.

Nos despedimos del monje, y nos introducimos en el interior de la cueva de la montaña, y vemos el templo, donde  Vy, me obliga, a encenderle una barra de incienso a un buda, y otra a Confucio, y me encuentro esculturas de varios dioses, incluso del homólogo del diablo de la fe cristiana, su color es igual rojo.

PULPA DE COCO,  CAVERNAS Y BÚFALOS

De allí, marchamos a refrescarnos, por el intenso calor que hace, y entramos en un local, ya habitual en esta zona, que tiene pocas sillas, y la mayoría son hamacas. Tomamos jugo de caña de azúcar, y compramos, una de las cosas más exquisitas que hasta ahora he comido: es pulpa de una clase de cocos, diferentes a los de agua, y a los que he visto normalmente. Ésta la prensan y la dejan secar, sabe poco a coco, y tiene un sabor tremendamente dulce, y al secar la pulpa, tiene un textura granulada; cada pieza pesa al menos 80 gramos, y me como dos, por lo que quedo muy lleno.

De allí, marchamos a una montaña, que en el interior tiene varias cavernas, pero nada digno de reseñar, ya que carecen de luz, y son pequeñas, solo la gran caminata que nos pegamos en los escalones que recorren la montaña, por lo que los dos dulces zampados, no han tardado en ser quemados.

Bajamos, de la misma, y hago alguna foto de los búfalos de agua, que retozan cerca de los arrozales, indiferentes al trasiego de los vendedores de bebidas, que se encentran a la entrada de la montaña, y de una mujer, que lava en los acuíferos, los vasos de las bebidas.

SORTEANDO LAS MINAS ESPAÑOLAS

Nos dirigimos a la frontera de Camboya, que se encuentra a tan solo 2 km. observo el ir y venir de gente en motos, y cargada con bultos en ellas, llenos de productos de contrabando, y me fijo también en la extensa valla, que separa un país y otro, y por solo un momento, pienso en inspeccionarla, y que seguramente encontraré, algún reducto por donde cruzarla, pero desestimo la idea, ya que este país, lo visitaré con tranquilidad. Además esta zona, hace tan solo 20 años, estaba en guerra, y está llena aún de minas sin desactivar, curiosamente de fabricación española, otra cosa más, para no sentirnos orgullosos, ya que me he percatado, que hay numerosos agricultores en muletas, que han pagado un alto precio, por ello.

TABACO BARATO Y CARACOLES DE 1 KILO

Regresamos a Ha Tien, y de nuevo al mercado, y cuando pensaba que el tabaco, no lo iba a encontrar más barato, me doy cuenta, que hay numerosos puestos en el mismo, de tabaco procedente de Camboya, y Tailandia, a tan solo 24 cent. el paquete. Compro uno de cada país, para probarlos, y continuamos recorrido.

Paro entonces en un puesto de marisco, compramos 2 caracoles de mar, que pesan 1kg. y también, almejas, y otros caracoles más pequeños; mi compañera se ha empeñado en hacerme la cena, y me hace que me suba a la habitación, a escribir mis crónicas, mientras ella queda de charla con la dueña del hotel.

Dos horas después, regresa con la comida a la habitación, y la comemos gustosamente en el gran balcón de la misma , mientras vemos como poco a poco, van desmontando los puestos del mercado, y las calles van quedando solitarias. Al finalizar la cena, a dormir, que mañana nos espera camino.

DESVELOS E HIMNO

A las 4,30 de la mañana, me desvelo, y me asomo al balcón, contemplo entonces que el mercado bulle ya de gente, con el ir y venir, atónito, saco mi cámara, y desde el balcón de la habitación, realizo alguna foto, del trasiego del mismo. Intento dormir, pero a las 5 de la mañana, suena en los altavoces de la ciudad, algo que es normal en todo este país, la radio nacional, con el himno del país, el cual tiene un estribillo, parecido a la canción  de los siete enanitos de Blancanieves cuando regresan de trabajar, y posteriormente, hay una clase de gimnasia, con diferentes ejercicios, a los que ningún viandante hace caso.

Imposible dormir, por lo que me quedo en el balcón, mientras mi compañera duerme plácidamente, y contesto emails, y escribo, mientras el sol poco a poco, va inundando de luz el mercado, y la desembocadura del río en el mar. Posteriormente, ante la imposibilidad de conciliar de nuevo el sueño, decido bajar a dar una vuelta más al mercado, antes de marchar de la ciudad.

