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En los días venideros que preceden a la marcha de Ángel, un sentimiento de aflicción poco a poco, va haciendo presencia en nuestros corazones, pues esta entrañable persona, que nos ha visitado por un corto espacio de tiempo, ha ido ganándose nuestra amistad.
Nos hemos embarcado juntos, en una aventura, a la que muchos, rehusarían, por nuestra manera de viajar, y a la que él, desde el primer momento se adaptó con agrado.
MENÚ Y ROPA ESPECIAL
En el día anterior, como no podía ser de otra manera, marchamos a comer, por el mediodía, a un restaurante, donde tomamos, unas gelatinas de arroz, hechas al vapor, que están rellenas, de cebolla y carne picada unas, y otras de camarones, todo ello envuelto en hojas de plátano, y como postre, un masaje, en el mismo lugar donde tres meses antes, me los había realizado .
A la salida del local de masaje, ponemos rumbo a Hoi An, con la intención, tanto Maruxiña como yo, de hacernos unos pantalones, los cuales nos son necesarios, antes de la marcha a Hanoi, para el Tet, ya que mis amigos de allí, me han comentado, que hace frío.
Maruxiña, elige, unos de diseño, hechos a medida, los cuales, le quedan muy bien, pero lo que en cierta manera nos deja sorprendidos, es cuando Ángel los ve, y le gustan, y decide hacerse otros exactamente igual para él . Cuando éste me pregunta mi parecer, le contesto irremediablemente, que no tendrá competencia en Córdoba, ya que estos son únicos. Yo por mi parte, elijo unos un poco más prácticos, tipo militares, de una fuerte tela de algodón, y desmontables, en bermudas.
Cuando pagamos por el encargo, el cual tardan solo un par de horas en hacerlos, nos quedamos sorprendidos, los míos son los más caros, debido a la confección de cremalleras, y numerosos bolsillos, 15 euros, los de Maruxiña y Ángel, 11 euros cada uno, además de ser de una tela buena, los acabados, son estupendos.
Esta ciudad, está inundadas de tiendas de confección de vestidos y trajes, y trasladan todas las ideas de tu imaginación a tela de todas las clases, y con unos precios de risa, un vestido de seda de novia, puede llegar a costar 300 euros, y un vestido de invitado de boda, también en seda, 40 euros.
HASTA SIEMPRE EN MEDIO DE UN TRÁFICO INFERNAL
Finalizamos el día, a las orillas de la playa de China, comiendo unos sándwiches y de tertulia, sin poder evitar el pensar, que es la última noche de Ángel con nosotros, pero que es posible, que se una de nuevo a nuestro camino, cuando estemos por Tailandia, por lo que al día siguiente, no será una despedida, la que hagamos, sino un hasta la próxima, amigo.
En el día posterior, haciendo un exceso de tiempo perdido, salimos del hotel, a las dos de la tarde, fijando como rumbo, un restaurante, donde los tres repasamos, lo que han sido estos días en compañía, las anécdotas que nos han acaecido, y las vicisitudes del viaje.
Nos pegamos un atracón de promesas de buenas voluntades para el futuro, y carne, pasta, y una pizza gigantesca, a la cual Maruxiña invita con gusto, finalizándolo todo, en el café donde tantas tardes hemos pasado.
Llevo a Ángel al aeropuerto, sorteando lo de siempre, motos en dirección contraria, cruces carentes de stop, y rotondas, donde jamás nadie sabe quién tiene preferencia de paso, mientras mi acompañante me comenta que a lo que jamás se acostumbraría es al tráfico de este país.
SANO Y SALVO Y CON EL PELLIZCO DE LA VUELTA
Cuando llegamos al aeropuerto, nos tenemos que despedir como a mí me gusta, en un suspiro de tiempo, sin dar oportunidad, a que afloren los sentimientos, ni los largos y eternos adioses. Veo a Ángel atravesar las puertas de la zona de salidas, con su casco aún en la cabeza, y su mochila a su espalda, desde lejos antes de perderlo de vista, me dice adiós con la mano, mientras para mis adentros le digo, adiós Motormán adiós .
Vuelve tal y como le prometí a su padre sano y salvo a España, y espero que también con la promesa cumplida, que le hice a él en su día, No verás todo Vietnam, es imposible, tan solo una pequeña parte, pero te puedo asegurar, que la manera de viajar, y lo que vivirás, será diferente a lo que los demás turistas vean y sientan, y correrás serio peligro de no querer regresar, y que ya no quieras viajar de otra manera.
En la mañana siguiente, visitamos los templos de Hoi An, es una mañana de esas que en España, se dice tonta, con el cielo gris, y de continuo flirteo con la lluvia. Paseamos por las calles, y nos adentramos en varios templos, quedando Maruxiña muy sorprendida de algunos de ellos, sobre todo de uno en el que hay un cachorro, con el que juguetea .
