Vietnam (XV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Por la mañana salgo de Saigón, con mi nueva acompañante Vy, con destino definido, My Tho, población, en medio del delta del Mekong, pero con incertidumbre de si mi acompañante se adaptará a mi manera de viajar, y conociéndola más bien poco.

GPS HUMANO

Agradezco enormemente el que se halla unido a mi camino, ya que en la primera traba, que es el salir de Saigón, lo tengo más que solucionada, ya que mi acompañante, me guía en las diferentes intersecciones que me encuentro, y tardamos solo 20 minutos en salir de la gran ciudad.

My Tho, se encuentra cerca, a tan solo 2 horas de camino, pero he preferido hacer primera etapa corta, ya que el lugar a donde me dirijo, vale la pena, por su ubicación.

Llegamos a la ciudad, y encontramos un hotel, justo en la ribera del río, 6,50 €, la habitación doble, con aire acondicionado, pero sin ventilador, por lo que toca pasar calor, ya que me niego a ponerlo, no quiero continuar con el rosario de resfriados ahora que estoy totalmente recuperado.

SINTONÍA

Después de asearnos, salimos a comer, y primera gran alegría, ya que mi acompañante es de la misma manera de pensar que yo: comida vietnamita, y no pagar por algo que no lo merece. Comemos Com Tam, arroz con filetes de cerdo adobados y a la brasa.

Vy, empieza en lo que será la tónica del viaje, a darme de comer, como si fuera un crío, sirviéndome constantemente comida, y rellenándome mi vaso de bebida, por mucho que le insisto, en que soy mayorcito para hacerlo, es imposible, se deshace en atenciones continuas.

Posteriormente, volvemos al hotel, y mientras ella duerme la siesta vietnamita (3 horas), yo contesto emails, y hago mis cosas.

INGLÉS DE LIBRO

Después de esperarla pacientemente en el Hall del hotel, a que despierte, y salga, marchamos a cenar, y posteriormente a tomar café, luego damos una vuelta por la ciudad, y en un puesto de la calle, compra Hat Sen , son unas extrañas hortalizas, de las cuales se comen unos frutos que hay en su interior, y de sabor muy parecido a las habas frescas.

Mientras comemos esto, en un banco en la ribera del Mekong, conversamos, sobre todo de ella, me sorprende sobremanera, cuando le pregunto donde aprendió inglés, y me dice que sola, que ella tuvo que dejar de estudiar a los 16 años, y ponerse a trabajar en la peluquería de su hermana, que le hubiera gustado acabar la escuela superior, e ir a la universidad, para estudiar turismo, y que lo aprendió en tres meses, leyendo un libro, y con un diccionario. Quedo sorprendido, ya que su inglés, es mejor que el mío, lo que tampoco es difícil.

RAZONES DE UNA DECISIÓN

Cuando le pregunto, el porqué ha decidido unirse a mi viaje, me contesta, que por que su jefe le ha dado vacaciones, y jamás las ha tenido, y ve una buena oportunidad, para conocer el sur de su país. En la isla de Phu Quoc, ya estuvo una vez con su ex novio.

Le contesto, que yo podía haber sido de otra manera, e incluso la podría haber dejado tirada a medio camino, o algo peor, y ella me empieza a contar,

El día que me llamaste, para  hacerte de guía por Saigón, sinceramente, no tenía pensado el coger el teléfono, lo hice, porque estaba medio dormida, y no sabía quién era, luego me sorprendió, y me sabia mal, el dejarte tirado, así que tuve que hacerlo, pero no con demasiado humor. En la mañana, que estuve contigo, comprobé que no eras una persona con malas intenciones, ni tampoco de malos sentimientos, ya que te puse a prueba en un par de ocasiones, y cuando me ofreciste el acompañarte en tu viaje, para que te hiciera de traductora, en un principio no tenía la mas mínima intención de hacerlo, ya que si no trabajo, no cobro, y sinceramente no quiero gastarme el poco dinero que tengo ahorrado, en un par de semanas, con una persona, a la que no conozco de nada, y podría tener un disgusto.

Al siguiente día, tuve el teléfono cerrado, porque solo quería pensármelo, pero por la noche, te llamé, sin la esperanza de que estuvieras aún en Saigón, y cuando me lo cogiste, por una corazonada, me decidí a hacerlo, ya que creo que es una buena oportunidad, pero eso sí, no te vayas a pensar, que voy buscando algo tuyo, ni que te voy acompañar a lo largo de todo tu viaje por mi país, ya que yo tengo mi vida en Saigón, y esto son sólo dos semanas de vacaciones.

Me quedo atónito, ante la respuesta, y sinceridad de ella, y tras un minuto de pausa, le digo, con una gran sonrisa en mi cara,

Sabes, eres mi acompañante perfecta gracias por venir

Ella me sonríe dulcemente, y me contesta

Ya veremos si estamos de acuerdo, dentro de 10 días.

EMBARCADOS TRAS LA VALLA

Por la mañana, buscamos una embarcación, para que nos lleve a las islas cercanas del delta del río. Desisto de hacerlo en los lugares oficiales, ya que estos son caros, 35 €, por persona, y al final encuentro uno, que nos lo hace por 10 € los dos, y la misma ruta, además con el desayuno incluido.

Saltamos una valla, que da acceso al embarcadero, tal como si fuéramos delincuentes, y el chico que nos lleva en su barca, se pone en marcha. La primera isla que visitamos, es la isla del Unicornio, y al bajar, nos lleva a las tiendas , donde degustamos, pero no compramos, la miel, las pastas, y el vino de plátano, el cual tiene 30º Posteriormente, nos lleva a desayunar, frutas de papaya, pomelo, sandía, piña, y trai nhan, las cuales son como uvas, de color marrón, que se pelan, y tienen una tremenda semilla de color negro en su interior . Luego vamos a ver una fábrica de caramelos de coco, que también degustamos . Posteriormente atravesamos la isla, hasta otro embarcadero, esta vez de un canal de la isla, y una barquera, a la que nuestro guía ha pagado antes 1$, nos conduce por el canal , hasta la salida al rio, donde volvemos a montar en la barca de éste.

A continuación nos dirigimos a la isla de Fénix, donde antiguamente, había un monje budista, y su congregación, y hoy en día está convertido en tiendas con productos derivados del coco , restaurantes, bares, algo parecido a un zoológico, donde hay un mono, una serpiente, diversos cocodrilos , y algún gallo y gallina. Está atravesada toda por canales, los cuales pueden ser cruzados por medio de puentes de bambú .

MÁS ISLAS Y GRANDES PLATOS COMPARTIDOS

Continuamos visitando Isla Tortuga, donde también hay una fábrica artesanal de caramelos de coco, y diferentes frutas que caramelizan, y de allí a un restaurante, a través de canales, donde se puede comer, desde serpiente hasta ardilla . Nosotros elegimos pescado , que es más barato; luego entendemos el por qué de los caros precios, los platos son de 1 Kg. más el acompañamiento, total para cuatro personas. Además contamos con ayuda de unos anfibios que merodean cerca de la mesa, los cuales esperan a que les echemos las sobras, son extraños, como peces pero con patas, de nombre Thoi Loi . Aunque como ya sabéis, yo no necesito ayuda con semejantes cantidades, pero si con mi acompañante, que no cesa de echarme comida en mi plato, para que coma, y empiezo a preguntarme si por las fechas en las que estamos, no pretenderá, el engordarme, para el posterior sacrificio.

Como Vy, ha comprobado mi malestar por los precios, a la hora de pagar, cuando me levanto para hacerlo, ella sonriendo, me dice que tranquilo, que ya está que ha pagado ella antes, que yo voy pagando la gasolina, y qué menos, que de vez en cuando me invite a comer, pero que no me acostumbre, que ya sé que tiene poco dinero.

EN EL DRAGÓN DE 7 CABEZAS

De vuelta a My Tho , es imposible quitarse la morriña de la sobremesa, y Vy, queda plácidamente dormida sobre mi hombro, mientras las aguas del Mekong, salpican de vez en cuando mis pies, y miro plácidamente, las dos puñaladas en un tomate que parecen sus ojos, así como la ausencia de tabique nasal de ésta, parece como si le hubieran dado con una pala en la cara. El primer día que la conocí, ya le dije, que un recortador de siluetas, con ella acababa con dos tijeretazos y punto, se lo tomó con gran humor.

Llegamos al hotel, y ella como no, su siesta de tres horas, para posteriormente, ir a cenar, y de vuelta al hotel.

Por la mañana después del desayuno, marchamos a Vinh Long, pero nos equivocamos de camino, y recorremos gran parte del delta del Mekong, pasando por aldeas pequeñas, carreteras intransitables, e incluso, cogemos algún ferry que otro , para cruzar los distintos brazos del delta, al cual los Vietnamitas, llaman dragón de nueve cabezas, ya que este en el delta, se abre en nueve brazos, cada uno de ellos, el doble de ancho y caudaloso, que el río Ebro, y a su vez en diversos canales, con anchura y caudal como el Guadalquivir a su paso por Córdoba, en sí la zona del delta del Mekong, puede llegar a tener, casi la extensión de Andalucía.

OCULTO Y CARO HOTEL

Cuando llegamos a Vinh Long, damos marcha atrás, para ver una casa que se encuentra junto a un canal, la cual es hotel, con expectativas de quedarnos en él. Después de una hora buscándola, porque no está indicada en absoluto, en ninguna parte, encontramos un chico, que nos hace de guía, a través de angostos caminos, que cuando encontramos una moto en sentido contrario, tenemos que parar, para poder cruzarnos.

Llegamos al hotel que se llama Nha Co Tran Tuan Kiet, y es una preciosidad, es una casa antigua, con un fabuloso jardín; no tiene habitaciones, sino salones, donde duermen todos en hamacas, o camas tipo phuton , está totalmente vacío de huéspedes, aún siendo famoso, ya que ha sido declarado patrimonio de la humanidad, y cuando preguntamos el precio, nos dicen que 50 $, pensión completa. Esta es la razón de que este vacío: ¿quien en su sano juicio, pagaría este precio, por dormir junto a ronquidos de los demás huéspedes, y sin privacidad alguna? Sólo alguna persona con pocas luces, por decir que durmió en una típica casa de madera, a orillas del delta del Mekong.

Marchamos de allí, ante la imposibilidad de regateo, con dirección Can Tho, otra población, del delta del río, parando, para hacer alguna foto del atardecer sobre éste .

DURA LECCION DE EDUCACIÓN VIAL

En un cruce de un pueblo, un descerebrado de poca educación vial, atraviesa la nacional, y me lo llevo por delante, desequilibrando este mi moto, y cayendo al duro asfalto. Es la caída más importante que hasta el momento he sufrido en Vietnam, me levanto sin apreciar los daños en mi brazo derecho, yéndome directamente a por él desaprensivo, sin darme cuenta que mi compañera, ha quedado atrapada en la moto, a medio camino, recapacito, miro atrás y veo a Vy, en el suelo, sin poder salir de la moto, la saco de la trampa, y le pregunto si está bien, ella me dice que le duele mucho la rodilla, por lo que la cojo en brazos, y la llevo a un bar que hay al lado, y la siento en una silla, poniéndole su pie en lo alto, y le pregunto, si puede mover la pierna, esta me dice que sí, le pregunto, si siente humedad en la pierna, y me dice que no, por lo que presupongo, que ni tiene nada roto, ni tampoco herida abierta, le digo que se ponga en pié, y que entre al baño, y se examine.

A los dos minutos, estamos rodeados por vietnamitas que intentan sin suerte llevarme a un hospital, yo aun en caliente, no me he percatado, que el codo de mi brazo derecho, sangra abundantemente, me dirijo hacia el culpable, esta vez no para comérmelo, sino para preguntarle si está bien, pero se ha dado a la fuga, lejos de cagarme en sus muertos, pienso, que por lo menos, la próxima vez mirará antes de cruzar.

Empiezo a notar humedad en mi brazo, y miro las numerosas quemaduras que ha producido el asfalto en mi brazo, pero ninguna sangra, miro entonces mi codo, y veo una brecha de unos 4 cm. algo profunda, cojo mi mochila, abro el botiquín, y después de comprar una botella de agua, y habérmela limpiado bien, empiezo a curármelo, con gasas, y con betadine, ante el asombro de los testigos, que no cesan de preguntar a mi compañera que ha regresado del baño, que de dónde soy, y ella a todos les responde de España, ante un oooh, de sorpresa de estos.

MILAGROSO BETADINE

Cuando dejo el bote de Betadine en el suelo, para con las gasas, intentar cortar la hemorragia, los testigos van cogiendo el bote, y tal como si agua milagrosa de Lourdes se tratara, se van echando en callos, heridas antiguas, y rozaduras,  ante el riesgo de quedarme sin él, tengo que a la fuerza arrancárselo de las manos, a un anciano, que se lo estaba echando en los juanetes de sus pies.

La herida sigue sangrando, por lo que considero que tengo que darme al menos un par de puntos, recuerdo que en España, en muchas ocasiones, los puntos no son de hilo de seda, sino de tiras adhesivas de plástico, por lo que decido no emular a Rambo, en “Acorralado”, y con las tijeras de mi navaja multiusos, cojo una tirita, la parto a lo largo en trozos, y me doy yo mismo los puntos, me vendo el codo.

Recojo mi moto, la cual solo ha sufrido poco daño, y puede proseguir camino, a mi compañera, la cual ya puede andar, cojeando, y seguimos camino, despidiéndonos de todos los curiosos, y por supuesto, no olvidando el bote de Betadine, y pensando siempre en una de las frases que es un pilar en mi vida, “No importa las veces que te caigas, sino las que te levantas”.

CELEBRACIÓN CON CARNE DE COCODRILO

Cuando llegamos a Can Tho, no me paro ni a regatear hotel, en el primero me alojo, envío a mi compañera, a la farmacia, a por antibiótico, para evitar una posible infección de la herida, y crema cicatrizante, para que cure lo antes posible.

Me doy una ducha, acordándome del presunto culpable del accidente cada vez que me tengo que limpiar una quemadura, y cuando salgo del baño, compruebo que mi compañera, ha llegado con todo, y dispuesta a hacer las veces de enfermera, ya que no me deja que me haga yo las curas, por mucho que insista.