BENDITAS HAMACAS

Continuamos camino, esta vez lo hacemos por carreteras secundarias, lo cual agradezco enormemente. Es algo más lento, y seguimos la ribera de uno de los brazos del Mekong. Atravesamos aldeas, y puentes, e incluso cogemos alguna barca, que nos cruza el río de un lado a otro, parando en los cafés que tienen hamacas, algo a lo que agradablemente me he acostumbrado, a disfrutar del café tumbado viendo la ribera  y los barcos que lo navegan.

Llegamos a Chau Doc, también cerca de la frontera con Camboya, una localidad, que me sorprende, ya que está llena de templos y pagodas, e incluso hay dos mezquitas musulmanas. Paramos aquí, y después de encontrar hotel y asearnos, la visitamos.

Tiene varias pagodas, y templos budistas y confucionistas, todos ellos con hermosos colores, y estructura, donde se adora a diferentes dioses, pero de todas ellas, destaca por sus grandes dimensiones, no por sus vivos colores una, la de Chau Phu, que está dedicada a un general de la dinastía de los Nguyen, que se encuentra enterrado en la localidad, y donde no me dejan tomar fotografías del interior.

EL COMERCIO DE LA RELIGIÓN

A ella vienen monjes budistas y confucionistas en peregrinación, y fieles de las dos religiones, las cuales en este país se fusionan.  Realizan ofrendas a Buda y Confucio, de comida y billetes falsos, y cuanto más ricas e importantes son las personas, mejores son las ofrendas, los cuales luego queman en unos grandes contenedores.

Es parecido a cualquier otro lugar, donde van en peregrinación gentes religiosas, indiferentemente sean de la religión que sean, y toda la localidad, vive de esto, restaurantes, hoteles, y diferentes comercios, donde todo tiene precio en nombre de Dios y la religión.

Regresamos al hotel, para hacer la siesta Vietnamita, la cual en esta ocasión acojo con gran satisfacción, ya que desde las cuatro y media de la mañana, en que el alboroto del mercado me despertó, no he parado.

RATA AÚN NO

Despierto, para lo hora, cómo no, de la merienda, y así lo hago, zampándome otro de esos maravillosos dulces que he traído de Ha Tiem. Posteriormente damos otra vuelta a la ciudad, tomamos un refresco, en un restaurante callejero, acompañado del plato que aún no he probado en este país, pero que antes de marchar probablemente lo haga, rata.

Posteriormente marchamos a dormir, al día siguiente, es una etapa de solo trámite, ya que nos acercamos a Saigón, pero no llegaré aún a esta ciudad, ya que corro el peligro de no tener hotel, debido a que es temporada alta, y mi reserva es para el día 29.

Por la mañana, sin prisa, salimos de la ciudad, y tomamos un ferri primero, que nos conduce a otra carretera secundaria, esta vez pasamos por aldeas interminables, a los lados de la carretera, ya que todas están unidas, a lo largo de un total aproximado de 20 km. Posteriormente, volvemos a cruzar otro brazo del delta, en él veo como en cuatro grandes barcazas hay dispuestas al menos cien personas, las cuales llenan sacos de tierra, que luego tiran al río, y después de observarlos, llego a la conclusión, que están construyendo la ampliación del puerto de la localidad, confirmándomelo más tarde un lugareño, a través de mi traductora incansable Vy.

DICHOSO PEAJE

Después de varios cruces y carreteras, pasamos un puente de una pequeña ciudad, por el que tenemos que pagar peaje, no es mucho, 12 cent. Es la primera vez que pago peaje, por una carretera o puente en Vietnam, todos los vehículos de más de dos ruedas, pagan peaje en todas las carreteras, aunque éstas se encuentren en un estado lamentable, que es lo más normal. Para amortizar el pago del mismo, en mitad del puente, realizo una foto, de las casas flotantes que se pueden ver desde el mismo. Estas están sobre bidones, que hacen que la casa flote sobre el agua, lo que facilita su traslado por el río: es parecido a vivir en una caravana acuática.

Llegamos a Tan An, a tan sólo 50 Km. de Saigón, una localidad, la cual no tienen nada en sí, pero como ya he dicho hoy es día de puro trámite.

REYES ANTICIPADOS

Por la tarde Ana, la gallega, me da una sorpresa, ha decidido adelantar su viaje, y viene en el mismo vuelo que Ángel, los dos llegan el día 5, tal y como si los Reyes Magos me los dejaran como regalo.