EL PATRÓN DE LOS MERCADOS
Posteriormente, comemos en el mercado, y observamos en éste, atónitos, cómo grupos de gente baila en las calles del mismo, al son de un karaoke estridente, que hay montado en ellas . Cuando mi compañera me pregunta, por el estado festivo de los miembros del mercado, le digo que no sé, que puede que sea el patrón de los mercadillos, y ella, extrañada, me dice que cómo se llama, a lo que con pasividad, le contesto que en España, creo que se llama San Richard de todos los gitanos, a lo que no puede evitar el soltar una carcajada.
Posteriormente, le preguntamos a la dueña de uno de los puestos, por la festividad del día, a lo que nos contesta que son las festividades que preceden al Tet.
Pasamos el resto de la tarde de tertulia en el balcón de una heladería, observando desde el mismo, el paso de barcos por el río, y el ir y venir de transeúntes, en las calles ocasionalmente mojadas por la llovizna vespertina .
CENA DEL TET
Cuando regresamos al hotel, y ante la proximidad del Tet, el dueño, nos sorprende cuando llama a nuestra habitación, y nos trae una copiosa cena de rollos de arroz, gelatina de algo que mi acompañante y yo no conseguimos descifrar, y una fruta exótica, de sabor parecido a la chirimoya, y cerveza, con la que brindamos los tres, deseando un feliz año nuevo para todos los vietnamitas .
Aunque Maruxiña y yo ya habíamos cenado, no podemos por vergüenza, el despreciar esta ofrenda del que se ha convertido poco a poco en alguien entrañable para nosotros, y que a cada entrada en el aparcamiento del hotel, nos saluda siempre con un efusivo Hello, y a su mujer, la cual como es típico de las vietnamitas, carece de menos picardía que su conyugue.
POR LAS RUINAS
Por la mañana, cuando el tiempo es indulgente, ponemos rumbo a las ruinas de My Son, pasamos por pueblos pequeños, y por carreteras inundadas de anuncios de las mismas. Cuando llegamos al centro de visitantes, pagamos la entrada, 2,10 euros, y nos adentramos por un camino de piedra, hasta el aparcamiento, donde dejamos la moto.
Continuamos unos 500 metros a pie, hasta llegar a los dos primeros grupos B, C y D, los que mejor conservados están, tal y como me dijo Yani, no son algo que pueda llegar a sorprender al visitante, pero es el conjunto arqueológico mas grande con el que cuenta este país, por lo que es de obligatoria visita.
Tienen una extensión de unos 1.500 metros cuadrados, y son de la época de la dinastía Champa, de estilo Cham, por lo que abarcan desde el siglo IV, al XIII, pero, destruidos, y vueltos a construir en los siglos posteriores.
La mayoría de los templos, son dedicados a Shiva, siendo algunos de ellos bibliotecas, y otros simples almacenes, donde se guardaban las ornamentaciones . Contemplamos, los distintos templos, medio en ruinas que tiene, ya que muchos, fueron destruidos durante la guerra con los EE.UU., y aún se puede ver algún que otro cráter de las bombas que cayeron sobre estos.
Posteriormente, pasamos el rio, y nos dirigimos a los A y G, los cuales, están en proceso de restauración, por lo que tampoco es de destacar demasiado, es más, vale mucho la pena el paisaje que se contempla en el camino a los conjuntos en sí. Descansamos a mitad del recorrido bajo un árbol, contemplando el paisaje bajo la lluvia, escuchando el sonido de los diversos animales que habitan en el lugar, y el vagar por los conjuntos de turistas, que una y otra vez tropiezan con las piedras casuales del camino.
UN POCO DE CERDO
Finalizada la visita, y haciendo caso al sonido de nuestros estómagos, ponemos rumbo a un restaurante local, que observé en la carretera, en el cual hacían carne a la brasa.
Paramos en el mismo, y ya en la puerta, encontramos a su dueña, haciendo uno entero a la brasa, y es inevitable que me venga a la memoria mi amigo Nguyen y su restaurante .
Maruxiña y yo somos capaces de acabar con un kilo de éste, el cual me deja lleno a mí, y apaciguadas las ganas de comer carne de ella, aunque su sabor dista mucho del que comí en el norte.
Regresamos al hotel, con la benevolencia de la lluvia que se ha ausentado un momento del cielo, para posteriormente durante la noche, descargar todo lo que había estado guardando celosamente.
DE NUEVO EN EL TREN
En el día siguiente, nos tomamos las cosas con más calma, ya que no cesa de llover, y nos acercamos a Danang, para sacar el billete de tren, e intentar llevarnos la moto de Ángel, para Hanoi. Tal y como temía, no hay billetes para la moto, ya que con la proximidad del Tet, esta todo completo, y nosotros tenemos que sacarnos un billete de ida sentados, y dejar abierto el de vuelta, ya que no tenemos muy claro el día de regreso.