Después de todo el periplo, salimos del hotel, para celebrar la supervivencia del accidente, y mi compañera, no sabe por qué estoy tan contento, y decido ir a cenar, y celebrarlo, y le respondo, que hemos salido ilesos, de algo que podía haber sido peor, y que mañana, me va a doler todo el cuerpo, y que si no aprovecho ahora, para hacerlo, posteriormente me arrepentiré. Sonríe, marchamos a la rivera del Mekong, donde cenamos cocodrilo, funde Vietnamita, y todo ello regado con una botella de vino, precio 8 € .

A todos aquellos que sientan curiosidad por la carne de cocodrilo, les diré que fresca, tiene el mismo aspecto que el bacalao, pero que una vez hecha a la brasa, que es como la comimos nosotros, tiene el del pollo, pero la textura, es más jugosa que la pechuga de este, y con un sabor entre pollo y pescado.

COMPAÑERA IDEAL

Por la mañana, siguiendo mi premonición, tengo el brazo muy hinchado, y las rozaduras me duelen hasta cuando el viento me acaricia. Aún así, me muerdo la lengua, cuando mi compañera me hace la cura, y me pone la pomada cicatrizante, la cual es china, muy buena, pero solo apta para autónomos, ya que ellos se tienen que recuperar cuanto antes, y ponerse a trabajar, por las pocas compensaciones que tienen por la seguridad social, así que los funcionarios deben de abstenerse de utilizarla .

Luego marchamos a ver el mercado flotante de Cai Rang , pero al ver que solo se puede acceder por barca, únicamente le hago fotos desde la orilla, ya que me niego, a que las aguas del Mekong, toque mis heridas, y me produzcan una gran infección.

Posteriormente, marchamos al hotel, ya que estoy un tanto dolorido, mientras duermo, mi compañera, sin yo saberlo, ha hecho toda la colada, y cosido mi pantalón del agujero producido por el accidente, pienso entonces que esta chica vale mucho.

HOMENAJE A “EL SITI”

Después de mi siesta, marchamos a la ribera del río, y me percato de que hay una gran barca, que cruza este, una y otra vez, y que en la misma no hay ningún turista, le pregunto a mi compañera, que hay al otro lado, y ella me dice, que por lo que puede apreciar, un barrio muy pobre. Así que dos minutos después estamos, por tan solo 4 cent., en el interior de la barcaza, cruzando al otro lado.

Nos encontramos, en un barrio tal y como me dijo mi acompañante, muy pobre , muchas casas, están construidas, en lo alto de canales, por los que lo único que corren son aguas pestilentes . Paseamos por los callejones del mismo , ante la incredulidad de sus gentes, y el saludo posterior de ellos, pasamos por un colegio, en el que los niños están en el patio, y todos a coro nos saludan, y puedo ver como vendedoras de chucherías hacen las veces, de “El Siti”, persona entrañable, que vendía chuches , en el recreo de mi colegio, cuando yo era estudiante.

Continuamos camino, y exploramos todo el barrio, con curiosas imágenes de la vida cotidiana de esta gente . Paramos en un bar a tomar un refresco, y no tardamos en estar rodeados, por gente, que interroga a mi acompañante sobre mí, a la que ella les contesta complicadamente.

Cuando marchamos de él, a los 10 metros me percato que me he dejado mi cámara fotográfica, en el interior del bar, al darme la vuelta, tengo al dueño de este a mis espaldas, devolviéndomela, como diría el dicho “Son pobres pero honrados”, y eso que probablemente, valga el sueldo de un año de estas gentes, que viven rodeados de podredumbre, pero no exentos de una felicidad insólita, para la manera de ver de los occidentales.

NOS QUEDAMOS SIN RATA

Regresamos, a la ciudad, en la misma barcaza, que nos transportó, acompañados de las motos y lugareños, que trabajan por la noche al otro lado del río, tan distinto a esta ribera.

Intentamos cenar en el restaurante del día anterior rata, pero se ha acabado, por lo que mi acompañante, pide una sopa negra, con un pequeño pollo , aludiendo que es bueno para mis heridas. No puedo evitar el acordarme del licor de mi amigo Nguyen de Ha Giang, aquella vez que me lo dio con el pájaro dentro de la botella, lo echo en falta, porque no sé si me curaría, pero lo que sí es seguro, es que después de cuatro vasos, lo que menos me importaría sería el dolor de mi brazo.

Por la mañana, nos dirigimos a Rach Gia, es solo un mero trámite, ya que al día siguiente, tomaremos el ferry, para Phu Quoc, la isla más al sur de Vietnam, donde pasaré la navidad.

CARIDAD BUDISTA

En mitad del camino, mi mochila, se descuelga, y tengo que parar, para volverla a poner en la parrilla trasera, cuando lo estoy haciendo, me fijo, que a pocos metros de mi, en mitad de la cuneta, hay un monje budista en peregrinación, el cual se encuentra meditando justo en el arcén de la carretera, con el peligro que conlleva. Al acercarme, para hacerle una foto , me fijo, y tiene un cesto a sus pies, donde la gente le echa la voluntad, para que pueda proseguir el camino. Le dejo 16 cent. y él ni tan siquiera abre sus ojos, sigue tan inmutable como cuando llegué, así que prosigo a lo mío.

Más tarde, paramos en un bar a tomar café, y como curiosidad, este está exento de sillas, solo tiene hamacas colgantes, y la verdad, es un placer, el tomar un café en él , justo al lado del Mekong, mientras los barcos lo van navegando.

De repente me empiezo a dar cuenta de que no ha sido una buena idea lo de la hamaca, no por la primera caída que tengo de ella, y no por el ridículo, algo a lo que ya estoy acostumbrado, y siempre me lo he tomado con humor, sino por mi brazo, que me duele a más no poder, por lo que tengo que pedir una silla normal, ante la ausencia de estas, me ofrecen una mesa, la cual acojo con mucho gusto.

DE COPILOTO

Proseguimos camino hasta la ciudad, y cuando llegamos a ella, mi compañera harta de que a cada cruce le pregunte por donde debo ir, muy diligente, me hace pasar al asiento trasero de la moto, y la lleva ella. Una vez más me deja sorprendido, por la enorme paciencia que tiene conmigo, y por las aptitudes de esta, ya que maneja pasajero, carga y moto con la misma soltura que un servidor.

Por fin llegamos al hotel, y tras una ducha, siesta vietnamita, a la cual cada vez estoy más acostumbrado, aunque no del todo, ya que solo duermo un par de horas.

Cuando despierto, compro los billetes del barco, para la isla, 10 €, por persona, y 3.80 €, por la moto, por un viaje de 2h40 minutos., la verdad, es que no está nada mal. Peor son los precios en la isla, ya que me han dicho, que son algo más caros que en el continente, pero, para qué engañarnos, poco me importa, sólo quiero llegar, y descansar por al menos cuatro días, y no tener cada dos o tres días que estar haciendo el equipaje, que es lo único que hasta el momento me cansa.

FERRY SIN BAR

Paseando por el muelle de esta ciudad, veo por primera vez una puesta de sol en el mar, aunque sé que me hartaré de verlas, y no puedo evitar recordar, el mensaje de mi prima Pepi, y hacer unas fotos de la misma . Posteriormente cena y al hotel, donde ante mi asombro, mi compañera, me pide, que le traduzca mis crónicas al vietnamita, y se las deje leer, yo quedo dormido, entre carcajadas de esta cuando lee alguna anécdota mía en su país.

Por la mañana, salimos del hotel a las 7 de la mañana, porque a las 8 nos sale el barco, y tengo que embarcar también mi moto. Nos dirigimos al muelle, dejo la moto en manos de un operario del barco, y desayuno, viendo el trasiego del puerto.

En hora puntual, zarpamos, rumbo a la isla, a gran velocidad. Navegamos por el golfo de Thailandia, pasando por pequeños islotes, y cerca de barcos que faenan . El agua está calmada, y en el cielo hay un sol espléndido. El barco lejos de ser algo obsoleto  y antiguo, no tiene nada que envidiar, al ferry, que cruza constantemente el estrecho de Gibraltar, con televisión, pero, eso sí, exento de bar, algo que me sorprende, y la tripulación, nos reparte agua y toallas húmedas.

Llegamos a la hora programada a puerto, desembarcamos, y nos dirigimos a Duong Dong, para buscar hotel. La isla para mi decepción, como no, ya habitual, porque está llena de resorts, y hoteles para turistas, que los copan en estas fechas.

PAIS POCO NADADOR

Tras un peregrinaje de una hora, encontramos un hotel de bungalós, cerca de la playa, lo más económico que encontramos, 12,5€. No hay más remedio, que quedarse en él, y tenemos suerte, ya que como he dicho, muchos de los hoteles, están llenos, y se han encargado de hinchar los precios para estas fechas.

Después de cambiarnos, nos acercamos a la playa, la cual a mi compañera no le gusta, no porque no sea una maravilla, que lo es, sino porque no sabe nadar, al igual que el 80%, de la población vietnamita, e incluso, me he encontrado algún pescador, que tampoco sabe, quedándome sorprendido por ello, ya que a eso yo le llamo tener coraje  en el trabajo.

Posteriormente, comida en el hotel, el cual tiene precios asequibles, pero los platos son un tanto pequeños. Luego la ya habitual siesta, a la cual no me puedo sumar, ya que no soy partidario de la misma, pero mi compañera, lejos de dormir las 12 horas diarias que dormía Moon, duerme una media de 15 horas, ante mi asombro, e incluso cuando hemos viajado en moto, he sentido algún que otro cabezazo, en la parte posterior de mi casco, y cuando le he preguntado por estos, me ha respondido, que se había quedado dormida.

PESCADO Y CARACOLES COMO PUÑOS

En la tarde, nos acercamos al puerto, y la playa que hay al lado de este, que carece de turistas, solo hay isleños, y niños, que juegan al atardecer en el agua, mientras sus padres desde hamacas los contemplan. Todo muy relajante, pienso para mí que después de todo, esta isla va a tener cosas sin quemar, y por descubrir.

Cuando la noche ha caído, marchamos a comer a uno de los numerosos restaurantes que hay en una calle. No hace falta decir que el menú que elijo, es pescado, uno que pesa al menos 1,5 kg, hecho al papillote, y a la brasa, untado con un adobo, el cual no quita que esté un tanto soso, y unos caracoles de mar, también a la brasa, del tamaño del puño de mi mano izquierda, el cual aún sigue un poco hinchada por la caída de moto, con bebida. La cuenta asciende a 8 €.

TAMBIÉN CICERONE

En la mañana que precede al día de noche buena, decido explorar la isla, por lo que dejo a My que conduzca, y me lleve a través de la misma. Primero decide que visitemos el museo de la misma, donde hay una variedad, de vasijas, que no son de épocas ancestrales, y diversos objetos, que no dicen demasiado de la historia de la isla, y todo ello lleva al final a una tienda donde venden perlas de la isla, las cuales son famosas.

Finalizado el recorrido por el museo (30 Cent. entrada), mi compañera, sabiendo qué es lo que en realidad me interesa de mi viaje, después de haber leído mis crónicas, pone rumbo primero al mercado de la ciudad, donde sólo hay algún turista despistado que intenta salir del mismo, y posteriormente, al barrio de pescadores, donde observo el mismo, y sus casas.

Salimos del barrio, y cogemos por caminos casi intransitables, que acaban en senderos, donde la dificultad de circular con moto se hace creciente. Paramos en una tienda, en medio de la nada, a refrescarnos del insoportable calor, y no tardamos en ser observados además de por la dueña de la tienda, por la única vecina, que se sienta al lado nuestra junto con su hijo, y comienza la ya habitual entrevista .

EN LA PLAYA PERDIDA

Seguimos camino, hasta llegar a una de las playas más bonitas que he visto en mi vida, arena blanca, aguas cristalinas, palmeras con cocoteros, y soledad, nadie  a la vista. No puedo dejar de pasar la ocasión de pegarme un baño, en este paraje paradisíaco, alejado de todo resort que se precie, y el saborearlo con toda la tranquilidad, que goza el lugar. Decido llamar a la playa, a la cual por supuesto tengo intención de volver, a pesar que mi acompañante, en absoluto es amiga de ellas, “Playa perdida”, por dos razones, porque solo se encuentra si consigues perderte en la isla, y porque por su hermosura, esta perdidamente condenada, a acabar en manos de constructores .

Marchamos de allí, antes de lo que yo hubiera deseado, y nos dirigimos del paraíso, al infierno, ya que visitamos la antigua prisión japonesa de la isla, donde en un museo, recuerdan los horrores sufridos por sus habitantes a manos de los japoneses, cuando estos la invadieron en la segunda guerra mundial .

CENA DE PARADISÍACOS CANGREGOS

Con el mal sabor de boca de la visita, posteriormente, nos dirigimos a otra playa, la cual sale en folletos, para turistas, como una playa natural, y preciosa, y a la que en teoría sólo se puede acceder en moto, no vale la pena, ni tan siquiera hacerle una sola foto: muy transitada por jóvenes turistas, en busca de aventura, eso sí segura, y con un par de restaurantes, para repostar los estómagos de ellos.

Finalizado el recorrido por la isla, regresamos al pueblo, donde cómo no vamos directamente al mismo lugar del día anterior, pero en el otro extremo de la playa , para contemplar la puesta de sol, comiendo unos bocatas de huevos de codorniz, con dos clases de salchichas, y albóndigas de carne y pescado, todo un manjar, que se acrecienta con la magnífica puesta de sol que contemplamos .

Pero nada que ver con la cena que nos espera después de esta, ya que cuando nos íbamos, vimos como una barca, regresa de su faena diaria, y en sus redes traen unos enormes cangrejos rojos, que nos vuelven a abrir el apetito, decidimos negociar el precio de los mismos, y nos cobran 3,50 €, por 1,5 kg. y la dueña de las hamacas donde estamos sentados, se nos ofrece a cocinarlos, por 80 Cent. Los deleitamos , cuando la sombra y la luna copan el cielo, y solo se vislumbra en el horizonte, una pincelada de la luz que tuvo el día .

LA REFLEXIÓN DE LOS 100 DÍAS

Regresamos al hotel, y comienzo a escribir mis crónicas del día, y cerrando la semana, en la playa, junto a unos farolillos chinos, y sentado en unas hamacas, contemplando la faena nocturna de los barcos, que pescan cerca de la costa, y pensando que hoy precisamente hace cien días que me encuentro en Vietnam, y que aún soy un aprendiz en el arte de viaje, y cuando pienso en alguna ocasión que me sé devolver con soltura, el destino llega, y me pone los pies en la tierra, haciéndome saber que en esto de viajar, jamás se puede uno llegar a creer un maestro.