Yo aún estoy escéptico: son dos personas, a las cuales solo conozco por email, y por teléfono, pienso que nos adaptaremos todos, pero con lo que no contaba, era con que vinieran de sopetón los dos, pero bueno, ya veremos, si nos llevamos todos bien, y no comenzamos una nueva guerra en Vietnam, debido al mal humor que en ocasiones me caracteriza. Eso solo el tiempo lo dirá.

Será como uno de esos reality Show, en el que tres personas totalmente desconocidas, se juntan, para pasar un tiempo juntos, teniendo pruebas a las que enfrentarse, pero con una diferencia, el primer nominado, ya está elegido, será Ángel, debido al corto tiempo, del que dispone para acompañarnos.

Pienso mientras poco a poco mis ojos se van cerrando, con que mañana volveré a ver a mi ciudad enamorada Saigón.

ADIOS, VY

Llego a Saigón temprano, sobre las 12 de la mañana, y lo primero, dejar a Vy en su casa. Me despido de ella, y la veo alejarse, me saluda con el brazo antes de ser engullida por el gentío que llena las calles de su barrio, empiezo a tomar conciencia, de que me quedan pocos días ya para disfrutar de su compañía. Sé que echaré de menos, esa manera de andar, con sus pies señalando siempre las dos menos diez, sus dos puñaladas en un tomate que a uno siempre le hacen pensar, si está despierta o dormida, la enorme paciencia que ha tenido conmigo, y sobre todo, el hambre de conocimiento, hacia todo, con esa chispa de inteligencia, que le hace resaltar entre todos los demás. Ha sido una compañera cuando menos perfecta de viaje, ha aprendido más español que yo vietnamita, y se ha adaptado con pasmosa perfección a todo mi viaje, sin rechistar, interesándose por todo lo que me interesaba, y cuidándome como si de su familia fuera, por todo siempre le estaré agradecido.

FAVORITISMO EN EL HOTEL

Me dirijo a mi hotel, y cuando la dueña Ham, me ve, me recibe con toda la calurosa bienvenida, que la cultura oriental permite. Para agradecerme que me quede con ellos una semana, me da la habitación situada en el último piso, cuando ya me había olvidado de esa escalera tan empinada que tiene unos escalones pequeños, que me hacen ascenderlos de puntillas, debido al tamaño de mi pie.

Después de una ducha, lo primero, el saborear en una calle concurrida, adyacente al hotel, en una terraza, un café vietnamita (café suda), paladeándolo con todo el tiempo por delante que se le permite a una persona que no tiene prisa.

Me queda en esta ciudad hasta la venida de Ana y Ángel, un largo tiempo, que aprovecharé para gestionar el alquiler de la moto de Ángel, los autobuses y combinaciones que debo coger, tanto para la ida, como para la vuelta del aeropuerto, y el hotel para los tres. Con la diligencia y el nerviosismo que me caracteriza, lo tengo todo solucionado, a falta de concretar los últimos flecos del alquiler de la moto, en menos de dos horas, pensando para mí, que haré tanto tiempo en esta ciudad, sin ningún plan previsto, excepto la cena de noche vieja, que prometí pasar con Chanh y su familia, pero la verdad, aprovechando que estoy en una hermosa ciudad, y es el primer fin de año que paso en una, lo que menos me apetece, es meterme en una casa, a las afueras de Saigón, para hacer una cena de noche vieja, pero seguro que algo se me ocurrirá, para evitarlo.

PLASTIFICADOS EN BICICLETA

Por la noche del día siguiente, he quedado ya para cenar con Chanh y su hermana, y les he prevenido, que esta vez no se libran de que pague yo la cena, y me llevan a un restaurante de la calle, a comer marisco picante, caracoles, cangrejos, y navajas, todo exquisito, y con bebida, por tan solo 6 € los tres. Mientras pago, veo como Chanh, se levanta y se dirige a una vendedora ambulante que va con una bicicleta, y le entrega la documentación de la moto. Mi curiosidad, me impide el estar sentado, y me acerco a ver el tejemaneje que se trae, veo con incredulidad, que la mujer que va en bicicleta, hace plastificaciones en el acto, una de las profesiones ambulantes, más curiosas que he visto, y todo desde una bicicleta, muy ingenioso.