He intentado ponerme en contacto con Chang, pero esta lleva ya varias semanas sin tener el teléfono disponible, y no ha contestado a los emails que le he enviado, por lo que me pienso que algo le ha podido suceder, ya que no es persona de dejar tirados a los demás, algo que he comprobado en varias ocasiones.
Sin embargo, mi amiga Hai, en el primer momento que le comenté que para el Tet, estaría en Hanoi, no ha dudado en invitarme a alguna comida para la celebración de éste, e incluso cuando la llamo, para comunicarle el día y hora que llega mi tren, se decepciona, por no poder ir a una fiesta que hace, para la despedida del año.
Maruxiña, a la hora de sacar el billete de tren, me ha dado de nuevo una sorpresa en su manera de ser, ya que dudé en un primer momento de sacarlo, por no haber billetes en coche cama, ya que el viaje es de 16 horas, pero al consultárselo, ella me respondió sin inmutarse, que como si eran 28, que peores trenes y transportes tendríamos que coger en el largo camino que nos queda por recorrer.
OTRA PRUEBA DE FUEGO
Después de sacar los billetes, llevo a Maruxiña, a otra prueba de fuego, para cualquier persona que se precie con escrúpulos europeos, a comer lo que para mí es uno de los mejores Pho, que he comido en este país, pero el local es uno de los más cochambrosos de los que yo he visitado en este país, ya que se come acompañado, por la carrera furtiva de alguna rata, que busca bajo las mesas, el rastro del alimento ausente, que algún cliente pudiera haber dejado caer.
Maruxiña, deja a un lado las posibles finuras que pudiera haber traído consigo, y disfruta enormemente de la comida, quedando gratamente complacida con la misma, e incluso comentándome, que a la vuelta, tenemos que repetir en este local, por lo que tiene mi total y absoluta aprobación.
POR LA NH 17
Al día siguiente, decidimos realizar la ruta que ya tenía varios días antes en mente, desde Hoi An a Kham Duc, ida y vuelta, son unos 200 km. Pero que la mayor parte del camino se realiza por la carretera NH 17, la cual es buena, y el paisaje supera las pocas deficiencias que pudiera tener esta.
Salimos del hotel equipados con el mp3, para hacer el viaje aun más bello si cabe, y una vez pasado el primer pueblo después de Hoi An, nos percatamos, de la ausencia de turistas en el recorrido, ya que todas las personas que nos encontramos, y le preguntamos la dirección hacia el siguiente pueblo, quedan extrañadas de vernos .
Pasamos por aldeas, de poca densidad de población, y grandes arrozales, por ríos de color dorado, y cascadas de plata, que serpentean en la montaña buscando salida entre las trabas de las rocas de su camino, y mientras Israel Kamakawiwo, nos canta Somewhere Over The Rainbow (En algún lugar sobre el arcoíris), nosotros, vamos a la búsqueda de ese emplazamiento, subiendo montañas de suma belleza, y bajando a valles de heterogénea divinidad, atravesando aldeas de habitantes desconcertados por la visita de dos foráneos, que irrumpen en la rutina de sus días, hasta bajar de nuevo de ese arcoíris, y regresar al hotel que ya se ha convertido en nuestro hogar eventual .
CON SABOR A MAR
En el día de la marcha a la celebración del Tet, pasamos la mayor parte del mismo, en Danang, dejando que la arena del tiempo, se escurra entre nuestros dedos, en compañía de cafés, y una última comida a la salud de Ángel en uno de los restaurantes donde él ya nos había acompañado, pedimos lo de siempre: de primero, un kilo de almejas, y un kilo de cangrejos al vapor, de los cuales mi acompañante, queda complacida, de su sabor a mar.
Terminamos nuestras horas en Danang, departiendo, y pensando en el día siguiente, Maruxiña con expectación, por ver ya una ciudad que no conoce, y de la que le he hablado mucho, y yo con la vista puesta a la celebración del Tet, y de volver a ver los amigos que dejé en esta ciudad, con la que siempre he mantenido una relación de amor-odio inevitable, y por otra parte, con animosidad, por el hacer labores de cicerone con mi contertulia, y el saber sus impresiones sobre la misma.
ROMÁNTICO TREN
Cuando el tren comienza su trayecto, y ya estamos acomodados en nuestros asientos, para lo que será un largo viaje, con el traqueteo que mece el vagón del tren, Maruxiña, reposa su cabeza sobre mi hombro y a ritmo del balanceo poco a poco va cerrando sus ojos, la miro con dulzura, y le susurro a su oído,
– Gracias por acompañarme.
Ella entre abre los suyos, me mira, y me contesta con ese acento gallego, que tanto me gusta
No gracias a ti por dejarme estar a tu lado.
Continuamos camino, hacia el norte, donde nos espera un clima más frío que la última vez que lo visité, pero con unos hogares rebosantes de calor y felicidad por las fechas venideras.