También pienso, en que mañana mi familia celebra la cena de noche buena, todos reunidos, y es inevitable el acordarme de ellos y el emocionarme, aunque no sea la primera navidad que paso sólo, ya que llevo alguna que otra a mis espaldas, por eso, hoy más que nunca, es necesario hacer examen de conciencia, y pensar en ese barrio humilde visitado en Can Tho, donde a pesar de las penurias de la gente que vivía en él, no encontré ni una sola lágrima, sino sonrisas y honradez, y es inevitable el pensar, lo diferentes que somos en otros lugares, en los cuales somos capaces no solo de empeñarnos hasta los ojos, sino de mentir robar y otras cosas peores, por tener todo aquello que pensamos que nos hará felices: una gran casa que nos amarra a una deuda perpetua, una televisión que sea el último modelo, aunque la antigua funcione, y cuando el vecino, o el amigo tiene una mejor, decidimos que es hora de volverla a cambiar, un gran todo terreno, eso sí, para llevar a los hijos a la escuela, y poco más, y pensamos para convencernos a nosotros mismo, que son más seguros, y los protegerán mejor, cuando indudablemente, les estamos dejando un mundo más contaminado, cuando olvidamos nuestros orígenes, y que nosotros viajábamos en utilitarios, pagados por nuestros padres con mucho esfuerzo, y no nos pasaba nada. Cuando necesariamente, tenemos que celebrar esa cena tan estupenda de navidad, rodeados de marisco, y estamos celebrando el nacimiento de una persona que vino a este mundo de la manera más pobre en la que se puede venir, en un pesebre, y como testigos dos nobles animales.

Que nos dejamos llevar por el excesivo consumismo, y nos embarcamos en compras, las cuales conllevan inevitablemente, a que la cuesta de enero, tenga más pendiente que nunca, olvidando, que lo verdaderamente importante de estas fechas, es estar rodeado de la gente que en verdad nos importa, y nos quiere, y aguantar al cuñado pesado, o al primo excéntrico, o al abuelo/a, que siempre está quejándose, que irremediablemente es tu familia, pero que cuando falta un año, no dejas de pensar en él, y decirte por qué no pasaste más tiempo con él.

Todo ello es una lección, hay que aprovechar los momentos, y vivirlos con la máxima intensidad, no dejarse llevar por los lugares, con grandes cojines, y budas gigantescos, que hay de moda, donde un señor, con el pelo cuidadosamente despeinado, gafas de pasta, toalla al cuello, camiseta de diseño, y pantalones de pitillo, conjuntados con enormes zapatillas o zapatos, que de toda la vida se le ha llamado el hortera, hoy se erige como juez, y con sentencias de “tú eres chic, o tu estas out”, y emiten sus veredictos hacia los demás, pero eso sí, no olvidan cobrarnos la cerveza un mínimo de tres euros con suerte, por hacernos creer, que estamos en un lugar privilegiado, donde hay muebles, hechos con el bambú de la deforestación de países tercermundistas, y cortinas y tapices, realizados con el sudor  de niños y gente, que gana una miseria, vive en casas de hojalata, sobre ríos de mierda, pero que si te olvidas tu cámara te la devuelven, y siempre sonríen.

Solo espero como dice la canción “que mis palabras desordenen tu conciencia”, y que tomes nota, de lo que realmente importa en la vida, y de lo que significan estas fechas, ya que las cosas no son para siempre, disfruta de ellas.

De corazón, desde una isla del sur de Vietnam te deseo una FELIZ NAVIDAD.

 

Vietnam (XIV)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Por la mañana, después de enviar mi crónica a Eladio, para que la descifre, corrija, y pueda ser leída con la claridad que os llega, decidimos, no marchar del hotel, ya que aunque sea medio hotel medio puticlub, no está del todo mal, además se alegra uno la vista, con el ir y venir de las señoritas en short, y viendo la merma de la caja de condones gratuita, que hay en la escalera. Aunque lo malo es que la tentación vive en el mismo edificio, esto haría seguramente las delicias de mi amigo Viril, ya que su sueño ha sido siempre el poder vivir en un puticlub, domiciliando la nómina en el banco de Cajapolvo.

ITV DE SANDALIAS Y TELENOVELA

Marcho a una zapatería del mercado, que hay justo al lado del hotel, para que me reparen mis sandalias, ya que estas se empiezan a romper por la mitad. Todo un espectáculo, el ver a todos los vendedores del mercado, el acercarse al puesto, y pasarse de unos a otros mis sandalias, con cara de sorpresa, al tener en sus manos un 46. Me dicen que serán 2 €, Moon, un tanto indignada, me dice que es carísimo, que no lo haga, pero yo no tengo más remedio, o las reparo, o voy descalzo, ya que corro el riesgo de no encontrar de mi tamaño.

Marchamos a la empresa de autobuses, para sacar el billete para mi acompañante, entre regateos, y el ponerse de acuerdo en los horarios de éstos, tardamos al menos 1 hora, en la cual acompaño a unas señoras mayores, en la telenovela de la tarde. Ellas me intentan poner al día, pero como no entiendo nada, solo asiento, a lo que me dicen, y ellas parecen complacidas de mi presencia .

DÍA Y CENA DE PLAYA

Después, marchamos a la playa, ya que hace un buen día, parando antes en un puesto de bocadillos, y agenciando cinco para la merienda. En el camino, nos encontramos un camión cargado de perros, que se transportan como si fueran pollos o cualquier otro animal que va al matadero. Es inevitable pensar en Manolo, pero a la vez en que tuvo una gran suerte, con caer en las manos de mi ex pareja y mías .

Cuando llegamos a la playa, esta está solitaria, solo hay un grupo de niñas, que juegan al pañuelo, en su versión vietnamita, que es igual, pero en vez de ser una chica que sujeta un pañuelo, es un palo clavado en vertical en la arena .

Alquilamos dos hamacas, y una mesa, por 12 cent, y nos sentamos frente al mar, viendo el trabajo de unos pescadores, que ponen sus redes, desde unos grandes cestos de mimbre, los cuales les hacen de embarcación, y los manejan con mucha habilidad .

Cuando cae la noche, se instalan en la playa mini chiringuitos portátiles de comida propia de la zona. Moon decide que cenemos aquí, lo cual acojo con gran placer, ya que he visto que las mujeres encargadas de los puestos, les han comprado a los pescadores varios productos. Comemos pescado y embutido, con verduras, y enrollados en tortas de arroz y sésamo negro, hechas a la brasa, y una especie de pez, el cual lleva seco y salado unos cuantos días, parecido a lo que le hacen al bacalao, y sin espinas, todo riquísimo. La cena de los dos nos sale por tan solo 1,10 €, todo un lujo . Después de la cena volvemos al hotel, parando en el camino a tomar un café vietnamita, algo que tengo a bien seguro, que echaré en falta el día que marche de este país, espeso como el turco, pero con aroma y sabor excepcional.

MÁS PLAYA Y EXPLORACION FOTOGRÁFICA

Por la mañana, Moon me dice que quiere ir a la playa todo el día, yo acepto, aunque nunca ha sido de mi agrado, el permanecer todo un día en ella, ya que lo encuentro tremendamente aburrido, pero como es el último día que estaremos juntos, no le pongo impedimento alguno.

Volvemos al mismo lugar que el día anterior, ya que ambos quedamos complacidos, con el entorno, y volvemos a coger por el camino, esta vez 8 bocadillos, 5 para mí y 3 para ella, y las cervezas, preferimos cogerlas en el chiringuito de la playa. Nos llevamos una gran alegría, ya que por un cubo de hielo, con 8 cervezas de 45 cl., el alquiler de las hamacas, y la mesa, nos cobran 2 €, algo insólito en cualquier otro lugar, que hubiera estado lleno de turistas, por lo que Moon, acaba dándome la razón, de no habernos quedado en la anterior ciudad .

Sobre las cuatro, hora en que la tarde llega a su fin, y comienza el atardecer, marchamos del lugar, y decidimos explorar, el entorno de la costa, unos 15 km, al norte, y nos adentramos en una pequeña carretera, que nos conduce a una aldea de pescadores.

El lugar no puede ser mejor, para hacer fotos: los pescadores, comienzan a salir para faenar toda la noche, la aldea, está llena de críos que juegan tanto en la playa, como en las calles, y las mujeres reparan las redes, para que los peces, no queden indultados del trabajo de sus maridos .

Decido parar a tomar café, y no tardamos en estar rodeados de niños, que se divierten, con las tonterías y gestos que les hago , ante el enfado de Moon. Es lo peor que tiene esta, le habla mal a la gente, y no aguanta a los niños, cuando se acercan a nosotros en un pueblo, y eso que tiene claro, según me ha comentado, tener hijos algún día, pienso en el pobre niño, que tendrá a la Srta. Rottenmeier, por madre.

Cuando finalizamos, y de vuelta para el hotel, aprovecho, para hacer la única foto de un atardecer que se puede hacer en esta parte del país , ya que nos encontramos en un golfo, y da la sensación, que atardece en el mar, cuando la mayor parte del litoral de Vietnam, imposibilita el hacerlo, ya que da al este.

CONSULTORIO SEXUAL

Nos duchamos, y quedamos en el hall del hotel, para marchar a cenar, mientras espero a esta, observo complacido el trasiego de las chicas con clientes, e incluso me da tiempo a cronometrar el tiempo que tardan algún cliente, que impaciente le toca el culo a la chica con la que sube, con el consabido bofetón de ésta, ya que en público, no se hace nada de esto, lo cual me da la idea, de la conversación que voy a mantener con Moon en la cena, ya que después de 10 días juntos, tengo bastante confianza con ella, y lo que me falta, lo pone mi desvergüenza para preguntar.

Delante de dos tazones de Pho, comienzo a preguntarle por la vida sexual de los vietnamitas, pero habiendo hecho una introducción despistada, para que la conversación pareciera casual. Cuando le pregunto mi extrañeza por el no ver a las parejas besándose en los lugares, ella me dice que eso está muy mal visto, que en Vietnam nada de nada. Cuando le pregunto cómo son los morreos en el resto de sitios, ella, pone cara de asco, y dice que suena fatal. Le pregunto, si ella en sus anteriores novios, ha tenido relaciones sexuales, y me contesta que sí, y me extraño enormemente, por cómo se pueden tener relaciones sexuales con una persona a la que quieres, y no besas, pero me acuerdo de la Ley no escrita de las putas, que las mantienen sin besos.

Prosigo mi interrogatorio, y le pregunto, por el sexo oral, el cual ve normal, pero cuando le pregunto por el anal, se sonroja, y me corta la conversación, y me dice que me estoy pasando dos pueblos.

Doy marcha atrás, y le digo, si en Vietnam, se ve feo que la mujer no llegue virgen al matrimonio, a lo que me dice para mi sorpresa, que eso es cuestión de cada uno, que antes sí, pero que hoy en día para nada. Sólo en el entorno de alguna Etnia, sí es importante, pero que no hacen alusión a ello.

Prosigo, y le pregunto por la homosexualidad, y por cómo se ve en este país. Ella me dice, que igual que las parejas heterosexuales, que en la calle, hacer alardeos, está muy mal visto, pero que hace unos 14 años, hubo una boda entre hombres, y más tarde una entre mujeres, pero que ante el bombo que le dieron los medios de comunicación, el gobierno, anuló la misma, a los pocos meses, y que hoy en día no se celebran, y que hay locales gais sin ningún tipo de problema. Le digo que de eso ya me había dado cuenta, y le cuento mi historia del primer día en Hanói, y los masajes para chicos donde me llevó el peluquero, y se desternilla.

DESPEDIDA TEMPORAL

Finalizamos la cena, la acompaño, a la parada de autobuses, y mientras esperamos al mismo, apenas hablamos, ya que nos lo hemos dicho todo, y los dos odiamos, el tener conversaciones banales, sólo le pregunto cuánto dura el trayecto hasta Hanói, y me comenta que unas 24 horas, pero que ha comprado pastillas para dormir.

Llega el autobús, y para mi sorpresa, se despide de mí con un fuerte abrazo, deseándome suerte, y haciéndome prometer, que cuando vuelva para el Tet la veré. Le contesto en Español “De eso no te vas a librar”, me mira extrañada, mientras las puertas del autobús se cierran, y no me puede contestar, le digo adiós con la mano, y marcho sólo para el hotel.

Al día siguiente, continuo de nuevo mi camino, en compañía de mi música, mi moto, y mis pensamientos. Por la mañana cuando bajo con mi mochila, observo que en la caja de condones, solo quedan de sabor a menta, supongo que a las putas de aquí, no les gusta tener el aliento fresco, al no tener que dar besos. Antes había también de fresa y plátano, como los yogures, en pack de 8, solo falta el natural sin azúcar o coco.

Continúo mi camino hacia el sur, por la H1, parando en un bello paraje que encuentro, a tomar café , que está justo al lado de una playa exenta de construcciones, excepto el edificio donde me encuentro, que es restaurante y café. Tomo mi café con hielo, y té con hielo, el cual siempre es gratis, y al que me he acostumbrado enormemente, ya que al principio el fuerte sabor de éste, hacía que lo rechazara. Contemplo a los pescadores en su trabajo, mientras Joaquín Sabina, me cuenta sus amores desamores, y lo que tarda en olvidar éstos.

NOTAS MÉDICAS

Finalizado mi desayuno, prosigo camino hasta Phan Thiet, observando que la vegetación ha cambiado: ya no hay tanto campo de arroz, ni selva, sino más pinos y matorrales, mezclados con palmeras, plataneras e incluso cactus. Es un clima más seco, y menos húmedo, ya que la temperatura, alcanza los 30º, y apenas sudo.

Prosigo acompañado ya del regalo de despedida, que me dejó Moon a su marcha, el catarro, que ella había traído consigo desde Hanói. Pienso entonces, que la mitad del tiempo que llevo en Vietnam, he estado acatarrado, con anginas, o tos, supongo que aún no me he hecho del todo a este clima, ni a sus enfermedades, y lo que sí he comprobado, es que ya tomo el hielo de los lugares, sin ningún problema, ya que mi cuerpo sí se ha adaptado al agua de este país, sin el riesgo de visitar continuamente el baño.

UN NUEVO HOTEL

De Phan Thiet, me desvío hacia Mui Ne, una pequeña localidad de pescadores, pero no por ello exenta de turismo, ya que está plagada de surfistas, que vienen a esta localidad como locos, a cabalgar sobre sus olas, famosas en todo el país.