UN MINUTO DE FILOSOFÍA RELIGIOSA

En la sobremesa, le comento a los hermanos, mis pensamientos sobre la cena del día siguiente, ellos, reciben con alegría mi comunicado, ya que pensaban lo mismo, que si nos íbamos a casa de sus padres a cenar, sería imposible que nos dejaran marcharnos posteriormente, por lo que el nuevo plan es que ellos a las 6 de la tarde, cenan con su familia, y quedamos a las 9 en la puerta de mi hotel, para luego ir a celebrar la entrada de año. Quedamos complacidas las dos partes, con el nuevo plan.

Para celebrarlo, tomamos café, en una calle cercana a mi hotel, y mientras veo a los hermanos, que bendicen todo aquello que van a comer o beber, pienso en el día de la ciudad de Chau Doc, de sus diferentes templos, y que los hombres, a lo largo de la historia, han intentado darle sentido a aquello, que escapaba a su comprensión, buscando todos, los paraísos perdidos.

Unos en las idas y venidas al baño, que conducen inevitablemente por calles de dirección prohibida, hasta el final de trayecto, y otros encontrando respuesta en la religión. Me asalta entonces una duda eterna que siempre he tenido, y es que en todas las religiones, los Dioses o el único Dios, que creen tener, tienen dos cosas en común, la primera es que todos son todopoderosos, y la segunda, que siéndolo, necesitan siempre dinero.

La verdad es que lo que siempre, he creído, es que la religión no es mala, es un código de conducta cívica hacia los demás, ya que ninguna predica el asesinar, el robar, el decir mentiras, o hacer maldades. Yo particularmente, en lo único que creo es en no hacerle daño a los demás, ayudarles si está en mi mano, y que los peores pecados que se cometen, son contra los demás, no contra Dios.

Pero los hombres, siempre se han empeñado a lo largo de la historia, en utilizar las distintas religiones, para el control y manipulación de sus semejantes, asesinando si ha hecho falta en nombre del que creen el verdadero Dios, o si contradices lo que ellos creen cierto, pero con la hipocresía, de que defienden y hacen de manera vil, lo contrario que predica su religión, y esgrimiendo siempre la palabra Fe, la cual Mark Twain definía “Fe es creer en algo que sabes que no es cierto”.

Yo mismo debido a mi educación católica que mis padres me dieron, no puedo evitar al salir o al entrar en mi pueblo, donde está el cementerio, y una torre mora, en la cual hay una Virgen a la que los habitantes de mi pueblo le tienen gran devoción, el santiguarme, aunque alguna vez, mientras lo hacía, con un punto de ironía, he pensado en el eslogan que hay en las administraciones de lotería “¿Y si toca aquí?”.

La verdad, es que nadie volvió después de muerto, para decirnos, si hay algo más allá, pero si algún día se pudiera averiguar, me juego mi cuello, a que todas las religiones, lo desestimarían, como han hecho con tantas otras cosas, que se han demostrado científicamente, ya que merman su poder y control sobre los demás.

En todas ellas se exige, una constancia en ir al templo, mezquita, iglesia, sinagoga, o centro de reunión, y todas predican la caridad hacia los demás, pero aún no vi a ninguna, el condonar la asiduidad a sus templos, por dar de comer en un comedor de pobres, cuidar o hacer compañía a los enfermos, o simplemente el jugar con tus hijos, cuando indudablemente me da que pensar, si para Dios o los Dioses es más importante que dediques una hora a la semana a ir a sus templos, o a realizar las otras tareas, la respuesta creo que es fácil, pero ¿qué organización religiosa dejaría marchar a sus fieles, y no poder así manipularlos?.

PROPÓSITO FIN DE AÑO

Finalizo este año, de una manera enormemente distinta a la del año pasado. Hoy hace exactamente un año, que me prometí ser fiel a mí mismo, y a lo que sentía, sin saber aún hacia donde me conduciría el camino que tomaba, ni tan siquiera había decidido, el irme de viaje.

Pero lo primero, que hice, fue decirle a mi pareja, que todo finalizaba, que ni ella ni yo, íbamos a poder ser felices jamás estando juntos. Creo que ha sido la decisión más difícil de toda mi vida, pero era necesario, por ella y por mí mismo.

No sé que me deparará el futuro, ni donde estaré el año que viene, pero lo único que de verdad me importa, es aprender más de las gentes, de sus culturas, de sus distintas maneras de vivir, y seguir siendo fiel a mí mismo, a mis sentimientos, y a mi manera de pensar. Lo demás ya me parece secundario, y las cosas, buenas o malas, que me sucedan simplemente le llamo vivir.

FELIZ AÑO 2011, desde Saigón.