Por el camino, unos 16 km, encuentro resorts de lujo, con sus campos de golf, mezclados con Guest House, muchos negocios que dependen totalmente del turismo, agencias de alquiler de vehículos, restaurantes, tiendas de suvenires, etc., pero nada comparado a Nha Trang.

Paro en un restaurante, en la carretera de dunas y playa de esta localidad, a tomar Pho, lo mejor para el resfriado: es como la sopa de mi madre, muy sustanciosa, tanto como la sangre de un alien, capaz de atravesar el suelo de un edificio de ocho plantas.

Regreso por el mismo camino, y realizo el habitual viacrucis de visita a hoteles, compruebo, que los precios son caros, por lo que tardo más en encontrar el que me convenga, al final me quedo en uno que tiene una especie de bungaló. El precio regateado es de 10$, desayuno incluido, se llama Guest House Duy An, C/ Huynh Thuc Khang, Nº 87 A.

La recepción es de madera, tipo choza, y la recepcionista que se llama Toan, tiene unos rasgos, al igual que la mayoría de los lugareños, muy parecidos a los hawaianos, pues estos tienen la piel más morena, porque no se protegen con tanta fijación como sus vecinos del norte, que incluso llegan a llevar guantes, cuando van a trabajar con temperaturas extremas, ya que ven con muy buenos ojos, el tener una piel blanca.

Me ducho, y me pego una siesta de tres horas, luego marcho a cenar, lo mismo, Pho, ya que es el remedio más sano contra el catarro, del cual me temo que no me libraré hasta dentro de tres días. Vuelvo al hotel, y escribo mis relatos, en el hall del hotel, acompañado por el “Concierto de Aranjuez”, que toca el dueño del hotel, en un sillón, todo muy bucólico y ameno, quedo de charla con él hasta las doce, que marcho a dormir .

Por la mañana mientras desayuno en compañía de Frank Sinatra, y como telón de fondo el mar, para posteriormente incorporarme a mi exploración de los alrededores.

EN LAS DUNAS

Primero me dirijo a las grandes dunas de arena rojiza, pero antes paro en el pueblo de pescadores de Mui Ne , donde hago alguna foto, y contemplo, como en una pendiente de cemento secan camarones al sol.

Continuo camino a las dunas, al aparcar mi moto en las cercanías de éstas, me salen al paso varios chicos, los cuales me quieren alquilar unas esterillas de plástico, para deslizarme por las dunas, declino las sucesivas ofertas, y me adentro en ellas.

Contemplo el paisaje de las mismas , salpicado por algún matorral, y pino de trasfondo, junto al mar, y quedo por un instante en soledad, hasta que de nuevo camarillas de turistas, me sacan súbitamente de ella.

Decido entonces, marchar a la ciudad de Phan Thiet. En la Lonely Planet, la desaconsejan, ya que la describen como poco interesante, pero yo fiel a mi manera, y a la experiencia que ya he tenido anteriormente, de salirme una y otra vez de circuitos marcados por ésta, y de las sucesivas satisfacciones posteriores, desoigo constantemente sus consejos, y pongo rumbo hacia ella.

Nuevamente, quedo complacido con mi decisión: encuentro una ciudad, poco turística, y sumamente encantadora en sí, partida en dos por un río, y atravesado éste por numerosos puentes. Hago una foto a una torre de agua , construida en 1934, nada que ver con la torre Cham, que se encuentra a la salida de la ciudad, la más antigua que existe en Vietnam, pero en absoluto comparable, a las reseñadas en la crónica anterior.

POR CALLES Y CALLEJONES

Posteriormente, marcho al mercado, donde dejo pasar las horas. Es increíble, por mucho que esté acostumbrado ya a este país, puedo pasarme horas y horas deambulando por los mercados de sus ciudades sin cansarme. Paso por los puestos de joyas, las cuales son famosas de esta ciudad, por los de pescados, y carne, viendo alguna rata que corre furtivamente sorteando los puestos, supongo que por miedo, a acabar en lo alto del mostrador de alguno de ellos .

Finalizado mi recorrido, me adentro por callejones anexos al mercado , donde una persona juiciosa, desistiría de hacerlo, pero admitámoslo, nunca ha sido una virtud que destacar de un servidor. Recorro calles donde la gente me saluda y se sorprende tanto como yo, al verlos en sus vidas cotidianas, una señora, al ver mi cámara, me advierte que tenga cuidado con ella, por lo que decido guardarla en mi bolso, fuera de la vista de posibles amigos de lo ajeno, llevando en una mano el trípode regalado por mi amigo Kiko, y recordando el consejo de mi amigo Juan de Cantabria, cuando me dijo, si alguna vez la cosa se pone fea, que seas tú siempre el primero en dar, y no en recibir.

Continuo mi deambular por los callejones, cuando paro y sorprendido levanto la vista, ante un espectacular templo, en medio de este barrio, subo los escalones que dan acceso a este, y descanso de mi caminata en su jardín, mientras disfruto de este remanso de paz, a la vez que apuro un cigarrillo .

PLATOS FUERTES

Luego, continuo mi deambular, hasta topar con un bar, donde en la puerta están sentados dos chicos y una chica, bebiendo cerveza. Me asombro, porque a sus pies tienen una cubitera con hielo, y una caja de 20 cervezas, de la que ya han dado debidamente cuenta de más de la mitad.

Decido sentarme en la pequeña terraza del bar, y pedir una cerveza, miro la mesa de estos, y veo que comen huevos de codorniz, y chipirones, le digo a la dueña, que me sirva lo mismo. Ante mi asombro, los huevos de codorniz, son embrionados, o sea con el pollito dentro, no me importa, y como los diez que me ponen, acompañados de dos pequeñas cabezas de ajo, todo un regalo para el paladar, desaconsejable, si se va acompañado de una pareja a la que luego se pretendiera besar. Los chipirones, se mojan en salsa de guindillas verdes, sal, y también con ajos frescos, de los cuales también acabo con ellos, cuando finalizo y pido la cuenta de las dos cervezas y la comida, asciende a 1,20€ .

Posteriormente, entro en un bar cercano, para tomar mi ya cotidiano café vietnamita, mientras veo un combate de boxeo tailandés en la gran pantalla de este.

EN LA LONJA DEL PESCADO

Cuando decido que ya es hora de regresar, la ciudad, aun me guarda otra sorpresa, paso al lado de la lonja de pescado, por lo que es inevitable, que pare mi moto, y observe a las mujeres reparando las redes de pescado, el trasiego de descarga de los barcos de la captura realizada en ese día, mientras que otros se hacen a la mar, para trabajar en la noche, cargado de hielo picado, para que el género no se estropee.

También puedo observar el meticuloso trabajo de las mujeres clasificando los peces por su tamaño, y la contabilidad exhaustiva, que llevan sus jefes de la mercancía , toda una experiencia inolvidable, que pone la guinda con creces a este magnífico día, en esta olvidada ciudad, para la mayoría de los turistas, y con tanto que ofrecer de la vida cotidiana de sus habitantes.

Regreso a mi hotel, a marcha lenta, contemplando como atardece, y como va cambiando el paisaje de las afueras de la ciudad, por los resorts, hoteles, pizzerías y negocios montados para turistas.

MODERNA SAIGON

Por la mañana, salgo a ritmo de Amaral de la ciudad, conduzco por al menos cuatro horas, sólo parando para llenar el depósito de mi moto y el mío. Cuando me acerco a Saigón, la cual los vietnamitas llaman Ho Chi Min, a no ser que un extranjero la nombre como tal, entonces ellos contestan Saigón, comienza a caer un terrible aguacero.

Entro en la ciudad, acompañado de los fados de Amalia Rodríguez, y la expectación que siempre me ha suscitado esta ciudad. Nada más entrar en la misma, compruebo, que es totalmente diferente a Hanói, tiene un aire, mucho más moderno, los vehículos hacen el ruido típico de una ciudad normal y corriente, pero sin el exceso de claxon, de su hermana del norte, lo cual agradezco enormemente.

Paro en una gasolinera, para echar un vistazo al mapa de la ciudad que llevo conmigo, e intentar ubicarme, temiéndome ya la procesión que me toca de preguntas para encontrar el distrito 1, al cual he decidido ir, para alojarme, ya que es el centro, y donde están la mayoría de lugares interesantes de la ciudad.

Cuando pregunto a un hombre, inmediatamente se me acerca un chico, que habla inglés, el cual para mi sorpresa, con una amabilidad extrema, me dice “follow me”.

El aguacero que cae es terrible, llegamos al centro de la ciudad, y mi guía, me pregunta qué es lo que estoy buscando, le respondo que un hotel barato, y nuevamente con mucha amabilidad, me conduce a la zona de hoteles para mochileros, entramos en un callejón, donde para, y me dice, aquí tienes los mas económicos, y los que están mejor relación precio. Decido invitarlo a tomar una cerveza, o posteriormente más tarde a comer, y él declina la invitación, y me dice que se tiene que ir a trabajar, le pido entonces el teléfono, para al día siguiente llamarlo, para quedar con él y agradecerle su gran ayuda, me lo da y marcha.

HOTEL DE 6 HABITACIONES Y LOCALES Q”

Continúa lloviendo fuertemente, y empiezo mi ya habitual periplo de preguntas en diferentes hoteles. Para mi sorpresa, son un poco más caros que en Hanói, ninguno baja de 15$, y muchos están llenos, hasta que encuentro uno que consigo regatear hasta 11$, aún así, hago la ya conocida como huída, por si rebaja algún dólar más, pero cuando prosigo callejón adelante, y su dueña no sale a retenerme, compruebo que ha bajado lo máximo, por lo que doy media vuelta, y me hospedo en él.

Es un hotel de 6 habitaciones, se llama Rainbow, en el 283/5 de Pham Ngu Lao St., la dueña se llama Ham, y es muy amable. Accedo a mi habitación, por una escalera muy empinada, hasta la última planta, que tiene bañera, es de una sola cama de matrimonio, e internet funciona de maravilla.

Cómo no, como si el tiempo estuviera jugando conmigo, en el mismo momento que entro en la habitación, deja de llover, y sale un sol espléndido, que ilumina toda la habitación.

Después de una ducha, salgo a explorar los alrededores del hotel, enseguida veo la total diferencia de esta ciudad, respecto a Hanói, la zona está llena de bares, y chicas que son más guapas que las del norte, que invitan a entrar. También hay muchos salones de masaje, y la actividad nocturna es considerablemente mayor , los luminosos de los locales copan por completo las calles.

Decido entonces buscar los bares “Q”, que según la leyenda urbana, fueron los pioneros en esta ciudad, y posteriormente, se abrieron más en Tailandia, para los que no sepan cuáles son este tipo de locales, los encomiendo a nuestro padre todo poderoso de la información, o sea Google, solo diré, que tiene pelotas de pin pon, y ninguna mesa con la que jugar.

LITRONAS Y HUEVOS DE CODORNIZ

Después de un periplo, veo que el comunismo acabó con ellos. Qué lástima, pienso para mí: el comunismo, extirpa todo lo divertido.

Me siento en un bar, y pido Bia Hoy Ante mi sorpresa, aquí, la sirven en botellas de plástico, de 1l., por lo que es imposible el que me la beba solo sin coger una cogorza, pero no tardo en tener compañía en mi mesa, por tres estudiantes de economía, dos chicos, y una chica, con los que comparto mi cerveza, y ellos conmigo, huevos de codorniz.

CHICAS, CHICAS

Posteriormente, marcho a un bar de los que las chicas de la puerta invitan a entrar, pero solo a eso. Es un bar irlandés, pero solo por el nombre, ya que la decoración, no tiene nada que ver con los típicos que montan en todas las ciudades. Entro en él, porque soy en un principio el único cliente, y la música es buenísima, la cerveza de lata 1$, al igual que los refrescos.

No tardo en tener a las chicas del bar a mí alrededor, haciendo la interviú de siempre, al final entablo amistad con todas, y nos hacemos fotos divertidas . Posteriormente, entra un chico japonés, el cual es cliente habitual de este local, y entablo conversación con él. Lleva tres años trabajando en Saigón, y no tiene ni idea de vietnamita, me dice que el acento, es extremadamente difícil.

Después de un par de cervezas, me voy a mi hotel, pero habiendo quedado con anterioridad, para el día siguiente con una de las chicas del local, para que me haga de cicerone en Saigón, sin mucho convencimiento de que por la mañana me coja el teléfono.

EN EL MUSEO DEL HORROR

A las ocho y media de la mañana, ante mi sorpresa Vy, que así se llama la chica, me coge el teléfono, y quedo con ella para desayunar. Posteriormente, vamos en su moto, pero conduciendo yo, al museo de la guerra de la ciudad, 0,6 €. Veo, las reliquias de la misma, tanques, artillería, helicópteros y aviones, y bombas. En el interior, se encuentran fotografías, de la guerra, y de sus desastres, también de las malformaciones posteriores, con las que nacieron muchos vietnamitas, después de los ataques bacteriológicos, con los que fueron bombardeados, incluso, hay un lugar, que desisto de fotografiar, donde hay fetos con malformaciones, todo un vivo retrato, de la crueldad, a la que el ser humano, puede someter a sus semejantes. .

Posteriormente vamos al palacio presidencial, 0,6 €, el cual sinceramente no tiene mucho que ver, y eso que lo recomiendan en las guías, pero no es nada del otro mundo .

PELUQUERÍA A LA CARTA

Luego marchamos a comer, en la sobremesa, y viendo la constante molestia que me produce ya mi pelo, ya que el calor en la ciudad, es considerable, le pregunto a Vy, si conoce alguna peluquería, me dice que sus hermanas, tienen una, donde ella trabaja también por las mañanas, y acto seguido, nos dirigimos a ella.

Está situada en un laberinto de callejones, del mismo distrito donde me alojo, y vive Vy, y cuando llegamos, se quedan todos sorprendidos de verme, mi acompañante les explica a lo que vengo, e inmediatamente, me hacen sitio. Empiezan a discutir todos a la vez de cómo me tienen que cortar el pelo, que si más largo, que si más corto, hasta que harto, yo cojo la maquinilla eléctrica, para raparme, pero soy detenido, por el fuerte chillido de todas las presentes, clientas inclusive, y me quitan la máquina, y continúan discutiendo. La situación me ha parecido tan cómica, que lo repito un par de veces, consiguiendo la misma reacción de éstas, ante mis carcajadas.

Por fin se han puesto todas de acuerdo, y comienzan a cortarme el pelo, luego, me lavan la cabeza, y me dan un masaje en la misma y en la cara, poniéndome sucesivas mascarillas y cremas, ante mi incredulidad. Posteriormente, la hermana mayor y dueña, me afeita a pelo, sin espuma ni nada, pero ni me corta, ni me hace el más mínimo daño, luego me vuelven a poner una mascarilla, que me dejan, y posteriormente otro masaje de cutis. La verdad es que lo disfruto enormemente. Cuando ha finalizado todo, ha durado más de una hora, pago, y lejos de cobrarme algo abusivo, la cuenta asciendo a 2 €, por lo que no puedo evitar, el dejarle una generosa propina, ya que además me han dejado hacer fotos a sus trabajos de pedicura, manicura, mascarillas de pelo etc. .

TURISMO CON GUÍA, CAFÉ DE COMADREJA

Cayendo la tarde, regresamos al bar donde trabaja mi acompañante, que están abriendo ya, y me despido de esta, prometiéndole, que más tarde la visitaré, marcho al hotel, a comer las sobras de la copiosa comida del mediodía, ya que Vy, se encargó de que nos la pusieran en fiambreras, para que yo las aprovechara.

Escucho el teléfono, y es Chanh, el chico que el día anterior, me hizo de guía hasta mi hotel, que me llama para tomar algo, veo el cielo abierto, y quedo con él en la puerta del hotel. Cuando lo veo, no me reconoce mucho, ya que con el cambio de imagen, y que no llevo casco…, me pregunta, que a donde quiero ir, y le digo que me da igual, que lo que si me gustaría, es probar el café de comadreja, el cual aquí se llama café Chom.

Este es un café para sibaritas, pero típico de Vietnam, les dan los granos a estos animales, se los comen, y literalmente, cuando los cagan de sus heces hacen el café. Sé que suena mal, pero como ya he dicho, yo, lo que sea típico, lo voy a probar.

Montamos en su moto, y veo la ciudad por la noche, es preciosa, apenas hay ruido de claxon, recorremos las amplias avenidas, salpicadas por edificios coloniales, fusionados con grandes edificios modernos, todos ellos iluminados.

Llegamos a un café, que es pijo pero precioso, me comenta que es el único sitio, que conoce que sirvan este producto, vale 3€ el dichoso café, y es de un sabor más intenso que los normales, y como el lugar es fifí, claro, pues la leche condensada es gratis, y el té también. Para amortizar lo que vale el café, me tomo cuatro vasos de leche condensada, y ocho de té . Mi acompañante, se pide un zumo de piña, en granizado, y llama a su hermana, para que se reúna con nosotros. Cuando llega esta que se llama Yen, quedo admirado, por su belleza y por su simpatía, es muy abierta y conversadora, Chanh, que tiene dolor de muelas, queda en un rincón del sofá, dolorido, mientras su hermana y yo conversamos animadamente por varias horas, hasta que empiezan a cerrar el local. Pago yo por supuesto, y todo asciende a 4€, entonces decidimos levantar el vuelo. Me despido de Yen, y regreso con Chanh al hotel, me despido de él, y marcho a dormir.

 

LARGO PASEO POR LA CIUDAD

A la mañana siguiente, hace un día estupendo, y decido quedarme en la ciudad, un día más.

Llamo a Vy, y se lo comento, pero está trabajando, también llamo a Chanh, y quedamos para la noche, cuando termine de trabajar, esta vez para cenar, y por supuesto, le digo que se una su hermana también.

Decido entonces, recorrer la ciudad, y las cosas interesantes de ésta, a pié. Después de un par de cafés, me pongo en marcha, hace calor, pero no humedad, por lo que disfruto del paseo. Hago en total unos 15 km. a pie, disfrutando todos los edificios, excepto los dos que había visitado el día anterior, la oficina de correos y el mercado.

Me doy cuenta de la gran diferencia entre Saigón, y Hanói, el mercado es más moderno, así como sus puestos, todo mucho más organizado, al igual que la ciudad, veo los grandes edificios modernos de oficinas, en uno de ellos adornado para estas fechas, y en el interior un coro de niños cantando villancicos, que hacen las delicias de las mujeres que trabajan en ellos. También el ministerio de defensa, y algún que otro palacio, así como la catedral, que se llama Notre Dame, y es igual que su hermana de Paris, pero edificada en ladrillo rojo. Todos los edificios son de época colonialista, y muy bellos .

Regreso al hotel, empapado de sudor, y decido darme una buena ducha, y hacer la siesta, hasta la tarde, que he quedado con Chanh y su hermana.

COCINAS ABIERTAS

Cuando despierto, Chanh, me llama y está abajo esperándome, y de nuevo marchamos en su moto, y recorremos la ciudad, llegamos a una casa antigua colonial, convertida en restaurante, es magnífica, muy bella , y lo primero que hago es preguntarle a mi acompañante, si es caro, me contesta que es normal.

Tiene un gran jardín bellamente adornado y en las habitaciones del interior convertidas todas ellas en salones dispuestas las mesas. Hay una mezcla de gente extranjera, y local, y las cocinas, que hay dos, están abiertas al público, para que vean como cocinan lo que están comiendo, por lo que no me lo pienso dos veces, y hago fotos.

Cuando llega Yen, comemos con una conversación animada, igual que es ella, siempre sonriente, al igual que su hermano, que aún sigue fastidiado por el dolor de muelas.

Al finalizar, intento como no el pagar la cuenta, Chanh, no me deja, por mucho que le insisto, por lo que quedo abrumado, en absoluto es una persona con mala fe, que me ha traído a este lugar, esperando que fuera yo el que pagara, por lo que le digo a él y a su hermana, que los cafés en otro lugar los pago yo.

Miro de reojo la cuenta, mientras converso con su hermana, y asciende todo a 16 €, lo cual no está nada mal, tal y como me había dicho mi acompañante en el primer momento, dos platos cada uno, excepto su hermana, que pidió solo uno, y postre para dos.

Marchamos a otro café, y me doy cuenta, que los dos son de un nivel adquisitivo mayor que la mayoría de los habitantes de este país, ya que por donde se suelen mover, no tiene nada que ver, por donde comen la mayoría de gente, en restaurantes de la calle. También me he dado cuenta de que son católicos, ya que antes de comer, bendijeron la mesa, los dos trabajan, y tienen carrera universitaria, y viven independientes, su familia vive a unos 4 km. de Saigón, y me han invitado a pasar el final de año con ellos.

Después de los cafés , y de una charla distendida, me despido de lo Yen, al igual que la noche anterior, y prometiéndole, que a mi regreso los llamaré.

EL TOQUE FRANCÉS

Mientras recorro con Chanh, todo el camino de vuelta, pasamos por la catedral, mientras unos fieles rezan, a una imagen de la Virgen , y mi acompañante me dice que es normal, todos los días lo hacen. No consigo quitarme de la cabeza, el pensamiento de las grandes diferencias de una ciudad y otra, de unas gentes, que los del sur, son mucho más agradables, no miran tanto por el dinero, ya que saben disfrutarlo, y aunque por supuesto, al igual que en el norte, hay gente que se quiere aprovechar del turista, es mucho menor la cantidad de estos.

También me he percatado, de la gran diferencia cultural de unos habitantes y otros, ya que los del sur, son un tanto más intelectuales que sus vecinos, he encontrado una gran cantidad de librerías, y asociaciones culturales, y como ya dije antes, no disfrutan con el estridente sonido del claxon de sus vehículos. Las avenidas son mucho más limpias, y el tono de su voz cuando te hablan es pausado y suave. Son también mucho más tranquilos que los del norte, y pueden estar con un café una hora. También son de mentalidad mucho más abierta, quizás porque estuvieron mucho más tiempo acompañados de occidentales y de sus costumbres que sus vecinos del norte.

Y la ciudad, a mi entender, aunque no tenga el distrito francés de su vecina del norte, tiene el distrito uno, que es muy parecido, con casas encantadoras, y mujeres bellas, por lo que creo que me he enamorado, no de una mujer, sino de una ciudad, de nombre Saigón.

LLAMADA DE COMPAÑÍA

Al día siguiente he de salir, con dirección al delta del Mekong, y cuando me encuentro haciendo el equipaje por la noche, para no perder tiempo cuando me levante, recibo una llamada de Vy, la cual me comunica, si puede venir conmigo las dos semanas que estaré fuera de Saigón, a lo que le respondo complacidamente, que bien. Al parecer, la navidad, no la pasaré solo.

 

Vietnam (XIII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

En la mañana siguiente Moon, sigue constipada, por lo que decido, no marchar a primera hora. Nos acercamos de nuevo a Hoi An, y en unos de esos maravillosos cafés sobre el río, en casas de pilares de madera, hechos para turistas , desayunamos.

MATEMÁTICAS TURÍSTICAS

Intento explicarle, que estos sitio son bonitos, pero que no me gustan nada, que para mí son como los paradores de España, que con un café, que es caro, pero lo más barato que se puede tomar, ya que no soy amigo de pagar por algo que no lo vale, se disfruta de la vista. No lo entiende, pide Pho, y un café, yo pido sólo un café, y la cuenta asciende a 3,80 €.

Posteriormente, marchamos al hotel, recogemos todo, y comenzamos el camino. Una hora después, paro, yo a desayunar, lo hago en un lugar de un pueblo perdido, pido  Bo Kho , un bocadillo de carne y huevo, con hierbas de hinojo, perejil y lechuga, una cerveza, y ella sólo pide un café. El Bo Khó, lejos del que se había pedido con anterioridad, es con carne de ternera, un caldo exquisito, zanahorias, y verdura, pago por todo 1,20€; ahora parece entenderlo, sobre todo cuando le digo, que con su dinero, y el mío, tenemos un presupuesto mensual de 800€, para todo, gasolina hotel, comer, y alguna sorpresa, o incidencia, que salga, y que cuando se vaya acabando, solo podremos comer Pho, y tendremos que dormir en la playa.

W.C. NATURAL

Nos dirigimos a Quang Ngai, una localidad, que en sí no tiene nada para visitar, pero nos pilla de camino, y está a unos 120 km, de Hoi An, por lo cual, es necesaria parada en el mismo. Cuando comienza a llover, paro unos 40 km. antes de llegar, en un bar de carretera, y tomamos un café. Los lugareños son tremendamente amables, y no cesan de hacernos preguntas, y Moon hace de traductora, divirtiéndose a cada pregunta.

Cuando decido ir a orinar, y pregunto dónde se encuentra el servicio, me indican la parte de atrás del bar, accedo al patio trasero del mismo, donde cuatro hombres, juegan al dominó. Al no ver ningún servicio cerca, le pregunto a ellos, y estos me indican que continúe más adentro, paso el huerto, y llego a la ribera. No hay nada construido para poder aliviar mi vejiga, miro alrededor, y los hombres, sonriendo, me dicen river, river, ahora lo entiendo, se mea en el río. Me rio, finalizo, y vuelvo a la terraza.

EL SINO DE MI TALLA

Cuando la lluvia afloja, continuamos el camino, pero es sólo un espejismo, ya que 5 minutos más tarde comienza a llover de nuevo, pero ya no paro. Moon, lejos de quejarse, ya que está enferma de la garganta, aguanta sin decir una palabra. Llegamos a Quang Nai, y realizamos el periplo habitual de búsqueda de hoteles. Encontramos uno por 8$, el cual es nuevo, y cerca del centro. Después de asearnos, salimos a un centro comercial, a la búsqueda de calzoncillos para mí, misión imposible, ella se divierte mucho, ante mi cabreo, y le digo, que nada, que es la liberación del hombre, al igual que la de la mujer en los 60, cuando quemaban sus sujetadores, que solo me quedan cuatro, y tendré que apañarme con ellos, lavándolos constantemente, hasta que llegue Ana, y me traiga repuesto de España.

Posteriormente, marchamos a cenar, platos típicos de la zona, ella me explica que en Vietnam, el cual conoce muy bien. Cada ciudad, además de tener sus platos, los cuales no hacen en otras zonas, tiene su propia cerveza, y tabaco, por lo que me puedo olvidar, de continuar con la marca de tabaco, que compré en Hanói.

RECUERDO DE LA BARBARIE

Comemos unos boquerones, en salsa picante, pollo con jengibre, sopa de pez espada, y arroz , todo exquisito, y al pagar me percato, que sale a cuenta el haber venido con ella, ya que asciende con bebida a 5€, lo mismo que hubiera pagado yo solo, y con menos comida, por lo que a partir de ahora, puedo dejar de cenar sólo Pho.

Regresamos al hotel, y cada mochuelo a su olivo, que al día siguiente, tengo pensado el visitar Son My.

Por la mañana salimos del hotel, y nos dirigimos bajo la lluvia a Son My, que es un pequeño pueblo de pescadores, en la costa, que sufrió, a mi modo de entender, la mayor barbarie perpetrada por los americanos en la guerra. El 16 de Marzo de 1968, varias compañías del ejercito Yanqui, después de un bombardeo intensivo, se desplegaron por la zona, arrasándola. No hubo ninguna resistencia por parte de los aldeanos, ya que no eran del Vietcong, aún así, mataron a bayoneta, y por disparos a 560 personas, incluidos ancianos, niños, y mujeres embarazadas, posteriormente violaron a varias niñas y mujeres, solo hubo una baja por parte del ejército estadounidense, un soldado, que se pegó un tiro en el pie, ya que no quiso participar en esta atrocidad.

El ejército quiso que sus soldados no hablaran, por lo que aquellos que estaban en contra de lo sucedido, lo pasaron realmente mal, con presiones de sus mandos, y amenazas. Pero cuando regresaron a EE.UU. lo contaron en varios periódicos, y esto tuvo una gran repercusión, ya que la opinión de los estadounidenses, hacia la guerra de Vietnam, cambió, y cuando sus soldados regresaban a casa, los llamaban asesinos de niños. Posteriormente el gobierno abrió una investigación, sobre lo sucedido, haciendo responsable a un teniente, y condenándolo a arresto domiciliario, durante tres años, posteriormente quedó en libertad sin cargos, al negarse el tribunal supremo a enjuiciarlo. Fue el único, al que utilizaron como chivo expiatorio, ya que los altos mandos, que fueron los verdaderos responsables, jamás fueron llevados a juicio, incluso condecoraron a varios de ellos por esta misión. Esto me recuerda que hoy en día continúa pasando lo mismo, Guantánamo, Irak, y la muerte de José Couso.

TESTIGO DE CARGO

Después de ver la magnífica playa de Son My, donde un barco está encallado en la misma , me dirijo a ver el monumento, y el museo a las víctimas de la masacre. En el camino encuentro aldeanas trabajando la tierra , y posteriormente antes de llegar al museo, paro para tomar un café, y Moon, se pone a hablar con una mujer, que se encuentra en el mismo. Aprovecho, y saco mi portátil para escribir. Una  hora después aún continua, y me acerco a ellas, y le preguntó que de qué hablan tanto, ella me dice que es una mujer con una vida muy interesante, al preguntarle por qué, me dice que vivió la masacre, y posteriormente toda su vida no ha sido demasiado sencilla. Sin pensarlo dos veces, vuelvo a abrir mi portátil, y le digo que me traduzca todo lo que le digo, y viceversa.

Le pregunto por el día de los acontecimientos, y si los recuerda bien, ella se queda un tanto parada, y mira a Moon, ella asiente, y comienza su relato.

Esa mañana, la recordaré toda mi vida, hacía 2 semanas que había cumplido 8 años, nos levantó mi padre, por los bombardeos, algo que no era inusual, comenta, ya que eran frecuentes, pero los de esa mañana mucho más cercanos que de lo habitual. A mi hermana y a mí, nos llevó a casa de mi tío, el cual debajo del suelo de su casa, tenía hecho un escondite pequeño, para las cosas de valor. Nos metimos allí, mi hermana de 4 años y yo. El silencio se hizo en toda la aldea, estaba cerca del pueblo de Son My, a donde mi padre se dirigió, ya que su hermano pequeño vivía allí. Nosotras permanecimos en el refugio, escuchamos el motor de helicópteros que se alejaban, y posteriormente gritos de la gente, y disparos. Mi tío regresó, abrió la trampilla, y nos dijo, que por nada que escucháramos saliésemos, cerró, y permanecimos por dos horas más allí, las cuales me parecieron días.

De repente, escuchamos ruido en el interior de la vivienda, y risas de personas que hablaban en un idioma que desconocíamos, y estaban destrozando la casa, y buscando algo, yo abracé a mi hermana fuertemente contra mi cuerpo, para que no tuviera miedo, y para evitar que llorara, e hiciera ruido.

Repentinamente, se abrió la puerta superior de nuestro refugio, y aterradas, vimos a tres soldados, que nos apuntaban con sus armas, mi hermana comenzó a llorar, y yo me quedé muda, solo la agarraba con mucha fuerza. Uno de ellos agarró a mi hermana, y la separó de mí, yo me veía incapaz de reaccionar, se la llevaron fuera de la vivienda, mientras otro de ellos, este de color, me sacó, de mi escondite, y me llevo a lo alto de la mesa, donde me tendió, y me sujeto por los brazos, el otro soldado, me quito mi ropa, y me quedé desnuda. Yo intentaba soltarme de las enormes manos que me sujetaban, pero era imposible, posteriormente, mi hermana dejó de llorar, y el soldado que se llevó a mi hermana, volvió, sin ella al interior de la casa, y yo no cesaba de preguntarle dónde estaba, pero claro no me entendía. De repente sentí un fuerte dolor en mis partes, y no comprendía porque, solo podía mirar los ojos brillantes del soldado de color, que me agarraba mis brazos, y miraba sus dientes blancos, mientras sentía más dolor, y uno de los soldados, el que me quitó la ropa, no dejaba de frotarse contra mí. Cuando este se separó, de mi cuerpo, se subió los pantalones, y le dio una palmada al que se había llevado a mi hermana, que se encontraba en la puerta.

Este, volvió a frotarse contra mí, y volví a sentir el dolor de antes, yo luchaba y luchaba, pero me era imposible el soltarme, y ellos reían más cuanto más luchaba yo. A partir de esto, ya no recuerdo más, me desvanecí, al despertar, me encontraba aún en la mesa tirada, recuerdo que me toqué y sangraba por mis piernas, y no comprendía por qué. Intenté levantarme, pero caí al suelo, tardé aún media hora en conseguir andar, salí de la casa, y vi que la aldea entera estaba en llamas.

A 10 metros de la casa, vi a mi hermana en el suelo tirada, la llamé, pero no contestaba, y vi que sangraba por el pecho, la cogí, pero pesaba mucho, por lo que la lleve al interior de la casa, la puse en la cama de mi tío, y salí a buscar ayuda. El pueblo estaba enmudecido, habían matado a muchas personas, e incluso a todos los animales, y solo había humo, me dirigí a mi casa, y en el camino, en la cuneta, junto a decenas de personas muertas, encontré a mis padres muertos, lloré y lloré, hasta que una mujer me cogió, y me llevó con ella.

Yo no cesaba de decirle que mi hermana pequeña, se encontraba en la casa de mi tío, y ante mi insistencia, volvimos allí, ella no me dejó entrar, pero tardó poco en salir, y decirme, que no podía hacer nada, que mi hermana de cuatro años, estaba muerta, había perdido en esa mañana a toda mi familia, yo fui la única superviviente.

APRENDIENDO DEL DOLOR AJENO

Al terminar el relato, y releerlo, no puedo evitar el emocionarme, y miro a esta mujer, la cual me sonríe con dulzura, le pregunto, que es lo que le haría a esos soldados que esa mañana le arrebataron todo en su vida, y ella me contesta que nada, que hace mucho tiempo de eso, y que era la guerra, que nada le iba a devolver a su familia. Le vuelvo a insistir, y le pregunto si no les guarda rencor, me dice que no, que ella tiene la suerte de estar viva todavía, que sin embargo muchas de sus amigas murieron, y que solo hay que mirar hacia adelante, que mucho más le ha dolido, el haber sido abandonada por su marido, y que éste se llevara a sus siete hijos con él quedando ella sola.

Me despido de esta mujer, besando sus manos, la cual ha tenido la vida más amarga que he escuchado en mi vida, y sin embargo, con una gran contradicción en mi cabeza, ya que aún sigue sonriendo. Es la mayor lección que me han dado en mi vida de entereza, y perdón hacia otras personas, que espero que algún día, tengan la justicia que merecen, si no lo han tenido ya.

PACIENTE COMPAÑERA

Camino del monumento, encuentro un astillero donde construyen barcos de pesca de madera. Paro a realizar unas fotos de los mismos , y los trabajadores se me acercan para saludarme, hablo con ellos, a través de Moon, y me cuentan los diferentes procesos de su construcción, los cuales puedo comprobar in situ, y para mostrarlos, hago fotos.

Como ven que voy acompañado, no me invitan a trabajar con ellos, es la parte mala de ir con Moon, la pérdida de experiencias de este tipo, pero pienso para mí, que también hay otras buenas. Ya que tiene una adaptación asombrosa a mi manera de viajar: cuando decido parar no hay queja alguna, igualmente cuando decido proseguir, aunque este lloviendo a cántaros, y ella enferma; o si decido probar algo inusual, comida, bebida, para nada se queja, me hace de traductora, lo cual agradezco enormemente. Y si decido en algún momento del día, el escribir mis crónicas, con el consiguiente aburrimiento para ella, ya que no abro mi boca, ni me dirijo a ella, se da una vuelta por los alrededores, y charla con alguien, o me espera pacientemente a que finalice. Hasta el momento, ninguna queja de ella, ya veremos cuando llevemos 10 días viajando juntos.

ANGOSTO PUENTE

Llegamos al museo de la masacre, donde se encuentran las fotografías de los soldados y los responsables de Ésta, así como la de los soldados y periodistas que la sacaron a la luz . Pero el monumento a los asesinados, y las casas quemadas, no sobrepasa, el relato que hace una hora me ha contado una superviviente.

De camino a la ciudad, paso por un puente , sólo para el tren y las motos, el carril para estas últimas es tan estrecho, que dejo dos cierres de mis alforjas en el mismo, Moon se acojona, y me hace que pare a mitad, y continua a pie, no quiere dejar también sus rodillas en él.

REGATEO EN EL HOTEL

Regreso al hotel, y no con tristeza, sino con una tranquilidad increíble, de saber que en el mundo puede haber personas con la capacidad de proseguir, y levantarse una y otra vez ante las adversidades más grandes que la vida y, sobre todo la barbarie, te pueden hacer sufrir.

Por la mañana, tomamos camino a Quy Nhon, que está a unos 170 km. y con una carretera, llena de baches que parecen cráteres de bomba. Sorteo tráfico y carretera, todo en uno, una experiencia, que hay que tomarla con mucho humor, aunque me acuerde demasiado de la familia de los conductores que me vienen de frente.

Llegamos a la ciudad, sobre las 3 de la tarde, y cómo no, comenzamos el rosario de hoteles, al final encuentro uno que es una maravilla , por 9$, en primera línea de mar, con bañera, e internet, todo un lujo, eso sí, me pedían por el 13$, y hasta Moon, se queda alucinada con mi capacidad de regateo, y se ha adaptado a realizar el papel de poli bueno y poli malo, en el trato.

Posteriormente, marchamos a cenar Bo Kho, los dos por 1,10 €, la bebida la hemos comprado en el súper, aquí es normal que si quieres te puedes abrir tu lata de cola, en el restaurante, que nadie te dice nada.

BAÑO SALVAJE

Marchamos para el hotel, y a dormir, al día siguiente quiero visitar las torres Cham cercanas a la ciudad, y si da tiempo, un bañito en la playa. Estaremos tres días aquí, ya que el tiempo es benevolente, y la ciudad, y el paisaje lo merecen.

Por la mañana, salimos de la ciudad, a la cual denomino diabólica, ya que es imposible el orientarse en la misma: cada vez que decido ir a una parte de la ciudad, no sé como aparezco en la otra, toda una aventura, incluso Moon, se desquicia con la misma.

Por fin salimos de ella, y nos dirigimos a Phu Phuong. Cerca hay una fábrica de miel de caña, y su olor impregna toda la ciudad. El día es espléndido, y antes de visitar las torres, decido de visitar un parque natural que hay cerca de esta, y se llama Ham Ho. Excelente decisión, no hay un solo turista, pero lo malo, es que no podemos remontar el río que hay en él en barca, ya que por las últimas crecidas de la lluvia, es peligroso, y decidimos hacer los tres kilómetros a pie.

Remontamos el río, y llegamos a unos rápidos, la vista es espectacular , pero el camino, se encuentra bajo el agua, y es imposible el continuar. Decido adentrarme en la jungla, para hacer un kilómetro más. Hecho de manos un machete con el que abrirme paso entre las lianas y la maleza, y al final consigo llegar a un claro entre la maleza y el río, y sin pensarlo dos veces, me quito la ropa, y me tiro al río, ante la incredulidad de Moon. El agua está cristalina, y a una temperatura estupenda, el único problema, es que la corriente, me arrastra 50 metros abajo, y para volver al lugar, de donde empecé, tengo que hacerlo descalzo por la maleza, pero vale la pena, es una de las mejores experiencias que tengo, estoy al menos una hora, con el ir y venir, hasta que quedo exhausto, y decidimos volver al aparcamiento, y de allí a ver las torres.

LAS TORRES CHAM

A 10 Km al norte del pueblo, se encuentran tres torres de unos 20 metros de altura, son una maravilla , y las están restaurando. Las vemos solos, pues el lugar esta vacío de turismo, y permanecemos en el recinto por lo menos una hora, visitándolo a nuestro total antojo. La entrada cuesta 10 cent. de €, y vale la pena el desplazarse hasta aquí, ya que el lugar que las rodea es un entorno totalmente rural, donde la gente aún se sorprende de ver a un extranjero.

INTIMIDADES Y POSTIZOS

A la vuelta, decidimos hacerlo a través de caminos por aldeas pequeñas, donde la gente trabaja los campos, secándolos de agua, para plantar la nueva cosecha de arroz. Los niños acompañan a mi moto al paso de su aldea, hasta la finalización de esta, y nos despiden agitando los brazos, con un “Hello” .

Llegamos al hotel, con el sabor de haber pasado un gran día, y con el pensamiento de que al día siguiente disfrutaremos de las playas de esta ciudad.

Más tarde, habiendo preguntado con anterioridad el precio de la lavandería y al ser muy barata, la mitad que lo normal, 30 cent. el Kg., decidimos hacer la colada. Le pido la ropa a Moon, y ésta la pone en un cesto, miro sus sujetadores, y veo que todos tienen relleno, me río ante la situación, y al preguntarme ella de que me río, le señalo, que lleva tetas postizas, pues en su país carecen de ellas las mujeres. Extrañada y no entendiendo lo que le digo, cojo un pantalón corto, y me lo meto en el interior del mío, diciéndole, que es como si los hombres hicieran esto, que es una mentira lo que llevan, ella ríe, por la broma.

En ese momento, llega la recepcionista a la habitación para recoger la ropa, y yo olvidándome que llevo el gran bulto en mi entrepierna, abro la puerta, y la cara de esta es un poema, recoge la ropa, sin despegar la mirada de mi gran bulto, y me habla de para cuándo estará lista mi ropa, sin mirarme a los ojos, solo a la entrepierna.

Yo que me he olvidado, de que llevaba el pantalón metido dentro del otro, quedo  un poco extrañado, y le pregunto, que si llevo la cremallera bajada, y me miro, y cuando recuerdo que llevaba el postizo, me meto la mano en el interior, para sacármelo, y decirle a esta que era solo una broma, pero cuando lo hago, la recepcionista, ha huido ya de la habitación, supongo que por miedo.

BRONCA VIETNAMITA

Eso sí, en los dos días posteriores, la amabilidad de esta es un tanto distante, y no me mira a la cara, solo a mi entrepierna, supongo que esperando ver lo de los días anteriores.

Por la mañana, el tiempo no acompaña, para la playa, ya que está nublado, y hace un viento demoledor, por lo que visitamos las dos torres Chan de la ciudad, que están restauradas, pero en absoluto desmerecen las que vimos el día anterior.

Marchamos hacia un inmenso puente de unos 3 km, que une una minúscula península, con la ciudad, y posteriormente nos adentramos en las aldeas de pescadores, que la salpican, paramos en una de ellas a almorzar.

Cuando llegamos al bar del pueblo, mientras esperamos a que nos traigan la comida, una mujer en moto, se acerca , y a gritos llama a uno de los hombres que se encuentra dentro, y cuando sale, continua gritándole, y él cabizbajo se sube en la moto, y marcha con ella.

Me vuelvo hacia Moon, y le comento, “esta le ha dicho que está harta de que todo el día esté en el bar, y ella trabajando, mientras la casa está desatendida, que se suba en la moto, y regrese, o se va a enterar”,

Sorprendida, me dice, que ya entiendo el vietnamita, y yo le contesto que de eso nada, que esta historia es universal de todos los países, mientras río para mis adentros.

PARAISO PARA CONSTRUCTORES

Después de la comida, continuamos camino, atravesando aldeas, y sorprendiendo a las gentes de estas, cada vez que paramos en una a tomar café. Paramos en varias playas, vírgenes, donde la mano de los constructores aún no han llegado, son paisajes idílicos, que me temo no tardarán en ser devorados por resorts y demás .

De regreso al hotel, decido acercarme a la playa de los leprosos, famosa por el hospital de estos que hay aún en ella. Lejos de ser un lugar de tristeza y abandono, se encuentra un hospital cerca de ella, una aldea de pescadores, que es paradisíaca, casas a la antigua usanza, rodeadas de palmeras, y una playa preciosa. La entrada al recinto cuesta 20 cent. de €, ya que tiene un jardín con pedestales y esculturas de médicos importantes, pero nada que merezca la pena fotografiar, si no es el hospital, y las casas de los pescadores.

UN POCO DE MANTENIMIENTO

Regresamos al hotel, y luego a cambiar la rueda trasera de mi moto, ya que se encuentra desgastada, y no me gustaría tener un percance por la misma, cuando lo hago, también cambio de paso el aceite, y compro dos recámaras de repuesto, el precio total de todo es de 9 €, sorprendido gratamente, pago, y nos vamos a cenar Pho, con albóndigas de ternera e hierbas.

Regresamos al hotel pronto, ya que al día siguiente, hay que salir temprano, ya que tenemos un camino de 220 km. por delante, y hay que madrugar. Antes de dormir, Moon, me comenta que su socio le ha llamado, y que hay un problema en las peluquerías, que tiene que solucionar, y que el sábado tiene que regresar para Hanói, lejos de recibirlo con desagrado, pienso que lo bueno, si es breve dos veces bueno, y ella se queda un tanto descolocada, cuando me lo tomo tan bien, ya que esperaba, según  mi entender, que intentara retenerla.

La verdad, que la echaré un poco de menos, ya que se ha tomado con alegría las contrariedades del camino, también he tenido la oportunidad, de escuchar una historia de la guerra, gracias a la traducción de ésta, y el regateo en la comida, ya no lo he tenido que hacer, toda una comodidad y descanso, para mi paciencia. También echaré de menos, el comprobar con asombro la capacidad para dormir que tiene, ya que normalmente, se mete en la cama temprano, y puede llegar a dormir 12 horas diarias sin ningún problema. El día que le pregunte por esto, me comento que es lo normal que duermen los vietnamitas.

Pero como ya he dicho, hemos disfrutado de una semana larga de nuestra compañía mutua, y en absoluto le pediría que se quedara por más tiempo, ya que no quiero que llegue a pensar, que entre nosotros hay lo que no puede llegar a haber.

CIUDAD CIRCULAR

A la mañana siguiente, salimos de la ciudad, y 10 km más tarde, encuentro otra ciudad, también grande, nos quedamos extrañados al ver que existe una ciudad al lado de la que hemos estado. Al pasar por dentro de la misma, me es familiar su playa,  y llegamos atónitos al mismo hotel que nos hospedamos: hemos estado dando vueltas alrededor de la ciudad, sin salir de ella, nos lo tomamos con humor, y definitivamente, la apodamos la ciudad maldita, corremos el peligro de no salir jamás de ella.

Decido entonces, guiarme por mi instinto, y nos dirigimos a la playa de los leprosos, continuamos la carretera que la rodea, con imposibilidad de perdernos, ya que es el litoral. Gran decisión casual, ya que el camino, además de no tener baches, pasa por las mejores playa de Vietnam que he visto hasta el momento: arenas blancas, cocoteros, y ni un alma, a excepción de las barcas de pescadores, además el día es fantástico.

Pasamos por pueblos, que son lo que hace 60 años eran  Torremolinos, o Ibiza, salpicados en sus playas por pequeñas islas, algo digno de apreciar tranquilamente, con un café por delante, como así lo hacemos . Llegamos a nuestro destino Nha Trang, cuando entramos en la ciudad, ya comprobamos que esta es grande, pero cuando llegamos al paseo marítimo, y veo los edificios altos que envilecen el mismo con hoteles de lujo Sheraton y por el estilo, me niego ante la incredulidad de Moon, a quedarme en esta aberración de ciudad, para eso me voy a Benidorm, le digo mientras salimos de la ciudad.

FINAL DE TRAYECTO

Proseguimos 100 km. más al sur, hasta Phan Rang, y llegamos con el atardecer pisándonos los talones. No es de extrañar, hemos hecho dos jornadas de moto en una, y unos 350 km. en total, estamos derrotados, y no nos molestamos en buscar muchos hoteles, escogemos uno del centro, y al subir las escaleras, me percato, por una caja de condones de acceso gratuito, que no hemos metido en un picadero de putas, pero a ninguno de los dos nos importa, lo único que queremos los dos es una ducha, y descansar, que mañana buscaremos otro.

Mientras escribo esta última parte de mis crónicas, pienso en lo acontecido en esta semana, ya que ha sido la primera en la que he viajado totalmente acompañado; ha tenido buenos y malos momentos, lo que en sí es el compartir las vivencias, y ha sido un cursillo acelerado de preparación para cuando venga Ana, después de navidad.

Pero si me tengo que quedar con algo, lo hago con la experiencia de escuchar de primera mano la vivencia de esa señora, de Son My, que no podré olvidar, y me dio una gran lección hacia los demás, y es que no importa lo que te pase, sino la capacidad tuya a reponerte de las adversidades. Es una lección de perdón, pero no de olvido, de supervivencia, y de historia actual, de cómo puedes seguir adelante, y no tener que por necesidad vivir con tu pasado, sino aprender de él. No puedo evitar, el pensar que esta mujer, a la que siendo una niña, unos depravados le arrancaron su inocencia, su familia, y todo lo que conformaba su vida, ha tenido el valor de perdonar, algo que a mí se me escapa a mi corta comprensión, quizás todavía me quede mucho que aprender de los vietnamitas, y de su manera de entender la vida.

 

Vietnam (XII)

NOTA DEL ADMINISTRADOR: Debido a un fallo en el antiguo servidor de imágenes habrá paginas en las que no se vean estas en su párrafo correspondiente, y ya que volverlas a poner todas en su sitio llevaría muchísimo tiempo se ha insertado al final de cada crónica un vídeo para poder verlas.

 

Por la mañana, me limito a deambular por las calles de Hanoi, realizo alguna compra, con miras a mi regreso a Danang, tabaco, imanes para Ángel, al cual se los envío, y algún que otro producto, que me gusta de esta ciudad, y no he podido encontrar en otras.

A la hora de comer, he quedado con Mi Ho, la japonesa, y un par de amigos suyos franceses. Tenemos una tertulia, y posteriormente, paso la tarde en la oficina de Hai, y de charla con su empleada Han, que es una buena persona. Me despido de ella, y marcho a cenar con Moon, quien me lleva a un restaurante, al que accedemos por un laberinto de callejones; es un restaurante medio, pero de solo vietnamitas.

Comemos unos filetes de ternera, en una salsa de cebolla, y vino de arroz, acompañado de patatas fritas, ensalada, y cervezas, algo muy común en nuestro país. Posteriormente, nos marchamos a la esquina caliente, a tomar un par de cervezas, y tenemos una charla distendida, en compañía de calamares y pescados secos, mojados en salsa picante.

NUEVOS AMIGOS

Cuando estamos a punto de marchar, escucho hablar en español a una pareja que acaba de sentarse, por lo que a mi pregunta responden afirmativamente: son Jorge y Yosune, él es ceutí, y ella mexicana. Viven en Singapur, y nos tomamos unas cervezas más , y después marchamos a un pub, donde acabamos por cerrarlo. Nos despedimos con un abrazo, y prometiéndonos, que nos volveremos a ver cuando vaya a esta ciudad.

Por la mañana, acuso los excesos de la noche anterior: tengo la garganta inflamada, y algo de fiebre, por lo que me quedo en cama, hasta que se hace de noche, y marcho a cenar con Hai, y unos amigos.

Me lleva a un restaurante, donde pedimos fondee vietnamita , que es una olla pequeña, donde hay caldo, y verduras, y está en lo alto de un pequeño hornillo, constantemente en ebullición, a la que se van añadiendo carne de pollo, y ternera, sesos, y verduras.

Finalizada la cena, la cual insisto en pagar, ya que he estado comiendo varios días invitado por Hai, la cuenta, para 5 personas asciende a unos 14 €, con bebida incluida, marcho para el hotel, por el terrible dolor de garganta que sufro.

DESPEDIDA DE SOLTERO CON VELAS

El domingo que tengo despedida de soltero, marcho sobre la 1 de la tarde al hotel, donde había quedado con Maicolm, para que me recogiera el minibús. De allí, marchamos, yo sin saber a dónde, pero luego lo descubro, a Bac An, una población situada a 150 km. al noreste de Hanoi.

Cuando llego, me encuentro al novio, muy trajeado, y en casa de sus padres, montada una carpa, ya en el camino, me percato, que en el minibús, van tanto chicos como chicas.

Nos recibe amigablemente, y nos hace entrar en la casa, y en los preparativos de la cena, la electricidad falla , y todos lo tomamos con humor, y cenamos acompañados de velas.

A mí me hacen sentarme con los amigos del novio , algunos con unas pintas un tanto extrañas por su manera de vestir, y su corte de pelo, además tienen un amaneramiento inusual en los chicos de Vietnam.

Todos quieren brindar conmigo, que como siempre, soy el único extranjero que se encuentra allí. Lo más extraño, es que el mejor amigo del novio, que me presentan, lejos de estar feliz por su amigo, está un tanto compungido.

Al finalizar la cena, tomamos té, y me ofrecen nueces de Betel, -de las que ya he hablado en otra ocasión de ellas- y decido probarlas, tienen un sabor amargo, y son nueces, con raspadura de corteza, y envueltas en una hoja. Tienen una leyenda, la cual paso a contar, para los que estén interesados en la misma.

UNA BELLA HISTORIA DE AMOR Y NUECES

Resulta y viene a parar (que es como empiezan las buenas historias de pueblo), que hace muchos años, en una población, había dos hermanos, que sin ser gemelos, ya que tenían un par de años de diferencia, se parecían enormemente. Uno de ellos, el mayor, se enamoró de una chica, y decidió casarse. Se llevó a su hermano con él, y con el tiempo, la chica, también sentía algo por el hermano pequeño, al igual que esta por él, pero sin ser capaces de elegir, entre amor de hermano, y amor de mujer. Por lo que la gente del lugar, comentaba mal de ellos.

Un día, cuando el hermano mayor, marchó a trabajar, sin que la mujer se diera cuenta, y cuando esta despertó, y encontró al hermano pequeño, lo confundió por el mayor, y lo abrazó (en mi versión, pienso que hubo algo más que un abrazo), y cuando los dos se dieron cuenta del acto que habían cometido (en teoría abrazarse), el hermano pequeño, avergonzado, salió de la casa, y comenzó a andar, y acabó por perderse, y morir posteriormente, y convirtiéndose en tronco de árbol. Cuando el hermano mayor, regresó de trabajar, la mujer le contó lo sucedido. Éste, en un principio, montó en cólera, pero como quería tanto a su hermano, salió en su busca, lo estuvo buscando durante mucho tiempo, y al final cansado, decidió reposar en un tronco, sin percatarse de que era su hermano, se durmió, y murió, convirtiéndose en el fruto del árbol.

La mujer desesperada, al ver que no regresaba ninguno de los dos, decide, ir a buscarlos, sin encontrarlos, lloró desesperadamente, sobre un árbol, el mismo en el que se habían convertido los dos hermanos y ella murió también, convirtiéndose en hoja de él, permaneciendo los tres para la eternidad juntos.

Esta historia, es el recuerdo, de lo que puede llegar a ser el amor, y el sabor amargo de las nueces es el sabor amargo de lo que puede llegar a ser el mismo, por eso se toma, la raspadura de corteza, junto con la nuez, y envuelta por la hoja, siendo la mujer la que abraza a los dos hermanos.

 

En la cultura vietnamita antigua, cuando un hombre le pide la mano a los padres de la mujer, estos, le hacen un vestido a ella de color rojo, y le hacen comer nueces de betel que dejan los dientes del mismo color, para recordarle siempre, lo amargo que puede llegar a ser el querer demasiado a una persona.

Lo malo, es que las nueces producen un sentimiento de euforia, y son adictivas, dejando los dientes totalmente rojos, después de un año de su consumo, y posteriormente sin ellos, pero es una prueba de amor que se le pide. Actualmente esto no pasa.

UN POCO DE FILOSOFÍA SEXUAL Y DE LA OTRA

Después de los tés, pusieron música de discoteca, y todos los chicos comenzaron a bailar , las mujeres, que hay, empiezan a irse, y veo que la mayoría de amigos del novio, o son gays, o lo parecen, por su manera de bailar, y el roce continuo que tienen entre ellos. Ahora entiendo, la mala cara del mejor amigo de Maicolm, por el casamiento de este.

Si Maicolm también lo fuera, lejos de entristecerme por él, me entristecería por la futura novia, ya que le queda un largo trecho que padecer, en una sociedad, en la cual hay que aparentar. Ya he visto esto, en algún lugar que otro, y sé lo larga que es la vida, y lo infeliz que se puede llegar a ser, cuando se quiere a una persona, y se es incapaz, de darle todo lo que esta persona necesita.

Jamás he desaprobado la tendencia sexual de una persona, ya que le he dado tanta importancia a esto como que a que le gusten los garbanzos y no las lentejas. Pero lo que sí desapruebo totalmente, es la cobardía de dar un paso, o no darlo, ya que se puede seguir soltero sin ningún problema, y sin acarrearle una vida amarga a otra persona. Ya que según mi humilde opinión, la búsqueda eterna del santo grial, en la vida de una persona es la felicidad.

Aunque esto es sólo la reflexión de una persona, a la que según el parecer de algunos, siempre le ha faltado algún tornillo que otro, y que un día, decidió saltar el muro de la falsa seguridad, para ver qué más podía haber detrás de éste. Y para ello puso su vida en una mochila, tiene el sol, luna y estrellas por techo, el mar y las montañas por paredes, y el mundo por domicilio temporal. Por lo que tampoco me hagáis demasiado caso.

BODA POR ETAPAS Y ANGINAS A TOPE

Sobre las 12 de la noche finaliza el baile, yo ya llevo una hora durmiendo en el interior del minibús, ya que estoy con algo de fiebre, y muy cansado. Nos ponemos en marcha, y a gran velocidad, marchamos hacia Hanoi. Me despiertan a las 4 de la mañana, y cuando miro a mi alrededor, extrañado, pregunto dónde me encuentro, ya que el lugar carece de edificios altos, y está lleno de arrozales. Nadie habla inglés, y cuando bajo, me encuentro que el minibús, se encuentra delante de una casa, adornada, y con carpas montadas. Cuando pregunto otra vez, sólo me dicen party, party, yo extrañado accedo al patio de la vivienda, y empiezo a comprender todo: nos encontramos en la casa de la novia, y no es que Maicolm hubiera adelantado la despedida, solo organizó el minibús. Estoy metido de lleno en la boda, y a las 4 y media de la mañana, comiendo, bebiendo vino de arroz, con unas anginas de gigante, y aderezadas con fiebre , me encuentro en Mai Chau, donde estuve ya en las casas de pilares de madera.

No me lo puedo creer, toda la noche metido en un vehículo con vietnamitas, que no hablan inglés, recorriendo el norte de Vietnam de un lado a otro, y con la versión parecida de Luis Cobos, a las canciones tradicionales de Vietnam, como banda sonora, y sin posibilidad de que la quiten o cambien el cedé, nadie me entiende, y sin poder bajarme en ninguna parte, esto sí que es un infierno Dios mío.

Después de la cena, me escabullo, al minibús, para poder dormir, y dos horas después, todos vuelven al autobús, y volvemos no a Hanoi claro, si no a casa de Maicolm otra vez, ya que falta la última parte de la boda. Llegamos a ella sobre las 11 de la mañana, Maicolm, entra en su casa con su novia yo me limito a intentar arrastrar mi cuerpo, parece como si me hubieran dado una paliza, pero lo peor es que por la noche me sale el tren, y me espera un viaje de 15 horas, del cual no sé si voy a salir vivo, pero es lo que hay.

INCOMPRENDIDO LOLAILO

Volvemos a comer y a beber, y después el Karaoke, yo ya no tengo ganas de nada, para colmo el minibús está cerrado, y el conductor durmiendo en la casa, por lo que ante las escasas opciones que tengo, aguantar el karaoke, con un volumen satánico, o estar a varios metros de la casa de pié, me declino por esta última.

Por fin a las 2 de la tarde nos ponemos camino a Hanoi, me despido de Maicolm con un fuerte abrazo, y de la que ya es su mujer, y les deseo mucha suerte, la van a necesitar. Sobre las 5 y media llegamos a Hanoi, marcho a ver a Chang, la cual le divierte enormemente como he pasado el último día, y no para de reír, mientras yo no lo encajo tan bien. Me despido de ella, y voy a ver a Hai. Ésta me tiene cecina de vaca como regalo de despedida, se lo agradezco, y le cuento también mi vicisitud, también se parte de risa, mientras pienso, que nadie me comprende, me despido de ella y de su marido, y les prometo estar de vuelta para final de enero, unos días antes del Tet.

Posteriormente, recojo todo del hotel, y marcho a cenar con Moon, después de contestar varios emails, y beberme un litro de zumo de limón con miel, aderezado con amoxicilina y paracetamol.

NO HAY DOS SIN TRES

Ella me tiene una sorpresa guardada, me dice que ha decidido, y sin contar conmigo, que se une a mi camino. Yo le digo que de eso nada, que después de Navidad, llega Ana, y que su sitio ya está ocupado, y me contesta con tranquilidad, “no hay problema, yo me quedo en Saigón, y tú sigues, que ya me las apaño yo, lo único que quiero es salir del puñetero Hanoi, estoy harta del trabajo, del cual me he cogido dos meses de vacaciones, y de la vida aquí”. Ante su desesperación y viendo que realmente está pasando una mala racha, y haciéndole prometer antes que en Saigón se queda, le digo que de acuerdo, que cuándo se une, y me comenta que lo antes posible, que me quede en Danang tres días, y que ella llegará allí.

Marcho a la estación en moto taxi, y sorprendentemente, tengo que decirle al conductor cómo llegar. Llego una hora antes de que salga el tren, pero como sale desde aquí, ya está preparado para que la gente pueda subir. Accedo a mi compartimento, que comparto con dos abuelos y su hijo, muy amables todos, y a los cinco minutos de tumbarme, caigo derrotado a los pies de Morfeo.

NUEVO AMANECER

Me despierto a las 12 de la mañana. He dormido cerca de 14 horas, cuando veo las caras de mis acompañantes, compruebo con vergüenza que ellos quizás 3 ó 4, por mis ronquidos, intento arreglarlo, ofreciéndoles zumo que había comprado y batido de leche, lo aceptan y se lo guardan.

Extrañamente, estoy contento, y no por haber comprobado desde mi nueva conexión de 3g a través de internet, que un equipo que no se prodiga por chulería, le ha dado un repaso a otro que sí, sino porque mis anginas han mejorado considerablemente, no tengo fiebre, y el paisaje es extraordinario.

Salto de mi litera, salgo del compartimento, y en las dos horas siguientes, habiendo podido forzar el pestillo de la ventana del tren, y haberla bajado (hay que descontarlo de los 74€, que todavía me debe el gobierno vietnamita), hago fotos estupendas del trayecto que va realizando el tren

Cuando pasan los revisores, me hago el loco, e incluso intento ayudarlos a que el pestillo vuelva a echar, sacando la navaja multiusos con la que anteriormente lo forcé, y ante mis intentos laboriosos, los revisores deciden dejarlo como está, (la ventana sube, y baja, lo que no se queda es con el pestillo echado), y deciden dejarme que prosiga haciendo fotos, e incluso me invitan a tomar té.

Llego a Dang a las 2 de la tarde, recojo mi moto, y al encargado del parking le doy una generosísima propina, ya que me han limpiado mis alforjas, y la moto no ha sufrido ningún percance, en total 3 € por 8 días, 2,10€, más de lo que es en realidad.

Llego a mi hotel, donde el dueño me recibe con una calurosa bienvenida, y me muestra que ya tiene internet, y me da una habitación en el piso superior, donde es imposible el acceder a la red. Me lo tomo con humor, ya que es algo que no me preocupa ya. Me ducho, ya que huelo a tigre de bengala, con cerdo vietnamita, debido a no haberlo podido hacer en dos días.

Después bajo, y le doy dos paquetes de tabaco al dueño del hotel, que le había prometido que se los traería de Hanoi. Me lo agradece, enormemente, e incluso cuando compruebo que el nivel de aceite de mi moto está por debajo del mínimo, se ofrece a traerme una botella pequeña, sin cobrarme nada.

Marcho como una flecha a Danang, y no para hacer compras, sino para darme un masaje, esta vez la chica no se sube encima, ya que tiene una tremenda fuerza en sus manos, y me deja destrozado. Al salir del local, me deslizo por la escalera, como un reptil, estoy agotado sobre manera, y marcho a mi hotel a dormir. Pienso que al día siguiente, tengo todo el día para disfrutar de Hoy An.

REQUIEM POR MANOLO

Por la mañana, cuando miro mi correspondencia, recibo una malísima noticia: mi Manolo (mi perro), está enfermo, y la veterinaria a la que lo han llevado, me ha mandado un email, pidiéndome autorización para practicarle la eutanasia. Me sienta fatal además de la manera de recibir  esta noticia por un frio email, y que mi ex pareja, la cual se quedó a su cargo, no haya tenido la dignidad de darme la noticia ella, por teléfono o correo. La contestación se la doy a ella, no a la veterinaria, tanto por mensaje en el móvil, ya que no me lo coge, y por email, además del pésame, ya que sé que lo quería enormemente.

Camino de Hoi An, no puedo evitar, el parar en una playa, y llorar desconsoladamente como un niño, por los recuerdos de mi Manolo, esos momentos llenos de buenos y malos ratos, donde siempre he disfrutado de él, pero con la tranquilidad de que siempre le di una buena vida, y lo cuidé hasta que me marché.

Después continúo mi camino, y no puedo evitar que el diablo meta en mi pensamiento, que lo mismo ha durado mi perro, que si igualmente me lo hubiera traído conmigo, pero me reconforta algo, que muere al lado de personas que siempre lo han querido.

ESPLÉNDIDA CIUDAD

Con la amargura de la noticia, me es imposible el disfrutar de esta esplendida ciudad, que recomiendo encarecidamente a todos. Está llena de turistas, pero sin embargo, aquella persona que venga a Vietnam, no puede dejar de visitarla, pues tiene el encanto de una ciudad oriental, por la antigüedad de sus casas, y el río que la rodea, así como los numerosos puentes que lo cruzan.

Tiene además muchas galerías de arte, comercios de trajes de seda, y de tallas magníficas de madera artesanales, es todo un placer para el viajero

Cuando el cielo empieza a tornarse gris, y la lluvia amenaza, busco un café para refugiarme de lo que se avecina, y como en él.

Después de mi almuerzo, ante mi tristeza reflejada en mi cara, la chica del restaurante, la que es encantadora y no de serpientes precisamente, y me recuerda a Chang, me ofrece un helado de un vendedor ambulante. Le digo que solo si le pago a ella uno también; ella lo rechaza, y me trae uno para mí y otro para ella, y me dice en inglés, «tú lo necesitas más que yo, sonríe por favor». No puedo evitar el esbozar una medio sonrisa para complacerla, y ella me la devuelve.

MELANCOLÍA BAJO LA LLUVIA

Escribo mis crónicas viendo por la puerta del restaurante, frente al río, la fuerza de la lluvia, el correr de la gente, para guarecerse de ella. Pienso que todo en esta vida siempre ha tenido y tendrá un principio y un final, y eso es algo que jamás se podrá evitar. Sólo hay que disfrutar de las cosas cuando las tienes, ya que tarde o temprano desaparecen. Estoy a doce mil kilómetros de mi país, mi familia, y mis amigos, y una chica que no conozco de nada, ni ella conoce el motivo de mi tristeza, es la que me intenta consolar, aunque probablemente si ella me contara su vida, me daría cuenta que no tengo por qué estar triste.

A las dos y media de la mañana, hora vietnamita, mi ex pareja, me llama por teléfono, y entre lágrimas, me da la noticia de que Manolo, acaba de fallecer, sé que ha sido difícil, para ella, el pasar este trago, y le estaré eternamente agradecido, por haberme dado la noticia en persona.

LA GUERRA DE MIS CALZONCILLOS

Por la mañana, me levanto con tranquilidad, ya que no tengo nada que hacer, excepto, acercarme a Danang, a recoger a Moon, que llega. Me voy al centro comercial de la ciudad, con la firme decisión, de reponer mi vestuario interior, ya que tengo algún calzoncillo desgastado. Misión imposible, pese a los esfuerzos de la dependienta, que es muy amable, no consigo encontrar de mi talla, por lo que aguantaré con los míos, hasta que se desintegren, y luego si es necesario, me los tendrán que hacer a medida.

Sobre las 12, llega Moon, la recojo, y nos vamos al hotel. Se cambia, y de allí a la playa a comer. Pasamos toda la tarde en la playa, en que estamos solos. Hace un día estupendo, y ella en absoluto está cansada por el viaje en autobús desde Hanoi. A la vuelta al hotel, después de la ducha, acusa el cansancio, y cae rendida, yo me dedico, a hablar con el dueño del hotel, en el hall, quien me pregunta, si Moon es mi novia, y le contesto que no, que es sólo una amiga, y él se queda extrañado. Por mucho que se lo intento explicar, hasta que le cuento que para mí es complicado encontrar una mujer, ya que no quiero tener hijos, entonces me comprende.

REENCUENTRO CON OPÍ PARA CENA

Por la noche nos vamos a Hoi An, y cómo no, nos vamos a cenar al restaurante, donde el día anterior, pasé mi duelo particular de Manolo. La chica que hay en él, que se llama Ha, me recibe con una sonrisa, y mucha alegría, ante lo que Moon, se queda sorprendida, y entonces ella es la que me pregunta si es mi novia, a lo que ahora tengo que dar explicaciones nuevamente, y decir que no, que solo es la chica que intentó consolarme la tarde anterior de mi pérdida, y que estuvimos de tertulia toda la tarde, que por eso tengo tanta confianza con ella.

Cenamos y muy bien, todo tengo que decirlo, pido rollos de primavera frescos, los cuales distan de los chinos, van enrollados en hojas finas de arroz, con hierbas aromáticas, y gambas, mojados en salsa agridulce; Pancake típico de Hoi An: es una especie de pizza, con gambas, y verdura, que una vez cortada, se lía también en ensalada, y fina masa de arroz; Cao Lau, una pasta parecida a los espaguetis, pero más gruesos, con carne de ternera, y piel de ella, muy frita, mezclado con verduras, y, por , pescado (atún), en salsa, y envuelto en hojas de plátano, con una botella de vino, cafés y chupito. La cuenta asciende a 15 € , es un muy buen restaurante, y además da clases de cocina, a aquellos turistas que lo deseen, lo recomiendo encarecidamente, a los que se acerquen a esta preciosa ciudad, el nombre y dirección es Cánh Buòm Do, en el 40, de Bach Dang, Hoi An .

¿HAPPY END?

Finalizada la velada, regresamos al hotel, cuando me meto en la cama, es imposible el sacarme de la cabeza a Manolo, y el sufrimiento de Ester.

Siempre había pensado que sería yo el que tendría que pasar el mal trago de acompañarlo en sus últimos momentos, y el destino no ha querido que fuera así, por lo que no puedo evitar el sentirme culpable por ello, y aún más porque sospecho, que ha sido la última conversación que tendré con ella, ya que llevaba varios meses sin querer hablar conmigo, ni por  teléfono, ni por email.

Esto me duele aún más, ya que después de dejar la relación, hace ahora casi un año, siempre he pensado que después de 16 años, por lo menos quedaría una amistad. Nada de esto me parece a mí; sí que sería una utopía. La verdad, y siempre lo mantendré, es una bellísima persona, pero con proyectos en su vida nada comunes a los míos, por lo que la separación era inevitable, y sin tener culpables de ello, simplemente diferencias del modo de entender la vida, ninguna mejor que la otra, simplemente diferentes.